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La 1ª ola de gripe tras el covid preocupa más que nunca: llegará antes y durará más
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Peligro de otros virus respiratorios

La 1ª ola de gripe tras el covid preocupa más que nunca: llegará antes y durará más

Las barreras contra la pandemia han evitado la circulación del virus respiratorio sincitial y de los virus gripales, provocando una falta de inmunidad colectiva que inquieta a los virólogos

Foto: Foto: EFE.
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Las medidas contra el covid han tenido un efecto más fuerte contra otros virus respiratorios menos contagiosos. Los confinamientos, las mascarillas, el distanciamiento social, la higiene y la disminución de contactos personales han contenido parcialmente la transmisión del SARS-CoV-2, pero, sobre todo, han acabado con la gripe, inexistente el pasado invierno, y con otras enfermedades infecciosas estacionales como el virus respiratorio sincitial (VRS), que afecta sobre todo a los niños. En apariencia, estamos ante una magnífica noticia, pero esta cara de la moneda también tiene su cruz.

Los expertos lo llaman 'deuda inmunológica' y difícilmente nos vamos a librar de pagarla. El razonamiento es sencillo: una vez se levantan las restricciones por la pandemia, vuelven a circular los virus, pero esta vez van a encontrar muchas más personas que no han pasado las distintas enfermedades el año anterior. El resultado es que la inmunidad colectiva habrá descendido notablemente y habrá una explosión de casos. Algunos inmunólogos lo explican con una metáfora sobre incendios forestales: si todos los años se producen pequeños fuegos, se evita la acumulación de material inflamable; pero si pasan una temporada o dos sin ellos, el siguiente incendio será mucho más devastador. Dicho de otra manera: las epidemias llegarán antes, durarán más y causarán más problemas.

Foto: Una joven recibe la vacuna contra el covid en Galicia. (EFE)

No es una simple teoría. Algunos países ya lo están comprobando con el VRS. Australia y Nueva Zelanda, que han ejercido un envidiable control de la pandemia, viven una inusual epidemia de este virus respiratorio común, que apenas produce síntomas leves en los adultos, pero que puede llegar a ser grave en los pacientes infantiles, sobre todo si tienen algún problema previo. Nada más empezar el invierno en el hemisferio sur, estos países multiplican por cuatro o cinco las cifras de incidencia normales y ya hay decenas de bebés y niños pequeños hospitalizados, ya que en algunas ocasiones provoca neumonías y bronquiolitis. No solo se ha adelantado la temporada del virus respiratorio sincitial, sino que se multiplican las cifras de un año normal porque hay muchos más niños sin inmunidad.

Lo habitual es que la mayoría de los niños se infecte antes de los dos años, pero durante la época de covid muchos se han librado y ahora el brote es importante, incluso fuera de temporada. De hecho, los centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés) alertaron del incremento de casos el pasado mes de marzo. Lo mismo ocurrió en Francia. En España, también se ha registrado un pequeño pico: desde el comienzo del otoño de 2020, la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica solo ha confirmado la identificación de 82 casos, pero, de ellos, 73 han aparecido en los dos últimos meses, totalmente fuera de temporada. No obstante, los virólogos temen que, al igual que ocurre ahora en el hemisferio sur, lo peor llegue entre el otoño y el invierno.

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Foto: EFE.

Con la gripe ocurre algo similar, con la diferencia de que las epidemias afectan a toda la población, con graves consecuencias. El Sistema de Vigilancia de la Gripe en España registró en la temporada 2019-2020 más de 600.000 casos diagnosticados en Atención Primaria, 27.700 hospitalizaciones con gripe confirmada y 3.900 muertes atribuibles a esta enfermedad. En cambio, las medidas no farmacológicas contra la pandemia de covid nos han regalado un año sin gripe: España solo ha detectado oficialmente siete casos en la temporada 2020-2021 con diagnóstico de laboratorio, aunque haya habido bastantes más casos clínicos. En el resto del mundo, también ha desaparecido.

¿Qué pasará el próximo invierno? Los investigadores del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid han analizado la situación en un artículo publicado en la revista 'Vaccines' y temen que se produzca un desastre. “En la inmunización frente a la gripe ayuda la vacuna, pero es muy importante el 15% de población mundial que cada año se infecta”, explica a Teknautas Iván Sanz Muñoz, autor principal y responsable científico y de vigilancia virológica del Centro Nacional de Gripe de la capital vallisoletana. “De forma natural, subimos la cantidad de anticuerpos y de protección, pero este año no ha habido epidemia de gripe, así que no contamos con eso”, añade. ¿Qué significará esa pérdida de protección cuando llegue la próxima epidemia?

"El desencadenante de esas epidemias más graves es que baja la inmunidad de la población"

No se puede saber con certeza, pero el estudio cita investigaciones anteriores que pueden dar una pista. Científicos de EEUU demostraron que, después de las epidemias de gripe de baja intensidad, provocadas por inviernos suaves, el 72% de las siguientes eran más intensas y más graves, comenzando 11 días antes en promedio y causando un 40% más de casos. Sin embargo, esos inviernos suaves solo hacían bajar un poco el número de casos de gripe, pero no de una manera tan drástica como esta vez. “El desencadenante de esas epidemias más graves es que baja la inmunidad de la población, porque no se expone a la gripe”, comenta el virólogo, pero son situaciones que no se parecen “ni de lejos” al cambio radical de este año.

Con los sistemas hospitalarios maltrechos tras el covid, sufrir una gran epidemia gripal supondría un problema importante, pero “tenemos las herramientas para mitigarlo si no olvidamos lo aprendido con el covid, si tenemos el sistema sanitario preparado y sobre todo si vacunamos masivamente a la gente contra la gripe”. El cambio más grande con respecto a otras campañas sería inmunizar a los niños, que son “los principales transmisores”, aunque no es el grupo poblacional que sufre las peores consecuencias. A pesar de que es una de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “en España no se cumple, pero si les protegemos a ellos, protegeremos al resto de la población”, afirma Sanz.

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Foto: EFE.

Las vacunas de la gripe cambian cada año por la gran capacidad de mutación que tiene este virus. Meses antes de que se administren, es necesario informar a los fabricantes de cómo son las cepas que circulan, para que las puedan adaptar. En ese sentido, la falta de registros de este año crea más incertidumbre. “Nosotros, junto a toda la red mundial que vigila la gripe, mandamos muchas muestras para secuenciar y analizar el virus. Es lo mismo que se hace ahora con las variantes del covid, pero con la gripe ocurre de manera continua”, explica Sanz. De hecho, “cada vez que la gripe infecta a una persona sale una variante nueva, porque tiene 10 veces más capacidad de mutación que el covid; pero esto no nos debe asustar, ya sabemos cómo es”. Sin embargo, en esta ocasión, al haber muchos menos casos, hay mucha menos información. Aun así, los virólogos han comprobado que “las cepas han cambiado con respecto al año pasado” y pueden intuir por dónde va su evolución.

¿Qué pasa con otros virus?

En el artículo de 'Vaccines', los virólogos españoles también muestran su preocupación por otros virus, en particular por el virus respiratorio sincitial. “En nuestros laboratorios, cuando empieza a aparecer el VRS, sabemos que queda mes y medio o dos meses para la epidemia de gripe, es como un aviso, pero este año se ha descabalado todo. Hace mes y medio que hemos visto un pico de casos que, lógicamente, no es estacional, no tiene lógica que haya venido ahora, pero responde al hecho de que los niños han perdido la inmunidad, así que el virus aprovecha e infecta cuando puede”, apunta el investigador del Centro Nacional de la Gripe.

Sin duda, los virus respiratorios que más han acusado las barreras que les hemos impuesto debido a la pandemia han sido los de la gripe y el VRS. En cambio, según los autores del trabajo, se ha mantenido la circulación de otros microorganismos, como los rinovirus o los adenovirus, que provocan resfriados comunes. En particular, la cifra de rinovirus se ha mantenido en niveles tan solo levemente por debajo de un año normal. Solo descendieron en las semanas del confinamiento más duro, pero en realidad fue porque no se hacían PCR específicas para detectarlo, ya que la prioridad era el SARS-CoV-2.

placeholder Cientos de personas hacen cola en el Hospital Isabel Zendal de Madrid. (EFE)
Cientos de personas hacen cola en el Hospital Isabel Zendal de Madrid. (EFE)

“Nos ha sorprendido mucho, no sabemos por qué no les han afectado las barreras físicas contra la pandemia, pero imagino que al igual que el covid se ha seguido transmitiendo, estos virus también han aprovechado sus oportunidades”, comenta el experto. En cualquier caso, la diferencia es que no tienen un carácter tan estacional. “Los virólogos aún no sabemos muy bien por qué, pero ciertos virus se comportan en forma de brotes y nos queda mucho por saber de ellos. Por ejemplo, el rinovirus circula todo el año, aunque hay más casos en las épocas en que hace más frío, pero no provoca una epidemia como tal”, añade.

Efectos negativos y positivos

La preocupación por los efectos del covid sobre otras infecciones aumenta a medida que se van conociendo otros trabajos científicos. Por ejemplo, la revista 'The Lancet' publicó hace unos días un artículo que estima que la administración rutinaria de vacunas a los niños se redujo en un 7% en 2020 en todo el mundo, en especial, por efecto del confinamiento. Los autores consideran que en el caso del sarampión esta caída de inmunización puede dar lugar a brotes importantes. Aunque el descenso no parece drástico, anteriormente ya se arrastraba un aumento de casos en muchos países. La administración de la vacuna conjunta contra la difteria, el tétanos y la tosferina también se ha visto afectada y, en el caso español, la cobertura podría haber bajado del 96% al 89%.

Foto: Imagen de viales con Pfizer-BioNTech y AstraZeneca (Reuters/Dado Ruvic)

En cambio, los expertos también encuentran efectos positivos de esta pandemia de cara al futuro de las enfermedades respiratorias. “El covid ha abierto una puerta para nuevas vacunas y el cambio puede ser radical”, opina Sanz. En particular, las de la gripe “son muy tradicionales, hechas en huevo embrionado de gallina o cultivos celulares y con una efectividad limitada”. En cambio, ahora, gracias a la revolución científica que se ha producido a causa del coronavirus, ya hay empresas que están diseñando otras de ARN mensajero (como las de Pfizer-BioNTech y Moderna para el covid). “Probablemente, en dos o tres años o incluso antes habrá una vacuna combinada de gripe y covid en una sola dosis y con la efectividad de la del covid”, vaticina.

En la actualidad, desde que el Centro Nacional de la Gripe y sus homólogos del resto del mundo envían a la OMS la información sobre las cepas que han detectado hasta que se administran las vacunas, pueden pasar unos ocho meses (de febrero a octubre). En todo ese plazo, el virus continúa evolucionando, pero el proceso de producción actual no permite reducir los plazos. En cambio, las nuevas vacunas de ARN mensajero se fabrican con mayor agilidad, de manera que cambiarían la lucha contra la gripe. “Podríamos estar vigilando hasta septiembre y en dos meses el virus habría evolucionado mucho menos, de manera que la efectividad sería muy superior”, explica. Así que no hay mal que por bien no venga: “Es una oportunidad maravillosa”.

Las medidas contra el covid han tenido un efecto más fuerte contra otros virus respiratorios menos contagiosos. Los confinamientos, las mascarillas, el distanciamiento social, la higiene y la disminución de contactos personales han contenido parcialmente la transmisión del SARS-CoV-2, pero, sobre todo, han acabado con la gripe, inexistente el pasado invierno, y con otras enfermedades infecciosas estacionales como el virus respiratorio sincitial (VRS), que afecta sobre todo a los niños. En apariencia, estamos ante una magnífica noticia, pero esta cara de la moneda también tiene su cruz.

Síndrome respiratorio agudo severo (SARS) Nueva Zelanda The Lancet OMS
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