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Invasión de estudiantes chinos en las facultades de economía españolas
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DESTACAN POR SU ÉTICA DE TRABAJO Y ASPIRAN A CREAR SUS PROPIAS EMPRESAS

Invasión de estudiantes chinos en las facultades de economía españolas

Cuando el pasado miércoles Juan Roig elogió la cultura de esfuerzo de los comerciantes chinos en España, el presidente de Mercadona hizo una referencia a su éxito

Foto: Invasión de estudiantes chinos en las facultades de economía españolas
Invasión de estudiantes chinos en las facultades de economía españolas

Cuando el pasado miércoles Juan Roig elogió la cultura de esfuerzo de los comerciantes chinos en España, el presidente de Mercadona hizo una referencia a su éxito con “los bazares”. Sin embargo, muy pronto podríamos encontrar en España un nuevo perfil de empresario asiático muy alejado de los “todo a cien” y las tiendas de alimentación. La tendencia es imparable: si en 2003 eran 500 los estudiantes chinos en nuestro país, ahora son ya más de 5.500, la mayoría en carreras relacionadas con la economía y los negocios.

“Se nota que tienen cultura de ascender socialmente, les gusta el dinero y lo tienen en cuenta a la hora de elegir sus estudios”, cuentan desde el Centro de Español para Extranjeros de la Universidad Complutense de Madrid, la puerta de entrada de unos estudiantes que deben pasar un año de inmersión antes de comenzar la carrera. Solo en la Complutense hay cerca de 500 alumnos procedentes del gigante asiático, una realidad especialmente visible en las aulas del Grado de Comercio, donde cerca del 25% de los alumnos son chinos y hasta los menús de la cafetería han sido traducidos a su idioma.

Ana Rosado, profesora en la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales, conoce bien el fenómeno: “Al principio desembarcaron en Derecho, pero pronto se pasaron a Empresariales o Comercio”. Rosado ha dado clases en otras universidades europeas con fuerte presencia de alumnos chinos, como la London School of Economics o la universidad Humboldt de Berlín, pero su percepción de los que estudian en España es diferente: “Allí iban para formarse y regresar a su país, pero mi impresión es que aquí quieren montar empresas”.

Una idea que corrobora Lia, estudiante china de 2º curso de Comercio: “A todos nos gustaría crear nuestro propio negocio”. Lia se llama en realidad Liyue, pero ha decidido ‘occidentalizar’ su nombre como muchos de sus compañeros, que optan por esa solución al comprobar que no se reconocen en los confusos vocablos que pronuncian los españoles al llamarles. “Yo llevo siete años en España y tengo permiso de residencia”, explica Lia, “pero la gran mayoría están aquí solo con visado de estudiante, y eso es un obstáculo para quedarse a trabajar”. En cualquier caso, volver a China no parece estar entre las prioridades de la mayoría, que tratan de enfocar su carrera de la forma más internacional posible.

Trabajadores, constantes y responsables

Si en algo existe unanimidad acerca de los estudiantes chinos es en su capacidad de trabajo. “Cuando los profesores mandan algo para dentro de dos semanas, ellos lo tienen hecho al día siguiente”, explica Alejandra, estudiante española de tercer curso de Comercio. “Nunca se saltan clases, se ponen en primera fila y preguntan mucho”, añade. Un estereotipo en que Lia reconoce estar de acuerdo: “Salvo excepciones, los chinos somos muy estudiosos y responsables”. Además del factor cultural, Lia destaca la importancia de la carrera en unos jóvenes que han venido expresamente a estudiar y a los que los libros les ayudan a encontrar el equilibrio personal al vivir en un país extranjero a miles de kilómetros de sus familias.

En este sentido, ninguna barrera es más alta que la lingüística, y muchos se ven obligados a acudir a las clases con un traductor electrónico para poder afrontar las asignaturas de mayor contenido teórico (en las numéricas obtienen muy buenos resultados). Una dificultad que tratan de superar a base de trabajo: “Una vez le pedí un libro a una compañera china y había traducido párrafos enteros en los márgenes”, cuenta Alejandra.

Clases de español a cambio de ayuda en matemáticas

A pesar de que la situación ya está muy normalizada y las relaciones son buenas, la integración entre chavales chinos y españoles aún está lejos de producirse. Basta un vistazo por los pasillos y las clases para comprobar que ni unos ni otros salen de sus respectivos grupos, por lo que ya se están llevando a cabo algunas iniciativas para promover el acercamiento.

“En la Escuela acabamos de poner en marcha un Programa ‘Buddy’”, explica la profesora Rosado, “en el que los alumnos se enseñan mutuamente sus respectivos idiomas y se ayudan con las asignaturas que les crean más dificultades, ya que los chinos tienen problemas con las puramente teóricas y los españoles con las numéricas”. De hecho, Rosado revela que la idea de que los chinos echaran una mano a sus compañeros españoles fue sugerida por los propios profesores de Matemáticas y Estadística.

Desde que Lia se ofreció a dar clases de chino a sus compañeros y descubrió que la demanda era abrumadora, ha quedado claro que el acercamiento entre ambas comunidades puede ser muy provechoso para todos. Eso sí, a pesar del espíritu empresarial que todos comparten, prima el ambiente de cordial colaboración: Lia imparte las clases de forma gratuita y recientemente sus compañeros se lo agradecieron con una gran caja de bombones.

Cuando el pasado miércoles Juan Roig elogió la cultura de esfuerzo de los comerciantes chinos en España, el presidente de Mercadona hizo una referencia a su éxito con “los bazares”. Sin embargo, muy pronto podríamos encontrar en España un nuevo perfil de empresario asiático muy alejado de los “todo a cien” y las tiendas de alimentación. La tendencia es imparable: si en 2003 eran 500 los estudiantes chinos en nuestro país, ahora son ya más de 5.500, la mayoría en carreras relacionadas con la economía y los negocios.