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La ciencia es 'publica o perece' y las mujeres suelen perder. Porque ellos se autocitan más
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citan su propio trabajo hasta un 70% más que ellas

La ciencia es 'publica o perece' y las mujeres suelen perder. Porque ellos se autocitan más

En la carrera científica, el número de citas que consigas de tus estudios científicos cuenta, también las autocitas. Por varios motivos, los hombres suelen referenciarse más a sí mismos

Foto: Nina Liland, científica en el Instituto de Investigación Marina de Noruega (Reuters)
Nina Liland, científica en el Instituto de Investigación Marina de Noruega (Reuters)

Para un científico que tenga una cierta continuidad en sus publicaciones académicas, la autocita es inevitable. El "como decíamos ayer" de Fray Luis de León adaptado a la realidad del 'publica o perece' de la investigación contemporánea ha dejado de ser una fórmula de cortesía para convertirse en una métrica más del rendimiento profesional de un cientítico.

Una autocita es una cita más, pero puede contribuir decisivamente a la evaluación de un investigador a la hora de encontrar empleo o promocionar en su trabajo. Además, según un estudio de 2007, cada vez que alguien cita su propio trabajo en un nuevo estudio provoca tres nuevas citas de otros académicos en los siguientes cinco años.

Foto: Javierre, durante la recepción de los premios Unesco-L'Oreal for Women In Science

En resumen, en ciencia, autocitarse más de lo que se considera decoroso compensa.

¿Y a quién perjudica esto? Molly King, de la Universidad de Stanford, y sus compañeros, analizaron en 2017 un total de 1,5 millones de 'papers' publicados entre 1779 y 2011. Hallaron que, en estos últimos dos siglos, los hombres tendían a citar su propio trabajo un 56% más que las mujeres.

Pensarán ustedes que claro, las mujeres estuvieron alejadas de la ciencia durante los siglos XVIII, XIX y buena parte del XX, lo cual explicaría este último dato. Pero resulta que, analizando solo los últimos 20 años de 'papers', ¡las autocitas masculinas han sido un 70% superior a las femeninas!

Otro dato impactante es que muchas mujeres científicas no suelen citar sus trabajos previos. Su probabilidad de no hacerlo es un 10% mayor que entre los hombres.

La ventaja acumulativa de andar citando el trabajo propio varía entre disciplinas, pero por lo general beneficia a aquellas en las que se publica mucho. "Ciertamente, un académico debe publicar un número razonable de estudios para que la autocita tenga un efecto lo antes posible en su carrera, pero en campos como biología, las autocitas pueden afectar a las salidas profesionales tan pronto como en la primera búsqueda de trabajo, y muy notablemente cuando ya tiene la titularidad", dicen los autores del trabajo, publicado en Socius, la revista científica de la Asociación Americana de Sociología.

Los biólogos evolutivos abusan

Por disciplina, resulta interesante que aquellas que menos abusan de la autocita sean las humanidades. Cada 'paper' de estudios clásicos acumula, de media, un 5,6% de referencias a trabajos escritos previamente por alguno de los autores. En el otro lado del espectro, en los estudios sobre biología molecular, un 17,6% de las referencias son autocitas.

Un ejemplo bastante llamativo es este estudio sobre las semejanzas entre ADN humano y el de los ratones que toma como muestra el cromosoma 16, publicado en la revista 'Science'. Pese a que el trabajo sólo referencia cuatro estudios previos realizados por los 175 autores del trabajo, pero dado que el número de autores de este trabajo y los anteriores es escalofriantemente alto, el conjunto resulta en un total de 220 autocitas.

Otro ejemplo. El Nobel de Economía Joseph Stiglitz utilizó parte de su discurso en la Academia Sueca —ideado para glosar su vida antes de recibir el premio— para elaborar un artículo que apareció en la revista 'American Economic Review'. Dicho trabajo le generó 70 autocitas, más de la mitad de las 130 referencias que empleó, aunque en este caso estaba más que justificado.

Sirva todo esto para contextualizar que, más allá de las diferencias por género las hay por disciplina. Se autocita mucho más una investigadora media en Biología Evolutiva que sus compañeros masculinos en Matemáticas, Antropología o Ciencias Políticas. Pero dicho lo cual, incluso dentro de la misma disciplina, la disparidad hombre-mujer en la autocita es más que notable.

Las razones para esto

Una vez identificada la existencia de esta 'brecha de la autocita' entre géneros y disciplinas académicas, los autores han tratado de encontrar las causas que hacen que los científicos se citen a sí mismos más que las científicas. "Hemos considerado cinco mecanismos que potencialmente contribuyen a la brecha de género de la autocita y, por tanto, en último lugar, a la desventaja acumulativa a la que se enfrentan las mujeres a la hora de conseguir un reconocimiento idéntico a los hombres por su conocimiento en el espacio académico", explican estos sociólogos de Stanford, Seattle y Nueva York.

En primer lugar, "los hombres pueden autocitarse más porque evalúan sus habilidades más positivamente que las mujeres". Segundo: "Los hombres se enfrentan a una menor penalización social por auto-promocionarse". Tercero: "Los hombres se especializan más en subcampos académicos y la especialización puede promover más la autocita".

Por último, King y sus compañeros apuntan a que "los hombres publican más 'papers', en particular al principio de sus carreras, y por tanto tienen más trabajos que citar" y también a que "publican diferentes tipos de estudios, por lo general, aquellos que un académico puede ser más proclive a citar".

Para un científico que tenga una cierta continuidad en sus publicaciones académicas, la autocita es inevitable. El "como decíamos ayer" de Fray Luis de León adaptado a la realidad del 'publica o perece' de la investigación contemporánea ha dejado de ser una fórmula de cortesía para convertirse en una métrica más del rendimiento profesional de un cientítico.

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