'Flat Heroes': el juego indie español que más me ha enganchado desde 'Flappy Bird'

He de confesarlo. Yo también estuve muy enganchado a 'Flappy Bird'. Aquel juego endemoniado (y medio plagiado por cierto, al menos en la estética) que consistía en dando toques a la pantalla mantener a un pajarraco a la altura necesaria para evitar que se estampase contra unas tuberías clavaditas a las de los Mario Bros más clásicos (por eso lo de la copia). Una ridiculez que consiguió recaudar, allá por 2014, hasta 50.000 dólares al día sólo con la publicidad gracias a los 'yonkies' eventuales que se engancharon durante días (y semanas) a este endemoniado reto.

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He jugado y mucho desde entonces. Pero no recuerdo un juego tan sencillo y adictivo como aquel. Hasta que cayó en mis manos 'Flat Heroes'. Que no os engañe lo sencillo de su aspecto. Tampoco de planteamiento. Y tampoco su estética. Detrás de él está uno de los títulos más interesantes que me he encontrado en los últimos meses. Está disponible para PC (Steam) y también para Nintendo Switch, que es donde lo he estado utilizando yo. Es obra del estudio barcelonés Parallel Circles. Eso de estudio suena bien, pero en realidad todo ha sido hecho con cuatro manos.

Eres un cubo

'Flat Heroes' me ha empujado a echar a la mochila mucho más a menudo la consola de Nintendo y su dinámica (puedes jugar tanto una partida de 5 minutos como estar una hora de parar) me ha hecho utilizarla mucho más en el tren al trabajo.

Pero vayamos a lo importante. ¿En qué consiste? Eres un cubo. O un cuadrado que el juego está hecho única y exclusivamente en dos dimensiones. En cada nivel tienes un escenario estético, delimitado por un rectángulo. Tu labor como cuadrado es superar todos y cada unos de tus enemigos geométricos. Cuando evitas todos los peligros, finalizas el nivel y pasas al siguiente.

150 niveles

Yo no he llegado al final en los días que he estado jugando. Y le he metido muchas horas. 'Flat Heroes' son diez capitulos. Y largos. Por 9,99euros tienes 150 niveles (15 niveles por capítulo). La curva de aprendizaje se alarga lo justo. Es decir, no se enredan en meter muchos niveles rídiculos para que te familiarices tazita a tazita con la manera de jugar. Eso se agradece. Los trucos se aprenden fácilmente y rápidamente. Y, a partir de ahí, a darle cancha.

Como decimos, que no os engañe lo sencillo de su planteamiento. Se juega solo con dos botones. Atacar y saltar. Pero no requiere nada más. Tampoco hace falta un mundo abierto ni un historión. Aquí no hay ni lo uno ni lo otro. Y no lo necesita. Según vas avanzado, la calidad de los enemigos va mejorando. Y aquí ocurre como en casi cualquier juego. Dentro de su sencillez y minimalismo extremo, se va complicando. Pasan de ser triángulos que caen del techo a objetos que te persiguen hasta que se aburren y explotan.

Un toque y 'ciao'

Lo mejor que cada vez que te enfrentas a un nuevo reto, si la palmas reapareces. Al instante. Eso le da un dinamismo único. De la misma manera que no tienes un depósito infinito de vida. Un toque y 'ciao'. Al 'carrer'. Ese es uno de los encantos del juego. Sencillo hasta ese extremo. Eso es súper agradecido de cara a partidas cortas. Pero también largas. No tienes que volver a un punto de guardado que casi tienes olvidado. Si lo que quieres es jugar por jugar, tienes un modo ráfaga que se trata de un único nivel

Hay una cosa que es de agradecer. Los jefes finales. Son figuras 'geométricas' más curradas. Con más poderes. Que te obligan a poner en práctica todo lo anteriormente aprendido. Piensa que aunque solo tengas dos acciones las tienes que ir combinando con saltos dobles, choques contra las paredes y un sinfín de duplas que hacen de este juego cualquier cosa menos una cosa simple.

Por último, cabe una mención especial al modo multijugador. Puedes unir hasta tres jugadores más. Eso hace que también sea -raro que no fuese así en Nintendo- un juego ideal para socializar. Lo mejor quizás sea su precio. 10 euros. Teniendo en cuenta que te puede dar varias horas de diversión, un coste más que ajustado.