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El bombazo que nadie esperaba y que deja a Huawei agarrado a un clavo ardiendo
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"TENEMOS COMPONENTES HASTA 2020"

El bombazo que nadie esperaba y que deja a Huawei agarrado a un clavo ardiendo

El veto de Android era complicado pero la ruptura con ARM, cuya tecnología es clave para procesadores, obliga a la compañía a meterse en un complicado laberinto de creación de 'hardware'

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Foto: Reuters.

Después de un terremoto, vienen las réplicas. Suelen ser de menor intensidad, pero estos temblores de reparto pueden causar, por sus peculiares características, efectos más letales que el original. El domingo fue el acto central del culebrón tecnológico de mayor calado de los últimos años: Google rompía con Huawei y le impedía utilizar futuras versiones de su sistema operativo móvil y de productos como Maps o Gmail en sus teléfonos. Eso ocurrirá, si nada cambia, cuando transcurra el periodo de gracia de tres meses que la Administración Trump ha dado para que el veto entrase en vigor. Todo el mundo sabe lo que es Android. Sin embargo, mucho más desconocido es ARM, a pesar de ser un actor vital para cualquiera que quiera hacer móviles. Una empresa británica, propiedad del gigante japonés Softbank, que ha decidido suspender sus negocios con el gigante chino, generando un seísmo mayor que el de los de Mountain View.

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El reto que ahora se le plantea a Huawei, desde el punto de vista tecnológico, es mucho mayor. Hace mucho frío fuera de iOS y de Android, pero tenían un plan —urdido en secreto durante años— para lograr sobrevivir fuera de ese universo, que no era otro que un sistema operativo hecho por ellos mismos. Además, cabe recordar que los que estén en circulación o el Honor 20, lanzado este miércoles, seguirán contando con actualizaciones de seguridad del buscador mientras la norma se lo permita y la propia marca ha prometido seguir dando soporte a través de EMUI.

Compañías británicas y japonesas dan la espalda a Huawei

El escenario no era fácil en absoluto (los que antes lo intentaron, fracasaron estrepitosamente), pero no se antojaba tan negro como el que se dibujó este miércoles. ARM es el responsable de la arquitectura que se utiliza para la construcción del procesador de cualquier dispositivo móvil en la faz de la tierra.

Pero si estos son ingleses

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Antes de entrar en los pormenores técnicos, hay que hacer la siguiente pregunta: ¿por qué una empresa de capital nipón con base en territorio inglés se ha decidido sumar al bloqueo decretado por EEUU? La clave está en la deslocalización de esta y otras tantas compañías tecnológicas. Tiene oficinas y laboratorio en Reino Unido, sí, pero también a ambos lados del conflicto.

Cuenta con cuarteles generales en suelo yanqui y también en territorio chino, donde se asoció con un fondo local para crear una filial con la que dar soporte a sus clientes en la región. El problema es que una parte esencial de la tecnología que suministra a Huawei se ha desarrollado en Estados Unidos y, por tanto, están subordinados a las restricciones del Departamento de Comercio. Lo que no está claro es si han recibido presiones por parte de las autoridades o son sus servicios legales los que han tomado la decisión.

Todos lo usan

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"En el papel y en la práctica, es un monopolio. Con todas las letras. No existe otra alternativa viable a día de hoy", comenta un directivo español de un reputado fabricante. "Lo utiliza absolutamente todo el mundo". Quizá nunca hayas oído hablar de ARM, pero es más que probable, si estás leyendo esta noticia desde un móvil, que el modelo que tengas en la mano funcione gracias a ellos. Lo hace Apple con los motores de su iPhone, Samsung con sus Exynos, Mediatek con sus Helio o Qualcomm con sus Snapdragon. También lo utiliza HiSilicon, la filial de Huawei, para crear procesadores Kirin que montan sus terminales. Algunos hacen ajustes sobre los modelos que reciben de ARM y otros, como los chinos, prácticamente los implementan igual.

ARM ha logrado, cuentan estas mismas voces, una eficiencia y un precio en las arquitecturas para chips para móviles que no ha conseguido nadie más. También hizo logros importantes en el tamaño, lo que permitió diseños más compactos, un aspecto fundamental en un escenario de miniaturización de la tecnología. En el mundo de los ordenadores, hay otros estándares como x86, pero aquí no. "Intel probó a llevar al mundo móvil, pero fue incapaz de generar su arquitectura y no logró nada competitivo", explican.

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Foto: Reuters.

Lo que no queda claro es si ARM Holdings ha tomado esta decisión 'motu proprio', asesorada por sus servicios jurídicos, o ha recibido presiones por parte de la Administración Trump. Si su departamento legal ha encontrado motivos para suspender la relación y los contratos, otros proveedores de semiconductores podrían tomar la misma decisión en los próximos días.

Hay grano hasta 2020

Cuando estalló la crisis de ZTE el año pasado, Huawei se olió que algo así podría llegar a pasarle. Por eso inició, según se ha comentado estos días, un proceso progresivo de abastecimiento de reservas. Piezas que estarían destinadas a poder sobrevivir en la trinchera si la guerra comercial entre Estados Unidos y China se recrudecía. Según fuentes de la compañía en España, que prefieren mantener el anonimato, la compañía tiene grano para soportar el temporal, incluso, hasta la campaña de "Navidad de 2020". "La producción está asegurada para modelos en el mercado y los próximos de este año. Hay componentes para fabricar durante 18 meses, rematan estas mismas voces.

La compañía confía en que no habrá problema con el suministro del Kirin 985, entre otros

La misma tranquilidad transmiten cuando se habla de procesadores. "En la actual generación, no hay problema, y en la próxima tampoco". Aquí de nuevo entran en juego los plazos del veto. De la misma manera que Android no desaparecerá de los teléfonos Huawei en que esté instalado en la actualidad, los Kirin que estén en fase final de desarrollo no se evaporarán. Es el caso del Kirin 985, el próximo chip para los alta gama de la marca. Se suele presentar en las semanas previas al lanzamiento de los Mate. El año pasado, el marco escogido fue la IFA de Berlín.

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De esta manera, tendrían motor asegurado al menos hasta la mitad del próximo año. No hay que olvidar que el Kirin 980, visto en el Mate 20, es el caballo que ha tirado de la serie P30 y de los Honor 20 y los Honor View 20. Esta misma hoja de ruta sería aplicable a procesadores de alta y baja gama que están ahora mismo en bandeja de salida, a falta de detalles finales.

¿Qué significa esto? Pues que tendrían un periodo de un año para hacer una transición más ordenada. Afrontar el cambio primero de 'software' y luego meterse con el 'hardware'. Una transición que pinta complicada se mire por donde se mire.

Un as con muchas dudas

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La independencia de Snapdragon. Esa era una de las grandes bazas de Huawei para superar esta crisis. Solo ellos, Samsung y Apple fabrican sus propios procesadores. Eso lo diferencia de todos sus compatriotas, que dependen de un tercero, como Qualcomm o Mediatek, para el tema de los chips. Por eso, el de ARM, en caso de que se confirme que no es una ruptura temporal, es un golpe mayor, incluso, al de Google. Un sistema operativo es complicado de sacar adelante, no técnicamente sino comercialmente, especialmente en mercados occidentales. Pero aun así podrían salvar su mercado natal chino, donde la versión de Android que utilizan no usa los servicios de Google, vetados por el Gobierno.

Aun así, Huawei tiene algún conejo que sacarse de la chistera. Según la versión de los mismos empleados de la corporación china en España, hay una vía para poder seguir utilizando la arquitectura ARM. Entre las múltiples compras que han realizado en las últimas temporadas, hay una de "carácter permanente" que hace referencia al estándar ARMv8, cuyos permisos se adquirieron "hace tiempo". Según la versión de estos trabajadores, podrían utilizarla para crear los procesadores con esta receta. Todo ello "sin la ayuda" de la compañía británica, que suele tener una gran implicación en estos desarrollos. También hay que ver hasta qué punto pueden retener o revocarles ese permiso. Si toman esta senda, deben cuidar hasta el último detalle, ya que siempre está el problema de infringir alguna patente, algo que acabe en un largo proceso judicial.

Una de las ventajas de Huawei para solventar esta crisis era que fabricaba sus procesadores

La otra alternativa es el 'software' libre. El famoso 'open source'. Hay miles de protocolos y productos tecnológicos que tienen una versión libre, sin derechos ni 'royalties'. El problema de esto, aunque estén respaldadas por fundaciones bendecidas por grandes nombres de la industria, suele ser el punto de madurez. En este caso, la baza es RISC-V, una arquitectura abierta para el diseño.

El consorcio homónimo que lo respalda está compuesto por Google, IBM, Oracle o Huawei, entre otros. La última versión data de 2017. Aquí el problema no es tanto que Android no soporte este estándar (solo es compatible con x86 y ARM) sino que no hay precedentes de creación de procesadores con esa norma. Es decir, más teoría que práctica. A esto hay que añadir procesos de homologación y posibles vetos en diferentes mercados. Estos problemas también afectarían a una arquitectura creada desde cero por HiSilicon. Sería una larga travesía.

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Foto: EFE.

¿No podrían comprárselo a un tercero? Pues esto también pinta negro. Qualcomm ha roto sus negocios por la orden ejecutiva de Trump. Intel, que también les tiene vetados, está más fuera que dentro. Otro podría ser Mediatek, un proveedor de origen taiwanés. Sin embargo, su rendimiento está muy lejos del catálogo que ha construido Huawei. La última alternativa parecen ser los procesadores de Samsung. Pero aquí entra un complicado juego de intereses —no hay que olvidar que compiten por el primer puesto y capacidad productiva—. Además, también utilizan las licencias de ARM. Hay que ver cómo se articula la letra pequeña (no es pública) del veto impulsado desde Washington y si se incluye alguna medida para evitar que la multinacional encuentre algún atajo mediante terceras empresas.

Estas tres son las soluciones que se le plantean a Huawei. Quizá la más plausible sea la cuarta. Y no hablamos de una vía tecnológica, sino diplomática. Que el Gobierno chino comience a responder con tasas aduaneras, aranceles y otros lastres para la importación de metales raros clave para la industria estadounidense que hiciesen replantearse su posición a EEUU y aflojasen la soga que ha pretendido poner al gigante chino. Aunque ese punto llegase, hay mucho daño hecho.

Después de un terremoto, vienen las réplicas. Suelen ser de menor intensidad, pero estos temblores de reparto pueden causar, por sus peculiares características, efectos más letales que el original. El domingo fue el acto central del culebrón tecnológico de mayor calado de los últimos años: Google rompía con Huawei y le impedía utilizar futuras versiones de su sistema operativo móvil y de productos como Maps o Gmail en sus teléfonos. Eso ocurrirá, si nada cambia, cuando transcurra el periodo de gracia de tres meses que la Administración Trump ha dado para que el veto entrase en vigor. Todo el mundo sabe lo que es Android. Sin embargo, mucho más desconocido es ARM, a pesar de ser un actor vital para cualquiera que quiera hacer móviles. Una empresa británica, propiedad del gigante japonés Softbank, que ha decidido suspender sus negocios con el gigante chino, generando un seísmo mayor que el de los de Mountain View.

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