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La culpa de tu odio a los ‘eurócratas’ de la UE la tienen un funcionario de Soria y uno de Madrid
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Opiniones sobre las instituciones europeas

La culpa de tu odio a los ‘eurócratas’ de la UE la tienen un funcionario de Soria y uno de Madrid

El rechazo de muchos ciudadanos a la burocracia europea se produce únicamente a raíz de sus experiencias con la administración nacional

Foto: Sede de la Comisión Europea y del Consejo Europeo en Bruselas. (Reuters)
Sede de la Comisión Europea y del Consejo Europeo en Bruselas. (Reuters)

Es solamente cuestión de tiempo que en un debate con un euroescéptico, o incluso con ciudadanos que no tienen opiniones demasiado formadas sobre la Unión Europea, salgan un par de palabras que suelen repetirse y que están bastante bien instaladas en el consciente colectivo cuando se habla de la UE, incluso se pueden escuchar en ciertas tertulias y columnas de periódicos: burócratas y funcionarios, o su versión refinada, los ‘eurócratas’. Muchísimas personas, quizás cientos de miles, desconectadas de la realidad, cobrando grandes cantidades de dinero por mantener una maquinaria burocrática.

Atacar a la Unión Europea no siempre es fácil. Es un proyecto que ha traído prosperidad a España, estabilidad a Europa y una idea más o menos creíble de futuro para los Estados miembros. Sin embargo, es mucho más fácil poder atacar a la UE a través de algo que a un sector importante de la población le genera rechazo, como la burocracia, la lentitud de la administración o incluso, sí, los funcionarios, tan denostados como envidiados. Desde la perspectiva de los que no tienen un especial cariño a la Unión tiene toda la lógica atacarla por ese frente. La pregunta es, ¿por qué es tan efectivo? ¿Por qué tantos ciudadanos asumen ese discurso como cierto?

La pregunta es relevante. ¿Cuántas veces ha tenido un ciudadano español que esperar frente a una ventanilla de la Comisión Europea a que un funcionario europeo le diga que lo siente pero que le falta un papel y que debe ir a la ventana número 43 del Consejo de la Unión Europea? ¿Cuántas veces ha tenido un ciudadano español que estar sentado en una sala sin ventanas del Parlamento Europeo esperando que le llegue su número para que le pongan un sello que luego debe llevar al Banco Central Europeo, perdiendo toda la mañana en ello?

placeholder Banderas europeas en Bruselas. (Reuters)
Banderas europeas en Bruselas. (Reuters)

La respuesta es nunca. Primero, porque la “burocracia” europea es radicalmente distinta a la burocracia que los ciudadanos suelen tener en mente. En segundo lugar, porque dicho eso, es extremadamente raro que ciudadanos anónimos tengan contacto directo con las instituciones europeas o tengan que hacer ningún tipo de gestión ante ellas. Solamente, quizás, si eres un ciudadano viviendo en Bruselas, Frankfurt, Luxemburgo o Estrasburgo puedas tener contactos reales y más o menos habituales con los funcionarios europeos, aunque no así con la burocracia europea. Volviendo a la pregunta original: ¿por qué entonces muchos ciudadanos europeos suelen tener una visión negativa de la burocracia europea que desconocen y con la que no han tenido contacto?

Jan P. Vogler, profesor asistente de Ciencias Sociales Cuantitativas en la Universidad de Konstanz, ha intentado explicar por qué los ciudadanos europeos tienen entonces tan mala imagen de los funcionarios europeos, y lo ha hecho utilizando datos de Rumanía, donde la calidad de las administraciones públicas es muy dispar en todo el territorio nacional.

La base para cualquier discusión, documento o reflexión sobre el asunto tiene que ser eliminar un primer mito muy extendido: que Bruselas es una maquinaria burocrática enorme, porque lo cierto es que el tamaño es mínimo, con unos 60.000 trabajadores, menos del doble de los que tiene el ayuntamiento de Madrid, con sus 39.000 empleados, y pocos más de los que tiene por ejemplo la administración local de París, pero teniendo que supervisar, sin embargo, una Unión de unos 450 millones de habitantes.

placeholder Un repartidor pasa por delante de la sede de la Comisión Europea en Bruselas. (EFE)
Un repartidor pasa por delante de la sede de la Comisión Europea en Bruselas. (EFE)

Dicho esto, el caso rumano es interesante ya que es conocido por tener un sistema burocrático que sufre unos altos niveles de corrupción, en el que un 17% de los usuarios de servicios públicos admiten haber pagado sobornos. En un país con una democracia joven, en el que la Unión Europea juega un papel de garante del libre mercado y del estado de derecho, uno podría llegar a la conclusión de que los ciudadanos ven en la UE una garantía y, por lo tanto, pueden tener una visión positiva sobre los funcionarios europeos, en contraste con sus funcionarios locales.

Y sin embargo no es así. No lo es porque la mayoría de los ciudadanos trasladan su visión respecto a la burocracia nacional al nivel europeo. “Dado que la gran mayoría de los ciudadanos europeos no interactúan con la burocracia de la UE, la mayoría de ellos tienen que formarse sus juicios basándose en inferencias. Uno de esos tipos de inferencia son los atajos mentales basados en experiencias previas con la administración pública”, explica Vogler en un paper publicado recientemente. En el caso rumano, existe una importante diferencia sobre la opinión que tienen respecto a los funcionarios europeos entre aquellos ciudadanos que viven en una zona con una mejor administración y aquellos que viven en zonas con funcionarios locales menos íntegros.

Foto: European Focus

“Las evaluaciones de las burocracias nacionales son predictores extremadamente fuertes de las actitudes hacia la burocracia de la UE. Las personas que evalúan las burocracias nacionales como corruptas y poco confiables tienen muchas más probabilidades de ver también a la burocracia de la UE como corrupta y poco confiable” a pesar de no tener información sobre ella, explica el profesor.

En otras palabras: si eres de Soria y tienes una mala experiencia con un funcionario local, entonces es bastante probable que tengas una opinión negativa de la burocracia europea, y da igual que se te intente explicar que en realidad los funcionarios comunitarios tienen muy poco que ver con el que funcionario que tratas a nivel local. Pero no cuenta solamente tu experiencia con el servidor público al nivel más bajo. El ciudadano sabe que la administración europea es diferente que la del ayuntamiento, así que en realidad es la visión que el ciudadano tiene de la administración central la que más impacto tiene sobre la visión de la burocracia europea. “Son las percepciones de las burocracias centrales nacionales en particular las que afectan las actitudes hacia la burocracia de la UE”, señala el académico, aunque esa visión de la administración central también esté influenciada por la experiencia con la burocracia local.

placeholder Cola en una Oficina de Empleo. (EFE)
Cola en una Oficina de Empleo. (EFE)

Buena jugada, euroescépticos

La realidad es que la elección de los funcionarios europeos como diana de las críticas y de un discurso euroescéptico es realmente buena. Primero, porque en general, incluso aunque tengamos una administración pública eficiente, la realidad es que los ciudadanos suelen tener una mala opinión de su burocracia, por mucho que sea la base del estado moderno, de manera que la heurística juega a favor de los intereses de los euroescépticos.

Pero además es una buena jugada porque la realidad es que, desde la perspectiva de un euroescéptico, los“funcionarios europeos”, la “burocracia de Bruselas”, es una verdadera enemiga. Es la primera vez en la historia que funcionarios de un determinado país no tienen el poder de decisión sobre su propio territorio, sino que están supervisando el cumplimiento de las reglas y de los estándares en otros países que no son los suyos. Esta es, en realidad, la clave que hace que los euroescépticos y otros sectores preocupados con la supuesta pérdida de soberanía de los Estados miembros carguen contra la “burocracia de Bruselas”.

Las instituciones europeas tienen un problema serio en este sentido. La campaña del Brexit demostró que el argumento de la burocracia comunitaria puede llegar a tener mucho éxito. Por mucho que se tenga la sensación en Bruselas de que el peligro de la desintegración europea ha pasado, lo cierto es que las instituciones tienen un problema serio de imagen y solamente hay una manera de cambiarlo: la comunicación. Los ciudadanos hacen uso de esos “atajos” mentales, esa especie de traslación de sus visiones nacionales y locales a nivel europeo, cuando no tienen suficiente información suficiente sobre cómo funciona la burocracia europea. Si Bruselas quiere evitar que en el futuro sus funcionarios y su burocracia sean utilizados como punta de lanza contra el proyecto europeo tendrá que empezar a pensar en cómo mejorar el conocimiento de los ciudadanos sobre lo que realmente hacen y cómo funciona.

Es solamente cuestión de tiempo que en un debate con un euroescéptico, o incluso con ciudadanos que no tienen opiniones demasiado formadas sobre la Unión Europea, salgan un par de palabras que suelen repetirse y que están bastante bien instaladas en el consciente colectivo cuando se habla de la UE, incluso se pueden escuchar en ciertas tertulias y columnas de periódicos: burócratas y funcionarios, o su versión refinada, los ‘eurócratas’. Muchísimas personas, quizás cientos de miles, desconectadas de la realidad, cobrando grandes cantidades de dinero por mantener una maquinaria burocrática.

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