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Un futuro insostenible
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Un futuro insostenible

Desde que se empezara a celebrar el 'Día de la Tierra' en el año 1970, el planeta ha aumentado su ritmo de degradación a una velocidad

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Un futuro insostenible

Desde que se empezara a celebrar el 'Día de la Tierra' en el año 1970, el planeta ha aumentado su ritmo de degradación a una velocidad vertiginosa. Una de las prioridades de los grupos ecologistas es la lucha contra el cambio climático, cuyas consecuencias ya están empezando a hacerse visibles. Pero los impactos del calentamiento global no solo de carácter ecológicos. Las consecuencias también son sociales, económicas y humanitarias. Actualmente, los desastres naturales directamente relacionados con el clima afectan a unos 250 millones de personas cada año, pero sin una adecuada gestión internacional, estos cambios medioambientales causarán 375 millones de víctimas en 2015.

Intermón Oxfam advierte en su último informe, "El derecho a sobrevivir. El reto humanitario del siglo XXI", de la escasa capacidad del sistema humanitario internacional para hacer frente a los desastres naturales derivados del cambio climático. De aquí a seis años, los damnificados por estas crisis podrían llegar a duplicarse hasta alcanzar los 375 millones de personas afectadas, la mayor parte, poblaciones empobrecidas con una limitada capacidad de respuesta ante imprevistos naturales de gran magnitud.

"A medida que el cambio climático y la mala gestión del medio ambiente provocan una proliferación de sequías, desprendimientos de tierras, inundaciones y demás desastres naturales, más personas se vuelven vulnerables a estas catástrofes debido a su pobreza y su ubicación”, aseguró la directora general de Intermón Oxfam, Ariane Arpa, durante la presentación del informe. Muchos de estos siniestros medioambientales, así como los conflictos bélicos, destruyen los medios de vida de muchas comunidades obligando a sus integrantes a convertirse irremediablemente en eternos desplazados. El informe pone de relieve pésimas estimaciones al respecto: en el año 2050 hasta mil millones de personas se verán afectadas por situaciones de este tipo.

Pero el problema no proviene únicamente de los caprichos de la naturaleza, sino de la falta de medios de los países más desfavorecidos. La comunidad internacional no está preparada para afrontar catástrofes de grandes dimensiones debido a la falta de financiación e inversión. Si efectivamente el número de víctimas a causa de desastres naturales incrementa el 54% previsto, el sistema humanitario se vería completamente desbordado si no se invierten las cantidades necesarias para impedirlo. "El coste de ofrecer una asistencia humanitaria digna a todas estas víctimas" supondría sólo "una pequeña fracción de lo que los países ricos han gastado en la crisis financiera global desde 2008". Según Arpa, negar dicha asistencia sería "una grave violación del deber de los Estados de salvaguardar ese derecho humano tan básico que es el derecho a la vida”.

La organización insta a los gobiernos miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) a que destinen los fondos y esfuerzos necesarios para facilitar la transición de los países tercermundistas a una nueva época adaptada y preparada ante los efectos del cambio climático. Según critica la directora de Oxfam, gran parte de la ayuda humanitaria es "inadecuada y se encuentra mal orientada al ser muy escasa, muy tardía, de calidad mediocre y sin centrarse en las necesidades concretas de los distintos grupos de afectados”.  Solo hace falta revisar los datos de Naciones Unidas para constatarlo. Según sus cifras, los conflictos armados impidieron en 2007 que la ayuda llegara a 18 millones de personas.

Países blindados, países hundidos

Los países en vías de desarrollo precisan urgentemente la instalación de infraestucturas mínimas para poder llegar a autogestionar de forma unilateral las crisis por las que se vean afectados de manera que no dependan exclusivamente de la protección y los donativos de los países industrializados. Son precisamente esos Estados los que aseguran unas condiciones de vida prácticamente inalterables ante los desastres ecológicos mientras son responsables de la mala gestión medioambiental y contribuyen en mayor medida al cambio climático con la contaminación y las emisiones de CO2. De ahí que los países 'blindados' a las consecuencias climáticas hagan caso omiso a las advertencias de los expertos mientras la pobreza de los más desfavorecidos se agudiza. Según las estadísticas, los desastres naturales dejan cada día 23 muertos en los países ricos frente a los más de 1.050 en los países tercermundistas.

Junto al compromiso de los gobiernos para combatir los efectos del calentamiento global, serían necesarios unos 50.000 millones de dólares para garantizar el desarrollo mínimo de las zonas más desprotegidas. Pero la realidad está muy lejos de eso. En 2004, por ejemplo, se gastó un promedio de 1.241 dólares por cada víctima del tsunami asiático, mientras que apenas se desembolsaron 23 dólares por persona en la crisis humanitaria en Chad.

Las consecuencias son aterradoras: crecimiento de la población mundial, aumento de la demanda de productos alimenticios y energéticos por parte de las economías emergentes, y el incremento de la presión migratoria y del paro como consecuencia de la crisis mundial.  Un futuro así es "insostenible".

Desde que se empezara a celebrar el 'Día de la Tierra' en el año 1970, el planeta ha aumentado su ritmo de degradación a una velocidad vertiginosa. Una de las prioridades de los grupos ecologistas es la lucha contra el cambio climático, cuyas consecuencias ya están empezando a hacerse visibles. Pero los impactos del calentamiento global no solo de carácter ecológicos. Las consecuencias también son sociales, económicas y humanitarias. Actualmente, los desastres naturales directamente relacionados con el clima afectan a unos 250 millones de personas cada año, pero sin una adecuada gestión internacional, estos cambios medioambientales causarán 375 millones de víctimas en 2015.