Coordenadas | Un centenar de muertos y tres días de batalla. ¿No hay manera de salvar Sudán?
El caos se ha apoderado de Sudán por los ataques armados entre el ejército del país y la organización paramilitar del país, las Fuerzas de Apoyo
El caos se ha apoderado de Sudán por los ataques armados entre el ejército del país y la organización paramilitar del país, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Cuatro años después de la caída del líder autoritario Omar Hassan al-Bashir, y del posterior golpe de Estado, las esperanzas de una transición democrática se han, por ahora, disipado. Hasta la mañana de este lunes, se han reportado 97 muertos y más de 365 heridos en diferentes puntos de Sudán, pero sobre todo en la capital, Jartum.
Los bombardeos han continuado a pesar del breve alto al fuego acordado entre las dos partes y, ante la escalada de violencia, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU anunció que detenía temporalmente las operaciones en el país después de que tres de sus empleados sudaneses fueran asesinados. Paralelamente, la embajada de España en el país ha cerrado y emitido una recomendación a los españoles que allí se encuentran de que permanezcan en sus casas o alojamientos y eviten todo desplazamiento al exterior.
La población sudanesa, mientras tanto teme que las posibilidades de un Gobierno democrático se hayan esfumado. “Nos sentimos impotentes. Todos están preocupados de que esto siga el camino de Yemen o Siria. El fantasma de la guerra civil está aquí”, dijo Omar Farook, un sudanés que formó parte de las protestas por la democracia en 2019, a The New York Times.
En breve
La inestabilidad ha marcado el marco político y social desde el golpe de Estado de 2021, que llevó al poder al jefe del Ejército y líder de facto de Sudán, Abdefatá al-Burhan. El militar prometió crear un Gobierno civil, pero la crisis económica y las tensiones internas han frustrado los planes de una transición democrática.
A los problemas políticos y sociales se suma el choque entre al-Burhan y el líder de las FAR, Mohamed Hamdan Dagalo. La relación entre las dos partes nació cuando cooperaron para acabar con el Gobierno civil que se estableció tras la revolución sudanesa en el año 2019. Sin embargo, desde entonces, la incapacidad para negociar con la alianza civil y para articular a las fuerzas paramilitares en el ejército han convertido su relación en insostenible.
A pesar de que hasta ahora habían conseguido evitar un conflicto abierto, las tensiones por el proceso de determinar quién estaría subordinado a quién bajo la nueva jerarquía militar han terminado estallando. Las FAR se han sublevado contra el Ejército, provocando una nueva ola de violencia en las calles de la capital, Jartum.
Contexto
Los grupos prodemocráticos de Sudán llevan años luchando por un Gobierno civil en el país. Al mando de la alianza opositora civil Fuerzas de la Libertad y el Cambio (FLyC), la principal agrupación civil del país, se estaba negociando un acuerdo político con el ejército y los paramilitares. La alianza ha pedido el fin de la violencia y regresar a las mesas de negociación ante el temor de que los esfuerzos por un Ejecutivo que lleve la estabilidad a Sudán hayan sido en vano.
Miembro de la Liga Árabe, Sudán se encuentra en una posición estratégica que lo ha convertido en un punto clave de la influencia entre Rusia y Occidente en la región. El Grupo Wagner, contratista militar y una de las fuerzas bajo las órdenes del Kremlin en la guerra de Ucrania, ha enviado a algunos miembros a Sudán para apoyar un Gobierno militar. Por otro lado, Moscú ha presionado al Ejecutivo para que permita que los buques de guerra rusos amarren en sus puertos del Mar Rojo.
El estallido de violencia ha encendido las alarmas de Estados Unidos, que ha pedido el fin de las hostilidades junto con la ONU y la Liga Árabe. Además de las pérdidas humanas, la preocupación de los líderes occidentales y regionales es que el tercer país más grande de África entre en una espiral de caos que pueda terminar en una guerra civil.
Actores
Abdel Fatá al-Burhan. El general que lidera Sudán llegó al poder después del golpe de Estado que derrocó a al-Bashir y de las protestas multitudinarias que pedían el fin del régimen autoritario. El militar tuvo una relación muy estrecha con el antiguo dictador pero, después del golpe, en el que participó de la mano de las FAR, empezó a aumentar su poder hasta gobernar de facto Sudán.
En 2019, civiles y militares firmaron un acuerdo para compartir el poder, y al-Burhan se convirtió en el presidente del Consejo de Soberanía, un organismo creado para supervisar la transición del país a un gobierno democrático. Sin embargo, el militar empezó a mostrarse reacio a entregar el poder y, en 2021, llevó a cabo el golpe de estado que retiró a la sociedad civil del Gobierno. Desde octubre de ese año, el aumento progresivo del control del al-Bashir chocó con las esperanzas de Occidente de que Sudán consiguiera avanzar hacia una democracia.
Mohamed Hamdan Dagalo. Conocido popularmente por su apodo, Hemedti (un diminutivo de Mohamed). Desde sus orígenes humildes como comerciante de camellos y sin contar con educación formal, Dagalo llegó a lo más alto de la cadena de poder de las FAR (por aquel entonces denominadas como Yanyawid) durante el conflicto de Darfur, que comenzó en 2003 y en el que murieron unas 300.000 personas y 2,7 millones resultaron desplazadas.
El expresidente Bashir legitimó la organización paramilitar y otorgó a Hemedti el rango de teniente general, dándole rienda suelta para apoderarse de las minas de oro en Darfur y convertirse en el hombre más rico de Sudán. Eso no impidió que el líder de las FAR le traicionara en 2019, cuando se alió con el ejército para expulsar al jefe de Estado.
A lo largo de los años, Hemedti ha encontrado aliados en Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, enviando sus tropas para combatir contra los rebeldes hutíes alineados con Irán en la guerra civil de Yemen. Actualmente, es uno de los rostros más odiados por los defensores de la democracia en Sudán debido al frecuente papel que los paramilitares han jugado en la represión —a menudo letal— de manifestantes.
Y ahora, ¿qué?
Con escasa información desde el terreno y en medio de un ambiente de confusión y violencia, resulta difícil determinar cómo concluirá el choque entre el ejército y los paramilitares. Este domingo se propagaron los reportes de intensos combates alrededor del aeropuerto internacional de Jartum. Testigos citados por The Guardian afirmaron que las fuerzas armadas habían llevado a cabo ataques aéreos contra cuarteles y bases de las FAR y habían logrado destruir la mayoría de sus instalaciones, pero no existe confirmación oficial al respecto.
Si la lucha continúa y se extiende a nivel nacional, corre el riesgo de desestabilizar por completo el país y provocar un terremoto en una región inestable donde Estados Unidos, Rusia, la UE y los países del Golfo batallan por extender su influencia.
Para seguir el hilo
La analista y especialista en asuntos africanos Lauren Blanchard explica en este hilo de Twitter cómo una organización paramilitar como las FAR logró crecer hasta convertirse en una fuerza capaz de desafiar a un ejército nacional.
Yesterday, Sudanese were among the Saudi-led coalition POWs released in Yemen.
— Lauren Blanchard (@LaurenBinDC) April 16, 2023
As fighting unfolds in #Sudan among its security forces, those Sudanese POWs in Yemen are a reminder of how Hemeti's RSF grew into a force that could rival Sudan's military.🧵https://t.co/Ia1CKn4d97
El caos se ha apoderado de Sudán por los ataques armados entre el ejército del país y la organización paramilitar del país, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Cuatro años después de la caída del líder autoritario Omar Hassan al-Bashir, y del posterior golpe de Estado, las esperanzas de una transición democrática se han, por ahora, disipado. Hasta la mañana de este lunes, se han reportado 97 muertos y más de 365 heridos en diferentes puntos de Sudán, pero sobre todo en la capital, Jartum.