De Pymes familiares a empresas gacelas

Mucha gente confunde pyme familiar, en la peor acepción del término, con empresa familiar. Con demasiada frecuencia se identifica la empresa familiar con un negocio pequeño gestionado con rudimentarias prácticas. Ni es justa esa equiparación, ni debiera ser la meta de los negocios de familia. Los empresarios familiares no deben autoimponerse pequeñas metas.

Las empresas familiares deben aprovechar ese potencial que da el apellido, lo que suelo denominar el código genético de la empresa, los valores compartidos y el deseo de continuidad para convertirse en una empresa gacela. Se  trata, por consiguiente, de encontrar en su condición de familiar una fuente de ventajas competitivas sólidas y no el origen de continuos problemas.

 

Entiendo por empresa gacela aquella organización con vocación y orientación por crecer, aprovechando la flexibilidad de su reducido tamaño en unos mercados muy dinámicos que ofrecen la oportunidad  de posicionarse a quien de verdad se presenta con una propuesta de valor apreciada por los clientes. A quien en todo momento tiene capacidad de reinventarse y adaptarse a la sociedad del cambio en la que vivimos donde, paradójicamente, lo que permanece es el cambio. Los mercados son más competidos, dinámicos, complejos y globales que nunca.

Coinciden el tiempo factores como la globalización, la tercera revolución industrial que ha supuesto la eclosión de internet y la crisis internacional. Migran los paradigmas tanto a nivel macro (se habla cada vez más de una nueva gobernanza del mundo) como a nivel micro y eso exige empresarios con alta capacidad de adaptación. Hay que adecuar estrategias, estilos de dirección, personas, herramientas de gestión, visión.

El futuro será para esas empresas gacelas familiares en las que se conjugan la tradición, de las generaciones fundadoras, con la innovación que aportan los continuadores. Valores e imaginación, un binomio sumamente potente. Sé, y sufro como tantos, las dificultades del entorno actual. Si la crisis nos abre una vía de agua, hay que repararla de inmediato. Como podamos. Pero no es óbice para tener la orientación de la gacela.

Busquemos nuevos mercados, seamos creativos, actuemos como verdaderos emprendedores. Curiosamente en muchas empresas el espíritu emprendedor se pierde con los fundadores. Craso error. Mejor presente y futuro tendrán las organizaciones que cuenten con un liderazgo emprendedor, que hagan de la gestión emprendedora un eje de su actividad pues no vale sólo con tener buenos gestores para asegurar un futuro sostenible para las empresas.

Quiero poner el foco en el perfil  que tienen los propietarios de empresas familiares gacelas. Dirigentes con visión para identificar oportunidades y ponerlas en marcha con éxito. Españoles pero con mirada internacional. Con formación sólida para ser capaces de extender su modelo de negocio y diversificar en mercados y países. Gestores muy profesionales que ponen a disposición del negocio los recursos que hacen falta para implantar satisfactoriamente la estrategia, más allá que lleven, o no, el apellido familiar. Pero además empresarios con sólidos valores que permea su actividad cotidiana.

España ya cuenta con un tejido interesante de empresas gacelas que, sin duda, deben ser nuestras multinacionales de los próximos 25 años. Hemos vivido una primera ola de internacionalización de la empresa española protagonizada por empresas privatizadas, constructoras, banca , utilities… Ahora nos hace falta una segunda oleada de internacionalización que debieran liderar estas empresas gacelas guiadas por líderes emprendedores.

Sería bueno que las autoridades presten especial atención a estas empresas familiares gacela. Nos van a asegurar el empleo, riqueza y bienestar del futuro. Facilitar su crecimiento.Por eso, tantas veces dije que la mejor política de pymes sería, en el óptimo, aquella que elimina las pymes porque las hace crecer hasta abandonar tal categoría.

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