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Drones para olvidar los F-35B: el culebrón turco que la Armada española debe seguir
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turquía pide otro gemelo del L61 para drones

Drones para olvidar los F-35B: el culebrón turco que la Armada española debe seguir

El futuro gemelo del L400 Anatolia será diseñado, desde el mismo tablero de dibujo, pensando en la operación de vehículos no tripulados. Una experiencia que debería ser del máximo interés para España y su Armada

Foto: Cazabombarderos AV-8B Harrier II sobre el LHD Juan Carlos I en 2019. (Reuters/Ints Kalnins)
Cazabombarderos AV-8B Harrier II sobre el LHD Juan Carlos I en 2019. (Reuters/Ints Kalnins)

Turquía, confirmado por su presidente, Recep Tayyip Erdoğan, anunció que dotará a su marina de guerra de un segundo buque de asalto anfibio que complementará al L400 Anatolia, un diseño español derivado del L61 Juan Carlos I, que ya está en servicio. Navantia pensó este tipo de buque para el despliegue de aviones de despegue corto y aterrizaje vertical. Pero Ankara no logró luz verde de Estados Unidos para hacerse con el F-35B, único avión en producción con esas características, lo que los puso en la tesitura de estudiar alternativas con el empleo de drones. Las conclusiones parecen haber sido positivas. El futuro gemelo del L400 Anatolia será diseñado, desde el mismo tablero de dibujo, pensando en la operación de vehículos no tripulados. Una experiencia que debería ser del máximo interés para España y su Armada.

Las ambiciones de la armada turca de dotarse con un nuevo buque de asalto anfibio surgieron en los años noventa. La primera mención oficial apareció en el documento Hacia mares abiertos, de 1997. Sin embargo, la crisis financiera que estalló en el Sudeste Asiático aquel año contagió a varias economías emergentes y obligó a archivar el proyecto. Finalmente, el programa de adquisición fue relanzado a comienzos de la década pasada con especificaciones más ambiciosas. Además, el buque debería contar con una plataforma de vuelo corrida para operar aviones de despegue corto y aterrizaje vertical.

Tres astilleros turcos se presentaron al concurso. Habitualmente, la industria de defensa turca busca diseños y tecnología de terceros en aquellos campos en los que sus capacidades no están maduras. Para ello, compran licencias y las adaptan a sus necesidades. Así que cada astillero turco presentó un proyecto basado en diseños internacionales: uno británico, otro chino y el español.

En 2013, el astillero SEDEF se adjudicó el contrato con la variante del buque anfibio portaeronaves L61 Juan Carlos I de Navantia, cuya rampa a proa (conocida como ski-jump) le daba una versatilidad adicional a la de sus competidores. Es todo un éxito (y un orgullo) para la industria de defensa española que tres gemelos del buque insignia de la Armada naveguen por el mundo: el L400 Anatolia en Turquía y los australianos L01 Canberra y L02 Adelaida.

El despecho del F-35

Turquía fue cliente de primera hora del caza de quinta generación Lockheed-Martin F-35 Lightining II, con un pedido de nada menos que cien aparatos. Aunque nunca hubo noticias sobre pedidos de la variante específica de despegue corto y aterrizaje vertical F-35B, varias maquetas e infografías del L400 Anatolia lo mostraban con un F-35 en la cubierta. Sin embargo, la historia del buque L400 Anatolia y los planes de la armada turca quedaron afectados inesperadamente por un asunto totalmente ajeno al ámbito naval y que empezó a cocinarse mucho antes de que el L400 empezara a construirse.

La historia arranca en 2006, cuando Turquía anunció el lanzamiento de un programa de defensa antiaérea y antimisil de largo alcance (T-Loramids en inglés). Como la industria nacional carecía de esa capacidad, Ankara aspiraba a comprar sistemas de armas en un contrato con importantes transferencias tecnológicas para desarrollar sus propios diseños en un futuro. Las propuestas finalistas presentadas en 2010 fueron cuatro: el Patriot PAC-3 estadounidense, el S-300VM ruso, el chino FD-2000 y el francoitaliano SAMP/T.

Ganó la china, pero las fallidas negociaciones finales sobre transferencia tecnológica llevaron a suspender el programa en noviembre de 2015. Finalmente, se eligió el diseño S-400 ruso, se firmó el contrato de compra en 2017 y se recibieron las primeras unidades en 2019. Mientras tanto, el primer F-35 turco fue entregado en 2018.

Las sucesivas elecciones de un diseño chino y luego ruso por parte de un país de la OTAN resultaron, como poco, chocantes. Turquía iba a ser incapaz de integrar su sistema de defensa antiaérea en la red aliada. En Washington saltaron las alarmas. Que un mismo país contara con el F-35 y el S-400 significaba que podría estudiar a fondo el desempeño de un caza furtivo estadounidense frente a un radar de última generación ruso. Desde Turquía se negó tajantemente que se pudiera producir la más mínima transferencia de información a Rusia.

"La decisión de adquirir un sistema ruso resultó extremadamente polémica tanto dentro como fuera de Turquía, hasta el punto de que el Gobierno turco se vio obligado a dar más explicaciones de lo que suele ser habitual en este tipo de actuaciones", resume el coronel Felipe Sánchez Tapia, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos.

En julio de 2019, el Gobierno de Donald Trump acabó expulsando a Turquía del programa F-35. Además, impuso sanciones a personajes destacados de la Presidencia de Industria de Defensa turca. La salida del F-35 supuso no solo que Turquía no fuera capaz de comprar el aparato, sino que se suspendieron los contratos con empresas turcas proveedoras de 900 piezas y componentes diferentes.

Romance con el Bayraktar

Cerrada la puerta a la adquisición de aviones F-35B, la armada turca no dejaba de tener un excelente buque anfibio con capacidades flexibles, que incluían operar helicópteros pesados. De hecho, la industria local trabaja en versiones navalizadas de sus helicópteros de los modelos Gobkey, ATAK 2 y T925. Pero todo esto sucedió pocos meses antes de que varios conflictos comenzaran a mostrar el potencial general de los drones y el buen rendimiento del modelo turco Bayraktar TB2. Tanto la Operación Escudo de Primavera de 2020 en Siria como la ofensiva azerí contra la república armenia del Alto Karabaj al año siguiente, fueron teatros de operaciones en los que los expertos comenzaron a constatar el potencial táctico de los vehículos no tripulados.

El Bayraktar TB2 no deja de ser un equipo válido pero limitado. Emplea un motor Rotax 912, propio de aviones ligeros, mientras que su armamento guiado es denominado por su fabricante, Roketsan, "micromuniciones inteligentes" (MAM en turco). Pero mientras el TB2 captaba la atención en varios conflictos armados, la industria turca ya estaba trabajando en una nueva generación de drones.

En julio de 2021 la cuenta oficial de la empresa Bayraktar en la red social ahora llamada X mostró varias imágenes creadas por ordenador en las que aparecían drones de un nuevo diseño llamado MIUS operando sobre el L400 Anatolia. Selçuk Bayraktar, fundador de la empresa, anticipó que se trataba de un aparato con diseño furtivo, motor a reacción y capacidad de cargar 1.500 kilos de armamento en una bodega cerrada. El proyecto MIUS de Bayraktar fue bautizado Kızılelma (“manzana roja”) e hizo su vuelo inaugural el 14 de diciembre de 2022. Durante los siguientes meses se sucedieron varios vuelos de prueba.

Cuando el 10 de abril de 2023 se celebró la ceremonia de entrada en servicio del L400 Anatolia, el prototipo del dron Kızılelma estaba en la cubierta. Los vuelos de prueba realizados hasta entonces no habían incluido el despegue y aterrizaje desde el buque, pero su presencia allí era una clara indicación de los planes futuros de la empresa Bayraktar y la armada turca. Según recogía Oliver Parken en The Drive, podremos ver al Kızılelma operar desde el L400 Anatolia a partir de 2025.

Mientras tanto, los planes turcos son operar otro modelo de dron desde ese buque. Un dron cuyo prototipo también estaba en la cubierta del del L400 Anatolia el día de su entrada en servicio y que también es un producto de la empresa Bayraktar: el TB3. Se trata de una evolución del ya famoso TB2, más grande y con una carga útil que pasa de 130 kilos a 280 kilos. El aparato realizó su primer vuelo el 27 de octubre de 2023 y su entrada en producción está prevista para 2024.

Todavía no hemos visto drones turcos operando desde la cubierta del L400 Anatolia porque el buque requerirá ciertos trabajos de adaptación. Se necesita instalar nuevos sistemas de comunicación para teledirigir los drones y, sobre todo, se necesita añadir sistemas en la cubierta para facilitar el despegue y aterrizaje. Pero, cuando esto finalmente suceda, se materializará una alternativa real derivada de una solución provisional que nunca estuvo en la mente de los planificadores de la armada turca.

¿Una relación abierta?

Por eso en Ankara se habla de que el que iba a ser el gemelo del buque L400 Anatolia, el L401 Tracia, será un buque diferente, con modificaciones específicas para operar drones incorporadas desde el principio. Y aunque el nuevo buque responda a necesidades específicas turcas, parece que su diseño contará con la participación de la española Navantia. El concepto parece que habría interesado a Emiratos Árabes Unidos, que recientemente se convirtió en cliente de Bayraktar, tras superar ambos países sus diferencias tras años de rivalidades geopolíticas.

La alternativa planteada por Turquía abre posibilidades a la Armada en España, que ve cómo van pasando los años sin que se termine decidir el futuro de la aviación embarcada de ala fija. La 9ª Escuadrilla opera el avión de despegue corto y aterrizaje vertical AV-8B+ Harrier II, un aparato al final de su vida operativa y que el resto de los usuarios (Estados Unidos, Reino Unido e Italia) han sustituido por el F-35B. Cuando han tenido oportunidad de expresarse al respecto, distintos mandos de la Armada han declarado abiertamente que, hoy en día, la única vía de mantener una escuadrilla de aviones de ala fija es el aparato de Lockheed Martin. Se trata de un equipo caro de comprar, de mantener y de operar. Y la única posibilidad de que veamos a la Armada operar aviones F-35B es que el Ejército del Aire y del Espacio encargue aviones F-35A para crear un centro de mantenimiento conjunto.

Todo apunta a que España terminará por comprar los aviones F-35, fundamentalmente porque el futuro caza europeo no está ni se le espera. Pero podríamos ver que los aviones Harrier se retiren sin sustituto porque alguien en el Ministerio de Defensa o la Armada decida que contar con los F-35B sea invertir en un elefante blanco que succione recursos de forma desproporcionada. Esa decisión dejaría sin aeronaves de ataque a la Armada y abriría necesariamente la puerta a plantear otras opciones. Incluso si finalmente se compran los F-35B, el camino emprendido por Turquía seguro que tendrá muchas lecciones para España y para Navantia. Los drones operando en los portaeronaves anfibios como alternativa o como complemento.

Turquía, confirmado por su presidente, Recep Tayyip Erdoğan, anunció que dotará a su marina de guerra de un segundo buque de asalto anfibio que complementará al L400 Anatolia, un diseño español derivado del L61 Juan Carlos I, que ya está en servicio. Navantia pensó este tipo de buque para el despliegue de aviones de despegue corto y aterrizaje vertical. Pero Ankara no logró luz verde de Estados Unidos para hacerse con el F-35B, único avión en producción con esas características, lo que los puso en la tesitura de estudiar alternativas con el empleo de drones. Las conclusiones parecen haber sido positivas. El futuro gemelo del L400 Anatolia será diseñado, desde el mismo tablero de dibujo, pensando en la operación de vehículos no tripulados. Una experiencia que debería ser del máximo interés para España y su Armada.

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