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¿Harto de tu viejo portátil? Cómo renovarlo para que funcione casi como uno nuevo
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¿Harto de tu viejo portátil? Cómo renovarlo para que funcione casi como uno nuevo

Pasado el tiempo, tu portátil deja de ser el que era: se calienta más, hace mucho ruido y tarda un siglo en completar cualquier proceso. Antes de tirarlo a la basura, lee esto

Foto: Los portátiles con más de 5 años pueden ver mermado su rendimiento (Alan Levine)
Los portátiles con más de 5 años pueden ver mermado su rendimiento (Alan Levine)

Ha llegado el momento de plantearse qué hacer: el ordenador portátil ronda el lustro de vida y, a pesar del cariño que le has cogido tras todo este tiempo, piensas en la posibilidad de que pase a mejor vida. Al fin y al cabo, ya no es el que era: hace ruido, tarda demasiado tiempo en arrancar (y en hacer casi cualquier cosa) y sus componentes se calientan más que un microondas. No obstante, antes de lanzarte a la compra de un nuevo equipo para sustituir a tu fiel compañero, es posible que algún que otro cambio sirva para devolverle en parte la perdida juventud.

Aunque parezca complicado alargar la vida de ese ordenador que te desespera a diario y que, sospechas, te hace correr riesgos (el sistema operativo dejó de recibir actualizaciones y ahora es un potencial imán de ‘malware’), lo cierto es que aún hay esperanza. Prepara destornillador y copias de seguridad, que aún es posible que te ahorres algún dinero.

Foto: Algunos de los modelos que no debes dejar pasar si quieres un portátil de 300 euros. (EC)

Adiós, disco

Muchos de los principales problemas de tu anticuado portátil tienen su origen en su disco duro óptico, una tecnología ya obsoleta que ralentiza procesos. La solución pasa por sustituirlo por una unidad SSD: gracias a ella, tu portátil arrancará en unos pocos segundos y, solo con eso, ya habrás ganado algo de agilidad para tu viejo equipo.

Pero la renovada velocidad de tu portátil no es la única ventaja de contar con una SSD. Además, su consumo energético es menor (con lo que mejorarás el rendimiento de la batería), no hace ruido y no emite tanto calor. De un plumazo, acabarás con un buen puñado de inconvenientes que te incomodaban al usar un viejo ordenador.

¿Cómo cambiar un disco por una SSD? Antes de hacerlo, hay que tener en cuenta dos cuestiones. En primer lugar, el espacio físico del que dispones en las tripas de tu ordenador. Para saberlo, primero tendrás que desatornillar la carcasa inferior del equipo. Lo más habitual es que encuentres un disco duro de 2,5 pulgadas. No obstante, si se trata de un ‘ultrabook’, las cosas se complican un poco y tendrás que consultar el manual del equipo (o tutoriales que abundan en la Red) para saber si es posible abrirlo por tu cuenta y encontrar cada componente.

placeholder Las unidades SSD son más rápidas y consumen menos energía (Pixabay)
Las unidades SSD son más rápidas y consumen menos energía (Pixabay)

Además, también tendrás que tener clara la compatibilidad de la placa base. Es el estándar SATA el que marca la velocidad de transmisión permitida y, a decir verdad, si no es compatible con SATA III (que permite velocidades de hasta 600 MB/s), no podrás sacarle todo el partido a la unidad SSD.

Una vez resueltas estas dudas, llega el momento de salir de compras con un objetivo claro en mente: gastar lo menos posible para que renovar el viejo portátil en lugar de comprar uno nuevo nos permita ahorrar el máximo dinero. En este sentido, optar por una SSD de 240 gigas puede ser la mejor opción. Una unidad de este tamaño de Kingston o Toshiba ronda los 70 euros, postulándose como dos de las opciones más económicas del mercado. No obstante, tampoco supone un desembolso mucho mayor elegir una unidad con más capacidad. Crucial, por ejemplo, cuenta con un modelo de 525 gigas que cuesta algo menos de 130 euros. Elegir un modelo u otro dependerá de qué necesites en tu caso particular, cuánto pretendas ahorrar o de si tienes una memoria externa con la que complementar una unidad barata con la capacidad justa.

Toca ponerse manos a la obra. Antes de coger el destornillador, haz una copia de seguridad (fuera del propio disco duro, por lo que pueda pasar): en la Configuración de tu equipo (o el Panel de control, según la versión de Windows), ve hasta las opciones de Seguridad para hacer la copia en una memoria externa. Una vez hecho, conecta la SSD al ordenador vía USB para clonar el contenido básico del disco duro en su sustituto. Para hacerlo, instala en el ordenador algún ‘software’ como EaseUS Todo Backup, gratuito. Un poco de paciencia (en base a cuántas cosas tengas en el disco duro, el proceso tardará más o menos) y listo: toda tu información estará también en la nueva unidad.

Ahora sí: apaga el portátil, dale la vuelta y desatornilla la carcasa. Busca el tornillo que fije el disco duro, desatorníllalo y extrae la vieja unidad. En su lugar, pon la unidad SSD, cierra el portátil y arráncalo. Si todo ha ido bien, tu viejo portátil será otro: más ágil y con menos consumo.

¿Más memoria RAM?

En principio, el cambio de unidad de disco sería más que suficiente actuación sobre el ‘hardware’ de tu viejo portátil. No obstante, también cabe la posibilidad de darle algo más de velocidad al equipo ampliando la memoria RAM del ordenador. Antes de hacerlo, eso sí, hay que tener en cuenta que el mundo de las RAM puede convertirse en un verdadero campo de minas: la placa base será la que te marque lo que puedes o no puedes instalar y cualquier decisión errónea puede hacer que tires tu dinero a la basura.

placeholder Las RAM SO-DIMM son más cortas y, por tanto, las elegidas para los portátiles (Wikimedia Commons)
Las RAM SO-DIMM son más cortas y, por tanto, las elegidas para los portátiles (Wikimedia Commons)

Para empezar, tratándose de un portátil, todo lo que no sea una memoria RAM SO-DIMM no te interesa: se trata del tipo de memoria de menor tamaño que se instala en los equipos pequeños, a diferencia de los módulos que se utilizan en las torres de PC de sobremesa. Pero no es la única diferenciación que tendrás que tener en cuenta: también tendrás que saber de qué generación es la memoria RAM que hay en tu ordenador y cuál es compatible con su placa base. Si bien las más actuales son DDR4, bien podría ser que la tuya pertenezca a una generación anterior. De esta cuestión depende tanto el número de contactos que hay en la RAM como su distribución, por lo que una compra errónea sería desastrosa.

Por último, comprobar si el ordenador es de 32 bits o de 64 bits también es fundamental. En el caso de los primeros, poco importa cuánto ampliemos la RAM: no irá más allá de los 4 gigas que, probablemente, ya tiene tu portátil.

¿Cómo saber cuánta RAM tenemos y si podemos ampliarla? Solo hay que ir al administrador de tareas de Windows. En la pestaña Rendimiento podrás ver cuántas ranuras estás usando ya para tu memoria RAM y de cuánta capacidad son los módulos con los que cuentas. El resto de cuestiones (la generación, por ejemplo) podrás consultarla a través de programas gratuitos como Everest. Con ello tendrás toda la información necesaria para saber a ciencia cierta qué tipo de memoria RAM es compatible con tu ordenador.

placeholder El Administrador de tareas tiene las claves para saber qué RAM comprar
El Administrador de tareas tiene las claves para saber qué RAM comprar

Y ahora, a comprar. Si crees que merece la pena, claro. De hecho, para trabajar con un procesador de textos y navegando por internet, los 4 gigas de RAM pueden ser más que suficientes y, a decir verdad, lo más probable es que no merezca mucho la pena invertir en un nuevo módulo. No obstante, si quieres llegar a los 8 gigas de RAM, los modelos de última generación rondan los 50 euros, como este de Kingston. Sin finalmente decides dar el paso, su instalación es mucho más sencilla: desatornilla la carcasa del portátil, identifica la ranura de la placa base en la que se inserta la memoria RAM (tiene su misma forma) y encájala.

A quitarle peso

Si esos fundamentales cambios de ‘hardware’ no te parecen suficientes para darle un renovado toque a tu viejo portátil, aún se puede jugar la carta del ‘software’. Más allá de lo pesado que sea su sistema operativo, lo más probable es que se trate de una versión anticuada que, tarde o temprano, deje de contar con apoyo y actualizaciones.

Antes de lanzarte a adquirir un Chromebook, esos portátiles asequibles (a menudo por menos de 300 euros) con el sistema operativo de Google, qué mejor que empezar a probar el ecosistema de los de Mountain View instalándolo en tu viejo ordenador.

Una de las formas más sencillas para instalarlo es hacerlo a través de CloudReady, la distribución gratuita para usuarios particulares desarrollada por Neverware. Para instalarlo, solo necesitas conexión a internet, 32 gigas de espacio libre y un ‘pendrive’ de 8 o 16 gigas. Con todo preparado, necesitarás llevar a cabo dos descargas: la de la imagen del sistema operativo y la de la herramienta de recuperación de Chromebook. En ella, a través del engranaje que aparece en la esquina superior derecha, haz clic en “Usar imagen local” y selecciona el archivo de Neverware.

Por poco más de 100 euros puedes cambiar dos componentes de ‘hardware’ e instalar un sistema operativo gratuito

Así, CloudReady se instalará en el ‘pendrive’. Esto te permitirá usarlo en cualquier ordenador que utilices, pero siendo el objetivo aligerar tu viejo portátil, lo ideal es instalar el sistema operativo en su propia memoria: esta opción aparece en la esquina inferior derecha de CloudReady. Instala el sistema operativo basado en Chrome en tu viejo portátil (con esa flamante unidad SSD que le has incorporado) y aprovecha aún más la agilidad de tu renovado equipo.

Con algo de paciencia, un poco de trabajo ante tu viejo ordenador y una mínima inversión (por poco más de 100 euros puedes cambiar dos componentes de ‘hardware’ e instalar un sistema operativo gratuito), alargarás su vida y, además, le devolverás algo de su perdida juventud.

Ha llegado el momento de plantearse qué hacer: el ordenador portátil ronda el lustro de vida y, a pesar del cariño que le has cogido tras todo este tiempo, piensas en la posibilidad de que pase a mejor vida. Al fin y al cabo, ya no es el que era: hace ruido, tarda demasiado tiempo en arrancar (y en hacer casi cualquier cosa) y sus componentes se calientan más que un microondas. No obstante, antes de lanzarte a la compra de un nuevo equipo para sustituir a tu fiel compañero, es posible que algún que otro cambio sirva para devolverle en parte la perdida juventud.

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