¿Bombardeos ucranianos en Crimea? La explosión en una base rusa sacude líneas rojas
Si se demostrara que el ataque es responsabilidad de un misil ucraniano, se trataría de un episodio sin precedentes y que podría forzar al Kremlin a reevaluar su estrategia bélica
Una enorme explosión sacudió este martes una base aérea rusa en la península ucraniana de Crimea, bajo control ruso desde 2014. El estallido ha matado al menos a una persona, según los servicios de emergencia de la península, y desató una gran confusión sobre qué lo había provocado. Si se demostrara —como apuntan los primeros indicios— que fue fruto de un ataque del Ejército de Ucrania, se trataría de un episodio sin precedentes desde el inicio de la invasión. Uno que podría forzar al Kremlin a reevaluar su estrategia bélica.
Rusia ha negado la mayor. Las gruesas columnas de humo recogidas en multitud de vídeos compartidos en redes sociales habrían sido fruto de “un incendio causado por una detonación accidental de ojivas de munición” para la aviación rusa que utilizaba el aeródromo.
“El 9 de agosto, alrededor de las 15:20, en el territorio del aeródromo de Saki, cerca del asentamiento de Novofedorovka, varias municiones de aviación detonaron en un área de almacenamiento”, reza un comunicado del Ministerio de Defensa ruso, recogido por la agencia de noticias estatal Interfax. No habría dañado “ningún equipo de aviación”. Imágenes de satélite del aeródromo, tomadas un día antes, recogen la presencia de al menos varios jets. La agencia RIA Novosti, citando una fuente del ministerio, va más allá y asegura que la explosión fue causada por “una violación de los requisitos de seguridad antiincendios”. En una jocosa respuesta, el Ministerio de Defensa ucraniano ha recordado “la prohibición de fumar en lugares no preparados para ello”.
The administration of the #Crimea annexed by the Russian Federation reported explosions on the peninsula
— NEXTA (@nexta_tv) August 9, 2022
The local media report that a strike was carried out on a Russian military airfield.
According to preliminary data, there were no wounded or dead. pic.twitter.com/vAor584Goo
Video of the explosions at Saki Airbase in Crimea. https://t.co/zLUtyx4PI7 pic.twitter.com/wvBAboSPmC
— Rob Lee (@RALee85) August 9, 2022
No es la primera vez que el Kremlin intenta hacer pasar como accidentes los éxitos militares de misiles ucranianos. El pasado abril, Rusia aseguró que el buque insignia de su flota en Crimea, el crucero misilístico Moskva, se había hundido en el mar Negro "debido a daños en el casco causados por un incendio causado por la detonación de municiones". Ucrania, sin embargo, aseguró que el buque había sido víctima de varios impactos de misiles Neptuno (un misil antibuque —con el sobrenombre de ‘rozaolas’, por el tipo de trayectoria— con un alcance máximo de 300 km).
Fuera de rango
Sin embargo, en esta ocasión existe un factor desconcertante. La distancia mínima desde la base aérea hasta posibles posiciones del Ejército ucraniano es de alrededor de 220 kilómetros, un rango inalcanzable para las armas contra objetivos terrestres con que cuentan las fuerzas armadas del país —más allá de los aviones, que correrían el riesgo de ser derribados por las fuertes defensas aéreas de Rusia en la región—.
Los sistemas de artillería Himars que Ucrania ha recibido de Occidente han utilizado, hasta la fecha, munición M31 con un rango máximo de 84 kilómetros. Existe la posibilidad de que se hayan apropiado de misiles rusos Tochka-U o que cuenten con modelos experimentales ER GMLRS, pero su mayor alcance de 150 kilómetros sigue sin ser suficiente. Sin embargo, los Himars también pueden lanzar misiles ATACMS, con un rango de hasta 300 kilómetros. Kiev lleva tiempo intentando que Estados Unidos le proporcione estos obuses, pero el país se ha pronunciado en reiteradas ocasiones en contra ante la posibilidad de que el Ejército ucraniano los use para atacar territorio ruso.
El presunto ataque contra la base rusa en Crimea desató inmediatamente la especulación de que podrían contar con estas armas, incluyendo confirmaciones por parte de ex asesores gubernamentales. Sin embargo, ninguna fuente oficial ucraniana o estadounidense ha confirmado que un solo ATACMS haya llegado al país europeo. En declaraciones a 'The New York Times', un alto cargo del Ejército de Kiev aseguró que “se utilizó un dispositivo exclusivamente de fabricación ucraniana” para el ataque contra la base aérea.
La guerra de la narrativa y el pánico
¿Podría utilizar Rusia este ataque en territorio que considera suyo como una excusa para una mayor escalada o, por el contrario, preferirá insistir en que Ucrania carece de misiles de tan largo alcance y, por tanto, no es una amenaza para las provincias rusas limítrofes? En el caos de las primeras horas, la estrategia no parecía estar muy clara, al menos atendiendo al desconcierto de los grandes nombres del panorama mediático ruso, muy cercanos al Kremlin y claves en la elaboración de la propaganda interna.
“De nuevo. ¿Dónde estás, línea roja?”, se lamentaba Margarita Simonián, redactora jefa de RT (antigua 'Russia Today'), en un mensaje en su canal de Telegram. Olga Skabeyeva, la presentadora de uno de los programas 'talk show' políticos favoritos de la cadena 'Rossiya 1', aseguraba al mismo tiempo que el “ataque” era “totalmente excesivo”.
Pocos minutos después, sin embargo, y tras el comunicado del Ministerio de Defensa ruso, el mensaje era otro. “No hubo un lanzamiento [de misil]. La propaganda ucraniana puede meterse sus 300 kilómetros de alcance [de sus misiles] por donde les quepa. Respiramos y nos vamos a la playa”, se desataba Simonián en su mismo canal.
Los medios de comunicación internos rusos son un termómetro clave para entender hacia dónde quiere dirigir el Kremlin la opinión pública rusa. En este caso, 'Rossiya 1' (uno de los canales más vistos) lo está describiendo como una “detonación” (no ataque) e incide en que “no ha habido un impacto externo” en el aeródromo.
Es fácil leer entre líneas. Más allá del tipo de armamento utilizado, si se confirma que Ucrania cuenta con la capacidad de alcanzar objetivos rusos en un rango de más de 200 kilómetros desde el frente actual, una gran cantidad de territorio en las provincias rusas que antes era considerado seguro corre ahora el riesgo de ser atacado. Una nueva realidad que forzaría al Kremlin a reevaluar su estrategia.
En esa línea se ha manifestado Viktor Andrusiv, asesor del Ministerio de Interior ucraniano: “Dirán [los rusos] algo como que ha sido un ‘accidente’, ‘incendio’ o ‘sabotaje’. La razón de esto es el pánico. Admitir que tenemos la oportunidad de atacar a 300 km es sembrar el pánico en torno a dónde están sus reservas y la retaguardia”.
Huge explosion at the military airport in Novofedorivka in Russian-occupied Crimea. About 200km (over 120 miles) from the frontline.pic.twitter.com/8POh6yNhmq
— Ostap Yarysh (@OstapYarysh) August 9, 2022
Moscú se ha esforzado en el pasado por describir cualquier acción extranjera contra objetivos en Crimea, que Rusia considera como parte integral de su territorio tras su anexión no reconocida por la comunidad internacional en 2014, como una línea roja que detonaría inmediatamente una escalada. Así, un bombardeo sobre Crimea es considerado una agresión mucho más directa que los bombardeos ucranianos sobre las autoproclamadas repúblicas del Donbás.
Dmitri Medvédev, expresidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad del país, afirmó el mes pasado que si la península era atacada, “el Día del Juicio Final llegaría de forma rápida y dura”, en una aparente referencia al posible uso de armamento nuclear por parte del Kremlin.
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Una enorme explosión sacudió este martes una base aérea rusa en la península ucraniana de Crimea, bajo control ruso desde 2014. El estallido ha matado al menos a una persona, según los servicios de emergencia de la península, y desató una gran confusión sobre qué lo había provocado. Si se demostrara —como apuntan los primeros indicios— que fue fruto de un ataque del Ejército de Ucrania, se trataría de un episodio sin precedentes desde el inicio de la invasión. Uno que podría forzar al Kremlin a reevaluar su estrategia bélica.
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