Es noticia
Riesgo y recompensa: por qué la UE debe desarrollar la Ruta Transcaspiana
  1. Mundo
EUROPEAN COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS

Riesgo y recompensa: por qué la UE debe desarrollar la Ruta Transcaspiana

Los planes de la UE para mejorar esta ruta comercial pueden impulsar la conectividad de Rusia y China con Asia Central

Foto: Cui Hongwu (delante) y sus colegas se dirigen al lugar de trabajo en el paso de Alataw, en la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China. (EFE / Xinhua Li Xiang)
Cui Hongwu (delante) y sus colegas se dirigen al lugar de trabajo en el paso de Alataw, en la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China. (EFE / Xinhua Li Xiang)

Antes de la guerra de Ucrania, el 86% del comercio terrestre entre Europa y China transitaba a través de Rusia por la llamada Ruta del Norte, un conjunto de vías férreas que se extienden desde la frontera septentrional de China hasta Bielorrusia y el continente europeo. Pero las sanciones europeas contra Moscú han hecho la ruta mucho menos atractiva para el comercio mundial, y depender de la infraestructura y los servicios ferroviarios rusos para importar mercancías de China es una vulnerabilidad estratégica de la que Europa quiere deshacerse.

En su lugar, la Unión Europea espera reducir su dependencia del territorio ruso liderando el desarrollo de una ruta alternativa más corta a través de Asia Central, denominada Ruta Transcaspiana de Transporte Internacional (TITR). Más conocida como el Corredor Medio, la TITR es una red de rutas de transporte que reproduce la antigua Ruta de la Seda, extendiéndose desde China a Europa a través de Kazajistán, el mar Caspio y el Cáucaso hasta Turquía.

Operativo desde 2017, el Corredor Medio es un sistema de transporte multimodal que depende principalmente de la infraestructura ferroviaria y portuaria básica existente. El año pasado, solo manejó 2,3 millones de toneladas de carga. Pero las previsiones del Banco Mundial indican que, con importantes mejoras infraestructurales, este volumen podría alcanzar los 11 millones de toneladas en 2030. Para asegurarse de que esto ocurra, la UE ya ha destinado 10.000 millones de euros a infraestructuras relacionadas a través de su iniciativa Global Gateway y está estudiando ampliar su participación. Sin embargo, aunque puede evitar en gran medida a Rusia, esta ruta de transporte conlleva sus propios retos estratégicos.

Moscú aún puede beneficiarse en parte de su desarrollo desviando parte de sus mercancías por el Corredor Medio para protegerlas de los ataques ucranianos a los ferrocarriles siberianos o para eludir las sanciones y los controles a la exportación, algo que ya está ocurriendo a través de las economías centroasiáticas. Además, Rusia podría conectar el Corredor Medio con el proyectado Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur, un proyecto de conectividad con Irán y Azerbaiyán, que ayudaría al comercio ruso a llegar al Océano Índico.

Foto: Contenedores de mercancia en Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

A pesar de que la UE quiere desarrollar el Corredor Medio precisamente para evitar a Rusia, puede acabar ayudando indirectamente a la conectividad internacional de Rusia. Junto a esto, el Corredor Medio también puede ayudar a la influencia de China en la región al permitirle ampliar sus compromisos económicos más al oeste a través de las estepas, y el corredor tampoco reduciría necesariamente la problemática dependencia de Europa respecto a China, lo que contrasta aparentemente con las ambiciones de la UE de reducir riesgos.

A pesar de estos retos, las ventajas de desarrollar el Corredor Medio siguen superando los riesgos, en gran parte debido a su potencial para profundizar las conexiones europeas con Asia Central. La región ya está empezando a despertar el interés de China y Europa, beneficiándose de su posición estratégica entre Europa y Asia Oriental, su enorme dotación de recursos (especialmente gas, petróleo y minerales) y su potencial en energías renovables. Esto se suma a la influencia rusa en la región, que Moscú facilita a través de la Unión Económica Euroasiática. En una región tan disputada, las potencias capaces de proporcionar conectividad China-Europa a través de ella pueden ganar una influencia geoeconómica significativa. Los europeos pueden estar seguros de que si no apoyan el proyecto, alguien lo hará.

Para los países de Asia Central, la revalorización de su legado como ruta comercial esencial no podría llegar en mejor momento: las antiguas repúblicas soviéticas desean diversificar sus economías y llegar a nuevos socios comerciales, un deseo que se ha intensificado desde la invasión rusa de Ucrania. Al mismo tiempo, Rusia depende ahora de estas repúblicas como clientes y países de tránsito para el gas que ya no puede vender en el mercado europeo.

Foto: Militares de la OTSC en Kazajistán. (EFE/Alihan Smailov)

Si bien la venta de energía barata por parte de Moscú a los países centroasiáticos es una oferta que éstos no pueden rechazar, el hecho de estar vinculada exclusivamente a los combustibles fósiles significa que esta influencia no durará más allá del corto plazo. Al mismo tiempo, las capitales centroasiáticas desconfían igualmente de una excesiva dependencia de China, ya que los prometidos beneficios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta solo se han materializado parcialmente, y China también es vista cada vez más como una amenaza debido a las elevadas deudas contraídas con Pekín. Para los gobiernos de Asia Central, el desarrollo del Corredor Medio les permitiría, por tanto, preparar sus economías para el futuro, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles, así como de Rusia y China.

La UE debería aprovechar el deseo de Asia Central de desarrollar el Corredor Medio. Aunque la mayoría de las infraestructuras de transporte corren el riesgo de ser utilizadas por potencias rivales (el ambicioso Corredor India-Oriente Medio-Europa (IMEC) también podría ser utilizado por China una vez establecido), el mayor beneficio es la influencia para la potencia que lo construye. El consenso en torno al corredor es cada vez mayor y China sigue activa en este frente, por lo que se trata de un juego geoeconómico que la UE difícilmente puede permitirse abandonar.

Además, seguir adelante con el desarrollo del Corredor Medio ayudaría a los europeos a enfrentarse a otra verdad incómoda: el comercio con China no está desapareciendo ni disminuyendo a corto plazo, y reducir la dependencia de Pekín para tecnologías clave difícilmente significaría una caída del comercio global. Las mercancías seguirían circulando por tierra entre Europa y China, y el Corredor Central se aseguraría de que algunas de ellas no transitaran por Rusia. No hay perspectivas de que el compromiso económico entre Rusia y Europa vuelva a los niveles de antes de la guerra. La construcción de una ruta que circunvale Rusia serviría a los objetivos estructurales de la UE mucho más de lo que podría hacerlo la reducción de todo el comercio con China.

Foto: European Focus

Al proporcionar la tan necesaria conectividad regional y desarrollar el Corredor Medio, la UE tiene la oportunidad de posicionarse como uno de los principales actores geoeconómicos de la región, aprovechando la preocupación de Asia Central por los planteamientos chino y ruso. Además de los 10.000 millones de euros ya asignados por la UE a infraestructuras, su compromiso debe ir más allá del transporte.

El Corredor Medio tendría más éxito si se convirtiera en un verdadero corredor económico, incluyendo actividades energéticas e industriales junto a la ruta de transporte, aportando un valor añadido real a las economías locales. Por ello, Europa debería ampliar las asociaciones energéticas existentes, como la que mantiene con Kazajstán, centrándose más en el potencial renovable de la región: la ecologización de las economías centroasiáticas reduciría su demanda de gas o electricidad rusos, conteniendo los esfuerzos de Moscú.

Además, dado que se espera que el corredor represente sobre todo el comercio entre los países de Asia Central (el porcentaje del comercio transcontinental se mantendría por debajo del 40% incluso en 2030), los temores a que China se aproveche de las infraestructuras construidas en Europa pueden ser exagerados. Además, para aprovechar al máximo el desarrollo del Corredor Medio, la UE debería acompañar la inversión en infraestructuras con la oferta de un compromiso económico más amplio que permitiera a los países situados a lo largo del corredor participar en las cadenas de valor europeas. De este modo, el Corredor Medio pasaría de ser una vía para el comercio terrestre entre la UE y China a convertirse en un potencial facilitador de la reducción de riesgos para Europa, al sustituir parte del comercio chino por el de las economías de Asia Central.

Aunque la creación de estas asociaciones llevaría tiempo, la UE puede —y debe— utilizar el Corredor Medio como palanca en dos frentes. El primero es interno a la región: a pesar de que le preocupa que los países de Asia Central eludan las sanciones contra Rusia, la Comisión Europea se ha abstenido hasta ahora de utilizar una herramienta específica, prefiriendo el compromiso diplomático. En este caso, vincular las inversiones del Corredor Medio al cumplimiento de los controles de exportación de la UE podría mejorar la posición negociadora del bloque. El segundo frente exterior es el turco: El presidente Recep Tayyip Erdogan ha criticado duramente la exclusión de Turquía del IMEC. Como punto natural de entrada del Corredor Medio a Europa, Turquía se beneficiará de su desarrollo. Por tanto, los europeos deberían utilizarlo para tranquilizar a Ankara y asegurarle que seguirá desempeñando un papel primordial en la conectividad exterior de la UE. Al hacerlo, ganarían un aliado en Turquía para las ambiciones del Corredor Medio de la UE y la posterior asociación con los países de Asia Central.

El desarrollo del Corredor Medio se enfrenta a riesgos que la UE debe abordar cuidadosamente. Pero esto no debe impedir que los europeos aprovechen su valor geoeconómico. Bruselas debería centrarse en el enorme potencial que el desarrollo del corredor podría aportar en términos de profundización de los lazos económicos, políticos y energéticos con Asia Central. Al mismo tiempo, aunque China y Rusia puedan beneficiarse de una mayor conectividad en la región, las nuevas asociaciones de Europa con Asia Central podrían contener estas influencias rivales, mucho más de lo que el corredor les ayudaría.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Alberto Rizzi y titulado 'Risk and reward: Why the EU should develop the Middle Corridor trade route'

Antes de la guerra de Ucrania, el 86% del comercio terrestre entre Europa y China transitaba a través de Rusia por la llamada Ruta del Norte, un conjunto de vías férreas que se extienden desde la frontera septentrional de China hasta Bielorrusia y el continente europeo. Pero las sanciones europeas contra Moscú han hecho la ruta mucho menos atractiva para el comercio mundial, y depender de la infraestructura y los servicios ferroviarios rusos para importar mercancías de China es una vulnerabilidad estratégica de la que Europa quiere deshacerse.

Ucrania Conflicto de Ucrania Noticias de Rusia Noticias de China
El redactor recomienda