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Ucrania o el error imperdonable de la Unión Europea

Lo que debería haber sido otra oportunidad para que la UE se volviera más madura y soberana podría convertirse en lo contrario: un golpe final a la idea de que la Unión puede convertirse en un actor global independiente

Foto: Un soldado ucraniano en una trinchera en el Donbás (Reuters/Oleksandr Klymenko)
Un soldado ucraniano en una trinchera en el Donbás (Reuters/Oleksandr Klymenko)

Enfrentada al choque entre Ucrania y Rusia, la Unión Europea está fallando.

La escalada militar rusa en la frontera de Ucrania y el chantaje político del Kremlin a la OTAN constituyen la crisis de seguridad más peligrosa en Europa en lo que va de siglo. La arquitectura de seguridad europea está hecha jirones. Los arreglos institucionales que han sido vitales para el continente en la era posterior a la Guerra Fría, como el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, otros acuerdos de control de armas y el Acta Fundacional OTAN-Rusia, existen ahora solo sobre el papel. Y la amenaza de un ataque ruso total contra un país asociado con la UE nunca ha sido más real.

Foto: Foto de archivo de un tanque ruso en la región de Rostov, Rusia. (Reuters/Sergey Pivovarov)

Este es, por lo tanto, un momento decisivo para Europa, incluso si los países europeos no son los actores clave en los intentos de reducir las tensiones entre Ucrania y Rusia. Debido a sus propios fracasos, debilidades y divisiones, la UE y sus estados miembros no son vistos por Rusia de igual a igual (y, en consecuencia, socios deseados) en las discusiones de temas que son cruciales para sus intereses. En cuanto al control de armas, arreglos militares y otros asuntos de seguridad, la UE no tiene casi nada que aportar. Así que Rusia simplemente puede ignorarla.

Entonces, ¿qué puede hacer la UE para defender sus intereses lo mejor que pueda? Una estrecha cooperación con Estados Unidos es parte de la respuesta, al igual que un esfuerzo por unificar a los estados miembros contra la amenaza. Pero solo eso no será suficiente. Lo que es más importante, la UE debe hacer uso de su principal fortaleza, la influencia económica, y prepararse para hacerlo estratégicamente. No hay otra forma de que la Unión convenza a las grandes potencias que luchan por el futuro de Europa de que es una fuerza a tener en cuenta.

Foto: Un soldado ucraniano descansa en una trinchera cerca de la ciudad de Horlivka, controlada por los rebeldes pro Rusia. (EFE/Anatolii Stepanov)
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Es imperdonable que la UE no haya podido preparar un robusto paquete de sanciones que imponer a Rusia si el país vuelve a invadir Ucrania. El Gobierno de EEUU presionó a la UE para acelerar la elaboración de dichas sanciones en diciembre y enero, con poco o ningún resultado. Dado que la ráfaga de conversaciones internacionales de la semana pasada no produjo ningún avance, Rusia aparentemente se está preparando para una nueva agresión contra Ucrania. Pero la UE todavía está calibrando su respuesta potencial. Si bien el bloque discutirá el tema en la reunión del Consejo europeo de Exteriores el 24 de enero, es poco probable que resulte en una decisión final sobre cómo abordar la amenaza.

Mientras tanto, EEUU y la UE han descartado la posibilidad de aislar a Rusia del sistema de mensajería financiera SWIFT, según reporta el medio alemán Handelsblatt. Además, existen divisiones abiertas dentro de la coalición gobernante de Alemania sobre si y cómo aprovechar el oleoducto Nord Stream 2 para disuadir al Kremlin, lo que demuestra que hay pocas posibilidades de que suceda alguna vez. Es cierto que el pasado 18 de enero el canciller alemán, Olaf Scholz, enfatizó durante una conferencia de prensa con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que “todo esto [Nord Stream 2 y SWIFT] tendrá que discutirse si hay una intervención militar contra Ucrania”. Pero la llamativa ausencia de Scholz del debate en las semanas anteriores y los feroces desacuerdos sobre Rusia dentro de su partido socialdemócrata plantean dudas sobre la firmeza y consistencia del enfoque de Berlín.

Foto: Putin en una reciente reunión del Ministerio de Defensa. (Reuters/Pool/Sputnik)
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Muchos diplomáticos y responsables políticos europeos creen que es imposible o irrazonable planificar sanciones basadas en contingencias. Argumentan que, para orientar adecuadamente las sanciones, solo se deben comenzar a diseñar una vez que esté claro cómo y en qué medida el adversario ha incumplido sus compromisos internacionales. Si la UE usara la amenaza de sanciones como elemento disuasorio, dice otro argumento, tales medidas perderían el elemento sorpresa. Estas no son más que malas excusas para la inacción. Por ahora, la UE solo está comunicando lo que no haría en respuesta a la agresión rusa. Por lo tanto, sus repetidas advertencias de que otra invasión de Ucrania tendría costes masivos para Rusia no son un elemento disuasorio creíble.

La UE no solo ha fallado en enfrentarse a Moscú con las medidas sustantivas que aplicaría en respuesta a un ataque ruso. También se ha negado a participar en los preparativos internos que le permitirían encontrar un consenso sobre el asunto. En junio de 2021, el Consejo Europeo encargó al Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS, por sus siglas en inglés) la creación de un paquete de posibles medidas restrictivas sobre Rusia. Seis meses después, no hay ningún documento del EEAS sobre el tema, y hay poca discusión sobre tales medidas entre los estados miembros. Según fuentes diplomáticas, solo Alemania y Polonia presentaron propuestas concretas en una reunión reciente con el EEAS, mientras que ningún otro país grande de la UE presentó ideas.

Foto: Vladímir Putin, a lomos de un caballo en una imagen de archivo. (Reuters/Ria Novosti)

Esta es una acusación devastadora a la diplomacia europea en un momento en que se enfrenta su prueba más seria. La incapacidad de la UE para preparar la herramienta de disuasión y presión más importante que tiene a su disposición contrasta fuertemente con sus quejas de que EEUU y Rusia están pasando por encima de los europeos en sus discusiones sobre la arquitectura de seguridad de Europa. Se habla de abrir un canal de comunicación directo entre el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, y el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Pero, ¿de qué hablarían? La propuesta parece más diseñada para calmar el alma angustiada de la UE que para resolver la crisis. Y la muestra de descontento europea por ser haber sido marginada en las discusiones entre Estados Unidos y Rusia solo le dio al Kremlin otra oportunidad de burlarse públicamente. Como señaló sarcásticamente Lavrov, esta “es una pregunta para el señor Borrell y los miembros de la UE, y en cuanto a la posibilidad de un diálogo separado con la UE que no involucre a EEUU y la OTAN, se debe preguntar a EEUU si está dispuesto a permitir [la UE] tome cualquier acción independiente”.

La crisis geopolítica en el este de Europa es el peor momento posible para que la UE pretenda ejercer una autonomía estratégica sin respaldarla con acciones significativas y un liderazgo fuerte. La nueva coalición alemana está dividida sobre Rusia, el presidente francés, Emmanuel Macron, duda en entrar en el debate, Polonia está desacreditada políticamente dentro de la UE y Borrell está sonámbulo. Existe un riesgo real de que la UE no aborde los sorprendentes déficits en su respuesta antes de que sea demasiado tarde, y solo Rusia fijará el plazo para hacerlo. Lo que debería haber sido otra oportunidad para que la UE se volviera más madura y soberana podría convertirse en lo contrario: un golpe final a la idea de que la Unión puede convertirse en un actor global independiente. Y, para todos los europeos, este es el peor momento posible para verse obligados a llegar a esta conclusión.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Piotr Buras y titulado 'The EU's unforgivable failure'

Enfrentada al choque entre Ucrania y Rusia, la Unión Europea está fallando.

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