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La cruda realidad tras las tarifas 'low cost' de fibra y móvil: así perdemos el tren del 5G
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hasta 250.000 tarifas solo en España

La cruda realidad tras las tarifas 'low cost' de fibra y móvil: así perdemos el tren del 5G

En España y en la UE se ha propiciado un mercado de telecomunicaciones pensando en la salud del bolsillo del ciudadano. Sin embargo, esto ha supuesto un tiro en el pie para la gran carrera tecnológica del momento

Foto: Imagen del Mobile World Congress de Barcelona. (EFE/E. Fontcuberta)
Imagen del Mobile World Congress de Barcelona. (EFE/E. Fontcuberta)

Cuando se habla de compañías de telecomunicaciones en España, la mayoría de personas señalaría cuatro nombres, grabados a fuego en el imaginario colectivo. Telefónica, Vodafone, Orange y el grupo MásMóvil, ese enjambre de marcas que incluye desde Yoigo, Euskaltel, Pepephone o Virgin Telecom hasta las desconocidas Lebara o Lycamobile. Pero en realidad son muchos más actores los que se dedican a comercializar con fibra, telefonía fija y telefonía móvil. Casi un total de 100. Un pelotón de compañías que maneja un cuarto de millón de ofertas y tarifas solo en territorio patrio.

Esa es la mejor muestra de la fragmentación existente, de cómo este mercado es a día de hoy una especie de 'far west' del 'low cost', donde nuevos actores como Digi o Finetwork han sabido hacerse fuertes. Una hipercompetitividad (no exclusiva de España, sino generalizada en Europa) directamente fomentada por los reguladores nacionales y comunitarios. Algo que ha permitido al común de los mortales ahorrarse un dinero en la factura cada mes, pero que puede acabar siendo un tiro en el pie de cara a la carrera del 5G, al dejar a las empresas responsables de levantar las nuevas redes con una mano atada, financieramente hablando, a la espalda a la hora de competir con sus homólogos de Estados Unidos o algunas potencias asiáticas en lo que se refiere a las inversiones.

Foto: Foto: EFE/Alejandro García.

Hace unas semanas en Bruselas se lanzó una bengala roja. El Tribunal de Cuentas de la UE advirtió a finales de enero a los países miembros del riesgo del preocupante retraso en el despliegue de esta tecnología. "Es algo esencial para una amplia gama de aplicaciones que benefician a muchos sectores de la economía de la UE y la vida cotidiana de los ciudadanos", rezaba el informe, que estimaba que en caso de alcanzar la velocidad de crucero necesaria, esta tecnología podría sumar al PIB comunitario hasta 1.000 millones de euros entre 2021 y 2025 y "crear o transformar" hasta 20 millones de empleos.

Es cierto que no todos los Estados están en la misma situación. El documento, que estudiaba los avances legislativos, estratégicos y empresariales, otorgaba mejor 'nota' a un grupo de 11 países entre los que estaba España. Sin embargo, este organismo recogía las dificultades existentes para cumplir los dos objetivos que hay sobre la mesa: que en 2025 las zonas urbanas y principales vías de comunicación tengan cobertura ininterrumpida y que en 2030 esta llegue hasta el último rincón de la UE. El informe también ponía en solfa la seguridad de los despliegues, al alertar de que seis de los grandes suministradores de equipos no son europeos, como es el caso de Samsung o Huawei. Una empresa, esta última, que consiguió en el pasado ganar un gran peso en el mercado común, debido a los precios de derribo que ofrecía (llegó a ser investigada por 'dumping'), unos cantos de sirena irresistibles para las telecos locales. Esto, sin embargo, cambió con la guerra emprendida por EEUU contra la compañía.

El argumento del desembolso exigido para poner en marcha la nueva generación de internet ha sido agitado en múltiples ocasiones dentro y fuera de la industria de las telecomunicaciones desde que empezaron a sonar las campanas de fusión en el mercado español. Un tiempo de rumores y especulaciones que ha acabado con Orange y MásMóvil comprometidos, segundo y cuarto operador, respectivamente. Ahora mismo se encuentran últimando detalles de la unión y esperando en capilla a que los guardianes de Competencia den el visto bueno a esta 'joint venture'. Una unión que podría no ser la única que se plantee, ya que con Vodafone sin pareja de baile, una de las opciones que hay sobre la mesa es que la firma británica escrute la posibilidad de 'aliarse' con un jugador emergente, para poder reengancharse a esta lucha. Eso sí, también se especula con la opción de que vendan sus activos en España o que simplemente intente competir en solitario en el nuevo tablero que se configurará dentro de unos meses.

Objetivo: aumentar ingresos

El objetivo de estos matrimonios es sencillo: conseguir una escala de ingresos que, según comentan fuentes del sector, a día de hoy solo tendría Telefónica. Algo que les permitiría afrontar la dimensión necesaria para acometer las inversiones necesarias al ritmo correcto. Una inversión que se eleva, en el caso del 5G, "unas tres o cuatro veces" si se compara con la anterior generación de internet, conocida como 4G. En el caso de la fusión española, el grupo resultante sería el primero por número de líneas pero el segundo en términos de facturación.

La demanda de concentración se extiende más allá de las fronteras españolas. Mientras en China o EEUU el pastel se lo reparten entre tres o cuatro grandes pesos pesados, en Europa las cinco grandes telecos dominan únicamente un 60% del mercado, quedando el 40% repartidas entre cientos de manos.

El resultado de todo esto ha sido una guerra de precios que ha lastrado el ingreso promedio por usuario (conocido por el acrónimo ARPU) de las mayoría de operadoras europeas. Es cierto que se encuentran por delante de regiones en vías de desarrollo como Oriente Medio o América Latina, pero el grueso de telecos se posiciona por detrás de lo que consiguen las empresas norteamericanas o de los países asiáticos más maduros. ¿En qué se ha traducido esto? En una importante brecha en lo que se refiere a la cobertura 5G de la población a pesar del acelerón que se ha dado en estas latitudes en los dos últimos cursos.

A finales de 2020 era del 30% y se dobló, hasta el 62% a finales de 2021. "A pesar de los importantes esfuerzos de los operadores europeos, todavía estamos muy rezagados frente a nuestros pares globales", explica a Teknautas Alessandro Gropelli, director general adjunto de ETNO, la asociación de operadores europeos. Puede parecer una cifra alta pero no lo es tanto: a finales del pasado curso, EEUU manejaba un 93% de cobertura y Corea del Sur, un 94. Gropelli también recuerda que el objetivo político es tener velocidades de fibra de un gigabit por segundo para toda la UE, algo que también necesita un empuje para que se haga realidad.

"El 5G y la fibra son habilitadores esenciales tanto para los sectores industriales como para habilitar servicios públicos más inteligentes", afirma. "Son nuestra infraestructura digital para un mundo globalizado e hipercompetitivo. Queremos estar por delante en esto, no por detrás".

5G sí, pero no pata negra

"Desgraciadamente en el despliegue del 5G, España y Europa van muy retrasados", analiza Luis Manuel Díaz de Terán, director de la división de Telecomunicaciones, Medios y Servicios de Capgemini Engineering, una de las mayores consultoras tecnológicas del mundo, quien pone el acento en casos como el de Corea del Sur. "Es simplemente alucinante lo que han logrado. No solo porque alcance a la práctica totalidad de la población, sino porque se trata de un 5G real".

Muchos de los que están leyendo este texto es probable que tengan en el móvil un icono que indica que están disfrutando de una conexión así. Sin embargo, lo más probable, casi seguro, es que se estén disfrutando de un 5G descafeinado, bien porque estén conectados a un 5G DDS o NSA y no al pata negra, conocido como SA. Este último tipo es el que permitiría a los particulares y a las empresas de todas y cada una de las grandes ventajas de esta tecnología, que son "un mayor ancho de banda, una latencia mínima y conexión masiva de máquinas", tal y como recuerda Díaz Terán.

Para llegar a ese estado de gracia, hace falta cambiar el radio, las antenas y el núcleo 'core' de la red, actualizándolos con equipos preparados para ello. Sin entrar en demasiados vericuetos técnicos, basta decir que los dos primeros tipos son en realidad conexiones que se logran 'hormonando' la infraestructura que sostiene el 4G. En el caso del DDS, el que mayoritariamente tienen desplegado Orange y Telefónica, se hace actualizando el 'software' de las estaciones base. En el caso del NSA, se hace cambiando las antenas. "Al no tener actualizado el 'core' de la red no se puede, por ejemplo, lograr esa latencia mínima, tan provechosa para la industria 4.0", agrega el experto de Capgemini Engineering, que insiste en que el 5G real en Europa "es bajísimo".

"Ese 5G, el 'stand alone', es el que permite transformar modelos de negocio. Y aquí no estamos pudiendo competir porque tenemos un tejido de telecomunicaciones destrozado en lo financiero, con políticas erróneas que aunque fomentan tarifas bajas destrozan la capacidad de inversión con las consecuencias que tiene eso en lo económico". Por eso aboga, que tanto los gobiernos como la Comisión Europea aprovechen los "fondos Next Generation para aumentar la competitividad global" del gremio tecnológico europeo. "Si no se actúa rápido va a pasar lo que lleva pasando los últimos 20 años: que las empresas que tienen todo el control de nuestro consumo digital serán asiáticas y norteamericanas, con el perjuicio que eso supone para la economía pero también para la privacidad europea, ya que en esos territorios no aplican la misma ética".

placeholder Trabajos en una torre con equipos 5G. Foto: (Reuters/M. Blanke)
Trabajos en una torre con equipos 5G. Foto: (Reuters/M. Blanke)

Una de las alternativas de las operadoras para hacer negocio y aliviar esa presión competitiva es la de las redes privadas 5G. Montar y mantener infraestructuras particulares. La pasada semana se conoció que Airbus ha puesto en marcha el mayor contrato de redes 5G privadas de la industria. Una licitación a la que concurrirán firmas como Telefónica, Orange, Deutsche Telekom, Mahindra, NTT o Accenture. El que se lleve el gato al agua se encargará de suministrar tanto el 'software' como el 'hardware', como adelantaba 'Expansión'. "Esto es un negocio evidente para las operadoras, ya que se espera que haya un tirón de la mano de grandes empresas a las que las cuentas les cuadran. Pero si te das cuenta los que se pueden permitir eso son las multinacionales y España es un país mayormente de pymes, que son las que sostienen el tejido productivo, y son las que se van a quedar sin poder acceder a las ventajas del 5G en el corto plazo, con el impacto que va a tener eso en términos de competitividad y, por tanto, de empleo".

Foto: El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. (EFE/Víctor Lerena)

Con este escenario, el gremio lleva tiempo solicitando dos elementos principalmente. Por una parte, la mencionada concentración que parece más inevitable que nunca. Y por otra, que los gigantes digitales, como Netflix, Amazon o Google, que hacen negocio con las redes que ellos levante arrimen el hombro. "Europa en 2021 alcanzó su nivel más alto de telecomunicaciones desde 2016: el sector gastó 52.500 millones. Además, la proporción de ingresos destinados a la inversión en Europa es mayor que en los EEUU. A pesar de esto, todavía estamos rezagados", recuerda Gropelli, que señala la excesiva "fragmentación a nivel nacional". Aunque los estados miembros han avanzado en ciertos aspectos como el de 'roaming', no existe todavía "un mercado único europeo de telecomunicaciones", lo que les deja menos margen de actuación frente a lo que ocurre en otras partes del mundo. "La consolidación en nuestros mercados es un paso para reforzar la industria europea de las telecomunicaciones y su capacidad para invertir más".

Foto: Imagen: EC Diseño.
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¿Concentración o barbarie 'low cost'?

La pregunta es obvia: si se produce ese recorte de grandes competidores, ¿se podrían mantener esos precios? En España hay dos grandes precedentes recientes de concentración. La compra de Jazztel por parte de Orange y la compra de Ono por parte de Vodafone. ¿Qué ocurrió entonces? Se produjeron subidas de precios, tanto en los operadores que habían realizado estas compras como en el caso de Telefónica, que incrementó el coste de sus paquetes Fusión aprovechando la circunstancia. Precisamente, la creación de estos paquetes convergentes en 2012 haciendo valer la ventaja que tenía sobre Vodafone y Orange fue la que propició que estas compañías hiciesen estas adquisiciones con el fin de poder ser competitivos en lo que se refiere a redes de fibra y poder articular una oferta similar.

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Foto: Reuters/J. Medina.

El resultado de aquel baile a mediados de la pasada década fue que los hogares, según cifras de la CNMC, pasaron de destinar un promedio de 46,2 euros al mes para pagar los planes que de teléfono fijo, móvil e internet en el segundo trimestre de 2015 a tener que apoquinar una media de 54,2 euros cada mes cuando pasaron dos años. En resumen, una subida de casi una quinta parte en los paquetes sin televisión. El IPC en ese tiempo no subió un 20%.

"La consolidación no necesariamente tiene que ser igual a precios más altos", justifican desde ETNO. "En algunos casos, un competidor más grande y más fuerte puede presentar mejores ofertas para los consumidores en comparación con dos jugadores más pequeños y más débiles. Dicho esto, esta es una fase en la que debemos decidir cuál es nuestra prioridad: si un despliegue más rápido de las redes esenciales 5G y FTTH, o simplemente precios más bajos".

Cuando se habla de compañías de telecomunicaciones en España, la mayoría de personas señalaría cuatro nombres, grabados a fuego en el imaginario colectivo. Telefónica, Vodafone, Orange y el grupo MásMóvil, ese enjambre de marcas que incluye desde Yoigo, Euskaltel, Pepephone o Virgin Telecom hasta las desconocidas Lebara o Lycamobile. Pero en realidad son muchos más actores los que se dedican a comercializar con fibra, telefonía fija y telefonía móvil. Casi un total de 100. Un pelotón de compañías que maneja un cuarto de millón de ofertas y tarifas solo en territorio patrio.

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