Es noticia
El esperanto y el verdadero origen del euro: el precio a pagar por una identidad común
  1. Mundo
  2. Europa
EL MILAGRO NO ECONÓMICO DEL EURO

El esperanto y el verdadero origen del euro: el precio a pagar por una identidad común

¿Sabe por qué el euro se llama así? No vaya tan rápido, porque lo que parece una obviedad fue la genialidad de un profesor hace 25 años. Y explica por qué el euro es mucho más que una moneda

Foto: Un hombre pasea ante un graffiti contra el euro en Grecia. (Reuters)
Un hombre pasea ante un graffiti contra el euro en Grecia. (Reuters)

El esperantista Germain Pirlot no sabía que iba a cambiar la historia de Europa cuando metió su carta en el buzón. Aquel 4 de agosto de 1995, este profesor belga le reprochó al presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, haberse referido a la futura moneda común como una "moneda esperanto" en una entrevista en Le Monde un mes antes. En esa misma carta, Pirlot aprovechó para pedir a las instituciones europeas que fueran más “imaginativas” en la búsqueda de un nombre. De hecho, les propuso uno:

El euro.

La Comisión Europea, que barajaba nombres como “Ecu”, “Florin” o “Euron”, le contestó y le agradeció la propuesta. Cuatro meses después, el Consejo Europeo adoptó de forma oficial el nombre de "euro" en Madrid. La pregunta es: ¿de verdad a nadie se le había ocurrido antes el nombre de “euro”?

Foto: Imagen de un billete de 20 euros. (iStock)
TE PUEDE INTERESAR
Desmontando el milagro económico del euro
Javier G. Jorrín

Pues no. “Me olvidé del tema hasta 2002, cuando el euro se puso en marcha de forma oficial. Pero después contacté a PROMEURO (asociación de Ciudadanos por la Promoción de una Moneda Europea) y les pregunté si existía una sugerencia anterior a la mía del 4 de agosto de 1995”, explica Germain Pirlot a El Confidencial desde Ostende. “Me dijeron que no".

placeholder El documento oficial de la carta de Germain Pirlot al presidente de la Comisión Europea en 1995 en francés y en esperanto.
El documento oficial de la carta de Germain Pirlot al presidente de la Comisión Europea en 1995 en francés y en esperanto.

Lo que parece hoy una obviedad fue la ‘genialidad’ de un profesor de esperanto que quería quejarse por el uso indebido de este idioma universal. También propuso llamar a los céntimos "ropas" (EUR-ROPA) pero no le hicieron caso. Esta anécdota contrasta con las recurrentes críticas hacia Bruselas por ser una burbuja elitista y excesivamente burocrática: un simple profesor pudo llegar hasta lo alto de la pirámide gubernamental y cambiar el nombre a nuestro dinero

25 años después, Pirlot sigue pensando que el euro fue una buena idea. “Es un elemento importante para la identidad común europea, aunque algunos piensen lo contrario. En todas las evoluciones siempre hay gente en contra de cambiar sus hábitos. Si les escucháramos, estaríamos todavía en la edad de piedra", recalca.

Pirlot no va mal encaminado: todavía en 2020 hay un grupo de críticos que piensan que el euro fue una mala idea y que las recientes crisis les dieron la razón: desde la izquierda radical hasta la ultraderecha europea, pasando por periodistas o economistas anglosajones como Paul Krugman o Joseph Stiglitz.

Parten de una premisa cierta. Como explica este domingo el compañero Javier G. Jorrín en su artículo 'Desmontando el milagro económico del euro', el hecho de que las críticas vengan de los sectores más extremos de la sociedad ha silenciado el debate sobre las desventajas del euro, pero eso no significa que existan: "El proyecto de la moneda común puede ser un trampolín para la economía de la región, pero para lograrlo, es necesario analizar los errores que se están cometiendo y pulirlos (aquí las ineficiencias chocan con la voluntad política). Los 'papers' existentes muestran que hasta 2007 los datos de crecimiento fueron claramente positivos, pero la caída posterior ha provocado que el efecto neto del euro haya sido neutro o levemente negativo".

Foto: Seguidores de PEGIDA sostienen carteles contra Angela Merkel durante una manifestación en Dresde. (Reuters) Opinión

Sin embargo, pese a que la arquitectura del euro esté incompleta (una unión monetaria sin una unión fiscal o bancarias plenas) y a las tempestades de la crisis financiera de 2008 y la crisis del euro 2010-2011, el apoyo a la moneda común está en máximos históricos. Esta paradoja lleva a preguntarse, como recordaba Pirlot, si el euro acaso es más que una simple moneda.

El lenguaje del dinero

“Las monedas no son simplemente fenómenos económicos, también son culturales que pueden ayudar a construir identidades comunes. El euro es la única lengua común existente en una Unión caracterizada por su cacofonía lingüística”, escribe Miguel Otero, analista del instituto Elcano y uno de los mayores estudiosos del euro como aglutinador social en Europa en su publicación ‘The Euro as a social bond: why do Eurozone citizens still back the single currency?’. “Lo más interesante y de lo que se habla poco es que el dinero es un lenguaje: lo usamos constantemente, muchas veces cada día. Cada vez que le damos valor a algo estamos pensando en nuestra moneda”, agrega.

Para Otero, el análisis del euro debe ir más allá del simple enfoque macroeconómico, pues el dinero tiene que ver tanto con la política, la sociología o la psicología como con la economía. “El problema es que los economistas han monopolizado el análisis del dinero. Ese código compartido crea comunidad porque tú vives momentos y fenómenos monetarios, buenos o malos, que unen”.

Pero volvamos por un momento a la paradoja del euro.

“Visto en perspectiva, es difícil entender por qué economías mediterráneas débiles como Grecia, Italia, Portugal o España se han atrevido a entregar su soberanía monetaria y encerrarse en un régimen de tipo de cambio fijo con la supercompetitiva Alemania", se puede leer en el 'paper' titulado ‘The Euro Paradox: explaining the Resilience of the Single Currency’ del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad. "Normalmente se dice que el euro es el producto de políticos económicamente analfabetos que creían que podrían crear los Estados Unidos de Europa creando una moneda artificial”.

Los autores, entre los que se encuentra el propio Otero, encuentran rápidamente la respuesta a su pregunta: hay motivos por los que la gran mayoría de los europeos siguen creyendo que el euro, pese a todos sus inconvenientes y más allá del enfoque económico, es una buena idea. Cuatro pistas: la estabilidad de una moneda fuerte, la posibilidad de entrar en un proyecto moderno, la creación de una identidad europea y el euro como herramienta geopolítica.

Foto: Una de las calles del municipio de Sambuca. (Pixabay)

Primero, la estabilidad de precios ofrece una tranquilidad psicológica que no da una moneda débil: "La estabilidad era lo que queríamos cuando entramos en el euro. Incluso durante la crisis de Grecia, el euro se mantuvo como una moneda estable”, añade Otero, para después repetir que, antes del euro, países como España o Francia carecían de soberanía monetaria: “Europa lo dominaba el Bundesbank”.

Un barco contra el dólar

Miguel Otero cree que las críticas de analistas anglosajones, que piensan que la gente no sale del euro simplemente porque tiene miedo de las consecuencias, es una visión muy negativa y no se corresponde con la realidad: "La gente le ve sentido y utilidad. Ha empezado a desarrollar comunidad gracias a la moneda". Y va más allá: los críticos del euro se olvidan del momento en el que el euro fue ideado en las décadas de los setenta y los ochenta del pasado siglo. Allá va una metáfora:

"El gigante barco del dólar, después de que se rompiera Breton Woods, generaba un oleaje cada vez más intenso que creaba mucha disrupción en Europa, cuyas monedas nacionales eran barquitos acosados por el oleaje. El euro se creó como un mecanismo de defensa de los europeos, no quedaba otra. ¿El barco europeo tiene sus problemas? Claro. El euro en sus primeros diez años fue víctima de su propio éxito".

Otra ventaja del euro, más allá del enfoque económico, es el de un proyecto geopolítico, especialmente para los países de la periferia de Europa. Por ejemplo, algunos expertos comentan que uno de los motivos por los que los países bálticos entraron fue para disuadir a Rusia de llevar a cabo una intervención.

“Los países bálticos comparten la opinión de que ser miembro en una moneda liderada por Alemania puede frenar cualquier potencial agresión, ya que esta arriesgaría la desestabilización de la Unión Monetaria entera [...]. Para los pequeños estados miembros de la periferia de la UE, ser miembro del euro es un euro a tener en cuenta en su estrategia de mantener su seguridad”, explica en el 'paper' Pawel Tokarski.

Foto: Christine Lagarde y Mario Draghi. (Reuters)

Pero, ¿podría existir la Unión Europea sin el euro?: “Es un oxímoron. Merkel no exagera cuando dice que si el euro fracasa, fracasa Europa. Pensar que uno puede tener la UE sin el euro es no entender nada de Europa ni entender nada las relaciones francoalemanas", recalca Otero, quien cree que el euro ha demostrado la convicción de los europeos "en que al final "somos una comunidad con un destino. Y eso no lo ha logrado nadie más”.

Pirlot, preguntado por las similitudes entre el euro y el esperanto, reconoce que los objetivos de ambos es facilitar la relación entre personas de lenguas distintas, aunque advierte que hay una gran diferencia: el euro ha suprimido las otras monedas, mientras que el esperanto no busca la desaparición de otras lenguas. Eso sí, aplaude ambas y cree que es un gran logro haber alcanzado una identidad europea:

"La pregunta sobre el euro no debería ser si nos afecta a nuestra identidad. Encuentro muy reduccionista cuando se habla de “tener una identidad”, afirma el creador del nombre del euro. "Es como si un pintor tan solo dispusiera de un color en su paleta. Al contrario, cuantas más identidades, podemos llevarnos bien con otros grupos, y menos motivos de rechazo con otras personas".

El esperantista Germain Pirlot no sabía que iba a cambiar la historia de Europa cuando metió su carta en el buzón. Aquel 4 de agosto de 1995, este profesor belga le reprochó al presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, haberse referido a la futura moneda común como una "moneda esperanto" en una entrevista en Le Monde un mes antes. En esa misma carta, Pirlot aprovechó para pedir a las instituciones europeas que fueran más “imaginativas” en la búsqueda de un nombre. De hecho, les propuso uno:

Comisión Europea Euro
El redactor recomienda