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"Gano 3.000 € escribiendo poemas para las fotos eróticas de 'influencers' en Instagram"
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Un negocio desconocido... y lucrativo

"Gano 3.000 € escribiendo poemas para las fotos eróticas de 'influencers' en Instagram"

La industria de los 'influencers' genera modelos de negocio tan rocambolescos como insospechados. Hablamos con una española que escribe textos y gana (bastante) más que en su trabajo formal

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Foto: Pixabay

"Nunca me has desnudado con tus manos. No te ha hecho falta. Siempre lo haces con tu mirada. Cuando tus ojos se me clavan, me atraviesan y me ves totalmente desnuda, como soy, aunque no me hayas quitado ni una sola prenda. Aunque lleve un kilo de ropa encima, contigo siempre estoy desnuda". Este texto (ligeramente modificado para que no sea identificable) fue publicado hace dos meses y medio en la cuenta de una conocidísima 'influencer' española que acumula más de 300.000 seguidores en Instagram. Lo hacía acompañado de una fotografía de corte erótico de la propia 'influencer'. No era ella quien había escrito ese texto, sino Fany, una licenciada en Periodismo que trabaja en el departamento de mercadotecnia de una gran empresa española. Por ese texto, Fany cobró 300 euros.

Foto: (Foto: Unsplash)

El caso de Fany es paradigmático. En su trabajo casi nadie conoce que en sus ratos libres se dedica a escribir textos que acompañan a las fotos de cinco 'influencers' españolas (cuatro mujeres y un hombre), un sobresueldo que le genera cerca de 3.000 euros al mes que factura como autónoma. Pero su historia va mucho más allá: esto va de escribir para 'influencers', pero también de 'marketing', de machismo y del funcionamiento interno de una industria tan sumamente establecida que genera empleos tan rocambolescos como el de Fany.

"Oye, ¿cuánto me cobrarías por un poema?"

A ella la oportunidad le surgió casi de casualidad, aunque su empleo habitual tuvo mucho que ver. "En la empresa en la que trabajo a veces recurrimos a 'influencers' para hacer campañas. Yo soy la que coordina con ellas lo que vamos a hacer, los mensajes, las fotos... así que al final acabas teniendo cierta relación. A mediados de 2019 hice muy buenas migas con una de ellas y me pidió mi Instagram para seguirme. Yo tengo cerca de 15.000 seguidores, que no está nada mal; pero claro, ella los multiplicaba por diez", nos cuenta.

Fue ahí donde comenzó todo: "A los pocos días me dijo que le gustaban mucho mis fotos y, sobre todo, los textos que las acompañaban. Que ojalá ella supiese escribir así, y que si me interesaba escribir para ella a modo de prueba. Me hizo una propuesta: escribirle un pequeño texto, más o menos poético, para una foto en la que ella iba a ir cubierta con una sábana desde el escote hasta las rodillas y con la luz de una lámpara de fondo. Yo estaba nerviosísima, sin saber muy bien qué hacer, pero le mandé un textito al día siguiente y le encantó". De hecho, "le gustó tanto que me dijo que, aunque habíamos quedado en que sería una prueba, quería pagarme: me dio 150 euros, nos hicimos una foto juntas, la subió a su Instagram y me etiquetó para que me subieran los seguidores. Ese día fue una locura: me siguieron cerca de 2.000 personas de golpe".

"Pactamos una tarifa plana: 2.000 euros al mes a cambio de entre 10 y 15 textos para sus fotos. Yo no me lo podía creer"

Lo que iba a ser una colaboración puntual pronto se convirtió en habitual: "La foto con mi texto le funcionó muy bien, así que quedamos a tomar un café y me dijo que quería contar conmigo de manera estable. Pactamos una tarifa plana: 2.000 euros al mes a cambio de entre 10 y 15 textos para sus fotos. Yo no me lo podía creer. Mira que nunca me he quejado del sueldo que tengo en mi empresa, siempre me han pagado bien, pero es que esto (casi) lo superaba".

Pero ahí no iba a acabar la cosa, ni mucho menos. "Ella ayuda a algunas otras 'influencers' con su imagen, sus campañas, sus promociones... y me propuso que también les ofreciéramos mis servicios de escritura creativa. Empezamos haciendo cosas muy pequeñitas y de forma muy puntual, pero fue creciendo muy rápidamente. Ahora damos servicio casi fijo a otras tres mujeres y a un hombre, cobrándoles entre 150 y 200 euros por cada texto o poema que les mando". El proceso de trabajo es el siguiente:

  1. Concepto de foto. "Todo empieza con la foto: me dicen qué foto van a publicar y qué estilo de texto querrían. Si aún no tienen foto, les podemos pasar ideas y hacerlo todo juntas".
  2. Propuesta de texto. "Cuando ya tenemos la foto cerrada, les hago un texto con lo que me han dicho que quieren que salga o con la imagen que quieren transmitir. Casi siempre son textos de corte romántico o erótico".
  3. Adaptado a clientes. "A veces pasa que una marca les ha contratado y no quieren hacer un texto comercial, sino algo más poético, pero que esté un poco relacionado con el producto que promocionan". ¿Por ejemplo? "Para una foto en la que se promocionaban unas gafas de sol hicimos un texto que decía algo así como 'Hay muchos tipos de miradas, pero la única es la tuya que me gusta'. Era distinto a eso, no era tan malo", reconoce entre risas, "pero te lo cambio para que la gente no se ponga a buscarlo".

Con todo, a Fany las cuentas le salen muy, pero que muy bien: "De media vengo facturando unos 3.000 euros al mes". Hay meses mejores que puedo llegar a los 4.000 y otros más flojos, quizá en torno a los 2.500. En cualquier caso, ya es más de lo que gano en mi trabajo habitual".

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Imagen: Unsplash.

La millonaria industria de las 'influencers'

El de Fany quizá sea el caso más estrambótico de profesiones surgidas en torno a las 'influencers', pero ni mucho menos es el único. Más allá de las filias o fobias que puedan generar, el sector de 'influencers' funciona como cualquier otro e igualmente genera empleo. De hecho, muchas de las personalidades más influyentes en España incluso forman una estructura empresarial para llevar sus negocios o, sobre todo, para vender productos, servicios o marcas creadas por ellas mismas.

Basta con echar un ojo a la lista de empresas que muchas de las mayores 'influencers' españolas ya han creado y que a día de hoy, como no podía ser de otra manera, funcionan como cualquier otro negocio.

La cosa no acaba aquí, ya que el empleo y la actividad generados suelen ser mucho más cuantiosos: "Hay muchísimas agencias especializadas en 'influencers': les llevan redes, les gestionan las campañas, les contratan un estilista para algunas sesiones, les programan la agenda... Que una 'influencer' contrate a alguien en su propia empresa es más raro, suele hacerse cuando crean algún negocio propio. Cuando se trata de gestionar su propia imagen tiran de agencias, así que no tienen empleados propios, pero sí que generan mucho empleo. En una campaña publicitaria, detrás de una 'influencer' puede haber hasta 20 personas trabajando".

Las cifras avalan la tendencia global. Según un estudio de Markets and Markets, la industria de 'influencers' genera a día de hoy un mercado de 6.000 millones de dólares, y el crecimiento va a ser meteórico: en 2025 representará un mercado de 24.100 millones de dólares.

Y España, por supuesto, no es ni mucho menos ajena a este mercado. Un estudio de Human to Human revela que en 2019 las empresas españolas invirtieron 100 millones de euros en 'marketing' de 'influencers' y que en 2020 esta cifra alcanzaría los 170 millones de euros.

"La mujer necesita excusa para desnudarse, el hombre no"

Fany no se corta a la hora de definir la esencia de su trabajo: "Son textos que van a acompañar a una foto en la que la 'influencer' aparece de manera provocativa, sensual o erótica. Una foto sexy, vaya. Una foto de una mujer (o un hombre, aunque mucho menos) atractiva con un poema o un texto profundo al lado".

La premisa puede parecer superflua, pero ella la defiende. ¿Son esos textos la excusa para colgar una foto de carácter más o menos sexual? "Sí, sin duda. Y nos puede parecer frívolo o machista, que seguramente lo sea: una mujer que quizá se muestra cosificada y que busca un texto que 'justifique' su foto. Pero lo que no podemos es ser hipócritas". ¿A qué se refiere con esa aparente hipocresía? "Las mujeres necesitan una excusa para hacerse una foto desnudas o semidesnudas, pero los hombres no. Un tío puede salir en su Instagram sin camiseta, luciendo abdominales o incluso en bañador o en calzoncillos, y nadie le va a decir nada malo. Pero si lo hace una mujer, o le llegarán los babosos de turno o la llamarán de todo: provocadora, fresca, que solo busca ser famosa o acostarse con un famoso, que está ahí por su cuerpo, que es una buscona... o cosas mucho peores, ya me entiendes".

"Un tío puede salir en calzoncillos y nadie le dirá nada; si lo hace una mujer la llamarán provocadora, fresca, que busca ser famosa..."

De hecho, el perfil de cada 'influencer', asegura, también puede desembocar en que haya más o menos marcas interesadas en hacer publicidad con ella. "Una cosa es que tu Instagram tenga seguidores y otra es que vayan a comprar lo que tú les recomiendas", nos cuenta Fany. "A la mayoría de marcas les interesa una persona atractiva, pero que su contenido vaya más allá de sus fotos. Si una 'influencer' pone una foto y un texto va a tener muchas más posibilidades de conseguir una campaña que si solo cuelga la foto".

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Imagen: Pixabay.

Y ojo, que los textos de Fany incluso tienen su temporada alta y su temporada baja: "Si quieres publicar una foto tuya en bikini en verano, no hay problema, está totalmente justificado. Pero si es enero y estamos todos a 2 grados, será más difícil de 'justificar' que una mujer salga en ropa interior en su Instagram y no parezca demasiado gratuito". Algo que ella 'entiende' ("pon lo de 'entiende' entre comillas"), pero no justifica: "Si una modelo de las de toda la vida se hace fotos de ese tipo para una campaña de una marca de ropa interior, por ejemplo, ¿por qué no va a poder hacerlo una 'influencer' en su Instagram? La gente tiene que quitarse ese complejo y ese odio que tiene hacia las 'influencers'. Su trabajo te podrá gustar más o menos, pero es un trabajo. Punto".

Por ahora Fany lo tiene claro: "No voy a dejar mi trabajo, porque esta industria es muy cambiante y vete a saber si esto me dura o no. Pero mi sobresueldo, que es más de lo que gano en mi trabajo 'formal', no me lo quita nadie". Ella es, en definitiva, solo un ejemplo de una industria milmillonaria que genera unos empleos más o menos habituales, pero también otros de lo más rocambolescos.

"Nunca me has desnudado con tus manos. No te ha hecho falta. Siempre lo haces con tu mirada. Cuando tus ojos se me clavan, me atraviesan y me ves totalmente desnuda, como soy, aunque no me hayas quitado ni una sola prenda. Aunque lleve un kilo de ropa encima, contigo siempre estoy desnuda". Este texto (ligeramente modificado para que no sea identificable) fue publicado hace dos meses y medio en la cuenta de una conocidísima 'influencer' española que acumula más de 300.000 seguidores en Instagram. Lo hacía acompañado de una fotografía de corte erótico de la propia 'influencer'. No era ella quien había escrito ese texto, sino Fany, una licenciada en Periodismo que trabaja en el departamento de mercadotecnia de una gran empresa española. Por ese texto, Fany cobró 300 euros.

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