Nueva York busca a Hamelin: el Upper East Side se llena de ratas

En Nueva York necesitan por lo menos una legión de flautistas de Hamelin. Y es que una parte de los ciudadanos de esta concurrida ciudad ha denunciado que viven invadidos por las ratas, que se esconden en cualquier hueco o rincón en busca de alimentos. Apartamentos, coches, comercios… nada está libre de esta plaga a la que todavía no han encontrado una solución.

Según Wall Street Journal, la zona más afectada es el Upper East Side, un barrio del distrito Manhattan, entre Central Park y el East River, donde están los mejores museos y viven los neoyorquinos más adinerados. Sus vecinos aseguran que la zona se encuentra ante la infección más peligrosa en décadas. El peor momento del día es la noche. “Parece como si las calles se movieran”, asegura Walter Johnson, que reside en la zona desde hace más de tres décadas. “Es salvaje. No te puedes imaginar cómo está este lugar de infectado”, dice.

Esta plaga ha terminado también con el coche de LeRoy Washington. Este vecino de 63 años dejó su Toyota aparcado en la calle 93. Una semana después, cuando intentó arrancarlo y llevar a su mujer al dentista, comprobó cómo siete u ocho ratas salían disparadas de su capó. “Tuve que cambiar el motor, cambié el aceite… cambié todo”, asegura. Desde su experiencia (lleva desde los años 70 en la zona) confiesa que siempre ha habido ratas en el barrio, pero “nunca como esto”.

¿Y de dónde vienen estas ratas? Al parecer proceden de las obras del metro, que comenzaron hace casi tres años. O por lo menos eso aseguran los dueños de una verdulería cercana. Dicen que estos roedores se comen incluso los plásticos que cubren su género en busca de alimento.

Sin embargo, las autoridades de transporte de Nueva York consideran que el problema reside en un edificio abandonado en la Second Avenue. Un gran número de ratas se han instalado en este lugar, que debe ser limpiado y fumigado como primer paso. Las empresas que están llevando a cabo las obras del nuevo metro se lavan las manos y aseguran que han tomado las medidas necesarias para evitar la presencia de roedores en la zona.

Un experto en plagas de este tipo consultado por el WSJ asegura que “muchos de ellas serán matadas durante las obras. Pero otras escaparán y buscarán un nuevo y mejor sitio donde vivir”. Esta polémica construcción, que conectarán varias estaciones de metro, no estará finalizada hasta 2016, aunque podrían prolongarse hasta 2018. “Viviremos en el infierno hasta entonces”, concluye otra vecina.