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¿Por qué no surge la extrema derecha en España? Falta un líder y el franquismo pesa
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LOS POLITÓLOGOS RECOMIENDAN ESPERAR A LAS PRÓXIMAS ELECCIONES

¿Por qué no surge la extrema derecha en España? Falta un líder y el franquismo pesa

La oleada de votos que la ultraderecha ha recogido en Europa obliga a meditar sobre lo que sucederá en España el 22-M. Países como Finlandia, Austria

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¿Por qué no surge la extrema derecha en España? Falta un líder y el franquismo pesa

La oleada de votos que la ultraderecha ha recogido en Europa obliga a meditar sobre lo que sucederá en España el 22-M. Países como Finlandia, Austria o Francia no cuentan con un pasado reciente como el español, en el que el franquismo todavía pesa demasiado en la conciencia de un país que vivió la mitad del siglo XX sumergido en una dictadura.

Esta herida sin cicatrizar, unida a la ausencia de un dirigente con fuerza, son las principales causas que, según los expertos, disuade a los españoles más extremos de la derecha a alzar la voz. Sin embargo, politólogos y sociólogos recomiendan esperar al resultado de las próximas municipales, en las que, como ya ha pasado en Cataluña, un porcentaje del voto de la derecha podría trasladarse a formaciones más populistas de caliz nacionalista.  

Estudios sociológicos avalan que en todas las sociedades postmodernas europeas demandan este tipo de discursos xenófobos y racistas que, como mucho, alcanzaría el 10% de los votos en un escenario de participación alta. ¿Por qué no explota el fenómeno en España? Jordi Rodríguez Virgili, profesor del Máster de Comunicación Política de la Universidad de Navarra, asegura que en España lo que hace falta es una figura política que aglutine ese voto. En las últimas elecciones catalanas, Plataforma Per Catalunya (PxC), con 75.000 votos, se quedó a puertas de entrar en el Parlament. Josep Anglada se convirtió así en el héroe que luchaba contra la “invasión silenciosa” de la inmigración.

Los politólogos aseguran que en los países europeos donde la extrema derecha tiene más presencia no hay bipartidismo, sino que se emiten votos de castigo. Allí los ciudadanos mandan un mensaje a los partidos tradicionales al votar a populistas y nacionalistas. Yves Surel e Yves Mèny afirman que los nuevos populismos de derechas han sabido utilizar el talón de Aquiles de la sociedad mediática: la crisis, y los nacional-populismos requieren una constante presencia mediática porque son “agencias de movilización simbólica”.

El fenómeno de PxC se explica comparando con la avance de la derecha xenófoba en algunas plazas europeas, como Austria, Holanda, donde el partido anti-Islam de Geert Wilders es la segunda fuera del país o Dinamarca, donde el ultranacionalista Partido Popular Danés logró un gran apoyo de los electores. En Francia, las elecciones cantorales de marzo han dado un gran apoyo a Marine Le Pen y su Frente Nacional.

Desafección de los partidos tradicionales

Se ha llegado a hablar, incluso, de la italianización de la política y del auge del factor ‘Le Pen’ en Cataluña. Se apunta a la desafección de los partidos tradicionales como el motor de la conexión ideológica entre parte de la ciudadanía y los mensajes de Josep Anglada. Virgili asegura que este porcentaje de población vota al PP por ejercer un voto útil, “no porque se sientan parte del partido”.

Según el historiador Xavier Casals, especialista en movimientos políticos de esta índole, las candidaturas “unipersonales y populistas” se consolidarán en las próximas elecciones municipales de 2011. “Al margen de que consigan entrar en el Parlamento, ya están influyendo, pese a que muchos no tienen ni partido”, aseguró en su libro El oasis catalán. Casals subraya en su análisis que las tendencias actuales en el “mercado político” de Cataluña consisten en resaltar “la identidad y la protesta”, un enfoque similar al que utilizó la Liga Norte italiana para triunfar en los noventa.

La oleada de votos que la ultraderecha ha recogido en Europa obliga a meditar sobre lo que sucederá en España el 22-M. Países como Finlandia, Austria o Francia no cuentan con un pasado reciente como el español, en el que el franquismo todavía pesa demasiado en la conciencia de un país que vivió la mitad del siglo XX sumergido en una dictadura.

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