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El mayor tabú de Israel: lo que las voces más silenciadas de la guerra se niegan a callar
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El mayor tabú de Israel: lo que las voces más silenciadas de la guerra se niegan a callar

Activistas israelíes y palestinos denuncian ataques e intimidaciones por defender un alto el fuego o una solución dialogada al conflicto

Foto: Tanques israelíes dentro de la Franja de Gaza. (Reuters/IDF)
Tanques israelíes dentro de la Franja de Gaza. (Reuters/IDF)

Detenciones, aislamiento, agresiones, despidos, procesos disciplinarios… Son solo algunas de las situaciones con las que se han encontrado activistas, políticos y ciudadanos de a pie, tanto judíos como árabes, que han levantado la voz en Israel para criticar la respuesta del ejército israelí en Gaza, tras el terrible ataque de Hamás contra el sur del país, el pasado 7 de octubre. "Si dices cualquier cosa sobre los bebés o los niños muertos en Gaza, ya eres automáticamente un enemigo, o alguien que está traicionando a su nación", explica Alon Chen, cofundador de la ONG Combatants for Peace, en la que antiguos soldados israelíes y exmilicianos palestinos luchan por la paz y la reconciliación entre árabes y judíos.

Chen, que formó parte de las Fuerzas de Defensa de Israel durante quince años y llegó a participar en acciones militares en Cisjordania y Gaza, cambió las armas por la palabra y fue candidato al premio Nobel de la Paz en 2017 y 2018, junto con el cofundador palestino de la organización, Souleiman Khatib. Tras cerca de dos décadas de activismo, no duda en asegurar que su ONG y otras muchas que trabajan a favor de la paz, se encuentran ahora en el "momento más crucial" que han experimentado nunca. "Una de las características que tiene el conflicto actual es la polarización. Y, en medio de eso, nosotros seguimos diciendo que no somos propalestinos o proisraelíes. Somos projusticia, pro-paz, pro-diálogo y pro derechos humanos", añade.

"Me horroriza lo que hizo Hamás, pero creo que los gazatíes, y también los árabes en Cisjordania e Israel, siguen pagando el precio más alto. Siento que tengo que guardarme estas opiniones. Pero no quiero. Sigo ayudando mis amigos palestinos, aunque sea a escondidas", dice Yasmin, una activista israelí que prefiere mantener el anonimato, y que acostumbra a acompañar a palestinos de Cisjordania durante la recogida de la aceituna para protegerlos de colonos y soldados. "Conozco gente que ha perdido el trabajo solo por decir que les sabe mal lo que pasa en Gaza", añade la mujer, que indica que ni siquiera su familia sabe que, pese a la guerra, sigue cruzando a los territorios ocupados para encontrarse con sus "amigos palestinos". "Soy la única israelí que sigue yendo a verlos desde el 7 de octubre", asevera.

"Pensaba que en el último año estábamos consiguiendo más apoyos para luchar contra la ocupación. Pero lamentablemente todo esto se acabó el 7 de octubre. Ahora ya no puedes decir nada en apoyo a los palestinos, o en contra de la ocupación, o incluso decir que hay gente inocente muriendo en Gaza... Te conviertes automáticamente en un simpatizante de Hamás", dice por su parte Jude Liemburg, miembro del grupo Mirando la Ocupación a los Ojos.

La activista explica a El Confidencial que en Israel ya solo hay espacio para "la venganza", y que "palabras como igualdad, humanidad o empatía ya no forman parte del vocabulario". "Deberíamos poder sentir empatía por los israelíes que mató Hamás y también por los gazatíes", dice Liemburg, que destaca, sin embargo, una asimetría de fuerzas en la guerra, y opina que el actual conflicto es el resultado de décadas "de ocupación y asesinatos" por parte de Israel. También recuerda que este 2023 ha sido un año de récord en cuanto a muertes palestinas: 237 víctimas antes del 7 de octubre, y más de 11.000 desde entonces. Este año también murieron 29 israelíes a manos palestinas antes de la guerra, y 1.200 en el ataque de Hamás, según el Gobierno.

Los activistas también denuncian agresiones por parte de extremistas de derechas e incluso la policía. Gina Ben David, de 77 años, explica que tanto ella como muchos de sus compañeros del grupo Endagered Dharma han dejado de participar en manifestaciones, porque eran increpados y atacados por simpatizantes de ultraderecha. "Estoy triste porque cada vez hay más gente que apoya al gobierno y la destrucción de Gaza. Quienes no lo queremos somos pocos, pero nos mantenemos firmes. Solo la bondad y el amor vencerán", asegura la anciana, que sigue elaborando gorros de ganchillo con las banderas palestina e israelí entrelazadas, pese a que nadie se atreva ya a ponérselas en público. "Muchos familiares de secuestrados por Hamás están con nosotros, pero también tienen miedo", añade Ben David, que asegura que a su edad, aunque se siente joven, no puede hacer mucho más. Pero que, aun así, no abandonará sus ideas. "Que lo escriban sobre mi lápida", sentencia.

Foto: Un herido es atendido en el hospital de Al-Shifa. (Reuters/Mohammed Al-Masri)

Cientos de casos

La organización Adalah, dedicada a salvaguardar los derechos de la minoría árabe en Israel, ha documentado cientos de casos de discriminación, detenciones y ataques a ciudadanos israelíes por hacer uso de su derecho de expresión y criticar al gobierno o apoyar a las víctimas de la guerra. Hasta el pasado 22 de octubre, el grupo había detectado 89 casos de estudiantes expulsados o suspendidos por sus instituciones académicas "únicamente por sus publicaciones en sus cuentas personales de redes sociales".

La organización está representando legalmente a 74 estudiantes árabes-israelíes, pertenecientes a 25 universidades diferentes, que han sido disciplinados "simplemente por expresar su solidaridad con el pueblo palestino en Gaza o por citar versos del Corán". "Estas acciones draconianas fueron motivadas por quejas recibidas de grupos de estudiantes de extrema derecha, que atacaron a estudiantes palestinos en sus instituciones académicas y monitorearon sus cuentas de redes sociales", ha asegurado el grupo.

Adalah también ha detectado al menos 50 casos de palestinos con ciudadanía israelí que han perdido su trabajo desde el inicio de la guerra, o han sido suspendidos de sueldo y empleo, o degradados de categoría laboral. El grupo explica también que la policía israelí ha prohibido las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino y recuerda que la exhibición de banderas palestinas en Israel ya estaba perseguida antes del estallido de la guerra. Según datos de la misma policía israelí, más de un centenar de personas han sido detenidas: 80 de ellas por publicaciones en redes sociales y una veintena en manifestaciones. "Muchas de estas detenciones se llevan a cabo con fuerza brutal en mitad de la noche y sin la justificación legal adecuada. Estos actos revelan una clara intención de implementar las políticas opresivas promovidas por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, quien expresa abiertamente sus opiniones racistas hacia los palestinos", dicen desde Adalah.

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Jafar Farah, director del Mossawa Center, otra organización árabe-israelí dedicada a salvaguardar los derechos de los palestinos con ciudadanía israelí, se muestra preocupado por la deriva autoritaria que detecta en el país. Critica, entre otras cosas, la recientemente aprobada enmienda número 9 a la Ley de Contraterrorismo de Israel, que contempla penas de hasta un año de prisión por el "mero consumo de información, y específicamente de publicaciones consideradas terroristas". En conversación con El Confidencial, Farah asegura que la actual situación es "un absoluto desastre" y hace un llamamiento a un alto el fuego y a encontrar una solución dialogada al conflicto. "Es necesaria una solución de dos Estados, que se termine con la ocupación, y que haya una intervención internacional para evitar más violaciones de los derechos humanos. Y si Israel lo que quiere es un solo Estado, del río al mar, al menos que todos tengamos los mismos derechos", afirma.

Las detenciones más polémicas

Entre los arrestados en Israel por sus opiniones sobre la guerra se encuentran conocidos políticos y activistas. Es el caso del exdiputado del partido de mayoría árabe Hadash, Mohammad Barakeh, actual presidente del Alto Comité de Seguimiento de la comunidad árabe de Israel. Barakeh fue detenido el pasado 9 de noviembre tras convocar una manifestación en Nazaret en contra de la guerra. La policía defendió el arresto asegurando que, "contrariamente a las instrucciones de la policía", el expolítico estaba intentando organizar una manifestación "que podría conducir a una incitación y a dañar el orden público". "En estos días, cuando el Estado de Israel se encuentra en estado de guerra, el ambiente en la opinión pública es muy tenso. Nuestros secuestrados aún no han regresado y la policía está ocupada con sus tareas; se espera que cada ciudadano israelí respete la ley y escuche las instrucciones de la policía", añadían las fuerzas de seguridad, en un comunicado.

La semana pasada el ejército israelí anunció también la detención de la activista palestina Ahed Tamimi, de 22 años, famosa por haber sido juzgada, siendo adolescente, por su resistencia a la ocupación israelí en Cisjordania. En concreto, Tamimi fue encarcelada durante 8 meses en 2017 por abofetear a dos soldados israelíes en el pueblo palestino de Nabi Saleh, mientras les exigía que se marcharan de su casa. En esta ocasión, la joven activista ha sido arrestada en una operación "destinada a detener a individuos sospechosos de estar implicados en actividades terroristas y de incitación al odio", según un portavoz del ejército israelí. "Ahed Tamimi, sospechosa de incitación a la violencia y actividades terroristas, fue detenida en la ciudad de Nabi Saleh y transferida a las fuerzas de seguridad israelíes para ser interrogada", añadió la misma fuente.

En los últimos días también ha resultado muy polémica la amenaza de Israel de tratar a los fotógrafos palestinos que cubrieron el ataque de Hamás del 7 de octubre cómo "cómplices de crímenes de lesa humanidad", según la Dirección Nacional de Diplomacia Pública de la oficina del primer ministro, Benjamín Netanyahu. La acusación parte de las sospechas vertidas por la organización israelí Honest Reporting, que monitorea las publicaciones de medios internacionales, y que cuestionó la presencia de fotógrafos de Associated Press y Reuters, y colaboradores del New York Times y la CNN, durante el ataque de Hamás.

Tanto Honest Reporting como miembros del Gobierno israelí han dado a entender que estos periodistas pudieron saber de antemano los planes para la masacre, por lo que "no son diferentes de los terroristas y deben ser tratados como tales", en palabras del exministro de Defensa y actual miembro del Ejecutivo de emergencia israelí, Benny Gantz. Todos los medios acusados por Israel han negado cualquier vinculación con Hamás, y han defendido que el trabajo de sus profesionales es estar en el lugar de los hechos cuando ocurren.

Detenciones, aislamiento, agresiones, despidos, procesos disciplinarios… Son solo algunas de las situaciones con las que se han encontrado activistas, políticos y ciudadanos de a pie, tanto judíos como árabes, que han levantado la voz en Israel para criticar la respuesta del ejército israelí en Gaza, tras el terrible ataque de Hamás contra el sur del país, el pasado 7 de octubre. "Si dices cualquier cosa sobre los bebés o los niños muertos en Gaza, ya eres automáticamente un enemigo, o alguien que está traicionando a su nación", explica Alon Chen, cofundador de la ONG Combatants for Peace, en la que antiguos soldados israelíes y exmilicianos palestinos luchan por la paz y la reconciliación entre árabes y judíos.

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