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Capital europea busca... alcalde: por qué gobernar Roma es un marrón político
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"Una ciudad ingobernable"

Capital europea busca... alcalde: por qué gobernar Roma es un marrón político

En la mayoría de capitales del mundo, el cargo de alcalde es un trampolín para la política nacional. En Roma pasa al contrario, la alcaldía desde hace años es una tumba política

Foto: El Coliseo, en Roma. (EFE)
El Coliseo, en Roma. (EFE)

Roma se ha convertido en un sacrificio, más que en una oportunidad, para los políticos que deben gobernarla. La Ciudad Eterna ha caído en tal grado de deterioro que ya ni siquiera encuentra con facilidad candidatos que se postulen a su alcaldía. Los dos grandes bloques, derecha e izquierda, han acabado haciendo un 'casting' para encontrar alguien que se postule a asumir la candidatura del cargo político más desprestigiado del país. No les ha sido fácil. Nadie sabe cómo esta ciudad ha llegado hasta aquí y nadie parece saber cómo sacarla de ahí.

En la mayoría de capitales del mundo, el cargo de alcalde es un trampolín para la política nacional. El inglés Boris Johnson o el francés Jacques Chirac, por ejemplo, fueron alcaldes de Londres y París antes de convertirse en mandatarios de sus países. Hay decenas de ejemplos similares. En Roma, pasa al contrario, la alcaldía desde hace años es una tumba política.

Foto: Dos postales de Roma

Todo de lo que presume Roma tiene una peculiaridad: se ha realizado hace cientos o miles de años. Es curioso, pasa desde los tiempos de Mussolini, pero, cuando los políticos hablan de sus planes para esta bellísima urbe, especialmente los conservadores, hablan de su pasado, de la Roma imperial, como si su futuro fuera regresar atrás 2.000 años.

Es complicado explicar Roma a los que no viven en Roma. La Roma del centro histórico, del Coliseo, los mármoles de Bernini y los cuadros de Caravaggio, es esa Roma fascinante que encandila a los turistas. ¿Cómo no hacerlo? Pero rodeando ese inmenso espacio de arte e historia existe una ciudad en la que viven millones de personas donde cientos de bolsas de basura no se recogen durante semanas, las calles están llenas de plásticos, el asfalto está agujereado por todas partes, no se corta una vegetación que se come las aceras, no hay iluminación nocturna, los jabalíes y gaviotas toman los barrios, el transporte público es una lotería, los servicios municipales son oficinas ineficientes y anticuadas, las laderas del río un basurero donde se pueden encontrar hasta electrodomésticos… Esa Roma elige este otoño alcalde y ha costado encontrar a alguien que asuma el marrón de gestionarla.

Una ciudad ingobernable

“Es verdad que, tras la segunda legislatura de Walter Veltroni (2008), Roma no es ya un trampolín porque conlleva un declive. Es una ciudad ingobernable, con un déficit enorme y unos servicios públicos malos. Gobernar Roma es un problema”, explica a El Confidencial Simone Canettieri, periodista de 'Il Foglio'.

Foto: Roma desde el Tíber (Foto: Javier Brandoli)
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Un ejemplo de ese desprestigio ha sido el 'casting' que el Partido Democrático (izquierda) y la coalición conservadora, en la que se incluyen Lega, Fratelli d’Italia y Forza Italia, han hecho para encontrar un candidato. La izquierda finalmente ha optado, tras ganar las primarias, por un nombre de perfil medio, el 'gris' exministro de Finanzas Roberto Gualtieri, y la derecha, por un empresario y polémico locutor radiofónico, Enrico Michetti. En ambos casos, han cosechado varios noes antes de encontrar alguien dispuesto a 'sacrificarse'.

El caso del PD es significativo. “Las encuestas nuestras dicen que Nicola Zingaretti [actual gobernador de la región de Lazio y ex secretario general del PD] hubiera podido vencer en las elecciones a la alcaldía en el primer turno, sin necesidad de segunda vuelta. Pero él no quiso, creo que se sentía decepcionado y cansado tras dejar la secretaría general, y no le apeteció el reto. Además, el Movimiento 5 Estrellas amenazó con hacer caer el Gobierno regional si se postulaba, porque es un enemigo muy fuerte para la actual alcaldesa, Virginia Raggi”, explica a este periódico una fuente política muy cercana a Zingaretti.

En la derecha, el 'casting' ha sido casi con audiciones. "Uno de los que sonaban es el empresario Paolo Gentilini, propietario de los bizcochos Gentilini, que, cuando le ofrecieron que fuera el candidato conservador, contestó con una frase muy romana: 'Ma chi me lo fa fa' [pero para qué molestarme]", cuenta Canettieri.

Foto: La líder de los Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni y Matteo Salvini (Reuters)

El 8 de mayo, el periódico 'Corriere della Sera' publicaba un artículo del analista Antonio Polito bajo el título 'Por qué ninguno quiere ser alcalde'. En el subtítulo, dice: “Hace un tiempo, la alcaldía de Roma, Milán o Nápoles era un 'cursus honorum' y podía lanzarte a la carrera política nacional”. El otro gran periódico nacional, 'La Repubblica', titulaba también un artículo 'Roma y los candidatos apáticos', y algún columnista se preguntaba la razón de que nadie quiera ser alcalde de la capital del país. “El que ejerce de alcalde en Roma cobra 4.800 euros al mes, un tercio de lo que gana un diputado, y hereda una ciudad sin dinero porque no se termina nunca de aprobar una ley para dotar a la capital de recursos necesarios. Roma es una ciudad sin poder”, explica Canettieri.

"Para administrar Roma, hay que meter las manos en el fango, aunque ahora viene otro momento histórico que puede cambiar la ciudad y que es una lluvia de millones. Gestionar esos recursos es muy interesante", advierten desde el entorno de Zingaretti. ¿Qué momento? “En 2025 será el próximo jubileo, y eso supone convertir la ciudad en la capital mundial del cristianismo”.

"El alcalde hereda una ciudad sin dinero. Roma es una ciudad sin poder"

“El último gran cambio que ha sufrido Roma fue por el jubileo del año 2000. Se hicieron algunas obras públicas importantes para prepararse ante la llegada de cientos de miles de fieles”, explica Canettieri. ¿Al final será el dinero que trae la actividad de la Iglesia lo que puede salvar Roma? “Bueno, hay muchos matices ahí. Una de las grandes polémicas históricas de esta ciudad es que la Iglesia no paga los impuestos de sus numerosísimos inmuebles. Ningún alcalde se ha atrevido a meter ahí mano”.

Víctima de su pasado

Y es que Roma es, desde luego, víctima y agraciada de su pasado. El esplendor de sus monumentos tiene la cara B de un tamaño desproporcionado fruto de una anomalía histórica.

Roma fue el último eslabón de la unidad de Italia tras caer los Estados Pontificios el 20 de septiembre de 1870. Todo ese terreno del Vaticano, que era un Estado propio, se convirtió en un único ente de 1.285 kilómetros cuadrados frente a, por ejemplo, los 181 de Milán o los 105 de París. Cada uno de los 15 municipios que hay en Roma, el equivalente en Madrid a una Junta de Distrito, tiene una extensión superior que la mayor parte de las ciudades italianas. Su gestión se ha convertido en un desastre, sin apenas recursos, con una ciudadanía que apenas cuida el entorno y unos pésimos servicios públicos.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

Lo curioso es el mapa electoral que se ha generado. La urbe da bandazos ideológicos en busca de alguien que sepa gestionarla. En 2008, ganó el ultraconservador Gianni Alemanno, en 2013, el izquierdista Ignazio Marino, y en 2016, la populista Virginia Raggi. Todos han contribuido a aumentar los defectos de la capital sin aportar soluciones. Roma está gobernada por una máxima que suele dar malos resultados: lo urgente no permite hacer lo importante.

“Los municipios I y II, los que corresponden al centro histórico, llamados el pueblo de la ZTL [zona de tráfico restringido], son los que tienen mayor renta per cápita. Son barrios de profesionales independientes e intelectuales. En ambos, vence desde hace años la izquierda. Sin embargo, en barrios como Tor Bella Monaca, la zona de la ciudad pobre, donde se producen más delitos y que controlan bandas de delincuentes, vence la derecha”, explica Canettieri.

Esas dos Romas deben elegir un único alcalde entre el próximo septiembre y octubre que saque esta ciudad del hoyo donde la han metido entre todos, ciudadanos y políticos. Complicado de explicar y entender todo, pero, como dijo el escritor alemán Goethe, que vivió algo más de un año en Roma, “solo en Roma uno puede prepararse para comprender Roma”.

Roma se ha convertido en un sacrificio, más que en una oportunidad, para los políticos que deben gobernarla. La Ciudad Eterna ha caído en tal grado de deterioro que ya ni siquiera encuentra con facilidad candidatos que se postulen a su alcaldía. Los dos grandes bloques, derecha e izquierda, han acabado haciendo un 'casting' para encontrar alguien que se postule a asumir la candidatura del cargo político más desprestigiado del país. No les ha sido fácil. Nadie sabe cómo esta ciudad ha llegado hasta aquí y nadie parece saber cómo sacarla de ahí.

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