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Rebelión interna en la rusa Kaspersky por no condenar la invasión: "Me voy, es vergonzoso"
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"¡Putin no es mi amigo!"

Rebelión interna en la rusa Kaspersky por no condenar la invasión: "Me voy, es vergonzoso"

La equidistancia del millonario ruso Eugene Kaspersky respecto a la invasión de Ucrania ha generado un terremoto interno en la compañía. Algunos empleados han dimitido y muchos otros ya barajan irse

Foto: Eugene Kaspersky, fundador y consejero delegado de la compañía de antivirus que lleva su nombre. (Reuters/Mary Turner)
Eugene Kaspersky, fundador y consejero delegado de la compañía de antivirus que lleva su nombre. (Reuters/Mary Turner)
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"Hay bastantes empleados que están pensando irse. Algunos ya lo han hecho". Así describe una fuente consultada la olla a presión que es ahora mismo Kaspersky, la empresa de ciberseguridad rusa más reconocida del mundo. Su fundador, el millonario Eugene Kaspersky, brillante y excéntrico a partes iguales, resistió una semana entera sin pronunciarse oficialmente sobre el conflicto. Cuando lo hizo, el pasado 1 de marzo, tecnológicas de medio planeta ya habían anunciado el cese de operaciones en Rusia o contundentes represalias. Eugene, sin embargo, optó por hablar de "situación en Ucrania" y de "compromiso" casi a la vez que Putin volaba de un misilazo un edificio gubernamental en Járkov matando a varios civiles. El resultado es una rebelión interna que no ha hecho más que empezar.

Con más de 4.000 empleados en sus filas, presencia en todo el mundo, lazos de su fundador con la KGB, pero con episodios esporádicos de oposición al presidente ruso, la postura oficial de Kaspersky era casi tan esperada en el mundo tecnológico y empresarial como una comparecencia de Putin o Zelensky. Llegó tras "una tremenda presión interna por pronunciarse", señalan empleados y exempleados de la compañía rusa consultados por este diario a cambio de no revelar su identidad. Varios han tenido que firmar documentos de confidencialidad. Han hablado igual.

Foto: Una imagen de satélite tomada por Maxar muestra la destrucción cerca de Jersón, Ucrania. (Reuters/Maxar)

"Damos la bienvenida al inicio de las negociaciones para resolver la situación actual en Ucrania y esperamos que lleve a un cese de las hostilidades y a un compromiso. Creemos que un diálogo pacífico es el único instrumento posible para resolver conflictos. La guerra no es buena para nadie", publicó Eugene. Y remató: "Lo principal que podemos hacer es asegurar un funcionamiento ininterrumpido de nuestros productos y servicios".

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Minutos después de publicar su mensaje, los chats privados entre empleados echaban humo. "Generó un cabreo generalizado. Muchos trabajadores habían estado durante días presionando a los departamentos de marketing y comunicación para publicar un posicionamiento condenando duramente la invasión. Pero Eugene se adelantó", explica una fuente conocedora de la situación. Su mensaje, lejos de calmar la situación, avivó el enfado interno.

Durante las horas siguientes, múltiples trabajadores presionaron a los directivos de la compañía en varios de los países en los que opera para publicar otro comunicado que representara a la plantilla, desmarcándose de Eugene. La iniciativa fue vetada. "Moscú tiene la última palabra en estas decisiones. Y la política interna es al estilo tradicional ruso: puro autoritarismo, es muy difícil oponerse a la línea oficial, te juegas el despido", señala la misma fuente.

Este diario ha podido verificar el caso de dos empleados en Kaspersky fuera de España que han presentado su dimisión en protesta por la respuesta de la compañía a la invasión rusa. Se están produciendo más salidas, pero confirmar los motivos reales detrás no es sencillo. La empresa obliga a muchos de sus trabajadores a firmar documentos de confidencialidad (conocido como NDA) y prohíbe terminantemente hablar con los medios.

"Me preocupa que, siendo yo europeo, me pueda suponer un estigma para futuros trabajos"

"Yo me voy, esto es vergonzoso, es una puta mierda", explica por escrito uno de los empleados que ha decidido plantar a Kaspersky por su respuesta a la guerra. Ha firmado un NDA y pide no dar detalles. En el caso del otro empleado que ha dimitido se añade un miedo personal. "Me preocupa que, siendo yo europeo, me pueda suponer un estigma para futuros trabajos estar en una empresa de seguridad rusa con este perfil", explica al otro lado de un chat. Ambos conocen a varios empleados más que están barajando irse por los mismos motivos.

"Usarlo es una temeridad"

El descontento interno por la equidistancia de Kaspersky llega en el peor momento. La Oficina Federal de Seguridad de la Información (BSI) de Alemania, el máximo organismo que vela por la ciberseguridad del país, advirtió esta semana a las empresas del peligro de usar el software de Kaspersky y aconsejó reemplazarlos por otros antivirus y programas alternativos. "Las amenazas de Rusia a la UE, la OTAN y Alemania están asociadas con un riesgo considerable de ataque informático. Un fabricante tecnológico ruso [como Kaspersky] puede llevar a cabo operaciones ofensivas, ser forzado a atacar contra su voluntad, ser espiado sin su conocimiento o usado como un arma contra sus propios clientes", explica la BSI en un comunicado. No es una acusación nueva. EEUU y Holanda, por ejemplo, cancelaron ya hace años sus contratos gubernamentales con Kaspersky por riesgos de seguridad.

placeholder Eugene Kaspersky, en una conferencia en Berlín en 2017. (Getty Images)
Eugene Kaspersky, en una conferencia en Berlín en 2017. (Getty Images)

La advertencia de Alemania, según especialistas de ciberseguridad, tienen toda la lógica. "Dejar ahora la seguridad de tus sistemas en manos de una empresa con base en Rusia, que puede ser sometida a las leyes cambiantes y arbitrarias de Putin, me parece una temeridad", explica un experto consultado que ha trabajado con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas en asuntos de ciberseguridad. "En las circunstancias actuales yo dejaría de usar cualquier software ruso que implique un acceso de bajo nivel como pueden ser aplicaciones de seguridad, VPN, DNS... Lo siento por la gente que trabaje para Kaspersky, seguro que son profesionales maravillosos, pero no depende de ellos que Rusia decida sacar una ley que permita emplear el software ruso como un caballo de Troya".

Eugene Kaspersky no tardó en reaccionar al 'misil' de la BSI. "Estas afirmaciones son especulaciones que no se basan en ninguna prueba objetiva ni detalle técnico. La razón es simple. Nunca se ha descubierto un uso malicioso del software de Kaspersky en sus 25 años de historia. Sin estas pruebas, la decisión de la BSI se toma solo por motivos políticos", aseguró en un comunicado en el que aprovechó de nuevo para tirar de equidistancia respecto a la invasión rusa. "La avalancha de eventos trágicos nos conmueve a todos". "Se están disparando en el pie. Poner en tu currículum que trabajas en Kaspersky es ahora radioactivo, normal que mucha gente esté planteando irse", señala un extrabajador que ha estado en contacto estos días con empleados y conoce la situación interna.

placeholder Empleados de Kaspersky trabajan en la sede de la compañía en Moscú. (Reuters)
Empleados de Kaspersky trabajan en la sede de la compañía en Moscú. (Reuters)

El Confidencial remitió una lista de preguntas a los portavoces de la compañía para conocer su versión sobre las quejas y dimisiones de los empleados. Han enviado solo una frase de respuesta, sin negar la revuelta interna: "Kaspersky ha hecho sus declaraciones oficiales y los empleados también han expresado sus opiniones personales, según han creído necesario". Este diario solicitó también el pasado 25 de febrero una entrevista a Eugene Kaspersky, cinco días antes de hacer pública su posición sobre el conflicto. Su equipo respondió dos semanas después: "Desafortunadamente, está muy ocupado".

A la sombra del KGB

El empresario ruso no es ajeno a las controversias, pero la que está viviendo estos días amenaza seriamente con poner contra las cuerdas a su compañía. A diferencia de Telegram, cuyo fundador, el ruso Pavel Durov, cargó duramente contra Putin y se llevó hace años la sede operativa de la empresa a Dubái, Kaspersky sigue siendo una firma rusa hasta la médula. Su sede está en Moscú, su equipo directivo al completo, pese a presumir de ser una "tecnológica global", está compuesto exclusivamente por directivos rusos y las relaciones pasadas de Eugene con el ejército del país y el KGB (hoy el Servicio Federal de Seguridad, o FSB) le persiguen.

Kaspersky se educó entre los 16 y 21 años en la Facultad Tecnológica de la KGB (hoy conocido como Instituto de Criptografía, Telecomunicaciones y Ciencias de la Computación). Era el centro del que salían los agentes de inteligencia que acabarían trabajando para el Gobierno. Sirvió en el ejército y luego conocería a su primera esposa, Natalya Ivanovna, hoy una de las mujeres más ricas de Rusia y con la que cofundó Kaspersky Lab en 1997. La empresa amasó en pocos años un enorme éxito en el sector de la ciberseguridad, pero pronto llegaron las alegaciones de conexiones con el Kremlin y el FSB.

placeholder El expresidente ruso, Dimitri Medvédev (derecha), escucha las explicaciones de Eugene Kaspersky, durante una visita a la sede de la empresa en Moscú en 2009. (EFE)
El expresidente ruso, Dimitri Medvédev (derecha), escucha las explicaciones de Eugene Kaspersky, durante una visita a la sede de la empresa en Moscú en 2009. (EFE)

Ha recibido acusaciones de todo tipo, principalmente por parte de EEUU, quien lo considera un colaborador de la inteligencia rusa y, entre otras cosas, le acusó de prestar su 'software' a 'hackers' pagados por el Kremlin para robar material a la NSA. Reino Unido, Lituania y Holanda también le han impuesto vetos y a la lista se ha unido esta semana Alemania e Italia.

Eugene siempre lo ha negado todo, asegura que jamás se ha encontrado una prueba de enlace ilegal con el gobierno ruso. "¡Putin no es mi amigo!", decía entre risas hace unos años (se puede ver en el vídeo debajo), aunque sí reconocía tener al Gobierno y a la policía rusa como clientes. El magnate también respondió a todas estas alegaciones abriendo "centros de transparencia" por medio mundo, uno de ellos en Madrid, como adelantó este diario, en una iniciativa para demostrar que no tiene nada que esconder. Sin embargo, alguno de sus colaboradores que lo conocen bien recuerdan su pasado.

"Su hijo fue secuestrado hace 10 años, pedían más de 4 millones de rescate. Eugene tiró de contactos en el FSB y lograron liberarlo y arrestaron a casi todos los secuestradores. Eso no sale gratis. Muchos creen que Kaspersky le debe un favor al Gobierno, pero eso fue ya hace 10 años. Se habla también de presiones del Kremlin para que no apoyara públicamente a Ucrania, pero nadie lo sabe. Solo él", explica un exempleado consultado.

La realidad es que, a las incesantes alegaciones de colaboración con el Gobierno de Putin, a Kaspersky ahora se le añade una rebelión interna que será difícil contener. Si la pérdida de confianza se extiende también a sus clientes, empezará la sangría de ingresos y el daño puede ser irreparable. "Ahora da la sensación de que todo el que trabaja en Kaspersky es pro-Putin, y eso es inaceptable, él no representa a toda la empresa", señala frustrado un empleado de la compañía. "Algo tiene que cambiar, pero hay un problema: contradecir a Eugene es arriesgado".

"Hay bastantes empleados que están pensando irse. Algunos ya lo han hecho". Así describe una fuente consultada la olla a presión que es ahora mismo Kaspersky, la empresa de ciberseguridad rusa más reconocida del mundo. Su fundador, el millonario Eugene Kaspersky, brillante y excéntrico a partes iguales, resistió una semana entera sin pronunciarse oficialmente sobre el conflicto. Cuando lo hizo, el pasado 1 de marzo, tecnológicas de medio planeta ya habían anunciado el cese de operaciones en Rusia o contundentes represalias. Eugene, sin embargo, optó por hablar de "situación en Ucrania" y de "compromiso" casi a la vez que Putin volaba de un misilazo un edificio gubernamental en Járkov matando a varios civiles. El resultado es una rebelión interna que no ha hecho más que empezar.

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