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Los anti-anti y una tarde de toros en las Ventas de Madrid
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Los anti-anti y una tarde de toros en las Ventas de Madrid

Todo apuntaba a una tarde aburrida. Toros compactos, antichoque y un poco antiguallas en su morfología. No embistió bien ninguno... ni dieron opción a los toreros

Foto: El diestro Rubén Pinar. (EFE)
El diestro Rubén Pinar. (EFE)

Plaza de toros de las Ventas; 31 de mayo de 2016

28ª de feria. Tres cuartos de entrada en tarde ligeramente bochornosa y encapotada. Cambio completo de ambiente con respecto a la Beneficencia de ayer. Seis toros de Celestino Cuadri de 523 a 627 kilos. Muy grandes salvo los dos primeros, solo grandes. Astifinos y serios, de mirada y de pitones. Badanudos y achatados típicos de la casa. En general, difíciles y con poco recorrido en la muleta, con peligro sordo poco apreciable desde el tendido.

Luis Miguel Encabo, de salmón y oro. Silencio y pitos.

Fernando Robleño, de blanco y plata con cabos negros. Silencio y silencio.

Rubén Pinar, de naranja indefinido y oro. Ovación y ovación.

Anticipaba yo tarde aburrida. Si hubiera habido control antidopaje, hubiera dado positivo por sobreestimulación artística después de ver ayer a Manzanares, y aunque soy muy antidrogas, confieso que el cuerpo no deja de pedirme faenas perfectas con las que chutarme... y gol. Antitéticas jornadas las del miércoles y el jueves, sobre todo por los toros, que este jueves parecían antitanques, tal era su envergadura y talante. Toros compactos, antichoque y un poco antiguallas en su morfología, fruto de antiguos cruces y mezclas raras que, si bien dieron frutos bravos y encastados hace tiempo, hoy no resultan ni muy malos ni muy buenos: antipasti. No embistió bien ninguno, ni les dieron opción a los toreros. Si acaso Rubén Pinar con más sitio que el resto entendió mejor las antipáticas embestidas de sus antihéroes bovinos y arrancó las únicas ovaciones reseñables, como lo fue la que se llevó su banderillero Javier Ambel por una vistosa lidia al tercer toro de la tarde: pausada, rítmica, bien vendida y tremendamente eficiente. La verdad es que ninguno de los de Cuadri resultó ser el anticristo, pero tenían un peligro concentrado en la mirada de los que te hacen pensar en la antisepsia cuando estás delante, y claro, eso tampoco ayuda a la firmeza de tus piernas.

A Encabo hoy la plaza de Madrid le ha mostrado cierta antipatía. Un paisano, luchador, con oficio y con muchas tardes buenas en esta plaza que, no habiendo tenido el mejor de los días de su vida, no merecía un trato tan exigente visto la poca clase de sus antagonistas. Antiestéticas sí le quedaron las partes finales de sus faenas por el mal uso del descabello, sobre todo en el cuarto, donde tantos intentos nos llevaron a pensar que el bóvido tenía piel antibalas. El mejor antidepresivo que puede tomar serían algunos contratos más. Su trayectoria y estética conforman un perfil de lidiador completo que no debiera olvidarse ni perderse.

Mientras sonaban los pitos acompañando a Encabo hasta desaparecer de la plaza, saltó al ruedo por el tendido del cinco un individuo armado. Armado de presencia intimidatoria por su corpulencia, su corte de pelo y sus pendientes de cualquier sitio. Camiseta verde y pancarta en mano no podía negar su procedencia: antitaurino de raza. No sabemos de qué raza, eso es cierto. La verdad que los hay anti-disturbios y los hay pro-disturbios. En este caso fueron más rápidos los pro-disturbios: Jorge Arellano es el apoderado de Luis Miguel Encabo. Taurino y velocista, alcanzó el centro del ruedo y al antitaurino que le doblaba en tamaño antes de que los antidisturbios de verdad acertaran a ponerse la gorra en la cabeza. Se abalanzó el anti-antitaurino como un gamo enfurecido y, llegando en segunda posición y a cierta distancia los banderilleros, le rodearon, le persiguieron, le amenazaron y lo empujaron hasta dar con varios de sus cuerpos mezclados y rebozados por la arena mientras los empanados, que no rebozados, antidisturbios trataban de alcanzar el tumulto como fuera para tratar de disolverlo. Patética escena de principio a fin.

De principio por el pro-disturbios antitaurino, que puede expresar su repulsa a los toros simplemente no yendo. Patética la respuesta del otro pro-disturbios, el apoderado del torero, que me dio la sensación de que si en vez del activista se posa una paloma en el centro del ruedo y, por ejemplo, en su natural condición de ave se caga, sale a la misma velocidad a tratar de reventarla de una certera y vengativa patada.

Entiendo la frustración de la oportunidad perdida, las dificultades que se le avecinan para remontar la temporada y entiendo hasta el cabreo con la afición más impertinente, pero hacerse 'anti-anti' delante de todo el mundo, batir el récord de 50 metros-plaza y boxear sin licencia federativa vigente solo da argumentos a los demagogos, los activistas y los de verde chillón, de chillar. Estoy seguro de que el bueno de Jorge a estas horas ya estará arrepentido de su arranque, de cero a 100 en un segundo, como espero que el provocador de verde, chillón y maleducado, pague su osadía, su ofensa y su desparpajo con creces y calabozo.

Fernando Robleño tiene ya 16 años de alternativa, y sin ser antiguo tampoco representa ya novedad para esta plaza. Quizás eso pudiera explicar también cierto despiste a la hora de valorar sus esfuerzos. Su primer toro embestía a empujones, a empujones que le daba el torero con las zapatillas y los fuertes toques, y así pareció que pasaba, el toro y los 10 minutos para que el aviso sonara. El quinto era un tío de antiacadémica hechura si quieres que el toro embista, demasiado alto, demasiado grande, demasiada caja… demasiado antinatural para salir adelante.

Tarde aburrida, tarde de anécdota. O no tanto, que la gente está muy bruta y esto así no se arregla... Y si esto sigue así, los toros corren peligro y yo me tendré que hacer anti-anti-antitaurino, es lo que queda...

Plaza de toros de las Ventas; 31 de mayo de 2016

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