Estas series fueron fulminadas de internet, pero ahora van a poner patas arriba el 'streaming'

En pleno 2023, HBO Max solo te ha dejado una opción (al menos, legal) para ver algunas de sus series originales, y no es suscribirte a su servicio, sino comprar el formato físico. Es la única forma de disfrutar, por ejemplo, de Westworld, la saga futurista de Lisa Joy y Jonathan Nolan, que fue cancelada el pasado diciembre. Sin embargo, lo que pocos esperaban es que no iban a poder volver a ver ningún capítulo en la plataforma de streaming. Si se trata de producciones hechas por ellos mismos, ¿qué problema hay en que sigan ahí disponibles para todo el mundo? La explicación está en la crisis que atraviesa este sector, que está a punto de dar un giro y abrir un nuevo nicho para conseguir unos ingresos extra.

"El streaming redujo mucho el ciclo de explotación de películas y series y, además, se aferró a que su contenido fuera exclusivo", expone Elena Neira, especialista en modelos de distribución audiovisual digital y autora del libro Streaming Wars. En este sentido, recuerda que una serie como Friends se podía ver en televisión mientras estaba en curso, pero, una vez acabada, se veía en otros canales durante años. "Netflix cambió todo eso y escribió unas reglas que fueron seguidas por el resto", recuerda, sin olvidar que también hubo excepciones. "Si no habían llegado a un país, cedían los derechos, como ocurrió en España con House of Cards".

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La situación ha cambiado completamente. "Ahora cada vez hay más agentes y el mercado se satura", comenta esta experta. En este sentido, cabe recordar el susto que se dio Netflix el pasado abril, cuando perdió 200.000 suscriptores en tres meses, la mayor caída de su historia. Para el siguiente trimestre, la firma de Reed Hastings se esperaba un revés más duro, algo que no llegó a suceder con la crudeza esperada. La prueba del algodón llega este jueves, cuando presentará unos resultados en los que se verá si solo fue un susto o si, por contra, sus problemas son cada vez más serios.

El cambio del modelo de estrenos en la reina del streaming es un buen síntoma de lo que está ocurriendo. En un principio, era más que habitual que algunas series no pasaran de la segunda temporada. "Eso solía ocurrir porque, a partir de la tercera, tenían que renegociar contratos e iban a tener que pagar más. Ahora, si no funciona bien, cancelan a la primera e invierten en otra producción que consideren que puede tener más retorno", apunta Neira. La cuestión es que ese cementerio de contenidos puede servir ahora para ganar un dinero que no llegaría de otra forma.

La resurrección de los cancelados

La cancelación de Westworld —cuyas audiencias habían caído en picado— está lejos de ser un caso aislado. Es cierto que se trataba de una de las producciones más caras del sector, con cerca de 10 millones por capítulo, pero también ha ocurrido con hasta una decena de proyectos de menos renombre, como Minx, que fue paralizada con el rodaje de la segunda temporada a punto de terminar. En muchos casos, fueron el reclamo para captar a unos suscriptores que ahora han visto cómo desaparecían de la plataforma que pagan cada mes.

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"Este capítulo [de recortes] ha terminado", ha dicho el director financiero, Gunnar Wiedenfels, en una conferencia reciente, donde ha recalcado que 2022 ha sido un año de reestructuración y cambios de estrategia, pero que ahora es el momento de "pasar página y seguir adelante". "El contenido original tiene una estela comercial muy limitada. Hay una primera fase en la que funciona muy bien como estrategia de captación. Después, cuando ya ha conseguido un público, es un elemento de retención durante un tiempo, pero a partir de ahí deja de ser rentable", incide Neira, que relaciona esto con el hecho de que, en su mayoría, el streaming haya sido un modelo deficitario. "Aunque hayan crecido en suscriptores, han renunciado al ventaneo. Pueden crecer, pero no amortizan gastos".

En cambio, hay una forma de seguir haciendo dinero con esas producciones, y no es otra que ceder los derechos a un tercero que esté dispuesta a pagar por tenerla en su catálogo durante un tiempo. Todo apunta a las plataformas de streaming gratuitas con publicidad (lo que se conoce como FAST), como es el caso de Pluto TV, que ofrecen toneladas de contenido. "Los ingresos probablemente no sean una cantidad significativa, pero también es una oportunidad para ampliar la audiencia de HBO", han explicado en la firma de inversión The Motley Fool. Además, Warner Bros Discovery ya ha deslizado en alguna ocasión que está explorando posibilidades para lanzar su propio ecosistema FAST para acoger aquellos contenidos que tuvieron una muerte prematura.

"Que una empresa de este tipo licencie propiedad intelectual a terceros era impensable hace unos años, pero ahora tiene sentido, porque buscan rentabilidad a un producto de catálogo que ya está inmovilizado y no les genera dinero", explica Neira. "No van a rodar más capítulos, pero al ser un contenido interesante, lo venden para que se monetice. Lo más probable es que otras hagan lo mismo con otro contenido inmovilizado. Por ejemplo, no creo que haya mucha gente viendo ahora Narcos o Orange Is The New Black, así que... ¿por qué no venderlo a una cadena de televisión? Si es en exclusiva, pagarán más. Y si les funciona, renovarán", deja caer.

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Frente a lo que ocurre en el streaming musical, en Netflix o HBO se paga una cesión de licencia por un determinado tiempo, un importe que suele ser independiente del tirón que acabe teniendo la cinta. En el caso de los títulos originales, lo normal es que no se pague ese importe, ya que la plataforma asume todos los costes. De cualquier modo, es un modelo opaco, por lo que es complicado detallar con exactitud cómo funcionan esos acuerdos. "Según los estándares de la industria, si apareciera en un lugar como Pluto, que tendría que pagar por ese contenido a HBO y los actores también recibirían un porcentaje", apostilla Neira.

Un gigante con una deuda de 50.000 millones

Aunque lo ocurrido sea indisoluble de la crisis que está afrontando el sector, este movimiento tiene sus propias peculiaridades. El pasado abril, se produjo la fusión de Warner Bros —entonces propietaria de HBO Max— y Discovery, una operación que desembocaría en la creación del gigante Warner Bros Discovery. El problema es que el tamaño de su deuda también tiene un tamaño considerable, ya que ahora tienen que afrontar de forma conjunta un descubierto de 50.000 millones de dólares.

A lo largo de este año, tendrán que pagar cerca de un 10% del montante, algo que en otras situaciones podría haber refinanciado, pero que no parece la mejor idea en un contexto de tipos de interés altos. Además, cabe recordar que tras la fusión comenzaron a cotizar en el Nasdaq y, desde entonces, se han dejado cerca del 46% de su cotización, si bien ha tenido una ligera recuperación en las últimas semanas.

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La dirección ya ha anunciado que pretenden ahorrar cerca de 3.500 millones de dólares en los próximos años. Es lo que ha hecho que también hayan tenido que cargar Batgirl, una película que prácticamente estaba lista para estrenar, pero con la que no les salían las cuentas. También han anunciado que aprovecharán las sinergias entre plataformas, motivo por el que unirán HBO Max y Discovery+ en una sola.

En la charla mencionada, el director financiero de Warner Bros Discovery reconoció que la industria del streaming audiovisual se había excedido en los últimos años. "Se pensaba mucho que había que hacer más, más y más contenido, pero no necesariamente en hacer lo correcto, lo que funciona". Aquí Neira recuerda que la nueva dirección de Warner, encabezada por David Zaslav, tiene un perfil mucho más tradicional. "No quiere gastar a lo loco en un ciclo comercial de unos meses. Parece un poco absurdo volver a la anterior situación, pero es que lo que ha pasado no era sostenible", zanja.