Emprender sin traumas: varios consejos para no caer

Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que soy un emprendedor prolífico, experto en cierta medida. Es más, mis socios también. Juntos tenemos un historial de iniciativas en nuestro haber que no podemos contar con los dedos de las manos. Algunas incluso vieron la luz, y unas pocas se convirtieron en empresas, cruzando la verdadera meta de nuestra actividad emprendedora: ser empresarios, y si puede ser, de éxito. A día de hoy, estamos trabajando con ese objetivo. De un tiempo a esta parte, “emprendededor” es un término que se ha tergiversado y se ha convertido en una etiqueta cool; está de moda.

Estoy absolutamente de acuerdo en darle a la actividad emprendedora la importancia que merece, como no podía ser de otra forma. Pero no podemos olvidar que la verdadera creación de riqueza, el verdadero valor añadido, sólo se alcanza cuando lanzas tus productos o servicios al mercado y alguien los consume. Cuando la entidad Cliente presente en tu Elaborado Plan de Negocio cobra vida, y se convierte en una persona o empresa con nombre y apellidos. Ser emprendedor debe ser un estado transitorio.

De nuestra amplia experiencia como emprendedores, podríamos realizar más de un decálogo generalista de verdades absolutas basado en nuestros errores y nuestros aciertos, una lista más o menos larga de consejos. No lo haré, porque considero que son válidos para las condiciones particulares en las que se produjeron y porque generalizar implica obviar los detalles que pueden condicionar el resultado de una acción. Sin embargo, sí que me gustaría compartir las tres conclusiones principales que me han ayudado a afrontar la siguiente iniciativa.

No arrastrar traumas del pasado
Está escrito en el refranero español “Una y no más, Santo Tomás”, y arraigado en nuestra cultura. Somos un país donde encajamos muy mal los errores, en el que el fracaso en una iniciativa nos condiciona demasiado en el futuro. Hace poco asistí a un evento organizado por el Venture Lab del IE Business School, que tenía por título “Las ventajas del fracaso” y en el que empresarios de éxito nos contaban su relación con el fracaso y cómo los errores les ayudaron a crecer y mejorar. Algunas de las conclusiones las podéis leer aquí. Es imprescindible desarrollar la tolerancia al fracaso y convertirlo en un argumento positivo, sin llegar, a ser posible, a las “mil maneras de no hacer una bombilla” de Edison.

Bajo mi punto de vista, los errores que se cometen en el pasado deben saber interpretarse en la situación espacio-temporal y con los condicionantes en los que ocurren. Si conviertes el error, o el fracaso, en un trauma que no superas, es posible que no veas las oportunidades que pueden surgir en el futuro. Es en esta interpretación en la que me gustaría hacer hincapié: un error es un semáforo en ámbar que puedes decidir pasar (de nuevo) en un momento dado, si consideras que es un riesgo que debes asumir. Un trauma es un muro infranqueable que limita tu capacidad de decisión.

Las bofetadas en cara ajena no duelen
La experiencia, como el conocimiento, hay que adquirirla en primera persona. Aún no se ha inventado la transferencia de experiencia por ósmosis, contacto físico o inducción. De la misma forma que al aprender a caminar o a montar en bicicleta, uno indefectiblemente se cae, por mucho afán que pongamos los padres para que no suceda; a ser empresario se llega recibiendo algún golpe. El buen emprendedor, comoel buen boxeador, tiene que saber encajar los golpes bien, procurando que sean los menos posibles, pero con la certeza de que alguno llegará tarde o temprano.

Las bofetadas, deben ser además en cara propia. Porque no duelen de la misma manera si las recibe el vecino, y porque ese dolor, esa consecuencia, la reacción que producen es parte imprescindible del propio aprendizaje. Recuerda el principio de prudencia..

La realidad es siempre más terca que tú
Una verdad de Perogrullo que en ocasiones, y hablo en primera persona, olvidamos. Es particularmente recomendable tenerla presente a la hora de realizar tu Elaborado Plan de Negocio: suele tener ese peligroso aroma optimista que te incita a llamar inmediatamente a los chicos de Google (o sus análogos sectoriales) para cerrar la venta millonaria de tu idea y ahorrar así trámites innecesarios. Nosotros solemos someter nuestro Elaborado Plan de Negocio a escarnio privado, con potenciales clientes de cierta confianza y colaboradores críticos del sector (es importante que no sean amigos que nos regalen el oído). Este baño de realidad preferimos recibirlo de un entorno próximo que de inversores o clientes, a los que, por norma general, sólo puedes acceder una vez.
En nuestro proceso de desarrollar una idea de negocio, tenemos muy presente la verificación de realismo de la misma. ¿Cómo de realistas estamos siendo?, una pregunta que nos obligamos a responder de forma periódica. En más de una ocasión hemos abandonado una iniciativa, más o menos avanzada, porque la respuesta a esta pregunta era negativa y la solución inviable. En estos casos, los motivos son importantes para tenerlos en cuenta en el futuro: problemas de socios, cierre de la ventana de oportunidad, evolución del sector; pero lo principal es saber parar a tiempo. Nuestro coste de abandono siempre ha sido menor cuanto antes se ha producido, y en las ocasiones en las que hemos incidido en el error, hemos corrido el riesgo de que se convirtiera en trauma.

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Arturo Suárez es MBA por la IE Business School y uno de los fundadores de Stackops, empresa que ha desarrollado una distribución de fácil configuración y despliegue sobre Openstack (una plataforma abierta de Cloud Computing), que ofrece servicios de formación, consultoría e implantación de su propia solución de código abierto. El equipo fundador de Stackops posee además un amplio historial de iniciativas emprendedoras (Abiquo, Amplia Soluciones, TMClick) y tiene experiencia en dirección y formación universitaria y técnica.

Twitter: @stackops
Web: http://www.stackops.com