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Abandoné mi PC, mi Mac y mi iPad por esta Surface y casi no vuelvo a utilizar ninguno
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LA MEJOR TABLETA PARA TRABAJAR

Abandoné mi PC, mi Mac y mi iPad por esta Surface y casi no vuelvo a utilizar ninguno

El 2 en 1 de Microsoft evoluciona y ahora es más ordenador que nunca. Una opción atractiva para los que buscan un equipo versátil, cómodo y potente. ¿Qué podría salir mal? Pues que no te llegue el presupuesto

Foto: Foto: Microsoft.
Foto: Microsoft.

Hace 10 años, antes de que el covid convirtiese el teletrabajo en una tendencia y no en algo residual, en Microsoft entendieron que la informática tenía que adaptarse a lo que muchos llaman, de forma pedante, la 'era pos PC'. Es decir, un entorno donde los dispositivos cada vez serán más móviles y versátiles rompiendo las ataduras con la tradicional idea que hay de los ordenadores. Es algo que llevamos tiempo experimentando y hemos asimilado. Para adaptarse a los 'nuevos' tiempos, los de Redmond crearon la Surface: un equipo que siempre ha vivido en una extraña dicotomía. Pretendía ser una tableta sin dejar de ser un portátil y quería ser un buen portátil sin dejar de ser una tableta. A pesar de ser de una empresa tan reconocida como la creadora de Windows, siempre ha sido un producto un tanto 'indie'. A día de hoy, aunque se ven algunas más, siguen siendo algo minoritario. No muchos lo han abrazo, quizá porque sus primeras entregas no eran capaces de cumplir bien ni un cometido ni el otro. Y probablemente también porque nunca fue un aparato barato.

Para mí, la 'era pos PC' se ha traducido en que, por motivos personales y laborales, utilizo en mi día a día tanto un PC como un MacBook, del que llevo varios años siendo usuario. A esto hay que sumar un iPad que utilizo de forma ocasional, varias veces por semana. Todos ellos han estado a buen recaudo durante las últimas semanas. Los he abandonado para volver a dar una oportunidad a una Surface. A la Surface 8 Pro, concretamente. Y, 'spoiler', me han entrado ganas de no volver a utilizar ninguno de ellos. Esta es mi experiencia y lo que me ha parecido bueno, mejor, peor y regular de este nuevo dispositivo.

placeholder Por fuera, hereda el aspecto de sus predecesoras. (M. McLoughlin)
Por fuera, hereda el aspecto de sus predecesoras. (M. McLoughlin)

Sería muy fácil definir lo que ha conseguido Microsoft como un paso adelante. Visto el precio que tiene, clamaría al cielo que no lo fuese, que nos volviesen a vender lo mismo que en la última ocasión, remozado y con pocas mejoras palpables. Prefiero definirlo como un paso al lado, para recolocarse y seguir por un camino mucho más acertado. No hay nada revolucionario, pero la propuesta está mucho más armonizada y bien armada. ¿Por qué? Hay que remontarse a 2019. La Surface 7 Pro vino acompañada de una nueva versión, la Surface X Pro. Al despejar la equis, nos encontrábamos un aparato rediseñado, más estilizado y con menos marcos.

En su interior traía un procesador propio de Microsoft, el SQ1, que estaba construido con arquitectura ARM, la misma que utilizó Apple para construir sus procesadores. Lo que pasa es que los de Cupertino lo hicieron con un ambicioso plan detrás y no como un experimento, lo que en el caso de la Surface X Pro daba pie a problemas de compatibilidades, 'software' que no funcionaba... En el otro lado, la Surface 7 Pro: las tripas bien calibradas, pero el envoltorio empezaba a amarillear un poco, necesitaba una vuelta de tuerca.

Pues bien, ahora han cogido lo mejor de uno y de otro. Bajo el capó, encontramos unos componentes de raza. Y por fuera, el diseño de la Surface X Pro le sienta muy bien a la Surface 8 Pro.

La pantalla, de 13 pulgadas, gana en presencia y espacio con unos marcos que se reducen, pero no todo lo que hubiésemos deseado. En la parte superior siguen siendo abultados para las alturas de la película en la que nos encontramos. Que en los móviles y portátiles llevamos años viéndolo.

También es cierto que este nuevo modelo gana en peso y grosor, pero eso en absoluto es sinónimo de que este sea menos portátil. Incluso, a pesar de las dimensiones, se puede utilizar como 'tablet' sin mayor complicación. No es un iPad Air o un iPad Mini, pero es cómodo para leer artículos o navegar por internet.

Es muy cómodo para llevar bajo el brazo sin necesidad de tener que meterlo en una mochila o en un bolso. Pero eso siempre ha sido así y ahora se mantiene. Ocurre lo mismo con la calidad de la construcción. La cara exterior deja un buen sabor de boca. El negro mate (también está disponible en gris plata) es un acabado muy agradable al tacto, aunque es un auténtico imán para las huellas si estás todo el rato manoseándolo. La pestaña trasera es una de las mejores cosas que tiene su chasis, ya que permite ajustarlo fácilmente. Salvo los marcos de la pantalla, pocas pegas le puedo sacar a esta Surface.

Esta Surface repite la fórmula de montar una PixelSense, una pantalla que ha demostrado ser bastante solvente en el pasado. Por otra parte, en aparatos de este precio, otra cosa sería poco más que una burla. Es un panel táctil de muchos quilates. Obviamente, si no la pones al lado de otra de última generación es probable que no notes carencias o cosas que podrían ser mejor. La pantalla va a ser más que suficiente para todos los públicos en términos de resolución, color y brillo. Se ve mejor que mi ordenador Dell y que mi MacBook. Personalmente, aunque no es el más común, me gusta mucho el formato 3:2, ya que es una relación que deja un buen espacio para trabajar, no se siente encajonado y hay margen para utilizar la multitarea. En este sentido me he sentido muy a gusto cuando he trabajado con documentos de texto, internet, programas de edición.

placeholder La Surface es cada vez más portátil y menos tableta, pero sigue dando el callo. (M. McLoughlin)
La Surface es cada vez más portátil y menos tableta, pero sigue dando el callo. (M. McLoughlin)

Hay dos grandes novedades. Por una parte, la compatibilidad con contenidos Dolby Vision. Esto es interesante, ya que muchos piensan en la Surface como un dispositivo que complemente su equipo principal, que lo utilicen para cuando tienen que viajar por trabajo y, por tanto, pueda ser utilizado para ver series y películas. Este estándar de imagen cada vez está más presente en plataformas como HBO Max, Netflix y Filmin. Por otra parte, el refresco de pantalla. En la Surface 7 Pro solo teníamos 60Hz. Ahora tenemos la posibilidad de configurar la máquina a 60 pero también a 120 Hz. Cuando juegas o escribes todo se siente más fluido si lo pones al máximo de revoluciones. También he de decir que particularmente no abusaría de esta función, especialmente si no tiene un enchufe a mano, ya que puede tragarse un porcentaje de batería que nos puede venir muy bien a final de día.

En lo que se refiere al sonido (depende de altavoces estéreo de 2W compatibles con Dolby Atmos) el equipo aprueba con soltura. No llega al sobresaliente ni al notable alto porque el formato da para lo que da y los bajos, aunque aceptables, les falta bastante sustancia. Sin embargo, si lo mantienes por debajo del 80% reproduce muy bien tanto voces como música sin distorsionar nada.

Si la pantalla, es un gran 'sí' seguro que los puertos traen más debate. La Surface 8 Pro viene solo con dos conectores USB tipo C. Esto puede plantear un problema, ¿por qué? Porque es probable que muchos de sus accesorios y cables necesitan un USB tipo A. La única manera que hay de hacerlo es un dock o con un adaptador. Haber metido este tipo de puertos hubiese sido también un reto desde el punto de diseño, obligándolo a hacer todavía más gruesa, lo que ya hubiese llevado al límite su utilidad como tableta. Así que el menú de conexiones se limita a esos puertos (uno dedicado a la carga), al conector jack para auriculares (gracias Microsoft por no quitarlo) y el Surface Connect. Es cierto que personalmente me hubiese gustado ver más un nuevo cargador universal, es decir tipo C, pero viendo los tiempos que consigue de carga el Surface 8 Pro el disgusto se me pasa un poco.

Un detalle clave es que la Surface, por fin, solventa una de grandes deudas pendientes: ambos puertos vienen con tecnología Thunderbolt 4. ¿Por qué es importante esto? Porque nos permite conectarlo a pantallas externas. En El Confidencial, al igual que en otras oficinas convertidas ahora en el juego de la silla, hemos cambiado los ordenadores de sobremesa por portátiles y cada uno tiene un monitor en su sitio. En casa tengo otra pantalla externa a la que conecto mi portátil cuando quiero hacer trabajos de diseño, editar fotos o vídeos. Aunque este equipo está pensando para trabajar cómodamente en cualquier lugar, tiene toda la lógica añadir este tipo de conexiones dados los tiempos que corren para casos como el mío. En el campo de las conexiones inalámbricas tenemos BT 5.1 y Wifi 6, que ya es lo mínimo exigible en equipos de alta gama.

placeholder Vista de la Surface en todo su esplendor. (M. McLoughlin)
Vista de la Surface en todo su esplendor. (M. McLoughlin)

¿Cómo rinde esta nueva Surface? El apellido Pro, salvo en el caso de la Surface X Pro, siempre ha quedado muy justificado, ya que las máquinas de Microsoft con esa coletilla siempre han dado lo que se puede esperar de un nombre así. En este caso también. Pero ojo que la configuración es amplia y, por tanto, tienes que medir especialmente bien tus necesidades si vas a hacerte con una de estas. Si estás pensando en un equipo más casual, para tareas de ofimática sencilla, ver vídeos, navegar por internet, etc... te basta con la opción con Intel i5 de undécima generación. Si quieres pedirle cosas más exigentes, mi consejo es que te decantes por un i7.

Para esta prueba he podido contar con un equipo con este último procesador y 16GB de memoria RAM. He podido tener varias pestañas de Chrome abiertas (es el navegador que más utilizo y el que más RAM acostumbra a malgastar), editar videos, utilizar Adobe Lightroom y otros programas al mismo tiempo sin que se notase fatigado o falto de aire. Por cierto, sin ningún tipo de recalentamiento, así que se puede afirmar categóricamente que el Las opciones de RAM van desde las 8 a los 32. Mi consejo, si puedes, es que te vayas, elijas el motor que elijas, a 16GB de RAM, por lo menos, pero eso encarece también la compra.

placeholder La Surface 8 Pro soporta pantallas externas. (M. McLoughlin)
La Surface 8 Pro soporta pantallas externas. (M. McLoughlin)

Donde no he tenido tan buen sabor de boca ha sido con la gráfica integrada, que es una Iris Xe. No es que sea un desastre pero si estás pensando en la Surface como un ordenador que también te sirva para dar buena cuenta de los juegos de tu cuenta de Steam o Game Pass tienes que saber que tiene sus límites. Yo usé para esta prueba el Age Of Empires IV. Este mítico juego no ha ido mal y podido disfrutarlo, pero lo cierto es que hay veces que no se sentía del todo fluido y las texturas iban y venían. En resumen, te puede servir para jugar si no tienes el listón superalto. Si lo tienes y aun así quieres optar por esta compra, tenlo muy en mente o hazte con una gráfica externa. Por último, una buena noticia: el almacenamiento. Hay opciones de SSD que van desde los 128GB hasta el 1TB de capacidad. Lo bueno es que son extraíbles y sustituibles, si en un futuro queremos ampliar fácilmente la memoria.

En el apartado energético hay que hacer varias observaciones. Por una parte, la autonomía. Microsoft, en el típico brindis al sol que suelen hacer las marcas, habló que se podían superar las 15 horas. Yo no lo he conseguido ningún día, en parte porque esa promesa hace a condiciones muy concretas, en el que se esté haciendo un uso casi testimonial o todo el rato la misma actividad en bucle. Mis registros han estado siempre entre las 7 y las 9 horas de autonomía.

placeholder Vista del lápiz digital de la Surface. (M. McLoughlin)
Vista del lápiz digital de la Surface. (M. McLoughlin)

Los registros más bajos los he conseguido cuando he utilizado la pantalla a120Hz y he querido jugar con la Surface. En mis jornadas de trabajo, normalmente he estado bastante por encima de las ocho horas y eso que hago un uso bastante intensivo del mismo. Creo que son buenos registros. Lo otro que hay que destacar es la carga rápida. En poco más de media hora (32-34 minutos) he conseguido aproximadamente la mitad de la batería, incluso puedes conseguir un poco más si lo dejas en modo reposo.

Un punto nada baladí: la calidad de las cámaras. En las tabletas y 2 en 1, personalmente, la trasera me importa más bien poco, más allá de utilizarla para tomar una foto en una reunión. En este caso tenemos 10 megapíxeles de resolución, enfoque automático y grabación 4K. La clave es la frontal. A pesar de contar solo con cinco megapíxeles de resolución, cuenta con vídeo a 1080p. Esto es un salto notable frente a la cámara de mi PC y mi MacBook y se me ve de forma bastante más nítida y clara. Es un equipo que ha cuidado y mucho la calidad de las videollamadas. El encuadre es perfecto y la imagen se ve muy bien calibrada. Este diagnóstico es extensible al sonido, porque los diferentes micrófonos captan estupendamente mi voz y mis comentarios. No tenía tan buenas sensaciones desde que probé el iMac con M1 y el MacBook Pro con el M1 Pro.

Uno de mis grandes problemas con la Surface Pro 8 es el precio. No es barato. La configuración base (i5, 128GB de memoria y 8GB de RAM) supera los mil euros. La superior, con los accesorios, se va por encima de 2.000. Es un equipo caro y da pie a comparaciones odiosas por el precio. Muchos dirán aquello de por este precio "me compro tal y esto otro". Y con razón.

Además, Microsoft se debería empezar a cuestionar su política con los accesorios. La funda con teclado supone añadir casi 180 euros. Si encima queremos el lápiz digital (funciona muy bien y el rediseño, más alargado, lo hace más fácil de manejar) son 129 euros. Si se compran conjuntamente se puede encontrar por 240. Apple tiene un problema similar, pero el pecado aquí es mayor, o al menos lo parece. No tiene mucha lógica que vendas un aparato que te ofrece lo mejor de los dos mundos, portátil y tableta, pero no incluyas ni un teclado, aunque sea más básico, en la caja.

placeholder Detalle del teclado de la Surface 8 Pro. (M. McLoughlin)
Detalle del teclado de la Surface 8 Pro. (M. McLoughlin)

Con el teclado, tengo sentimientos encontrados. El tacto y el acabado son elegantes, pero tengo serias dudas sobre cómo aguantará el paso del tiempo. Cuando lo estás utilizando sobre una mesa o un escritorio, hay cosas que parecen realmente interesantes, como es la ligera elevación que puedes ajustar para que sea más ergonómico usarlo. No resulta tan cómodo cuando quieres tomar apuntes o escribir un texto rápido en una rueda de prensa y tienes que hacerlo en las rodillas.

Aunque me ha costado, he vuelto acostumbrarme a estas teclas planas, sin apenas recorrido, aunque reconozco que no es mi solución favorita e incluso he llegado a conectar por Bluetooth un teclado mecánico cuando tenía interés en escribir más rápido y sentirme más suelto.

Lo que no he conseguido digerir es el 'trackpad'. Es donde tienen más margen de mejora. No es desastroso, pero no se siente natural y no se siente fluido. Me he visto obligado a utilizar un ratón. También es de ley decir que eso mismo me ocurre, en parte, con el portátil del trabajo. Solo el MacBook no me genera esa imperiosa necesidad.

Quizás esa experiencia fallida con el teclado y el 'trackpad' es lo que más me incline a preferir un formato de portátil tradicional y combinarlo con mi tableta ocasionalmente. La decisión no ha sido fácil y probablemente el precio, que tampoco es especialmente atractivo, haya sido la puntilla. Creo que se acercaría más al mercado real si el modelo básico empezase en torno a los 850 o 900 euros y aun así estaría en una franja, digamos, alta.

placeholder La Surface Pro 8, apoyada gracias a la bisagra. (M. McLoughlin)
La Surface Pro 8, apoyada gracias a la bisagra. (M. McLoughlin)

Es más, si buscas algo en formato tableta para ofimática, labores de edición sencilla, juegos casuales y te manejas bien con iOS, tienes la opción de un iPad Air, que te puede salir bastante más económico (desde 649 euros, más accesorios); o un iPad Pro (desde 1.095 euros, más accesorios) si necesitas montar video y más potencia para tu trabajo. Si estás convencido en comprar una Surface y no te importa el presupuesto, personalmente creo que esta es una grandísima compra, si tu presupuesto te da. Es la primera Surface que recomendaría sin poner grandes peros a alguien que quiera un 2 en 1 y se incline a comprar uno de los equipos de Microsoft. Si lo que buscas son alternativas de 2 en 1, tienes un buen número de modelos en Lenovo o Asus, que se pueden ajustar más a tu presupuesto.

Windows 11, como un guante

Esta prueba está centrada en el hardware, no el software y por eso no me quiero alargar en este aspecto. Pero es imposible entender la Surface sin Windows. Es más, gracias a la inclusión de este sistema operativo la Surface siempre ha resultado la tableta en la que más cómodo se me ha hecho trabajar. 

A la Surface 8 Pro creo que Windows 11 le sienta como un guante. Y esto aplica tanto cuando se utiliza con un teclado como cuando se utiliza en modo tableta. Los nuevos menús sin los 'azulejos', la barra de acceso centrada... La interfaz ha ganado muchísimo y se ve muy muy bien. Personalmente, me gusta mucho como se han rediseñado cosas como las apps de fotos, el menú de ajustes... 

En el campo de la productividad, Windows 11 facilita mucho la multitarea y tiene una función que te permite recuperar espacios de trabajo personales, donde tengas distribuidas las aplicaciones de una forma concreta entre ventanas.

Creo que en líneas generales pero especialmente en lo estético ha sido un buen avance. Todo es más fluido, compacto y visualmente más agradable que en Windows 10 y anteriores. Los 'tiles' (azulejos) se sustituyen por una solución mucho más minimalista y sencilla. Pero Windows sigue siendo Windows. Es más estable que en el pasado pero sigue a rebufo de la experiencia que puede ofrecer macOS por varios motivos. El control de la información personal, la estabilidad o la integración entre dispositivos, son varias algunas de ellas.

Si te ha gustado, puedes comprar este dispositivo en:

Surf. 8 Pro (i5, 8/128GB) 1.049€ Surf. 8 Pro (i5, 8/256GB) 1.279 € Surf. 8 Pro (i7,16/512GB) 1.979€

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Hace 10 años, antes de que el covid convirtiese el teletrabajo en una tendencia y no en algo residual, en Microsoft entendieron que la informática tenía que adaptarse a lo que muchos llaman, de forma pedante, la 'era pos PC'. Es decir, un entorno donde los dispositivos cada vez serán más móviles y versátiles rompiendo las ataduras con la tradicional idea que hay de los ordenadores. Es algo que llevamos tiempo experimentando y hemos asimilado. Para adaptarse a los 'nuevos' tiempos, los de Redmond crearon la Surface: un equipo que siempre ha vivido en una extraña dicotomía. Pretendía ser una tableta sin dejar de ser un portátil y quería ser un buen portátil sin dejar de ser una tableta. A pesar de ser de una empresa tan reconocida como la creadora de Windows, siempre ha sido un producto un tanto 'indie'. A día de hoy, aunque se ven algunas más, siguen siendo algo minoritario. No muchos lo han abrazo, quizá porque sus primeras entregas no eran capaces de cumplir bien ni un cometido ni el otro. Y probablemente también porque nunca fue un aparato barato.

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