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Rusia está perdiendo 160M al día gracias a un mecanismo por el que nadie daba un duro
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Exportando a tope

Rusia está perdiendo 160M al día gracias a un mecanismo por el que nadie daba un duro

El límite de 60 dólares al comercio de crudo ruso, impuesto por el G-7 hace un mes en conjunto con el embargo petrolero de la UE, ha dado un mejor resultado del esperado

Foto: Cisternas frente a una refinería de petróleo en Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)
Cisternas frente a una refinería de petróleo en Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

El pasado 5 de diciembre, los países del G-7 y la Unión Europea culminaron un acuerdo histórico, pero que muchos consideraban condenado al fracaso: el tope al precio del petróleo procedente de Rusia. Tras meses de intensas negociaciones entre aliados, nacía un pacto destinado a funcionar en paralelo al embargo total a nivel europeo de las importaciones marítimas de crudo ruso. Un delicado ejercicio de equilibrismo para evitar que la destrucción de demanda de la UE provocara un aumento en los precios del hidrocarburo, con el consecuente beneficio para las arcas rusas y perjuicio para los Veintisiete.

Pese al largo proceso que precedió a su puesta en escena, el mecanismo resulta relativamente sencillo. Cualquier cliente que desee utilizar buques o servicios de países occidentales a la hora de transportar petróleo ruso debe garantizar que el crudo no se venderá por encima de los 60 dólares por barril. De lo contrario, las compañías de los países del G-7 tienen prohibido firmar contratos. Dado el dominio de estas naciones en el sector de seguros marítimos, imprescindibles para este tipo de exportaciones, a los terceros países les resultaría muy complicado adquirir el producto si Rusia intenta venderlo por un precio superior al estipulado.

La aprobación del mecanismo fue recibida con elevadas dosis de escepticismo. Una lista inagotable de posibles problemas y tretas rusas fueron puestos sobre la mesa en análisis y editoriales a lo largo y ancho del planeta. El Kremlin podría falsificar fácilmente los registros; una flota en la sombra de Moscú esquivaría las sanciones; los países compradores podrían camuflar sus pagos aceptando precios más altos por otras exportaciones de Rusia; 60 dólares era un límite demasiado alto; las aseguradoras no europeas harían su agosto a base de nuevos contratos y los precios del petróleo se dispararían en Europa, dañando a las democracias del continente mucho más que a Rusia.

Estas preocupaciones no han desaparecido y siguen teniendo validez. Sin embargo, más de un mes después de que entrara en funcionamiento, el tope del petróleo está superando las expectativas incluso de los principales partidarios. En diciembre, las exportaciones de crudo de Rusia cayeron un 13% y los precios se redujeron un 23% a lo largo del mes, lo que supuso una caída del 32% en los ingresos petroleros de Moscú, de acuerdo con un informe del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA, por sus siglas en inglés), con sede en Helsinki.

Estos datos significan que Rusia, un país en el que la venta de hidrocarburos representa el 40% del presupuesto federal, ha visto caer sus ingresos de las exportaciones de combustibles fósiles al nivel más bajo desde que Vladímir Putin lanzó su invasión a gran escala de Ucrania a finales de febrero. El documento calcula que el embargo europeo del petróleo y el tope del precio le están costando a Rusia en torno a 160 millones de euros al día. "Esas dos medidas han funcionado muy bien en conjunto. El impacto ha sido mucho mayor de lo que cualquiera de las dos podría haber tenido por sí sola", afirma Lauri Myllyvirta, autor del estudio e investigador del CREA, en entrevista con El Confidencial.

Foto: Máquinas retiran escombros tras un bombardeo ruso en Borobyanka. (EFE/Oleg Petrasyuk)

Más nubes en el horizonte ruso

El informe también prevé que los ingresos rusos van camino de recibir otro golpe cuando el próximo mes entre en vigencia un nuevo tope del G-7, en este caso sobre productos refinados a partir del petróleo, como el diésel o el queroseno. Moscú, de hecho, aceleró la venta de estos combustibles durante el mes de diciembre para intentar compensar las pérdidas en el crudo, logrando 20 millones de euros adicionales en ingresos.

El mecanismo funcionará exactamente igual que el aprobado en diciembre —ningún barco o compañía occidental podrá participar en un transporte marítimo destinado a vender mercancía por encima del precio límite acordado— y estará sumado a otro embargo total a nivel europeo. En total, el estudio de CREA prevé que a partir del 5 de febrero los ingresos diarios de Rusia por las exportaciones de combustibles fósiles se sitúen en torno a los 520 millones de euros, una reducción del 35% con respecto a las cifras de noviembre, tan solo tres meses atrás.

Los precios globales del petróleo han caído considerablemente en los últimos meses por factores externos al tope y el embargo, pero la mezcla de crudo de los Urales, el principal producto de exportación ruso, ha experimentado una precipitación mucho más aguda. De acuerdo con datos de Argus Media, el diferencial de precio que separa un barril de los Urales y uno de Brent —la referencia para el precio del petróleo en Europa—, que durante muchos años fue casi inexistente, es ahora de 32 dólares, 12 dólares más que a inicios de diciembre.

¿Qué impulsa que el petróleo ruso sea cada vez más barato en comparación con sus pares atlánticos? Tras perder la mayor parte del mercado europeo, Moscú se encuentra a merced de un grupo muy reducido de compradores, con China e India al frente. El reforzado poder de negociación de estas naciones obliga a Rusia a rebajar el precio de sus barriles para competir con los países del Golfo y otros vendedores. Además, los largos trayectos necesarios para llevar cargamentos desde los puertos occidentales de Rusia hasta los territorios asiáticos han disparado los costes de transporte y de los intermediarios. "Debido a las dificultades y el mayor riesgo para banqueros y comerciantes, las primas para el transporte del petróleo ruso han aumentado considerablemente", señala Myllyvirta.

Foto: Putin y Gerásimov en un evento de 2022. (Mikhail Kuravlev Kremlin/Reuters)

Una revisión polémica

El G-7 y la UE saben que todavía es pronto para cantar victoria. El fin último de las sanciones occidentales —forzar la mano de Rusia para que cese su invasión de Ucrania— todavía está lejos. A pesar de las considerables caídas de ingresos de Rusia, la capacidad de Putin para continuar financiando la guerra sigue en pie. Incluso si se cumplen las previsiones más optimistas para Occidente, el Kremlin puede recibir préstamos internos de bancos estatales y continuar vaciando su arca de divisas extranjeras (especialmente el yuan chino) para compensar el balance de cuentas.

Por otra parte, en su último informe mensual, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la demanda mundial de petróleo alcance en 2023 un nuevo récord. Esta se verá impulsada principalmente por la recuperación de la aviación comercial y por el regreso de China a primera línea del comercio internacional tras encadenar tres años de estrategia covid cero que redujo drásticamente su producción y consumo. En un contexto de mayor sed de crudo, el ejercicio de funambulismo del G-7 y la UE se vuelve más peligroso que nunca. "Si la demanda global aumenta, el precio del crudo ruso se incrementará y podría acercarse más al tope de 60 dólares", señala Myllyvirta, quien advierte que es necesario actuar cuanto antes para deprimir todavía más el precio.

Bruselas acordó revisar el precio del tope al petróleo cada dos meses con el objetivo de mantener el umbral un 5% por debajo del precio promedio del mercado. La primera revisión deberá tener lugar antes del 5 de febrero y el Gobierno de Ucrania ya ha movido ficha esta semana para solicitar un nuevo ajuste. "Ucrania confía en que es hora de revisar el tope del precio del petróleo, dado que el precio de mercado actual en los Urales es inferior a 50 dólares por barril. Esta decisión debería asegurar una reducción drástica de los ingresos de Rusia para financiar la guerra, las atrocidades masivas y la desestabilización en Europa y en otros lugares", publicó en Twitter el pasado jueves el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba.

Pero las mismas discusiones que plagaron los meses previos al acuerdo original van camino de repetirse. Los principales aliados regionales de Ucrania, como Polonia y los países bálticos, están impulsando una reducción del precio máximo para apretar las tuercas al Kremlin. Mientras tanto, Alemania pide prudencia por miedo a provocar un shock en los mercados y Estados Unidos prefiere esperar a que los nuevos límites a productos refinados del petróleo entren en funcionamiento para valorar el impacto conjunto. Dado que es necesario un voto unánime entre todos los estados miembros y naciones del G-7 para cambiar el tope, el resultado previsible es que el tope se mantenga en 60 dólares durante los meses de febrero y marzo.

El pasado 5 de diciembre, los países del G-7 y la Unión Europea culminaron un acuerdo histórico, pero que muchos consideraban condenado al fracaso: el tope al precio del petróleo procedente de Rusia. Tras meses de intensas negociaciones entre aliados, nacía un pacto destinado a funcionar en paralelo al embargo total a nivel europeo de las importaciones marítimas de crudo ruso. Un delicado ejercicio de equilibrismo para evitar que la destrucción de demanda de la UE provocara un aumento en los precios del hidrocarburo, con el consecuente beneficio para las arcas rusas y perjuicio para los Veintisiete.

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