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Alicia, Marta y Laura, mujeres ‘desesperadas’ en la España de los cuatro millones de parados
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Alicia, Marta y Laura, mujeres ‘desesperadas’ en la España de los cuatro millones de parados

Cuando John Stuart Mill (1806-1873) -economista y teórico político representante del liberalismo y de la teoría económica clásica- conoció la situación de las clases trabajadoras en

Foto: Alicia, Marta y Laura, mujeres ‘desesperadas’ en la España de los cuatro millones de parados
Alicia, Marta y Laura, mujeres ‘desesperadas’ en la España de los cuatro millones de parados

Cuando John Stuart Mill (1806-1873) -economista y teórico político representante del liberalismo y de la teoría económica clásica- conoció la situación de las clases trabajadoras en la Inglaterra de su época sufrió un cambio profundo. Pasó del individualismo económico que le había inculcado su padre a una sincera preocupación por el mundo obrero. Hoy, en cualquier ciudad de España, detrás de un café, a la salida del colegio, en el parque… también se escuchan historias singulares. Son los cuatro millones de personas que están en paro. Son las historias de tres mujeres: Alicia, Marta y Laura.

Cuando Marta -economista- oyó en el telediario la noticia de la reforma laboral tuvo miedo. Miedo a perder su trabajo y ver cómo su despido se abarataba en cuestión de meses. Con cuarenta y algunos años, trabajaba desde hacía quince en el departamento de calidad de un importante grupo internacional ligado a la construcción. La filial española había hecho un ERE hacía un año del que había escapado por los pelos, según se comentaba en los pasillos. Desde el ERE, la empresa había seguido despidiendo a cuentagotas a algunos de sus compañeros y los rumores de que acabaría cerrando se escuchaban casi a diario.

Cansada del exceso de trabajo y las horas extras -con la restricción de gastos, su departamento recibía mucho menos presupuesto-,  y aprovechando que a  su marido lo habían ascendido, se planteó provocar un despido y obtener la indemnización por 45 días trabajados, antes de que la nueva ley, que justifica el despido con 20 días de indemnización, entrara en vigor.

Cuando dirigió su propuesta al responsable de recursos humanos, vio cómo este ya tenía calculado su finiquito. Ese fue oficialmente su último día en la empresa. Ahora, sus compañeras Elena y Lorena, del departamento de marketing, están pensando en seguir su ejemplo: "Si la cosa va mal y nos van a despedir de todas formas tarde o temprano, mejor que nos despidan y nos paguen 45 días de indemnización por año hoy, que 20 mañana".

Al curso del INEM con el bebé

Alicia estudió un módulo de FP de administración y trabajaba como secretaria de dirección. Tuvo un hijo. En un principio no le pusieron problemas, pero el niño era de salud delicada y Alicia faltaba al trabajo, por lo menos, una vez cada dos semanas. Un día, su jefe la llevó a su despacho y le dijo que, a pesar de que la apreciaba mucho, se veía obligado a despedirla. Había bajado su rendimiento.

Su hijo estaba en una guardería privada con una beca de 160 euros de la Comunidad de Madrid. Pero cuando volvió a solicitarla para el curso siguiente, al estar en paro, le fue denegada (el hecho de encontrarse en desempleo no suma puntos a la hora de solicitar una beca, lo contrario que trabajar. Con lo cual, y por regla general, sólo quienes trabajan obtienen la beca). Así que sacó a su hijo de la guardería.

Al cabo de un tiempo, recibió su primera carta del INEM requiriendo su presencia para un curso (un curso que, por cierto, no había solicitado). Al no tener familia en la ciudad donde vivía, se vio obligada a presentarse el día señalado por el INEM con su bebé. Para su sorpresa, no fue la única.

El problema que se le plantea ahora a Alicia es qué hacer con su hijo durante las 85 horas que dura el curso. Con la nueva ley los parados podrán ser sancionados si rechazan cursos de formación en un plazo superior a 30 días (frente al actual límite de 100 días).

Un stage a los 35 años

A Laura, la futura ley le preocupa pero no tanto como su situación actual. Ella es periodista. Estuvo trabajando más de 10 años -empezó de prácticas- en un gabinete de prensa. Muchas de las empresas, a las que el gabinete les llevaba la comunicación, estaban ligadas al sector de la construcción. Así que con la crisis, empezaron a recortar gastos en todo lo referente al marketing, lo que provocó que el gabinete empezara a perder clientes. Finalmente, el propietario tuvo que cerrar.

Un día, ya en el paro, Laura lee que el Gobierno dará becas a desempleados para cursar Masters. Ella ya tiene uno que, como todo buen universitario, hizo cuando acabó la carrera, pero piensa que... "¿por qué no?" Así que decide matricularse. Pero, finalizado el máster, para que le den el título se encuentra con que tiene que hacer o bien un curso en el extranjero (que, por supuesto, correría a su costa), o bien unas prácticas en una organización. Muy a su pesar, elige la segunda opción y hoy, con 35 años, una licenciatura, dos Masters y casi 12 años de vida laboral, hace un stage -sin cobrar- en uno de los dos sindicatos mayoritarios en España.

En el siglo XIX, y en pleno movimiento obrero, los relatos de los trabajadores ingleses hicieron que Stuart Mill introdujera la cuestión social en sus obras. Hoy, a las historias de los obreros del siglo XXI hay que añadir aquellas de licenciados, jóvenes y no tan jóvenes, gente preparada y con experiencia que, en lugar de poder ofrecer su formación, esperan, buscan y se desesperan desde la cola del INEM para volver a la vida activa. ¿Se está gestando en España una fuga de cerebros?

Cuando John Stuart Mill (1806-1873) -economista y teórico político representante del liberalismo y de la teoría económica clásica- conoció la situación de las clases trabajadoras en la Inglaterra de su época sufrió un cambio profundo. Pasó del individualismo económico que le había inculcado su padre a una sincera preocupación por el mundo obrero. Hoy, en cualquier ciudad de España, detrás de un café, a la salida del colegio, en el parque… también se escuchan historias singulares. Son los cuatro millones de personas que están en paro. Son las historias de tres mujeres: Alicia, Marta y Laura.

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