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Los encierros dejan 40 muertos en diez años
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CATALUÑA PROHÍBE LAS CORRIDAS PERO BLINDA A LOS 'CORREBOUS'

Los encierros dejan 40 muertos en diez años

Todo debate tiene sus luces y sus sombras, sus votos a favor y en contra y sus contradicciones internas. Sin embargo, entre todos ellos, destaca uno que presenta

Foto: Los encierros dejan 40 muertos en diez años
Los encierros dejan 40 muertos en diez años

Todo debate tiene sus luces y sus sombras, sus votos a favor y en contra y sus contradicciones internas. Sin embargo, entre todos ellos, destaca uno que presenta una paradoja difícil de entender. La prohibición de las corridas de toros a partir de 2012 en Cataluña aprobada recientemente por el Parlament se ha visto acompañada de la tramitación de una ley para proteger los correbous -populares encierros con vaquillas con gran tradición en el sur de Cataluña-. ¿Porqué los encierros gozan de un trato de favor en detrimento de las corridas de toros?

Si estudiamos el motivo principal que se ha esgrimido para lograr la prohibición, el maltrato animal, los encierros también conllevan su dosis de sufrimiento para los toros. Y, más aún, los espectáculos con vaquillas en los que se las golpea, azuza y confina para divertimento de todo el pueblo. Ambas prácticas tienen una raíz similar, aunque quizá no el mismo fin: la exaltación en la plaza de toros culmina con la muerte del toro a manos del torero, mientras que los encierros no buscan tal propósito. Quizá por eso los grupos antitaurinos, ecologistas y defensores de los animales han aflojado su presión política con respecto a estos espectáculos, y más después de haberse apuntado un tanto por la abolición de las corridas.

Casi 40 muertos en diez años

Si bien la muerte no está presente en este tipo de espectáculos, cada año surgen escenas en las que se erige como fatal protagonista. Los festejos taurinos más típicos como los encierros de San Sebastián de los Reyes o Cuéllar, los correbous, los toros embolados, los concursos de recortadores y rejoneadores se saldan a menudo con fallecidos debido a cornadas, imprudencias o incluso falta de seguridad en el recorrido.

Esta semana, que acaba con tres muertos en festejos taurinos, ha inflado las estadísticas, que ya escupen la cifra de cinco fallecidos en toda España en lo que llevamos de 2010. Si la cuenta se hace desde 2000, el número aumenta a 39, entre ellos dos mujeres. No solo los que participan directamente en el ejercicio, sino también espectadores, sufren las consecuencias de festejar el patrón de la localidad con animales de por medio.

De estos datos surge otra pregunta que ahonda aún mas en la contradicción: si los encierros dejan tras de sí más muertos que las corridas de toros, ¿no es este un argumento de peso para que se prohíban? Parece evidente que evitar una muerte humana es éticamente más importamte que detenere la de un animal, así que no debería haber dudas respecto a la cuestión. Sin embargo, hay más factores que entran en juego y le dan al debate un tono más político que moral.

La sombra del nacionalismo

En Cataluña se intenta no hablar del telón de fondo que cubre la decisión del Parlament. Las corridas de toros se identifican como un signo de identidad españolista, por lo que a la decisión de no celebrar tal práctica en territorio catalán se le descubre cierto tinte nacionalista. El deseo de desvincularse de una tradición española choca con el interés mostrado por blindar una tradición catalana, la de los correbous. Estos encierros son muy populares y gozan de un gran arraigo en el sur de Cataluña. ¿Es coincidencia que esa zona sea también el tradicional granero de votos nacionalistas?

Se prevé que la ley de blindaje de los correbous sea aprobada en la última sesión plenaria en Cataluña antes de las elecciones convocadas para le 28 de noviembre. Fue Convergencia i Unió quien dio el primer paso, pero contó con el beneplácito de los partidos nacionalistas socialistas, republicanos y populares, los mismos que votarán a favor en dicho pleno. Solo ICV no votará por preservar los encierros en la comunidad.

El foco de la polémica se sitúa en Cataluña, pero el reguero del debate se extiende por toda la piel de toro. Las iniciativas para que desaparezcan las corridas llegan hasta Madrid o Andalucía, por medio de diversos grupos y activistas.

También en uno de los templos del toro, Pamplona, ha surgido una plataforma abolicionista de las corridas de toros (Hemenerebai), que recoge firmas para llevar su propuesta al Parlamento Foral. No obstante, y como sucede en Cataluña, dicha iniciativa legislativa popular recoge en su texto fundacional que su objetivo son las corridas y que no olvidan "otros actos taurinos en el que sea el animal el sujeto de burla y sufrimiento". Pero, paradójicamente, no aclaran su opinión sobre los encierros tradicionales que han hecho mundialmente conocida a la capital navarra. Ni los sanfermines, ni los correbous ni seguramente ningún pueblo quiere quedarse sin el alma de la fiesta.

Todo debate tiene sus luces y sus sombras, sus votos a favor y en contra y sus contradicciones internas. Sin embargo, entre todos ellos, destaca uno que presenta una paradoja difícil de entender. La prohibición de las corridas de toros a partir de 2012 en Cataluña aprobada recientemente por el Parlament se ha visto acompañada de la tramitación de una ley para proteger los correbous -populares encierros con vaquillas con gran tradición en el sur de Cataluña-. ¿Porqué los encierros gozan de un trato de favor en detrimento de las corridas de toros?