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A la caza de empresarios: el plan de China para controlar a sus grandes empresas
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Un modelo para dominarlos a todos

A la caza de empresarios: el plan de China para controlar a sus grandes empresas

Tener una empresa en China no tiene por qué ser un problema. Siempre y cuando tus intereses no sobrepasen a los del Partido. En caso contrario, puede que desaparezcas o te quiten pequeñas partes de tu compañía

Foto: Gente paseando por el distrito central de negocios de Pekín. (EFE/Mark R. Cristino)
Gente paseando por el distrito central de negocios de Pekín. (EFE/Mark R. Cristino)

Ser empresario en China conlleva cierto riesgo. Más allá de las pérdidas y beneficios, puedes llegar a desaparecer. Este es el caso del fundador de China Renaissance Holdings, Bao Fan, quien lleva algo más de un mes sin dar señales de vida. La única aclaración que dio su empresa fue que Bao estaba "cooperando en una investigación con autoridades de la República Popular". Pero este no es el único ejemplo de CEO chino en paradero desconocido (el más conocido, el caso de Jack Ma, el fundador de Alibaba, quien reapareció en China la semana pasada). Tampoco es la única forma que tiene Pekín de apretar la correa a sus grandes compañías.

En el gigante asiático tienes que ser emprendedor, pero no empresaurio. Se permite el crecimiento económico, pero dentro de los planes del Estado y sus estándares de producción, con la mirada puesta en el largo plazo. Y, sobre todo, no puedes ir contra el régimen. "La única regla a la hora de hacer negocios en China es no socavar el poder", explica Julio Ceballos, escritor y experto en comercialización con 17 años de experiencia en Pekín. Aunque Ceballos también aclara respecto a las desapariciones: "Suelen ser llamados a consultas en las que les explican que se están desviando de la línea programática. A partir de ahí, los empresarios corrigen el rumbo", aclara el experto utilizando el ejemplo de la desaparición en 2015 de Guo Guangchang, CEO del fondo de inversión Fosun International. El fenómeno no es nuevo, pero tras el batacazo económico que ha supuesto el cerrojazo de la política covid-zero, las estrategias de Pekín para controlar a sus empresarios se han diversificado.

Foto: China comienza su semana de vacaciones con motivo del Día Nacional. (EFE/Wu Hao)

De vez en cuando, China lanza una ofensiva contra ciertos sectores. Las big tech han sido las últimas en sufrir el escrutinio del presidente, Xi Jinping, pero de la mano de una suerte de guante de seda poscovid. El regreso de Jack Ma, por ejemplo, puede suponer un alivio para las preocupaciones de las empresas después de la fuerte presión regulatoria que han experimentado las compañías en los últimos dos años. Sobre esto, el nombramiento del nuevo premier chino, Li Qiang, y las nuevas estrategias de control parcial de las juntas directivas, apuntan a que la parte más capitalista del mayor régimen comunista está virando hacia un nuevo designio de vigilancia comercial.

Todo este contexto económico se enmarca dentro del plan quinquenal número 14 de China para los años 2021-2025. Un proyecto que no les ha fallado en las 13 anteriores versiones. Sin embargo, debido al covid y a la tensión internacional, la optimista hoja de ruta ha dado un traspié y en 2022 la economía creció solo un 3%, uno de los peores datos en casi medio siglo. Entre los diversos factores económicos que componen el PIB, una parte muy importante se corresponde al sector privado. Ante esto, ¿cuál es la nueva estrategia china para controlar a sus empresas? Un buen funcionamiento de sus compañías es vital para elevar los pronósticos monetarios. Y el control estatal es una herramienta dúctil para Pekín.

Una oferta que no podrás rechazar

Cuando el Gobierno chino llama a la puerta de las empresas pidiendo una participación de una compañía, en realidad no les está consultando. Para las sociedades hay pocas opciones: vender una cuota a una entidad gubernamental para mantenerse en el negocio. Con esto, el Gobierno lo que consigue es una colaboración más directa en las empresas más poderosas de China. A estas maniobras se las conoce como acciones doradas (Golden Shares) y, básicamente, son la compra de un porcentaje de la empresa por parte del Estado.

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El último caso involucrado en esta praxis ideada por Xi en una agenda de reformas emitida en 2013, fue, entre otros, el gigante del comercio electrónico, Alibaba Group Holding, la cual vendió un 1% de su compañía a un fondo del organismo de control del ciberespacio de Pekín. Desde entonces, un miembro de la junta directiva defiende los intereses del partido en las reuniones de alto nivel.

"La iniciativa Golden Shares de Pekín trata de integrar al Partido Comunista Chino en los centros neurálgicos de las empresas de contenido de Internet más importantes de China", dijo Alex Capri, investigador de la Fundación Hinrich, a la CNN. "Se trata de lograr una vigilancia generalizada, censura y con capacidades policiales de adentro hacia afuera", agregó en la entrevista. Aunque las acciones doradas ya tuvieran un largo recorrido en la política económica China, a raíz de la tensión entre Estados Unidos y China esta práctica de control empresarial ha integrado por completo al régimen de Xi en el sector privado.

Pero es un control más suave que presiones más directas como la desaparición de grandes empresarios. Mediante las acciones doradas, los inversores perciben que hay una baja presencia de los agentes gubernamentales y, por otro lado, el Ejecutivo sabe en todo momento lo que ocurre de puertas para adentro. "Xi se está acomodando en un enfoque que se encuentra entre el fomento activo de la empresa y una batalla pública contra lo que él ve como excesos capitalistas. Un camino intermedio centrado en que el Gobierno tenga un control duradero sobre el sector privado", escribe Lingling Wei, redactora en economía política de China para el Wall Street Journal.

¿De dónde viene todo esto?

"En China, realmente no hay distinción entre las empresas privadas y el estado", aseguraba el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, a CBS News el mes pasado, cuando varios globos espías chinos sobrevolaron el país y desataron una crisis diplomática. Unas sondas que estaban relacionadas con "una empresa privada para la investigación meteorológica", según afirmó Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. Fue entonces precisamente cuando comenzó la ofensiva contra las empresas tecnológicas que, más de un mes después, sigue causando estragos y ha supuesto un quebradero de cabeza para algunas compañías como ByteDance (TikTok) o Tencent Holdings, la matriz de WeChat, la aplicación de mensajería instantánea más popular en China. Lo que China no quiere, al igual que ha pasado con empresas europeas o estadounidenses, es que el sector tecnológico se salga de control y pueda llevar al Estado a situaciones de tensión con otros países.

Foto: Foto: Reuters.

Pero para China hay algo más importante que las redecillas internacionales: los pronósticos económicos y su plan quinquenal.

"En 2022, los dirigentes chinos hicieron hincapié en la estabilidad, centrándose en el control del covid y en una regulación más estricta de las empresas en línea. El nuevo primer ministro Li Qiang insiste ahora en la importancia de restablecer la confianza en el sector privado y elevar el crecimiento del PIB al menos al 5%", explica David Dollar, exrepresentante del Banco Mundial en Pekín, en entrevista con El confidencial. "El consumo está repuntando tras el largo bloqueo, por lo que alcanzar este objetivo [5% PIB] no es demasiado difícil. Pero mantenerlo más allá de 2023 será todo un reto, ya que China se enfrenta a vientos en contra derivados del descenso de su población, el excesivo apalancamiento de su sistema financiero y el conflicto geoestratégico con Estados Unidos", añade Dollar.

El golpe del covid sobre el mercado chino abrió la puerta a una mayor libertad de las empresas. Pero esa libertad no fue gratis. A raíz de la apertura se estableció un control más próximo, pero más relajado de las grandes compañías. Mediante las acciones doradas, Xi puede mantener alineadas a las empresas con los objetivos del Partido sin necesidad de que el Estado sea un actor importante. Gracias a esta herramienta de control parcial, las firmas con capital extranjero no ven tan amenazadas su inversión en el ambiente de alta tensión internacional. Sin embargo, ¿a qué se debe la desaparición del empresario Bao Fan? Una acción que no se corresponde con el nuevo modelo de control más relajado de China sobre sus sociedades.

Bao Fan fue uno de los mayores impulsores crediticios de las compañías tecnológicas en China y desapareció de un día para otro. Este suceso es un indicativo del reajuste en las empresas tecnológicas que está llevando a cabo el partido. Un recordatorio de que "la única regla a la hora de hacer negocios en China es no socavar el poder", como comenta Julio Ceballos.

Ser empresario en China conlleva cierto riesgo. Más allá de las pérdidas y beneficios, puedes llegar a desaparecer. Este es el caso del fundador de China Renaissance Holdings, Bao Fan, quien lleva algo más de un mes sin dar señales de vida. La única aclaración que dio su empresa fue que Bao estaba "cooperando en una investigación con autoridades de la República Popular". Pero este no es el único ejemplo de CEO chino en paradero desconocido (el más conocido, el caso de Jack Ma, el fundador de Alibaba, quien reapareció en China la semana pasada). Tampoco es la única forma que tiene Pekín de apretar la correa a sus grandes compañías.

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