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La gran pregunta de 2023 ya es Crimea: por qué la península no está "a un puente de distancia"
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Cambió el menú y las expectativas

La gran pregunta de 2023 ya es Crimea: por qué la península no está "a un puente de distancia"

Kiev tiene muchas batallas que ganar y territorio que recuperar antes de llegar a Crimea. Pero los éxitos militares han cambiado la narrativa para los propios ucranianos

Foto: Carteles en apoyo a la "operación militar especial" en Chernomorskoye, Crimea. (Reuters/Alexey Pavlishak)
Carteles en apoyo a la "operación militar especial" en Chernomorskoye, Crimea. (Reuters/Alexey Pavlishak)

Agosto de 2021 en Kiev. El gobierno ucraniano organiza un evento con el objetivo de revivir la causa de la "desocupación de Crimea", en manos rusas desde 2014. En aquel entonces, el evento se vio como un ejercicio de optimismo diplomático por parte de Kiev. La comunidad internacional condenaba el referéndum ilegal ruso, pero parece poco dispuesta a tomar más cartas en el asunto. Con la boca pequeña, se habla de política de hechos consumados. Febrero de 2023. La recuperación de Crimea está ahora en el menú. Es, de hecho, una de las grandes preguntas de la guerra: ¿hasta dónde está dispuesto a apoyar Occidente los avances militares de Kiev? ¿Hasta las fronteras del 24 de febrero, cuando el Kremlin comenzó su invasión a gran escala? ¿O incluyen también todo el territorio ocupado por Rusia... incluida la península?

Kiev tiene muchas batallas que ganar y territorio que recuperar antes de llegar a Crimea. Pero los éxitos militares en Járkiv o Jersón, así como el goteo de atentados contra objetivos militares rusos en la propia península, han cambiado la narrativa para los propios ucranianos. Recuperar Crimea ya no es un eslogan, sino una posibilidad. "Crimea es nuestra tierra, nuestro territorio. Dadnos vuestras armas y recuperaremos lo que es nuestro", sostenía el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en el reciente Foro Económico Mundial de Davos.

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Los analistas militares están divididos. Por un lado, algunos informes de Estados Unidos apuntan a que la Administración de Joe Biden está empezando a barajar la idea de que para Ucrania es necesario aumentar la presión en Crimea para fortalecer su posición negociadora en un futuro, a pesar de eso suponga un riesgo de escalar el conflicto. No obstante, otros afirman que un escenario en el que las fuerzas de Kiev lleguen a tener el control de la península es altamente improbable. "Crimea será el último punto de esta guerra porque, aunque lleguen hasta la costa, tienen muchas dificultades para luchar contra las fuerzas rusas que están allí. La península es muy difícil de conquistar y lo primero es que Ucrania no tiene una fuerza naval, a diferencia de Rusia", explica Mark Cancian, investigador sénior del Centro Internacional de Estudios Estratégicos (CSIS), a El Confidencial.

El primer paso es llegar hasta allí. En primer lugar, las fuerzas ucranianas tenían que seguir avanzando desde Zaporiyia hasta Melitopol, a unos 80 kilómetros de distancia. Luego, todos los ojos estarían puestos en los puestos de control Chingar y Armiansk, dos posiciones clave que unen Crimea con Ucrania.

El tercer punto de entrada es el estratégico estrecho de Kerch, que fue bombardeo el pasado octubre y privó a Rusia de una ruta de suministro vital, especialmente en términos de combustible. "Melitopol es un objetivo prioritario porque por ahí pasan las principales líneas de comunicación en el corredor terrestre que va desde el Donbás a Crimea. Si tomas Melitopol y destruyes los puentes que unen Crimea con el resto de Rusia, entonces la península estaría en una situación bastante complicada. No sabemos si el Alto Mando ucraniano está ya pensando en ello o no, pero es un objetivo factible. Si toman Melitopol y Mariúpol, ya sabríamos hacia dónde se dirigen", apuntaba Guillermo Pulido, analista militar y editor de la Revista Ejércitos, en un artículo anterior de El Confidencial​.

En un hipotético caso de que Ucrania consiguiera llegar a los tres puntos de entrada a Crimea, empezaría una retahíla de ataques contra las fuerzas e infraestructura rusa en la región para boicotear su capacidad militar. Los objetivos incluirían centros logísticos, bases aéreas, centros de comando y control, e instalaciones navales. Estas serían solo las primeras fases de una operación que sería muy complicada para las fuerzas ucranianas, hasta con el apoyo occidental, específicamente los tanques alemanes Leopard 2, los M1 Abrams estadounidenses y los tanques británicos Challenger 2. Una vez los carros de combate estén operativos en el frente, las oportunidades de Kiev mejorarán, pero necesitaría cientos de ellos, así como drones de combate, cohetes HIMARS, misiles de largo alcance y miles de proyectiles de artillería para continuar con la ofensiva en la península.

El otro motivo es social. Mark Cancian subraya a este periódico que una gran parte de la población de Crimea es prorrusa y que, en el hipotético caso de que hubiera una votación sobre el futuro político de la península, hay muchos indicios de que una mayoría elegiría formar parte de Rusia. "Muchas personas esperan que Crimea se quede con Rusia, aunque los ucranianos digan que quieren que vuelva a formar parte de su país. Se podría visualizar un referéndum con observadores internacionales, pero por ahora es muy poco probable y es muy prematuro hacer conjeturas", sostiene.

Foto: Una de las columnas de humo fruto de la explosión en una base militar rusa en Crimea. (Reuters)

En Crimea, uno de los retos a los que apuntan las organizaciones es la "militarización de todos los miembros de la vida en la península por parte de los invasores rusos, incluida la ilegal, el "reclutamiento" y la "movilización" de la población local, apunta Borys Babin, miembro de la Asociación de Reintegración de Crimea formada por abogados, economistas y expertos en derechos humanos. "Aparte de estas categorías, algunos habitantes de Crimea fueron ilegalmente al frente, actuando como parte de las tropas agresoras como "contratistas" del ejército ruso o unidades paramilitares como "Wagner" y otros. Pero el resultado es el mismo: nuevas tumbas en los cementerios de Crimea; ahora es difícil encontrar un pueblo en la península sin tales pérdidas”, sostiene a este periódico.

El miedo de los residentes de la región es lo que pasará cuando se acabe la guerra o se anuncie un alto al fuego en Ucrania. ¿Continuarán las hostilidades? ¿Qué pasaría si Crimea es "liberada" de las estructuras de ocupación rusas? Todos apuestan por llevar a cabo este hipotético proceso sin hostilidades y Babin afirma que las autoridades civiles ucranianas reconocieron que necesitarán más de 40.000 personas para tomar medidas de Gobierno con respecto a la reintegración de Crimea. "Los principales problemas para dicha reintegración son el período de justicia de transición y la resolución de las consecuencias prácticas de la ocupación, incluidos los problemas del marco legal ucraniano para la propiedad, la educación, los registros, las relaciones laborales, etc.", recuerda el miembro de la asociación.

El miedo de los residentes de la región es lo que pasará cuando se acabe la guerra o se anuncie un alto al fuego en Ucrania

Por su parte, el historiador David Satter, experto en la Unión Soviética y en política rusa, cree que no hay posibilidades de que Ucrania pueda llegar tan lejos, ni de una salida pactada a través de la celebración de un plebiscito. "Desafortunadamente, este problema se arreglará por la fuerza". Vladímir Putin no dejará caer lo que ha convertido en su fortaleza política más importante y hasta un legado. El mandatario se ha comparado a sí mismo con el zar Pedro el Grande, que emprendió una guerra en el siglo XVIII que se interpretó como una cruzada para recuperar las tierras rusas. A Putin tampoco le ha temblado el pulso para criticar a Nikita Kruschev por aceptar que Crimea formase parte de Ucrania, "como un saco de patatas", cómo lo definió el presidente ruso.

Por otro lado, la anexión de Crimea en 2014 lanzó a Putin al estrellato político y su popularidad alcanzó un máximo del 82%. El país se vio invadido por una euforia y, casi 10 años después y un año después de una invasión que está causando estragos para las fuerzas rusas, una derrota en este frente sería también una tragedia para el Kremlin "imposible de disimular", continúa Satter.

Foto: Un helicóptero intenta apagar el incendio en el puente de Kerch. (Reuters)

"Si Rusia pierde Crimea, Vladímir Putin tiene pocas posibilidades de sobrevivir en el poder, pero también físicamente", sostiene Satter, quien está convencido de que esa pérdida le provocaría al presidente ruso algo parecido a un ataque al corazón. Le costaría la vida y seguramente también la de su Gobierno. Desde que Rusia se anexionó la península en 2014, Putin lo ha considerado como uno de sus logros políticos más característicos.

El Gobierno ruso ha amenazado en más de una ocasión que un ataque a Crimea podría tener como consecuencia el uso de armas nucleares. No es la primera vez que Rusia ha hecho uso de esta estrategia del miedo argumentando la protección de la integridad territorial de Rusia. Sin embargo, algunos analistas han afirmado que esas amenazas tienen cada vez menos efecto y que están diseñadas para disuadir un mayor apoyo occidental a Ucrania. "Hay más claridad sobre su tolerancia al daño y los ataques y Crimea ya ha sido golpeada muchas veces sin una escalada masiva del Kremlin", dijo Dara Massicot, investigadora principal de políticas de RAND Corporation, a The New York Times.

En los inicios de la nueva ofensiva rusa en Ucrania, los próximos pasos de los dos bandos pueden ser decisivos para tener más pistas sobre las intenciones de Kiev en Crimea y hasta del futuro de la guerra. Si los ucranianos llegan hasta la costa será un gran hito, pero la pregunta es qué pasará después. "Si solamente consiguen avanzar unos cuantos kilómetros, eso indicaría que podemos enfrentar una guerra larga y que la toma de Crimea es muy complicada", explica Cancian. La situación es similar para los rusos. "Si las fuerzas del Kremlin continúan con los bombardeos y con las bajas masivas sin ganar mucho territorio, ese podría ser su final y el escenario cambiaría completamente para Ucrania", concluye el analista.

Agosto de 2021 en Kiev. El gobierno ucraniano organiza un evento con el objetivo de revivir la causa de la "desocupación de Crimea", en manos rusas desde 2014. En aquel entonces, el evento se vio como un ejercicio de optimismo diplomático por parte de Kiev. La comunidad internacional condenaba el referéndum ilegal ruso, pero parece poco dispuesta a tomar más cartas en el asunto. Con la boca pequeña, se habla de política de hechos consumados. Febrero de 2023. La recuperación de Crimea está ahora en el menú. Es, de hecho, una de las grandes preguntas de la guerra: ¿hasta dónde está dispuesto a apoyar Occidente los avances militares de Kiev? ¿Hasta las fronteras del 24 de febrero, cuando el Kremlin comenzó su invasión a gran escala? ¿O incluyen también todo el territorio ocupado por Rusia... incluida la península?

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