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Etiopía 'compra' su acceso al mar a Somalilandia, un país que todavía no existe
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Un corredor de 20x90 km

Etiopía 'compra' su acceso al mar a Somalilandia, un país que todavía no existe

Adís Abeba ha firmado un memorándum de entendimiento con Somalilandia, una región separatista de Somalia, por la que se le permitía el uso de uno de sus puertos en el mar Rojo y alquilar durante 50 años un corredor territorial

Foto: La firma del memorándum de entendimiento entre Etiopía y Somalilandia. (Reuters/Tiksa Negeri)
La firma del memorándum de entendimiento entre Etiopía y Somalilandia. (Reuters/Tiksa Negeri)
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Etiopía, una de las grandes naciones de África —más de 122 millones de habitantes, el segundo país más poblado del continente y una de las economías con mayor tasa de crecimiento antes de la pandemia y su guerra civil—, tenía varios problemas para su desarrollo como la gran promesa económica que puede ser. Uno de ellos, debió pensar el primer ministro, Abiy Ahmed Ali, es la falta de acceso al mar. Un problema que solucionó este fin de semana con la firma de un memorándum de entendimiento con Somalilandia, una región separatista de Somalia, por la que se le permitía el uso de uno de sus puertos en el mar Rojo y alquilar durante 50 años un corredor territorial de unos 20 x 90 km. Un acuerdo "histórico" para Etiopía, una "descarada violación de la soberanía nacional" para Somalia, mirándolo todo desde la barrera.

Etiopía, en África Oriental, ve el mar Rojo a 42 kilómetros de distancia desde su frontera. Detrás justo de Eritrea, Yibuti y Somalia. Sin acceso al mar (vía clásica para el comercio internacional) desde la independencia de Eritrea en 1993, Etiopía depende enteramente de la conexión por carretera y tranvía desde la capital, Adís Abeba, hasta el puerto de Yibuti para sus magras exportaciones internacionales.

“Este memorándum de entendimiento debería allanar el camino para conseguir las aspiraciones de Etiopía de asegurarse el acceso al mar y diversificar sus accesos a puertos”, recoge la oficina del primer ministro etíope en un comunicado tras la firma del “histórico” acuerdo el domingo. Junto a Abiy Ahmed Ali se sentaba el presidente de facto de Somalilandia, Muse Bihi Ahbdi, con una sonrisa por lo que es, para esta región separatista, un hito también histórico.

Aunque Etiopía ha procurado no hacer especial hincapié, la cesión —mediante alquiler por 50 años— del acceso al mar Rojo desde Somalilandia tanto para fines comerciales como base militar, así como la construcción de infraestructuras, parece venir a cambio de un futuro reconocimiento de la región secesionista como independiente. "Este acuerdo histórico garantiza el acceso de Etiopía al mar Rojo para sus fuerzas navales, correspondido por el reconocimiento formal de la República de Somalilandia, lo que marca un importante hito diplomático para nuestro país", ha asegurado el Ministerio de Asuntos Exteriores de Somalilandia en un comunicado.

Si se efectuara (las autoridades etíopes están manteniendo un perfil bajo con respecto a la cuestión, afirmando que se hará “cuando sea necesario”), Etiopía sería el primer país en reconocer a la República de Somalilandia oficialmente. Este antiguo protectorado británico, con 4,5 millones de habitantes, actúa de facto independiente de Somalia, país del que autoproclamó la secesión en 1991, con el inicio de la Guerra Civil somalí.

El sueño de Somalilandia

Somalilandia imprime su propia moneda, emite sus pasaportes y elige a su propio Gobierno, pero solo Taiwán lo ha reconocido oficialmente como país, aunque otras naciones mantienen relaciones diplomáticas con Somalilandia e incluso han abierto consulados en Hargeisa, la, de facto, capital. Todavía inmersa en su guerra civil y la lucha contra el yihadismo islámico de Al Shabab, Somalia rechaza la independencia de la región, casi un 30% del territorio total y justo en la boca del estrecho de Bab el Mendeb, que abre el estratégico mar Rojo.

Tras el anuncio de la firma, Mogadiscio ha reaccionado con indignación y el Gobierno ha llamado a una reunión de emergencia este mismo martes, según la agencia estatal de noticias. El encargado somalí para la cuestión de Somalilandia, Abdikarim Hussein Guled, aseguró que el acuerdo “constituye una descarada violación de la soberanía territorial somalí”. “Las acciones del Gobierno etíope... constituyen un flagrante desprecio por las normas y los marcos legales internacionales. Este acto unilateral pone en peligro la estabilidad regional, socava el progreso logrado a través del diálogo en curso entre FGS [Gobierno federal de Somalia] y Somalilandia, que estaba cerca de una resolución”, ha señalado en un post en la red social X (antes Twitter).

“Etiopía ha declarado la guerra a Somalia al a) decir que arrebataría el territorio de Somalia y el mar Rojo a la separatista Somalilandia y b) al afirmar que planea reconocer a Somalilandia como un estado soberano, a pesar de saber que es una región dentro de Somalia”, afirma Abdirashid Hashi, exdirector del Instituto del Patrimonio para Estudios Políticos, uno de los pocos think tanks de Somalia para asuntos internacionales y enteramente somalí.

El momento del anuncio ha sido también considerado como un golpe bajo para Mogadiscio: se produce apenas dos días después de que el Gobierno central aceptara reanudar negociaciones con las autoridades de Somalilandia… justo en Adís Abeba como territorio neutral y mediador.

Y los megaplanes de Abiy

Pero el líder etíope, Abiy Ahmed Ali, tiene otras prioridades. En un discurso a la nación televisado el pasado octubre, Abiy identificó el acceso al mar como un “objetivo estratégico” de Etiopía, y advirtió que, si Etiopía fracasaba en conseguirlo, podría abrirse un nuevo conflicto. Aunque luego rebajó el tono, el mensaje ya levantó ampollas en Eritrea, Somalia y Yibuti, entendiéndolo como una amenaza a su integridad territorial.

Abiy Ahmed Ali, que llegó al poder en 2018, ha demostrado estar obsesionado con el desarrollo de Etiopía. Educado en el extranjero, en la primera fase de su Gobierno aplicó numerosos cambios sociales y económicos. Desde lo intangible —el concepto amhárico de medemer, que hace referencia a la "sinergia, convergencia y trabajo en equipo por un destino común", a la unidad, belleza, amor y perdón para “mirar a la Etiopía del mañana” — a la realpolitik del poder de los recursos. Más allá del acceso al mar, otro de los proyectos estrella de Adís Abeba es la Gran Presa del Renacimiento etíope, un megaproyecto hidráulico que la enfrenta con Egipto, temeroso de la limitación de su acceso al agua. También ha desarrollado importantes infraestructuras con financiación china (con algunos problemas) y liberalizado la economía.

Sin embargo, ese medemer no logró impedir que el Etiopía cayera en una guerra civil cuando el TPLF, una organización política y militar de etnia Tigray que hasta la llegada de Abiy (de etnia oromo) había controlado el poder en el país. El centralismo del poder en el Gobierno federal y en la propia persona de Abiy levantó a los líderes de la región norteña de Tigray, y la respuesta de Adís Abeba ha sido brutal. Con asesinatos de civiles, bloqueo del acceso de la ayuda humanitaria y violaciones masivas, Abiy ha pasado de las loas por el Premio Nobel de la Paz que consiguió en 2019 a acusaciones de genocidio.

Foto: El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, durante la inauguración de una placa conmemorativa en Adís Abeba. (Getty)

El nuevo movimiento para asegurarse el acceso al mar Rojo arriesga a un nuevo conflicto en el cuerno de África, aunque la respuesta de Somalia pueda ser muy limitada. Yibuti, una minúscula nación, pero que cuenta con varias bases navales de poderosos aliados (EEUU, China, Japón, Francia e Italia) y el propio Egipto pueden elevar la tensión diplomática.

Etiopía, una de las grandes naciones de África —más de 122 millones de habitantes, el segundo país más poblado del continente y una de las economías con mayor tasa de crecimiento antes de la pandemia y su guerra civil—, tenía varios problemas para su desarrollo como la gran promesa económica que puede ser. Uno de ellos, debió pensar el primer ministro, Abiy Ahmed Ali, es la falta de acceso al mar. Un problema que solucionó este fin de semana con la firma de un memorándum de entendimiento con Somalilandia, una región separatista de Somalia, por la que se le permitía el uso de uno de sus puertos en el mar Rojo y alquilar durante 50 años un corredor territorial de unos 20 x 90 km. Un acuerdo "histórico" para Etiopía, una "descarada violación de la soberanía nacional" para Somalia, mirándolo todo desde la barrera.

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