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FRANCIA TAMBIÉN APOYA LOS ESFUERZOS

Berlín mima a Polonia y revive el triángulo de Weimar para recuperar a Varsovia para la UE

Los Gobiernos de Francia y Alemania han intensificado contactos con Polonia en los últimos días. El nuevo Gobierno alemán tiene a Varsovia como una prioridad

Foto: El canciller alemán junto al primer ministro polaco en Varsovia. (Reuters)
El canciller alemán junto al primer ministro polaco en Varsovia. (Reuters)

A nadie sorprende que el primer viaje de Olaf Scholz tras ser escogido canciller de Alemania fuera a París. La alianza franco-alemana es crucial para Berlín, y por eso Francia es uno de los dos únicos países que aparecen mencionados en el acuerdo de Gobierno entre los socialdemócratas (SPD), Los Verdes y los liberales (FDP). El otro país mencionado es Polonia.

Por eso, tras visitar París y Bruselas, Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores alemana, se dirigió a Varsovia. Lo mismo hizo este domingo Scholz. El mensaje que está enviando el nuevo Gobierno es claro: Polonia está en el corazón de sus alianzas europeas. Además, este lunes Emmanuel Macron, presidente francés, ha visitado Budapest donde se ha reunido con los líderes del grupo de Visegrado, entre los que se encuentra Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco, que ve al líder francés solamente horas después de reunirse con el nuevo canciller alemán.

Berlín tiene una clara intención de renovar el “triángulo de Weimar”, una cooperación entre los tres países que se remonta a 1991, pero que en los últimos años ha ido perdiendo intensidad. No hay cumbre de líderes de estos tres países en este formato desde febrero de 2011, precisamente para conmemorar el 20 aniversario del foro. Este año, cuando se han cumplido tres décadas de cooperación, no ha habido encuentro de jefes de Estado y de Gobierno: se han limitado a una reunión de ministros de Asuntos Exteriores.

placeholder El canciller alemán ofrece el puño al primer ministro polaco, que le intenta dar la mano. (Reuters)
El canciller alemán ofrece el puño al primer ministro polaco, que le intenta dar la mano. (Reuters)

Hay buenas razones para un enfriamiento de las relaciones. La llegada al poder del partido Ley y Justicia (PiS) en 2015, una formación ultraconservadora que sustituyó a Plataforma Cívica, un partido democristiano, inauguró una etapa en la que el Gobierno polaco ha atacado la independencia judicial con una reforma que provocó que en 2017 la Comisión Europea activara contra Polonia el artículo 7 de los Tratados, un procedimiento disciplinario que en última instancia puede provocar la suspensión del derecho a voto en el Consejo de un determinado país. Sin embargo, los Estados miembros han mostrado poco apetito por explorar a fondo esta vía, debido a que Hungría se encuentra también expedientada, y se requiere la unanimidad para llegar hasta el final del proceso, por lo que ambas se pueden cubrir las espaldas.

Polonia es una de las principales potencias de la Unión Europea y tiene, además, capacidad para liderar el bloque del este. Para Alemania y Francia tiene un valor fundamental. Todos los Estados miembros están de acuerdo en que una prioridad es recuperar a una Varsovia que se ajuste a las normas del club para poder así participar activamente. El ser la oveja negra del grupo, con su intento de desmontar el sistema judicial, utilizando a un constitucional trufado de fieles puestos ahí de forma ilegal según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) para poner en duda la primacía del derecho de la Unión, hace que Polonia no participe igual que el resto de países en muchos procesos y debates. Se encuentra siempre en segundo plano, intentando lidiar con las consecuencias de su pulso con Bruselas.

Foto: Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en el debate de este martes ante la Eurocámara. (EFE)

Dos esperanzas distintas

En el caso de Hungría hay esperanzas en que las elecciones generales de 2022, a las que la oposición acude unida, logren una victoria que saque a Viktor Orbán del poder y dé marcha atrás a la deriva autoritaria del país en la última década. Macron no esconde esa esperanza: a su llegada a Budapest acudió a dejar flores en la tumba de la filósofa húngara Agnes Heller, fallecida en 2019, de la que el presidente galo destacó, entre otras cosas, su oposición al primer ministro, y después acudió a reunirse con el bloque opositor a Orbán antes de reunirse con el propio líder húngaro.

Pero con Polonia, con un Gobierno que va a quedarse al menos hasta 2023 y con una base electoral firme, París y Berlín quieren reconducir al Ejecutivo hacia posturas que sean viables, que hagan posible una coexistencia pacífica dentro de la Unión. Fuentes diplomáticas señalan un cambio de actitud en Varsovia desde el inicio de la crisis fronteriza con Bielorrusia, cuyo régimen ha enviado a la frontera a miles de inmigrantes de Oriente Próximo, llevados a Minsk directamente desde la región, empujándolos para que entren ilegalmente en territorio polaco. Las fuentes señalan que desde entonces el Gobierno de Polonia es más proactivo, ha salido de un “ensimismamiento” en el que se encontraba hasta hace poco. Sin embargo, admiten, eso no se ha traducido en un progreso en el diálogo sobre estado de Derecho ni en otros campos, como demuestra el hecho de que no hayan solicitado la ayuda de Frontex.

placeholder Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia. (EFE)
Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia. (EFE)

La Comisión Europea espera que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) aclare si el mecanismo de estado de Derecho, que permite cortar fondos a los países que violen por ejemplo la independencia judicial, para poder activarlo contra Polonia y Hungría, dos países muy dependientes de esos mismos fondos. Sin embargo ese no es el fin. El objetivo es que antes de que la Comisión llegue a ese punto, Varsovia dé pasos hacia atrás y empiece a desmontar su reforma judicial. Ninguna capital desea que la sangre llegue al río.

“El pensamiento en Bruselas, expresado por Macron en su conferencia de prensa, y probablemente también en Berlín, es que el Artículo 7 no logrará nada, las infracciones no son suficientes y que la UE necesita devolver al gobierno polaco al terreno de lo que es aceptable”, explica Eric Maurice, responsable de la oficina de la Fundación Schuman en Bruselas. “Eso solo se puede hacer a través del diálogo, especialmente cuando el gobierno polaco esté aquí hasta 2023, si no hay ningún imprevisto. La UE no puede permitirse el lujo de no tener diálogo ni cooperación con su quinto miembro más importante”, añade el experto.

Alemania tiene un papel fundamental en ese intento de “reconducir” a Polonia hacia el cumplimiento de los principios básicos de la Unión Europea, hacia ese “terreno de lo aceptable”. Puede no ser óptimo, pero existe ya cierta urgencia en la mayoría de capitales, también en Bruselas, por empezar a cerrar algunos frentes, especialmente aquellos que inciden en la dañina división este-oeste. Pero el nuevo Gobierno alemán combina esta actitud con el Ejecutivo polaco con una actitud mucho más dura en materia de estado de Derecho. La coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales ha puesto ese asunto como uno de los puntos centrales de su política europea, y todo el mundo espera en Bruselas que Scholz tenga una mano mucho más firme que la de su antecesora, Angela Merkel, a la hora de tomar medidas en esta materia, por lo que el acercamiento del nuevo liderazgo de Berlín a Polonia tiene también algo de "última oferta" antes de que la Comisión Europea tome cartas en el asunto.

A nadie sorprende que el primer viaje de Olaf Scholz tras ser escogido canciller de Alemania fuera a París. La alianza franco-alemana es crucial para Berlín, y por eso Francia es uno de los dos únicos países que aparecen mencionados en el acuerdo de Gobierno entre los socialdemócratas (SPD), Los Verdes y los liberales (FDP). El otro país mencionado es Polonia.

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