El caso Steven Avery: cómo Netflix puso en jaque a la Justicia de Wisconsin
Teresa Halbach desapareció un 31 de octubre y a Steven Avery le acusaron de violación y mutilación. Fue condenado por un delito que no cometió
El nombre de Steven Avery se dio a conocer el 5 de enero de 1985, un día en el que, sin saberlo, ese joven veinteañero del condado de Wisconsin (Estados Unidos), había quedado fichado para siempre en la comisaría de la ciudad de Manitowoc. El día antes de que le tomaran la famosa foto policial fue denunciado por su propia prima, Sandra Morris — esposa del ayudante del sheriff — por haberla seguido desde su coche, sacarla de la carretera y apuntarla con un arma que estaba descargada. Pero no fue un hecho aislado ni la víctima un objetivo aleatorio. Antes, la misma Morrison presentó otra denuncia contra Avery por tener relaciones sexuales con su mujer en el jardín de su casa. Sin embargo, este no fue el primer encontronazo del joven con la autoridad; años atrás fue acusado por robo y maltrato animal: roció con gasolina al gato de los vecinos y lo arrojó al fuego. Este solo fue el principio de un duro y mediático paso por el terreno de la Justicia de quien fue considerado el asesino de Teresa Halbach.
Pero, ¿por qué fue esta foto policial el comienzo de todos sus males? La respuesta se encuentra en otro caso que ocurrió seis meses después a la detención de Avery. Una vecina de la zona denunció haber sido atacada y agredida sexualmente por un hombre. De acuerdo con la descripción del agresor que relató a los agentes, la entonces ayudante del sheriff — y amiga íntima de Morris —, concluyó que el perfil encuadraba perfectamente con el físico de Avery, por lo que pasó a formar parte de la rueda de reconocimiento del caso. Horas después, tras extraer unas pruebas de ADN de las uñas de la denunciante y determinar que coincidían con las del joven, es arrestado.
Un año después, Avery fue condenado a 32 años de prisión por un delito de violación, intento de asesinato y detención ilegal, a pesar de que un total de 16 testigos corroboraron la coartada del acusado el día del ataque. Durante todo el tiempo que pasó entre rejas, el reo mantuvo siempre su inocencia y, dada su insistencia, en 1994 su defensa volvió a repasar su caso. Mientras sus abogados rebuscaban y Avery negaba su culpa, fuera, el exterior, un tal Gregory Allen (ya conocido por la Policía local) era detenido por agredir sexualmente a una joven en su casa. Estando en su celda, en 'petit comité', confesó a los agentes que fue él quien cometió la otra violación en 1985; una declaración que no se hizo pública hasta años más tarde.
Entretanto, los abogados de Avery continuaban revisando la investigación y solicitaron que se volviera a examinar las pruebas extraídas de la víctima de la primera agresión sexual. Fue así como descubrieron que los restos biológicos que extrajeron de sus uñas no pertenecían al hombre que habían condenado. Con todo, no hubo puesta en libertad para él. Tiempo después, en 2002, el Wisconsin Innocence Project se interesa por su caso y consigue que, con un tercer análisis de estas pruebas, finalmente se confirme que el ADN del agresor coincide con el de otro delincuente: Allen. Con él ya en libertad, el estado de Wisconsin quiso volcarse en su caso para saber qué ocurrió realmente y si Avery fue injustamente condenado. Finalmente, quedó demostrada la negligencia de la Policía Local.
Halloween, el principio del fin para Halbach y Avery
Por paradójico que suene, lo cierto es que la liberación del expreso fue el detonante de todos sus males. El 31 de octubre de 2005, la fotógrafa Teresa Halbach desapareció sin dejar huella. Ese mismo día, casualmente, había acordado un encuentro con Avery en su casa para sacar unas fotos a su autocaravana para una revista de motor. Ya en noviembre, las autoridades hallaron los huesos calcinados de la mujer en un barril usado para hogueras junto a la casa móvil de Avery, en el desguace de su hermana. Las sospechas, y las acusaciones, se dirigían a una única cara. No es para menos, ya que las pruebas — un mensaje de voz de la víctima concretando la cita con Avery — parecían evidentes y él fue la última persona en verla con vida.
A partir de aquí, las versiones empezaron a ser confusas. Según el relato del fiscal, hubo un segundo implicado y un testigo en el caso. Aquel mediodía, mientras Halbach se encontraba en la propiedad de Avery, el primo y el sobrino (y vecinos) del sospechoso, Bobby (el testigo) y Brendan Dassey se encontraban en su respectiva casa. En un momento dado, este último salió para ir a la caravana de su tío para devolverle una carta y, siempre según la acusación, le abrió la puerta el propio Avery, que se encontraba semidesnudo y sudoroso pero, sin embargo, le pidió a su huésped que entrara. Lo que pasó dentro de esa vivienda es que ambos agredieron y violaron a Halbach y después, también junto, le pegaron un tiro — con un rifle calibre 22 — y prendieron fuego a su cuerpo.
Además, unos días después que asesinaran a la fotógrafa, Dassey y su tío mantuvieron una variopinta conversación en la cual, según declararon en el juicio, Avery les preguntó que si le ayudaría a "deshacerse de un cadáver". Pero lo cierto es que, después de realizar exhaustivos registros en la casa del sospechoso, no hallaron ninguna prueba que lo inculpara. Al menos así fue hasta que el teniente James Lenk dio con una llave del vehículo de Halbach, donde también encontró sangre de Avery. No hicieron falta más indicios para llevárselo detenido; durante el interrogatorio, el arrestado nunca confesó nada.
Los detectives interrogaron varias veces a Dassey y Avery sostiene que fue una confesión forzada
Ya durante el juicio, Avery siguió negando su culpa y se declaró inocente ante el juez en 2006. Pero, a esas alturas, el acusado ya se conocía el protocolo y cómo podrían acabar las cosas, por lo que empleó el dinero que el Estado de Wisconsin le dio como indemnización por la condena injusta de la violación de 1985 para pagar a sus abogados. Días después, dos investigadores del caso continuaban con su ronda de testigos para esclarecer lo que le ocurrió a Halbach...y eso les llevó hasta Brendan Dassey. Después de interrogarle, de espaldas a la Ley, ya que nunca lo hicieron en presencia de un adulto y él era menor, consiguieron que el joven confesase haber cometido el crimen contra la fotógrafa.
Para entonces, el caso ya había llamado la atención de los vecinos y la prensa y, motivados por la popularidad, las autoridades dieron a conocer los detalles de la investigación: desde la detención del asesino confeso hasta el 'modus operandi' al que recurrió. Halbach había sido violada, torturada, disparada y calcinada. Sin embargo, Avery, aún en prisión y pendiente de juicio, manifestó en una entrevista en Associated Press ese mismo que creía que su sobrino había sido coaccionado por los agentes.
Un año después, Avery volvía a sentarse en un banquillo y de nuevo se enfrentaba a los jueces (aunque no los mismos, ya que se celebró en Chilton) y a sus cargos: homicidio en primer grado, secuestro, mutilación del cuerpo y posesión ilegal de arma de fuego. El 18 de marzo, conocida la sentencia, fue culpado por dos de estos delitos: homicidio y tenencia ilícita de armas. La sentencia fue abrumadora, Avery acabó siendo condenado a cadena perpetua.
'Making a Murderer': el sistema no logró lo que Netflix
¿Cumplió condena en la cárcel? Sí. A pesar de que él mantuvo desde el principio hasta el fin su inocencia y, pese a sus antecedentes en procesos judiciales irregulares, el juez lo declaró culpable. Ahora bien, hubo algo que sí hizo que la opinión pública, los investigadores y las instituciones jurídicas se replantearan, años después, si realmente condenaron al hombre correcto; y no fueron la falta de pruebas, las declaraciones cuestionables o la implicación de personas de poder que pudieron interferir en la investigación, no. Fue un documental de Netflix, 'Making a murderer', lo que removió conciencias de forma tan tardía pero necesaria.
Previamente a este programa, hubo otro, este de radio, que también se adentró en la historia de Avery y se enfocó en la más que cuestionable sentencia contra el condenado. Dicho programa, '¿Estás seguro?', se emitió en Radiolab en 2013 y dedicó un episodio ('Dudas razonables') a este caso. ¿Qué tuvo de interesante? Nada, realmente. Pero, por primera vez, le dieron voz a una persona que fue crucial en la investigación y que supuso, sin quererlo, el principio del infierno para el hombre: Penny Beerntsen, la víctima de la agresión sexual en 1985.
Dos años más tarde, la popular plataforma audiovisual lanzaba el exitoso 'Making a murderer' dedicado a Avery. Bastaron 10 capítulos para cambiar todo el sentido de la investigación y una sola descripción: "Un 'thriller' basado en una historia real cuenta la historia de dos hombres acusados de un macabro crimen que quizás no cometieron'. Gracias a esta serie-documental, Innocence Project procedió a investigar el caso e incluso se llegó a crear una petición online; 'Investiga e indulta a los Avery en Wisconsin y castiga a los oficiales corruptos que forzaron a estos hombres inocentes'. A raíz de esto, en 2016 la Casa Blanca negando cualquier indulto posible para Avery y Dassey porque se escapaba de sus competencias.
La última esperanza de Steven Avery
¿Hasta ahí fue todo? Nada más lejos. A día de hoy, el equipo del proyecto de Netflix está preparando una segunda parte del caso, aunque trabajan a contrarreloj, el tiempo no pasa para Avery, que carga cada día con su sentencia por cadena perpetua. Según se filtró el pasado año, 'Convicting a murderer' podría traer más evidencias de la incompetencia de las autoridades de Wisconsin en esta investigación.
No solo eso, sino que, según declaró el director del programa, Shawn Rech, al portal Newsweek, el documental contará esta vez con otra prueba crucial: la confesión de un preso admitiendo el asesinato a Halbach. Aunque aún no se conocen más detalles — de momento no pueden dar nombres porque tendrá que ser la Policía quien interrogue al mismo —, aseguró que el dueño de esas palabras es un "notable asesino convicto de Wisconsin".
El nombre de Steven Avery se dio a conocer el 5 de enero de 1985, un día en el que, sin saberlo, ese joven veinteañero del condado de Wisconsin (Estados Unidos), había quedado fichado para siempre en la comisaría de la ciudad de Manitowoc. El día antes de que le tomaran la famosa foto policial fue denunciado por su propia prima, Sandra Morris — esposa del ayudante del sheriff — por haberla seguido desde su coche, sacarla de la carretera y apuntarla con un arma que estaba descargada. Pero no fue un hecho aislado ni la víctima un objetivo aleatorio. Antes, la misma Morrison presentó otra denuncia contra Avery por tener relaciones sexuales con su mujer en el jardín de su casa. Sin embargo, este no fue el primer encontronazo del joven con la autoridad; años atrás fue acusado por robo y maltrato animal: roció con gasolina al gato de los vecinos y lo arrojó al fuego. Este solo fue el principio de un duro y mediático paso por el terreno de la Justicia de quien fue considerado el asesino de Teresa Halbach.