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Vecinos de Córdoba acosan a la familia Bretón
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PANCARTAS DE “HIJO ASESINO” FRENTE A LA CASA DE LOS PADRES

Vecinos de Córdoba acosan a la familia Bretón

Cuando los padres de José Bretón se asoman a la ventana de su casa de Córdoba lo primero que ven es una pancarta que reza: “Hijo

Foto: Vecinos de Córdoba acosan a la familia Bretón
Vecinos de Córdoba acosan a la familia Bretón

Cuando los padres de José Bretón se asoman a la ventana de su casa de Córdoba lo primero que ven es una pancarta que reza: “Hijo asesino”. El hermano de Bretón, Rafael, vive en el pueblo sevillano de Tomares. Su casa también está rodeada de pintadas pero a la vivienda no pueden acercarse cinco familiares de Ruth Ortiz. Un juez de Sevilla atendió las súplicas de Rafael hace un mes y medio, que a diario era increpado y zarandeado por estos familiares cada vez que salía de su casa.

Cuando la hermana de Bretón, Catalina, sale a trabajar cada mañana es imposible que no se tope con unas enormes fotos de sus sobrinos, Ruth y José, y una pintada en letras mayúsculas: “Tita, la maldad corre pero la Justicia siempre la alcanza”. La palabra “cómplice” cruza gran parte de la fachada de su casa de la calle Cristo, en Córdoba. Y en la acera de enfrente, ciudadanos cordobeses han comenzado a construir un lugar de recuerdo de Ruth y José que cada día es más grande. Ayer por la tarde, un niño de la edad de Ruth encendía una vela, dejaba un juguete y rezaba. Poco antes, una mujer escribía en una cartulina con las fotos de los pequeños “dulces sueños”. Y todo, a tres metros de la casa en la que viven los primos de Ruth y José.

La presión ciudadana sobre la familia de un José Bretón que no se derrumba es asfixiante. Desde que la madre de Ruth y José acusara a los abuelos y a los dos tíos de sus hijos de saber más de lo que declaraban ante la Policía y el juez, espontáneas manifestaciones ciudadanas no han parado de increparles. El día en que los padres de José Bretón acudieron al Juzgado a declarar, el griterío y los empujones de unos 150 ciudadanos anónimos provocaron que el octogenario abuelo Bretón se echara la mano al pecho en un amago de infarto. Poco después, el coche de su hijo Rafael fue pateado literalmente. Hasta el abogado defensor, José María Sánchez de Puerta, ha sido zarandeado e insultado.

El juez instructor del Caso Bretón, José Luis Rodríguez Laínz, también ha sembrado dudas sobre las declaraciones de la familia del acusado, sin llegar nunca a imputarla. El magistrado ha llegado a describir cómo la familia pasa del desconcierto inicial durante la desaparición de los niños (la abuela llega a decirle incluso a la Policía que su hijo les había podido hacer algo) a “la búsqueda de una estrategia común de posicionamiento a favor de José Bretón”, según escribió en el auto del pasado 25 de mayo.

En ese mismo auto, el juez reprocha a la abuela, Antonia Gómez, que haya olvidado la llamada telefónica que le hizo Bretón poco después de denunciar la desaparición de los pequeños. “En esa conversación”, demostrada por el rastreo del móvil de Bretón, “tuvieron que decirse cosas graves”, afirma el magistrado. Estas dudas son las que han hecho virar la estrategia familiar de Ruth Ortiz, que en un primer momento siempre se mostró prudente y que después de este auto ha llegado a aporrear con sus propias manos la puerta de la parcela de Las Quemadillas.

Plataforma ‘Justicia para Ruth y José’

Hoy, rara es la protesta convocada en Córdoba que no carga contra la familia Bretón. En las últimas semanas ha surgido una plataforma ciudadana llamada Justicia para Ruth y José que ayer mismo lanzó una campaña de recogida de firmas en la red para pedir cadena perpetua para Bretón y que en apenas dos horas ya había sumado 120 apoyos. Este colectivo de ciudadanos es el que ha acudido con bocinas a la prisión de Córdoba, a la parcela de Las Quemadillas durante los últimos rastreos y el que convoca protestas espontáneas ante la casa de los abuelos (algunas veces los han abucheado cuando bajan a sacar la basura) y la de los tíos de Ruth y José. Muchas veces lo han hecho con una televisión emitiendo en directo.

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Los familiares de Bretón apenas hablan. La madre, Antonia Gómez, siempre ha defendido ante sus vecinos la inocencia de su hijo. El padre, que ha estado muy enfermo, se mantiene en un segundo plano, siempre del brazo de su mujer. Rafael, el hermano, declaró ante el juez que no sabía si su hermano era culpable o no. Y Catalina, la hermana, con una voz inaudible siempre pide que la dejen en paz. Pero eso ya no es posible. Cada día, la acera de enfrente de su casa amanece con docenas de velas nuevas, con juguetes de niños anónimos y mensajes de despedida. El santuario de Ruth y José crece cada jornada. 

Cuando los padres de José Bretón se asoman a la ventana de su casa de Córdoba lo primero que ven es una pancarta que reza: “Hijo asesino”. El hermano de Bretón, Rafael, vive en el pueblo sevillano de Tomares. Su casa también está rodeada de pintadas pero a la vivienda no pueden acercarse cinco familiares de Ruth Ortiz. Un juez de Sevilla atendió las súplicas de Rafael hace un mes y medio, que a diario era increpado y zarandeado por estos familiares cada vez que salía de su casa.

José Bretón