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Gemini 8: El vuelo que pudo acabar con la vida de Armstrong antes de pisar la Luna
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se cumplen 50 años de una accidentada misión

Gemini 8: El vuelo que pudo acabar con la vida de Armstrong antes de pisar la Luna

El primer hombre que pisó la Luna tuvo que batallar contra una nave fuera de control en su primer viaje al espacio

Foto: Armstrong y Scott, en una imagen previa a la misión. (NASA)
Armstrong y Scott, en una imagen previa a la misión. (NASA)

Neil Arsmtrong viajó dos veces al espacio. El vuelo que le convirtió en parte de la historia del siglo XX, el vuelo por el que su nombre se estudia en los libros de texto, fue el Apolo 11. Pero antes de convertirse en el primer ser humano en pisar la Luna, el astronauta tuvo una primera, y muy accidentada, experiencia. Fue en la misión Gemini 8, que se lanzó un 16 de marzo de 1966, hace más de 50 años, y en la que compartió asiento junto a Dave Scott.

En ese periplo, ambos estuvieron cerca de perecer: estaba previsto que la misión se alargara durante tres días pero, a las diez horas de vuelo, la cápsula en la que viajaban Armstrong y Scott se mecía sobre las aguas del Pacífico.

La Gemini 8 debía encontrarse con un vehículo no tripulado, llamado Agena, y lograr el primer anclaje con una nave de este tipo

La Gemini 8 fue la primera misión estadounidense en la que se produjo un fallo crítico en órbita. Un error en uno de los propulsores que controlaban la movilidad de la nave estuvo a punto de dar al traste con el vuelo y de poner en serio peligro las vidas de los astronautas.

El objetivo del Gemini 8 era conseguir el primer encuentro, y anclaje, de una nave con un objeto no tripulado. Esa maniobra era clave en el futuro programa Apolo: se ejecutaba poco después de haber puesto rumbo a la Luna cuando el módulo de mando se acoplaba al vehículo de descenso lunar. Armstrong y Scott tenían que encontrarse en órbita con un cilindro metálico llamado Agena y que la NASA había puesto en órbita meses atrás.

Ben Evans, periodista especializado en la carrera espacial, opina que la misión tenía un elevado componente de riesgo antes incluso de que sucedieran los primeros problemas: "Tenía programado un paseo espacial que superaba, de largo, el primero que había hecho Ed White. A diferencia de este, y de Aleksei Leonov, no era un simple paseo placentero. Scott tenía que maniobrar alrededor del vehículo y ejecutar tareas complejas. Era una misión muy complicada, incluso si todo hubiera ido bien".

El lanzamiento del cohete Titan II fue perfecto. La cápsula Gemini se encontró con el vehículo Agena a las tres horas y cuarenta y ocho minutos de haber iniciado el vuelo. A los mandos de la cápsula, un novato Neil Armstrong, que se tomó su tiempo para acoplar ambas naves: los astronautas inspeccionaron el objetivo, certificaron que estaba en buenas condiciones e iniciaron el acercamiento. "Nos hemos acoplado. Y ha sido una maniobra muy suave", anunció el comandante de la misión. Habían pasado poco más de siete horas desde el inicio y el primer objetivo de los dos que estaban previstos (el segundo era el paseo espacial de Scott) ya se había completado. A partir de ahí, la misión se fue a pique.

Y la nave se descontroló

Armstrong y Scott lo desconocían, pero uno de los motores que se encargaba de controlar los movimientos de la cápsula Gemini, el número 8, comenzó a funcionar de manera defectuosa. La Gemini y la Agena iniciaron una ligera rotación de 30 grados. Los astronautas detectaron el problema, hicieron unas correcciones en el vehículo y, por un momento, detuvieron la rotación. Al tratar de reorientar la nave a la posición anterior, el movimiento se reanudó, pero de manera más violenta.

Los astronautas activaron y desactivaron todos los interruptores encargados de controlar el movimiento de ambos vehículos. La medida fue en vano. Ante una situación de descontrol, y aislados del control de misión en Houston, decidieron desacoplar ambas naves debido a que los niveles de combustible de la Gemini habían descendido hasta el 30%, lo que podía indicar que el problema con ese díscolo motor se encontraba en la nave tripulada. Armstrong efectuó la separación y, en ese momento, las cosas se pusieron realmente feas.

La Gemini 8 comenzó a moverse en todas direcciones, cada vez a mayor velocidad. En su momento crítico, alcanzó las 60 revoluciones por minuto. A esa velocidad, Scott definió la luz del sol que se colaba por la ventana como la de "un fluorescente". Ambos astronautas estuvieron cerca de desmayarse, lo que habría acabado con sus vidas ya que no había posibilidad de un rescate en órbita. A posteriori, se ha dudado seriamente de que ambos pudieran haber despertado de un desvanecimiento con una nave fuera de control.

En ese momento, Armstrong fue capaz de vencer a los elementos, a una visión que comenzaba a tornarse borrosa y a las decenas de interruptores que poblaban la nave para dar con el último resorte que podía traerles de vuelta a la Tierra: activar, a la vez, todos los propulsores que colocaban a la Gemini en una trayectoria de reentrada a la Tierra. Una vez estabilizada la nave, probaron uno a uno los motores encargados de controlar el movimiento hasta que descubrieron el defectuoso funcionamiento del número 8. Después de haber consumido el 75% del combustible, la misión estaba abocada a terminar de manera temprana: diez horas después de haber despegado, ambos astronautas se encontraban de regreso en la Tierra aunque todavía tuvieron tiempo de inspeccionar el módulo Agena para verificar que no sufría ningún daño.

Sin ayuda de control de misión

Para Evans, la misión le mostró a la NASA "los peligros reales" que implicaba un viaje al espacio. Lo remarca el hecho de que, antes de la era Apolo, las comunicaciones con los astronautas no estaban regidas vía satélite, lo que otorgaba una considerable autonomía a los pilotos: "Estaba claro que la persona al mando no era el director de misión, era el comandante". El periodista recuerda que esa situación también se dio en los instantes finales del alunizaje del Apollo 11: "Armstrong tenía toda la responsabilidad sobre sus hombros".

Pero uno de los hechos más remarcables, para Evans, fue la respuesta de Armstrong y Scott ante la adversidad, dada su condición de novatos. "Me cuesta imaginarme rotando a 60 revoluciones por minuto, con el sol parpadeando en la cabina, todavía con un cuerpo que se está adaptando a la ingravidez. Que Scott fuera capaz de investigar la Agena mientras Armstrong encontraba los interruptores adecuados y manejaba la nave me parece muy reseñable", certifica. Que ambos llegaran vivos a Tierra "fue un milagro".

Armstrong se benefició de las muertes de algunos astronautas y el éxito de la NASA en las primeras misiones Apolo para ser el primero en la Luna

Con los años, se ha especulado en los motivos que empujaron a Armstrong a ser el primer astronauta en pisar la Luna. El éxito en el manejo de los problemas surgidos durante la Gemini 8 podría explicar el histórico paseo del 20 de julio de 1969, pero Evans quita romanticismo al asunto.

"Armstrong estaba en el lugar exacto y el momento adecuado. En sus memorias, el encargado de nombrar las tripulaciones, Deke Slayton, explica que las tripulaciones se regían por un sistema de rotaciones de tres vuelos. Un grupo de astronautas era la tripulación reserva de un vuelo y, tres misiones más tarde, viajaba al espacio". Armstrong había sido piloto reserva de la misión Gemini 5, que voló en agosto de 1965.

La muerte de algunos astronautas (las tripulaciones de la Gemini 9 y el Apolo 1) y algunas cambios inesperados acabaron con este sistema. Pero como Evans señala, Aldrin tuvo una suerte similar: "Si los astronautas de la Gemini 9 no hubieran muerto hubiera sido imposible que volara en la Gemini 12 y que hubiera podido viajar en el Apolo 11".

Alunizaje a la primera

Los imprevistos que azotaron a la NASA durante esos años se alinearon con el buen trabajo de la agencia al ejecutar todos los pasos previos al primer vuelo que iba a intentar el alunizaje. El Apolo 7 comprobó el correcto funcionamiento del módulo de mando, el Apolo 8 viajó por primera vez hasta la órbita lunar, el Apolo 9 supuso el estreno del módulo lunar y el 10 fue un gran ensayo general que llevó a ese vehículo de descenso a pocos kilómetros de la superficie del satélite.

Gene Kranz, uno de los directores de control de misión, se asombra en sus memorias de que la NASA fuera capaz de lograr el alunizaje a la primera y de que todas las misiones anteriores lograran con éxito los objetivos que tenían en mente.

"Cuando nombraron a Armstrong comandante del Apolo 11, en enero de 1969, todavía no existía la certeza de que las misiones 9 y 10 fueran a salir bien. Podría haberle tocado repetir una de las dos y que el primer alunizaje fuera en el Apolo 12", explica Evans.

El primer hombre sobre la Luna era uno de los pocos elegidos para ocupar el asiento más codiciado, pero no el único. "Había volado el X-15, tenía una gran habilidad y había demostrado su pericia con el manejo del vehículo de ensayo de alunizaje [que se estrelló y estuvo a punto de costarle, una vez más, la vida]. Creo que cualquiera de los comandantes de las misiones Apolo podría haber logrado el primer paseo lunar y, de haber cambiado las circunstancias, esa persona podría haber sido Pete Conrad [que voló en el Apolo 12] o Jim Lovell [comandante del Apolo 13]".

Armstrong y Scott fueron la única tripulación de una nave Gemini cuyos dos miembros pisaron la Luna. Un logro que pudo haberse ido al traste pocos años antes, en una misión muy complicada, que estuvo a punto de convertirse en un desastre pero que se salvó gracias a la pericia de sus astronautas.

Neil Arsmtrong viajó dos veces al espacio. El vuelo que le convirtió en parte de la historia del siglo XX, el vuelo por el que su nombre se estudia en los libros de texto, fue el Apolo 11. Pero antes de convertirse en el primer ser humano en pisar la Luna, el astronauta tuvo una primera, y muy accidentada, experiencia. Fue en la misión Gemini 8, que se lanzó un 16 de marzo de 1966, hace más de 50 años, y en la que compartió asiento junto a Dave Scott.

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