Esta 'startup' iba a salvar los súper con un Amazon de comida, ahora amenaza su futuro
Instarcart, nacida en 2012, triplica en un año su valoración. Miles de establecimientos en EEUU y Canadá confían en sus 'riders' para ofrecer la compra 'online' en un par de horas. ¿Es un caballo de Troya?
Si el movimiento se demuestra andando, con el 'delivery' se hace enviando cosas, ¿no? Eso es lo que debió pensar Apoorva Mehta cuando intentaba convencer a los responsables de Y Combinator, una de las aceleradoras de negocios más prestigiosas de EEUU, un lugar donde se han forjado empresas como Stripe, Twitch o Airbnb entre muchas otras. Cogió un pack de seis cervezas y las mandó con uno de sus mensajeros. Ordenó entregarlas a uno de los mentores que horas antes le había dicho que estaba fuera de plazo y que presentase la candidatura de su empresa en la siguiente convocatoria.
Aquel gesto le acabó abriendo las puertas de esta incubadora a Instacart, a pesar de que las admisiones estaban cerradas. Nadie puede saber el desenlace final, pero si aquel cebo no llega a funcionar, esta ocurrencia para montar una app para hacer la compra desde el móvil podía haber acabado en el mismo lugar que las 20 ideas que intentó poner en marcha una vez abandonó su antiguo trabajo como ingeniero: la basura.
Casi nueve años después de este episodio, esta 'startup' es lo más parecido a un Amazon de los alimentos frescos, un mercado que la empresa de Jeff Bezos aspira a conquistar y dominar, como hiciese en su día con la venta de libros. Para ello, el magnate se compró en 2017 la cadena de supermercados de Whoole Foods por 14.000 millones de dólares. Muchos vieron ahí un reto insalvable para Instacart, que tenía serias papeletas de quedar arrinconado ante la imponente y engrasada logística del gigante del 'e-commerce'.
Pero ocurrió todo lo contrario. La firma montada por Mehta probablemente sea el gran rival a batir a día de hoy por los de Seattle para hacerse con el dominio del carrito 'online', gracias a su alta cuota de mercado tanto en Estados Unidos y Canadá, lugares donde están disponibles para el 85 y el 70% de la población, respectivamente.
Todos los que se dedican a esto de la venta por internet han visto aumentados sus emolumentos, pero lo de Instacart ha sido superlativo. Su última ronda de financiación, de 265 millones de dólares, ha tenido un efecto equiparable al de la hormona del crecimiento en su valoración: 39.000 millones de billetes verdes. Casi nada. Solo le superan SpaceX, la apuesta espacial de Elon Musk; y Stripe, que se ha convertido en la nueva gallina de huevos de oro en Silicon Valley.
La compañía básicamente es un híbrido entre Glovo y Amazon. Pero sus 'riders', conocidos como 'buyers' ('compradores' en una traducción un poco gruesa), no solo acuden al supermercado a recoger la mercancia y la llevan a casa. Ellos mismos escogen el género y empaquetan el pedido que después tienen que entregar poco después. Estaba claro que una plataforma para hacer la compra desde el móvil y tenerla en casa en una hora tenía todas las papeletas para vivir en un continuo agosto en este 2020 que parece que aún no ha acabado cuando llevamos ya casi tres meses completos de 2021.
39.000 millones puede saber a poco en un sector, el de las 'startups', que está acostumbrada a ver desfilar cifras astrónomicas semana sí y semana también. Pero si uno recuerda que Instacart valía 13.700 millones el pasado mes de junio, uno se da cuenta de lo vertiginoso del ascenso. En ese momento acaba de recaudar 225 millones, lo que le valió para prácticamente duplicar los 7.700 millones de dólares, cantidad en la que estaba tasada antes de cerrar esa inyección de capital riesgo. Uno de los ganadores de todo esto, por supuesto, es su creador. Mehta ha entrado de lleno a los ránkings de millonarios jóvenes (tiene apenas 34 años). Se estima que tiene, por lo menos, una décima parte de la compañía.
Covid: hormona del crecimiento
La pandemia les permitió, una vez resolvieron las dudas iniciales, ser rentables por primera vez en su historia. Es algo que ocurrió en abril. Los pedidos se multiplicaron por cuatro. Asegura la compañía que en algunos tramos de 2020 la demanda se ha llegado a disparar por encima del 500% comparándolo con el mismo periodo del año pasado. Prácticamente todos los meses desde que el coronavirus golpeó de lleno a Occidente el crecimiento interanual ha estado por encima del 200%.
Ante la que se les venía encima, anunciaron un plan para aumentar su ejercito de 'riders' con 300.000 repartidores más. Su fuerza laboral se duplicó y superaron el medio millón de mensajeros en los dos países donde tienen presencia. Por aquel entonces solo en EEUU estaban presentes en 5.500 ciudades y en una gran mayoría ofrecían entregas 'exprés' de productos de las más de 30.000 tiendas que estaban dadas de alta en la plataforma.
A finales del pasado verano se alió con Wallmart, el principal minorista del país. Este matrimonio de conveniencia les permitía reforzar su presencia en muchos puntos de la geografía local, pero les permitía profundizar en la diversificación de catálago. Si Amazon saltó de tecnología, ropa, electrónica a frescos, Instacart está haciendo el camino contrario. Después de alimentación, ha comenzado a trabajar con 'gadgets', cosméticos e incluso material deportivo.
El momento de madurez alcanzando por Instacart ha hecho que desde hace unos meses esté en todas las quinielas para protagonizar una de las salidas a Bolsa del año. El 'run run' llevaba sonando tiempo. Incluso muchos apuntaba que iba a suceder en el primer trimestre de este año, algo que final no fue así. Entonces, ¿estaban todos equivocados? No. Lo que ocurre es que se ha decidido retrasar la operación.
Valoración, ¿inflada o incrementada?
Según explicaba 'The Information', fuentes cercanas a este proceso explican que han decidido posponerlo. Ahora manejan tienen el horizonte de final de curso. En ese momento, presuponen que habrá un amplio porcentaje de la población vacunada contra el covid-19 en los mercados donde actúan. Eso les permitirá tener una mejor imagen de cómo se ralentiza el crecimiento una vez nos acercamos de nuevo a la vieja normal. En resumen, les permitirá discernir sus posibilidades reales en el medio plazo. Si se ha incrementado de manera orgánica o, por contra, las expectativas se han inflado artificialmente producto de la pandemia.
Instacart ha retrasado su salida a Bolsa para poder estar segura de sus posibilidades
El movimiento tiene bastante lógica. A medida que los encierros más duros se fueron terminando y se cambiaron, en una gran mayoría de casos, por restricciones de movilidad y aforos, muchas personas que habían decidido hacer la compra por internet regresaron a las tiendas físicas como toda la vida. Según nos vayamos acercando al horizonte de la inmunidad de rebaño, es de esperar que esto siga ocurriendo, deshaciendo parte del camino avanzado aceleradamente en los meses más complicados de confinamiento. La cuestión es ver cuántos realmente dan marcha atrás. También hay que esperar a ver cómo es la digestión del 'shock' económico derivado del covid-19. En un contexto de recortes financieros y crisis, la gente puede prescindir de cuotas y suscripciones como esta. En esa situación la empresa se enfrenta al reto de taponar el máximo de fugas y mantener un crecimiento sostenido.
En este intento por hacer caja, han empezado a explorar nuevas vías de negocio. No solo diversificando los productos que entregan a través de su app, sino también reutilizando los datos que los usuarios dejan tras de sí cuando hacen la compra en la plataforma. Lo están haciendo ofreciendo a las diferentes marcas de alimentación la posibilidad de anunciarse, crear promociones y destacar sus productos.
¿Se acuerdan del puesto en el que te dejaban probar el queso de turno o salchichas de 'cocktail' cuando acudían con la familia la mañana del sábado a hacer la compra al supermercado? Pues esto sería lo mismo, pero con la certeza del que va a pasar por delante de tu 'stand' (virtualmente hablando) es un loco del gruyere. Esta práctica no es ni mucho menos nueva. En el mundo del comercio 'online', Amazon lo lleva explotando mucho tiempo. En este sentido, Mehta ha fichado a Ryan Mayward, que trabajó con este cometido durante diez años para Jeff Bezos. El fundador de Instacar, también exempleado de la multinacional (era ingeniero en el circuíto logístico), ha pescado también a otro peso pesado de la plantilla del rey del 'e-commerce': Seth Dallaire dejó su puesto de vicepresidente para irse como director de ingresos la 'startup'.
El 'abrazo del oso'
Pero, ¿cómo podría una compañía que ha servido a miles de supermercados de todo el país a tener a su disposición un ejército de repartidores para surfear la ola del comercio 'online' convertirse en un caballo de Troya que puede acortar su esperanza de vida? Con el 'abrazo del oso'. Muchos de estas negocios, llamados por los evidentes cantos de sirena, han entregado llave en mano su canal de ventas en internet, con todo lo que ello conlleva. Es cierto que no han tenido que correr con los gastos que supone montar su propia unidad de reparto, pero algunos han recurrido a la calculadora tras darse cuenta de que la comisión (de un 10% de media) se come gran parte del margen de cada pedido.
Sin embargo, este acuerdo incluye un pago oculto mucho más valioso para Instacart: un rastro de datos cada vez que un cliente llena el carrito de la compra. Eso es algo que ya hemos visto con Amazon, que tiene acceso a una información de mercado casi en tiempo real valiosísima en lo que se refiere a productos que funcionan, cuáles no, aspectos relacionados con la decisión de compra, preferencias de los usuarios...
Con esto, Instacart podría acabar estableciendo sus propios almacenes, cerrar sus acuerdos directamente con los proveedores (como ya hace con los anuncios) e incluso crear su propia marca blanca. ¿Les suena? Es lo mismo que ha venido haciendo Jeff Bezzos en los últimos años. En España lo hemos visto con Glovo, que ya no ofrece únicamente productos de DIA, sino que ha montado su propia tienda, 'SuperGlovo'.
El Financial Times ya se hizo eco de que la 'start up' estaba tanteando la posibilidad de montar centros logísticos robotizados para atender los pedidos, algo que supondría un inequívoco paso en esta dirección. Desde la compañía se limitan a decir que ellos "no son un minorista" y que su negocio consiste en "crear valor" para sus actuales socios comerciales. Fruto de todas estas inquietudes, algunos establecimientos han empezado a explorar otras opciones, ya que cada vez hay empresas como DoorDash o Uber, a través de Uber Eats, que han metido un pie en el reparto de alimentos más allá de la comida rápida.
Como Uber o Amazon, la 'startup' también ha sido señalada por las condiciones laborales
La compañía tiene que gestionar y hacer malabares en su relación con los supermercados, un elemento de la cadena que ahora mismo necesita pero que le resta contro. Pero también tiene problemas que gestionar de puertas para dentro. Instacart también ha sido señalada como Amazon por las condiciones de los repartidores. Los problemas han aparecido en múltiples frentes. Desde la relación laboral de los repartidores hasta su seguridad en tiempos de pandemia, pasando por el uso de algoritmos para analizar el desempeño de los 'riders'.
Instacart fue, junto a Uber o Lyft, uno de los impulsores de la Propuesta 22, una votación realizada en California en la que se acabó refredando que los trabajadores de estas plataformas son autónomos y no deben ser asalariados. A principios de 2021, la empresa fue protagonista de una fuerte polémica, al despedir a un grupo de empleados que habían montado el primer sindicato. La defensa fue que nada tenía que ver este extremo y que formaban parte de un plan de reajuste que afecta a una mayor parte de la plantilla.
Si el movimiento se demuestra andando, con el 'delivery' se hace enviando cosas, ¿no? Eso es lo que debió pensar Apoorva Mehta cuando intentaba convencer a los responsables de Y Combinator, una de las aceleradoras de negocios más prestigiosas de EEUU, un lugar donde se han forjado empresas como Stripe, Twitch o Airbnb entre muchas otras. Cogió un pack de seis cervezas y las mandó con uno de sus mensajeros. Ordenó entregarlas a uno de los mentores que horas antes le había dicho que estaba fuera de plazo y que presentase la candidatura de su empresa en la siguiente convocatoria.
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