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Si los escándalos sexuales no acabaron con Boris, tampoco lo hará el coronavirus
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Si los escándalos sexuales no acabaron con Boris, tampoco lo hará el coronavirus

Cómo la vida privada de Boris Johnson está opacando su errática gestión de la crisis médica. O cuando lo público y lo privado se confunden y tu personaje desinhibido fascina a la gente

Foto: Boris en una videoconferencia. (EFE)
Boris en una videoconferencia. (EFE)

"Boris estrena soltería y prepara boda". "Boris y su novia, padres de un niño". "Boris ya es un hombre libre para casarse". Titulares de los últimos días sobre el primer ministro británico. También hay sobre el covid-19, por supuesto, van alternando. En España, tras dos meses de dictadura informativa del coronavirus, la videoconferencia picante de Alfonso Merlos logró que habláramos un rato de otra cosa. En el Reino Unido no necesitan externalizar el escapismo: Boris Johnson se encarga de gobernar el país y proveerle de chismorreos al mismo tiempo.

La OMS declaró el coronavirus "emergencia de salud pública internacional" a finales de enero. Veamos qué ha hecho Boris Johnson desde entonces: Salirse de la Unión Europea. Irse doce días de vacaciones a un mansión campestre. Firmar su divorcio. Confirmar el compromiso con su amante. Saltarse varias reuniones de emergencia sobre el covid-19. Anunciar el embarazo de su nueva pareja. Apostar por la inmunidad de rebaño. Seguir saludando a la gente por la calle. Apostar por el confinamiento. Pillarse el coronavirus. Enclaustrarse en Downing Street. Grabar un vídeo con mal aspecto diciendo que todo estaba bajo control. Ingresar de urgencias en un hospital. Recibir oxígeno. Estar a punto de morir. Recuperarse. Volver al trabajo. Ser padre de una criatura. Hablar de todo ello en una entrevista a ‘The Sun’. Ah, y en sus ratos libres, gestionar la mayor crisis británica desde la II Guerra Mundial. No les digo que superen eso, porque es imposible.

Foto: Allegra Mostyn-Owen, primera pareja de Boris Johnson, en Oxford en 1987

Dicen que cuando uno va a morir, le pasa toda su vida por delante... que es menos de lo que le ha pasado a Boris los últimos tres meses. Si a Pedro Sánchez le hubieran ocurrido la mitad de cosas, habría tenido que huir del país en helicóptero. Si usted se agobia con la crianza y el teletrabajo, piense que Boris hace de Boris 24/7 y no parece demasiado estresado. ¿Quién dijo que ser Boris Johnson no era algo divertido?

Parte de lo que le ha pasado es fruto de circunstancias coronavíricas excepcionales, sí, pero tiene coherencia biográfica, es Boris en estado puro. Su carrera siempre ha sido un cruce desahogado de su vida privada y su vida política. Muy del gusto, por tanto, de los tabloides británicos, maestros en solapar ambos campos con desparpajo desvergonzado Hasta ahora, Boris había gestionado a los dos Boris con desenfado aristocrático, actitud desacomplejada y un comentario irónico siempre a punto.. Pero la dureza del covid-19 -con su oleada de muertos y sus chapuzas gubernamentales- parecía un contexto poco propicio para el Boris personaje.

El coronavirus no solo no ha detenido el carrusel Boris, el tremendo enredo entre lo público y lo privado que es su vida, sino que lo ha acelerado


‘The Sunday Times’, poco sospechoso de izquierdismo, publicó en abril un reportaje (que cabreó al Gobierno) sobre cómo las desapariciones privadas de Boris lastraron los preparativos del país contra el coronavirus. Durante sus vacaciones campestres de febrero, Boris se saltó todas las reuniones de emergencia (Cobra) sobre el covid-19. "Sus ayudantes recibieron una orden esos días: había que reducir el número de papeles e informes que le pasaban al primer ministro si querían que se los leyera", según el periódico.

¿El motivo? “Boris quizá estaba distraído en asuntos personales... Tenía que preparar a su familia para el anuncio de que Carrie Symonds [su amante desde 2018] estaba embarazada. Boris y Carrie se habían comprometido en secreto meses atrás. Las relaciones de Boris con sus hijos eran tensas desde que se separó de su mujer (la abogada Marina Wheeler), y la grieta familiar se agrandó cuando (a Wheeler) le diagnosticaron cáncer en 2019. Boris también aprovechó sus vacaciones para cerrar el divorcio con un acuerdo judicial. Esos días, algunos ministros y colaboradores murmuraron frustrados que Johnson no estaba liderando suficiente al país”, según 'The Sunday Times'.

“No se puede declarar una guerra con el primer ministro ausente (…) Le gustan sus descansos campestres. No está disponible los fines de semana... No parecía estar planeando nada en caso de emergencia. Se comportó exactamente como muchos temían que se iba a comportar”, contó un alto asesor gubernamental a 'The Sunday Times'. No ha sido el único rotativo conservador que ha atizado a Boris por la caótica gestión del coronavirus, con los hospitales desbordados, los sanitarios sin equipos de protección… y el primer ministro envuelto en un sainete familiar de altos vuelos. ¿Se ha deteriorado la imagen de Boris por ello? Quizá menos que si le hubiera pasado a otro: los tory mantienen 20 puntos de ventaja sobre los laboristas.

placeholder Boris aplaudiendo a los sanitarios. (Reuters)
Boris aplaudiendo a los sanitarios. (Reuters)

En resumen, el coronavirus no solo no ha detenido el carrusel Boris, el tremendo enredo entre lo público y lo privado que es su existencia, sino que lo ha acelerado, sin que eso le haya desgastado especialmente, más bien al contrario, visto que el interés mediático por su vida no deja de crecer.

¿A Boris no le pasan factura estas cosas? Para entender esto hay que volver al milagro de los dos Boris.

Ser y hacer

Tras sobrevivir al covid-19 y tener un hijo, 'The Guardian' publicó un par de análisis sobre la confusión entre el Boris público y el Boris privado. Extractos de intererés:

1) “Varios primeros ministros habían tenido antes vidas privadas desordenadas, pero quizá nunca antes lo personal y lo profesional se habían solapado tanto como con Boris”.

2) “Es una personalidad política nunca vista antes en el Reino Unido. Es el líder del partido conservador por ser Boris, no por ser Johnson. Es primer ministro con amplia mayoría parlamentaria por lo mismo. El Brexit pudo no haber sucedido de no ser por él... Es una parte esencial de su personalidad incontinente. Nunca antes un primer ministro había tenido un hijo sin estar casado.También ha estado a punto de ser el primero en morir en el cargo, y poco después, ha sido padre… Habría que tener el corazón de piedra para no conmoverse con este vertiginoso ascenso de la oscuridad a la luz en pocos días. Como metáfora del optimismo que Boris quiere contagiar a un país dañado por el coronavirus, va más allá de la audacia”.

3) “Su bebé representa a un primer ministro que prefiere gobernar desde los medios de comunicación antes que desde el parlamento y que -como ha dicho Alastair Campbell, antiguo secretario de comunicación de Tony Blair- está más interesado en ‘ser' primer ministro que en ‘hacer’ el trabajo de primer ministro. El bebé encaja perfectamente dentro de este liderazgo extremadamente individualista e iconoclasta, más basado en el ser que en el hacer”.

Foto: Neil Ferguson. (Wikimedia Commons)


Territorio Benny Hill

Si el Boris político y el Boris privado tienden a confundirse es porque el Boris personaje -una mezcla de los dos Boris- ha sido clave en su vertiginosa carrera. Así resume su biógrafa Sonia Purnell al personaje en 'Just Boris': “Es el arquetípico inglés excéntrico de clase alta”. Boris es el representante despeinado de las élites, el político que disfruta riéndose de sí mismo y con el que el pueblo empatiza por su falta de solemnidad. Boris es el chiquillo travieso que te roba la mermelada, y en lugar de darle dos cachetes, le das dos chelines Cuando Boris se mete en un follón personal que achicharraría a cualquier otro, el pueblo exclama "¡Son las cosas de Boris!", y en lugar de lincharle, se echa a reír con sus trastadas.

placeholder Los escándalos de Boris en la prensa
Los escándalos de Boris en la prensa


Tomemos el escándalo que acaba de fulminar al asesor científico estrella del gobierno británico para el covid-19, el epidemiólogo Neil Ferguson, pillado saltándose el confinamiento con su amante. Más allá de la coyuntura coronavírica, es un quilombo típicamente británico, carne de tabloide, entre morboso y moralista. Pues bien: Boris ha protagonizado incidentes parecidos varias veces y siempre ha sobrevivido.

Desde que saltó del periodismo a la política a principios de siglo (combinó ambas profesiones con desparpajo durante años), Boris ha perpetrado varios sketches dignos de Benny Hill. Dos de sus performances sexuales saltaron a los tabloides con gran estruendo. En 2004, se supo que llevaba años atrapado en un affair extramatrimonial con una célebre columnista. El escándalo saltó a los medios cuando ella se sometió a un aborto. Boris fue cesado como secretario de cultura de la oposición tory, pero siguió de parlamentario, su popularidad no se resintió y llegó a alcalde de Londres. El otro gran tumulto sexual sucedió en la alcaldía: la prensa descubrió que el hijo de una de sus colaboradoras… era hijo de Boris.

Todo ello en un país en el que, como ha comprobado el epidemiólogo Ferguson en sus carnes, los escándalos sexuales con caída en desgracia son parte del folclore nacional.

Pero las dos veces que la carrera política de Boris parecía haber llegado a su fin, salió ileso por distintos factores. Ninguna de las mujeres implicadas quiso hablar en los medios y su mujer miró hacia otro lado. Pero hay más. Sonia Purnell se pregunta en la biografía cómo pudo sobrevivir al escándalo del hijo no reconocido. Según una fuente de su entorno, a Boris le salvó su rol de "sinvergüenza encantador”. También -según Purnell- “su falta de hipocresía”: Boris “nunca ha exigido niveles altos de moralidad a otras personas”, cuenta el periodista Dominic Lawson en el libro.

En efecto, Boris siempre ha defendido el derecho a no juzgar los patinazos personales de los demás, ergo no es tan fácil echárselos a él en cara.

Acusar a Boris es como acusar a Julio Iglesias de ser un jeta sentimental... Pues hombre, si, pero cuando intentas reprenderle, no puedes: díselo tú, que a mí me da la risa. Boris es un mujeriego al que tratamos como a un simpático truhan. El bon vivant con encanto que solo piensa en sí mismo. El pilluelo amoral capaz de reconocer sus errores: lo siento mucho, no volverá a ocurrir, pelillos a la mar.

He descubierto que en la vida no hay desastres, sino oportunidades; en concreto, oportunidades para nuevos desastres


La BBC estuvo a punto de dar prioridad a la noticia sobre el hijo no reconocido de Boris, pero no lo hizo. ¿Por qué? Según contó un alto cargo de la BBC a Purnell: “Cundió la sensación de que no era una historia, sino que solo eran… las cosas de Boris”.

Al poco de destaparse el primero de los escándalos sexuales, Boris escribió en su columna del ‘Daily Telegrahp’. “He descubierto que en la vida no hay desastres, sino oportunidades; en concreto, oportunidades para nuevos desastres”. Resumiendo: Boris dejó a su amante y regresó con su mujer… hasta que volvió a recaer. La fórmula Boris es una combinación de clase social alta, encanto, morro y humor. Así va por la vida.

Boris ejerce una tremenda fascinación sobre al menos la mitad de su país. Su gestión del covid-19 ha sido más que errática, pero su carisma sigue en pie. Al menos hasta que se le acabe la suerte. O la gran recesión se lleve por delante al Boris pop.

"Boris estrena soltería y prepara boda". "Boris y su novia, padres de un niño". "Boris ya es un hombre libre para casarse". Titulares de los últimos días sobre el primer ministro británico. También hay sobre el covid-19, por supuesto, van alternando. En España, tras dos meses de dictadura informativa del coronavirus, la videoconferencia picante de Alfonso Merlos logró que habláramos un rato de otra cosa. En el Reino Unido no necesitan externalizar el escapismo: Boris Johnson se encarga de gobernar el país y proveerle de chismorreos al mismo tiempo.

La OMS declaró el coronavirus "emergencia de salud pública internacional" a finales de enero. Veamos qué ha hecho Boris Johnson desde entonces: Salirse de la Unión Europea. Irse doce días de vacaciones a un mansión campestre. Firmar su divorcio. Confirmar el compromiso con su amante. Saltarse varias reuniones de emergencia sobre el covid-19. Anunciar el embarazo de su nueva pareja. Apostar por la inmunidad de rebaño. Seguir saludando a la gente por la calle. Apostar por el confinamiento. Pillarse el coronavirus. Enclaustrarse en Downing Street. Grabar un vídeo con mal aspecto diciendo que todo estaba bajo control. Ingresar de urgencias en un hospital. Recibir oxígeno. Estar a punto de morir. Recuperarse. Volver al trabajo. Ser padre de una criatura. Hablar de todo ello en una entrevista a ‘The Sun’. Ah, y en sus ratos libres, gestionar la mayor crisis británica desde la II Guerra Mundial. No les digo que superen eso, porque es imposible.

Boris Johnson