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La Administración se pone el ‘velo’ en los ojos y pasa la ‘pelota’ a los centros públicos
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La Administración se pone el ‘velo’ en los ojos y pasa la ‘pelota’ a los centros públicos

En febrero de 2002, cinco meses después de su llegada a España, la familia Elidrisi trató de escolarizar a su hija Fátima, de 13 años, en

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La Administración se pone el ‘velo’ en los ojos y pasa la ‘pelota’ a los centros públicos

En febrero de 2002, cinco meses después de su llegada a España, la familia Elidrisi trató de escolarizar a su hija Fátima, de 13 años, en un centro concertado, el Inmaculada Concepción. No lo logró. Las religiosas no estaban dispuestas a que la menor acudiera a clase con hiyab. Fátima terminó recibiendo clases en un instituto público de San Lorenzo de El Escorial, que la aceptó no sin reticencias, y protagonizando la primera gran polémica a cuenta del velo que sacudió a España. A ella la siguió Shaima, de 8 años y vetada en 2007 por un centro de de Gerona por la misma razón. La Genaralitat obligó a la escuela a readmitirla. Ahora le ha tocado el turno a Najwa Malha, en Pozuelo de Alarcón.

Aunque su caso no será el último, ha servido para que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero saque del cajón y desempolve la prometida Ley de Libertad Religiosa, que tenía visos de pasar a dormir el sueño de los justos. El Ejecutivo ha avanzado esta semana que la propuesta, con la que tratará de desterrar cualquier vestigio religioso de los centros públicos, estará lista para antes de las vacaciones de verano.

Sin embargo, el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, ha asegurado que el proyecto que capitanea la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, no entrará a regular en detalle aspectos como el uso del pañuelo islámico por considerar que, al tratarse de una ley orgánica, por mandato constitucional sólo regulará el contenido esencial de los derechos. En conclusión: Los centros públicos seguirán comiéndose el ‘marrón’ del velo.

La cuestión del velo no conoce de ideologías. Según un informe de Juan Ferreiro Galguera, subdirector general de Coordinación y Promoción de la Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia al que ha tenido acceso este diario, “no hay ninguna ley que prohíba a las alumnas portar el hiyab en clase. El criterio que las autoridades educativas han mantenido hasta ahora […] es que el derecho a ser escolarizado en condiciones dignas prima sobre cualquier otro tipo de consideraciones como el derecho del centro público a imponer una normativa respecto a la vestimenta”.

Y esta es la postura que ha defendido esta semana el Ministro de Educación, Ángel Gabilondo; sensiblemente distante de la mostrada por el secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM), Tomás Gómez, que apuesta por que la prohibición de los velos en los centros escolares sea regulada por las Comunidades Autónomas. A su vez, la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, se ha acogido a la Ley Orgánica de Educación (LOE) y al Decreto de Convivencia elaborado por la Comunidad de Madrid para no inmiscuirse en la normativa del centro de Pozuelo, aunque defiende la prohibición de acudir a clase con el cabello cubierto. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, no se ha pronunciado al respecto.

¿Es el velo un símbolo religioso?

M. Laure Rodríguez, presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España, ha expresado a El Confidencial su temor a que, “en vista de la corriente de islamofobia que impera en España”, los centros escolares comiencen a recoger en sus reglamentos internos prohibiciones como las del instituto madrileño, al que hasta esta semana acudía Najwa.

Laure no entendería que desde el Gobierno se legislara en esta materia porque “el velo, en contra de lo que piensa mucha gente, no es un símbolo religioso. Es una cuestión tan personal como la ropa íntima, y en la que nadie puede entrar”.

En los centros, la visión es otra. El director de un instituto de Leganés, en Madrid, que prefiere guardar el anonimato, advierte que el caso de Najwa, “y los que vendrán”, son consecuencia de la ausencia de un debate a nivel político serio que derive en medidas concretas. Dado que en la actualidad es el Consejo Escolar (padres, alumnos y profesores) quien determina el régimen interno de cada centro, “¿qué va a pasar en caso de que un colegio público prohíba la presencia de belenes y de cualquier tipo de imaginería durante las festividades navideñas?”, se pregunta.

“La falta de una regulación superior nos está obligando a los centros a matar moscas a cañonazos”, concluye. En su opinión, no se puede, como ha hecho el centro de Pozuelo, equiparar el velo islámico con una gorra deportiva. El primero, voluntario o involuntario, es un inequívoco signo de sumisión; el segundo, no.

Riay Tatari, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas, también se hace una pregunta: “Me gustaría saber qué va a hacer el centro de Najwa, el IES Camilo José Cela, con el joven que está bajo tratamiento de quimioterapia. ¿Le va a impedir que se cubra la cabeza para asistir a clase?”, le planteaba a este periodista esta semana.

Al centro del director de Leganés acuden varias menores con velo. “Hasta ahora no hemos tenido ningún problema, pero estamos alerta por si las chicas muestran algún tipo absentismo o discriminación”, afirma. La asistencia, precisamente, es la clave para otra de las personas que trabaja sobre el terreno. Julio Hernanz es orientador de varios institutos de la zona norte de Madrid, y su experiencia le ha hecho cambiar de opinión sobre la cuestión del velo.

El anuncio de Sarkozy

“Yo compruebo a diario cómo las chicas musulmanas, al igual que muchas jóvenes procedentes de familias gitanas, desaparecen de las aulas en el bachillerato, en cuanto entran en la pubertad. He conocido a muchos imanes y, por lo general, son personas muy incultas, que no valoran la formación y educación reglada de las mujeres, a las que se casa muy jóvenes”, apunta Hernanz. “Así las cosas, y estando personalmente en contra del hiyab, me da igual cómo vengan a clase. Lo importante es que, dado que abandonarán los estudios prematuramente, no desaprovechen un solo día”, concluye.

La noticia de Najwa ha coincidido en el tiempo por el anuncio del gobierno francés de Nicolas Sarkozy de prohibir el uso del niqab o burka en cualquier espacio público, incluida la calle. Según datos del ministerio del Interior, en el país galo -que alberga la mayor comunidad musulmana de Europa con unos seis millones de personas- esta medida legislativa sólo afectará a las 2.000 musulmanas que se estima usan esta prenda. Italia está pendiente de tomar una decisión en este mismo sentido. Hace meses, la Liga Norte, partido presente en el Gobierno de Berlusconi, presentó un proyecto de ley para prohibir de modo expreso el uso del burka en todo el país.

Reino Unido y Estados Unidos, al igual que España, delegan en los centros la potestad de establecer sus normas internas. La legislación francesa, en cambio, la más taxativa del continente, prohíbe su uso (como el de otros símbolos religiosos) en todas las escuelas públicas.

En febrero de 2002, cinco meses después de su llegada a España, la familia Elidrisi trató de escolarizar a su hija Fátima, de 13 años, en un centro concertado, el Inmaculada Concepción. No lo logró. Las religiosas no estaban dispuestas a que la menor acudiera a clase con hiyab. Fátima terminó recibiendo clases en un instituto público de San Lorenzo de El Escorial, que la aceptó no sin reticencias, y protagonizando la primera gran polémica a cuenta del velo que sacudió a España. A ella la siguió Shaima, de 8 años y vetada en 2007 por un centro de de Gerona por la misma razón. La Genaralitat obligó a la escuela a readmitirla. Ahora le ha tocado el turno a Najwa Malha, en Pozuelo de Alarcón.