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Una ley de 160 años de antigüedad resucita en EEUU y desata el pánico de los republicanos
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El aborto, en la mira

Una ley de 160 años de antigüedad resucita en EEUU y desata el pánico de los republicanos

La Corte Suprema de Arizona decidió que una legislación de que data de 1864 tiene validez, lo que implica una prohibición total del aborto en un estado clave para las elecciones presidenciales

Foto: Protesta antiabortista en Washington D.C. (EFE/Will Oliver)
Protesta antiabortista en Washington D.C. (EFE/Will Oliver)
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Fue aprobada en Arizona en 1864, en plena guerra civil estadounidense y cuando el estado ni siquiera era considerado como tal, sino simplemente un territorio fruto de la expansión hacia el lejano oeste. La ley conlleva una pena de prisión obligatoria de 2 a 5 años para aquellos médicos que realicen abortos por cualquier motivo que no sea salvar la vida de una paciente, sin excepción alguna para casos de violación o incesto. Aunque nunca ha sido eliminada, lleva décadas sin ser aplicada debido a la existencia de una protección al derecho de abortar en todo el territorio nacional. Pero dos años después de que la Corte Suprema de Estados Unidos tumbara esta garantía, la legislación ha resucitado. Y quienes más asustados están son los mismos republicanos que antaño la defendían.

Este martes, la Corte Suprema de Arizona, compuesta únicamente por jueces nominados por un gobernador republicano, decidió con 4 votos a favor y 2 en contra que la legislación de 160 años de antigüedad tiene validez, lo que implica una prohibición total del aborto en el estado. En 2022, el parlamento estatal aprobó una ley que solo vetaba la interrupción del embarazo a partir de las 15 semanas, pero los magistrados han determinado que la regla de 1864 tiene preferencia. “A raíz de esta decisión, los médicos ahora están advertidos de que todos los abortos, excepto los necesarios para salvar la vida de la mujer, son ilegales (en Arizona)”, publicó uno de los jueces.

La decisión estatal ha supuesto una bomba política que ha captado la atención del país por múltiples factores. En primer lugar, ocurre en pleno año electoral, con la presidencia en juego entre el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump el próximo 5 de noviembre; en segundo, involucra al aborto, uno de los temas más calientes y polarizadores de Estados Unidos y que ya ha demostrado tener una enorme capacidad de movilizar a los votantes; por último, sucede en Arizona, un estado destinado a ser uno de los más claves para decidir quién se sentará en la Casa Blanca a partir del próximo año.

Como era de esperar, los demócratas pusieron inmediatamente el grito en el cielo de forma unánime, con el propio Biden condenando la decisión de la Corte Suprema de Arizona y describiéndola como “cruel” y “peligrosa”. “Este fallo es el resultado de la agenda extrema de los funcionarios electos republicanos, que están comprometidos a arrebatar la libertad de las mujeres”, denunció. La Casa Blanca también anunció que la vicepresidenta, Kamala Harris, se desplazará a Arizona este viernes para respaldar el derecho al aborto.

Foto: Manifestantes, frente a la Corte Suprema de EEUU. (Reuters/Moira Warburton)

Sin embargo, los demócratas no estaban solos a la hora de criticar la decisión. Muchos políticos del Partido Republicano, sobre todo los elegidos en Arizona, se apresuraron a distanciarse de la Corte Suprema estatal. "Me opongo al fallo de hoy y hago un llamado a (la gobernadora) Katie Hobbs y a la Legislatura estatal para que presenten una solución inmediata de sentido común que los arizonenses puedan apoyar", dijo la candidata republicana al Senado Kari Lake en un comunicado.

Fue una declaración poco característica de Lake, una ferviente defensora de Donald Trump que apenas dos años atrás, cuando competía por ser la gobernadora de Arizona, decía estar “increíblemente emocionada” por el retorno de la legislación de 1864. “Vamos a tener una gran ley”, afirmaba en una entrevista de radio en junio de 2022. Un giro de 180 grados que refleja hasta qué punto el aborto se ha vuelto una patata caliente para el Partido Republicano, especialmente en un Estado en el que el resultado electoral pende de un hilo.

Arizona ha votado por un presidente republicano en 16 de las últimas 18 elecciones, pero el estado optó por el Biden en 2020 por un margen de apenas 10.000 votos. Dos años después, los demócratas también obtuvieron victorias en las elecciones para elegir al gobernador y al fiscal general, con campañas en las que la defensa al derecho al aborto jugó un papel protagonista. Lo último que el Partido Republicano desea es un gigantesco escándalo que indigne y movilice a los votantes indecisos o poco motivados en el estado.

Trump también recoge cable

Apenas un día antes de que estallara la polémica en Arizona, Trump hacía público su plan para regular el aborto en Estados Unidos. Considerado por sus seguidores como “el presidente más provida de la historia del país”, el ahora candidato republicano se ha atribuido en múltiples ocasiones el mérito de acabar con Roe v. Wade, la protección nacional al aborto, porque fue rechazada gracias a la mayoría conservadora que él consolidó en la Corte Suprema. Muchos esperaban, por lo tanto, que se comprometiera a aplicar políticas antiabortistas durante su presidencia.

Pero esperaban en vano. En un vídeo de cuatro minutos compartido en su propia red social, Truth Social, Trump se limitó a afirmar que las políticas sobre el aborto deberían ser decididas por los estados y no por el Gobierno federal. También apoyó el acceso a la fertilización in vitro (un proceso en el que mútliples embriones son descartados y destruidos) y respaldó las excepciones a las prohibiciones del aborto en casos de violación, incesto y cuando la vida de la madre esté en peligro. Toda una decepción para los sectores antiabortistas que esperaban su respaldo a una prohibición a la interrupción del embarazo a nivel nacional.

Foto: El candidato presidencial republicano y expresidente de Estados Unidos Donald Trump gesticula durante un acto de campaña en Green Bay, Wisconsin. (Reuters/Brian Snyder)
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La realidad es que Trump se ha dado cuenta de algo que los estrategas republicanos llevan alertando desde la derogación de Roe v. Wade: la cuestión del aborto se ha vuelto kriptonita electoral para el partido conservador en la mayoría de los estados clave para ganar las elecciones presidenciales. Es imposible reconciliar a los cristianos evangélicos, un núcleo crítico de votantes para la formación, con los moderados e indecisos que rechazan las leyes antiabortistas que han sido aprobadas en la mayoría de los estados gobernados por el Partido Republicano.

La división es evidente. Mientras la mayoría de los políticos republicanos buscan distanciarse de la decisión de la Corte Suprema de Arizona, la Alliance Defending Freedom, un grupo de activismo cristiano ultraconservador, aplaudía a los magistrados. “La vida es un derecho humano, y la decisión de hoy permite al estado respetar ese derecho y proteger completamente la vida nuevamente”, declaraba Jake Warner, abogado de la asociación, según The New York Times. “Celebramos la decisión de la Corte Suprema de Arizona que permite que la ley provida del estado proteja nuevamente las vidas de innumerables niños inocentes y no nacidos”, agregaba.

Un debate que no cesa

En teoría, la ley debe empezar a aplicarse dos semanas después de la decisión de la Corte Suprema, pero la batalla legal apenas acaba de comenzar en Arizona. La gobernadora Katie Hobbs, del partido demócrata, firmó el mismo martes una orden ejecutiva que confiere autoridad a la fiscal general —la también demócrata Kris Mayes— para encargarse de los casos legales relacionados con el aborto. Mayes anunció inmediatamente que se negaría a permitir que los fiscales de Arizona apliquen la ley de 1864 para procesar casos, una decisión con alta probabilidad de desatar un nuevo enfrentamiento en las cortes.

Foto: Fotografía combinada que muestra al expresidente de EEUU Donald Trump y al actual presidente, Joe Biden. (Reuters/Brendan McDermid)

Es posible que el derecho al aborto en Arizona acabe estando directamente en las urnas el próximo 5 de noviembre. Una coalición de organizaciones afirma haber reunido más de medio millón de firmas para impulsar una enmienda constitucional que garantice la protección a la interrupción del embarazo en el estado. Si las firmas son validadas y superan los posibles desafíos legales en el camino, los arizonenses tendrán la oportunidad de votar por o contra la enmienda en las próximas elecciones. El debate va para largo.

Fue aprobada en Arizona en 1864, en plena guerra civil estadounidense y cuando el estado ni siquiera era considerado como tal, sino simplemente un territorio fruto de la expansión hacia el lejano oeste. La ley conlleva una pena de prisión obligatoria de 2 a 5 años para aquellos médicos que realicen abortos por cualquier motivo que no sea salvar la vida de una paciente, sin excepción alguna para casos de violación o incesto. Aunque nunca ha sido eliminada, lleva décadas sin ser aplicada debido a la existencia de una protección al derecho de abortar en todo el territorio nacional. Pero dos años después de que la Corte Suprema de Estados Unidos tumbara esta garantía, la legislación ha resucitado. Y quienes más asustados están son los mismos republicanos que antaño la defendían.

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