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China, ante el 'crack' demográfico: la fractura de un país a dos velocidades
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El nacimiento de las 'dos Chinas'

China, ante el 'crack' demográfico: la fractura de un país a dos velocidades

China enfrenta uno de los mayores retos demográficos de su historia y una división del país entre la parte económicamente potente y la zona rural más sensible a este fenómeno

Foto: Una familia camina por las calles de Pekín. (EFE/Roman Pilipey)
Una familia camina por las calles de Pekín. (EFE/Roman Pilipey)

China ya está salpicada por un problema que en Europa y los países occidentales llevamos tiempo experimentando. La caída de la población y el envejecimiento han llegado a un punto crítico en el gigante asiático y, por primera vez en décadas, las muertes han superado al número de nacimientos. La Oficina Nacional de Estadística anunció una disminución de 850.000 personas en una población de 1.411 millones. El país no afrontaba cifras de tal magnitud desde el Gran Salto Adelante, cuando las medidas económicas, sociales y políticas implementadas en la era de Mao Zedong condujeron a una hambruna generalizada.

Ante el reto demográfico, China busca las políticas para revertirlo y enfrenta las consecuencias sociales de este fenómeno, que pueden provocar un aumento de la desigualdad entre las zonas rurales y las ciudades con más potencial económico. En otras palabras: una China fracturada en dos velocidades.

Los datos de la oficina se enmarcan en un momento complicado para el gigante asiático después del fin de la política de cero covid y del aumento de contagios. A pesar de que los expertos llevan tiempo vaticinando la caída demográfica, el Gobierno chino ha intentado hacerle frente flexibilizando la política de un solo hijo y ofreciendo incentivos para animar a las familias a tener más descendencia. Las medidas implementadas, no obstante, no han podido frenar la caída de la población desde 2016, a la que se une el aumento de la esperanza de vida.

Foto: Demolición de una guardería utilizada por inmigrantes rurales en el distrito de Changping, en Pekín (China). (EFE) Opinión

Uno de los principales retos apunta a las dos Chinas, una fractura interna que está favoreciendo a ciudades como Pekín y Shanghái frente a las zonas donde ha aumentado la emigración de los jóvenes y, como consecuencia, se queda la población de edad más avanzada. "Es importante destacar que, debido a la política de un solo hijo de décadas, los únicos niños que migran a las ciudades también son los que teóricamente son responsables de cuidar a sus padres ancianos, dado el bajo rendimiento institucional de cuidado de ancianos de China. Como resultado, es difícil para ellos llegar a fin de mes mientras tratan de cuidar a los ancianos. Este problema solo se exacerbará a medida que la población envejezca más", apunta Alicja Bachulska, experta en política exterior china e investigadora del European Council on Foreign Relations (ECFR), a El Confidencial.

Por su parte, Michael Pettis, investigador de Carnegie Endowment, apuntó que las provincias orientales más ricas seguirán siendo actores económicos importantes. "Su deuda será alta pero manejable, y aunque su población no será especialmente joven, tampoco será especialmente anciana, y seguirá creciendo con inmigrantes formados, jóvenes y emprendedores del resto de China", explica en un hilo de Twitter.

El problema reside en la otra parte del país, que es la más grande y también donde el crecimiento económico es más lento por la dificultad para financiar proyectos de infraestructura. Es ahí donde los niveles de deuda son casi inmanejables y donde se concentrarán los problemas demográficos. "Serán golpeados por el doble golpe de una tasa de natalidad decreciente y una emigración creciente. Desafortunadamente, es probable que este escenario aumente, porque cuanta más gente se va, peores son las circunstancias locales, lo que a su vez fomenta una mayor emigración".

El 'nuevo' reto de China

La gran pregunta, todavía sin respuesta, es cómo el Gobierno de Xi Jinping lidiará con este reto demográfico y con estas dos realidades que se contraponen. Xi Jinping tiene que hacer frente a una mano de obra cada vez más reducida en una población cada vez más envejecida. Para 2035, se espera que 400 millones de personas en China tengan más de 60 años, lo que representa casi un tercio de sus habitantes. Este escenario puede boicotear la imagen del país como una potencia ascendente que podría hasta superar a Estados Unidos.

Foto: Foto: EC Diseño.
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Es probable que la India se convierta este año en la nación más poblada del mundo, según la ONU, y este nuevo escenario tendrá consecuencias más allá del gigante asiático. "Es un punto de inflexión histórico extremadamente importante" no solo para China, sino también para el mundo, dijo Yi Fuxian, académico de la Universidad de Wisconsin-Madison, a The Washington Post. Una falta de dinamismo económico "socava el actual modelo de desarrollo dependiente de mano de obra barata, mientras que la falta de una red sólida de seguridad social o un sistema de pensiones podría convertirse en una catástrofe humanitaria", añadió.

El otro dilema que enfrenta Jinping es cómo encajará la baja natalidad, la caída en el número de la población y su envejecimiento en un sistema de pensiones que ya se encuentra bajo una enorme presión. El Gobierno podría tambalearse si no es capaz de ofrecer un acceso generalizado para la atención de los ancianos, y asegurar los ingresos a largo plazo para toda la población.

Las mujeres y la política del hijo único

China ya ha empezado a notar las consecuencias de este escenario económico y publicó los últimos datos de los índices de PIB, que creció un 2,9% en los últimos tres meses del año. Durante todo 2022, la economía creció un 3%, la tasa más baja en casi cuatro décadas. Estas cifras se enmarcan después de la promesa de Xi Jinping de impulsar un sistema de políticas nacionales para aumentar las tasas de natalidad y compensar décadas de políticas de hijo único.

El Gobierno ha hecho mención a este fenómeno y se ha dirigido específicamente a las mujeres, a las que ha dicho que su deber patriótico es tener hijos. Los incentivos han estado centrados en políticas como una financiación en el cuidado de los niños, pero es difícil revertir décadas de políticas restrictivas en lo que respecta a la natalidad. "La política del hijo único fue una parte importante de los intentos de China de limitar el crecimiento de su población para acelerar el desarrollo económico, pero también tuvo muchos efectos secundarios. Debido a la preferencia cultural por tener descendencia masculina, los abortos selectivos por sexo se generalizaron, ya que la gente quería tener hijos varones, lo que generó uno de los desequilibrios de género más marcados del mundo. A partir de 2021, hubo 112 nacimientos de hombres por cada 100 nacimientos de mujeres y alrededor de 30 millones más de hombres que de mujeres", apunta Alicja Bachulska.

Foto: Fuente: iStock.

Paralelamente, la investigadora apunta a que las mujeres chinas tienen vidas mucho más independientes y han desafiado roles de género tradicionales negándose, por ejemplo, a casarse a edades tempranas o rechazando el matrimonio. "Esto ha llevado a un fenómeno de mujeres sobrantes, un término despectivo que se usa para describir a las mujeres que no se casarían antes de los 27 años. Las mujeres urbanas a menudo tienen expectativas muy diferentes hacia las relaciones que sus contrapartes masculinas, mientras que la situación económica no les facilita tener hijos. Los altos costos de la educación y otras barreras sistémicas para criar hijos se citan a menudo como factores que desalientan a las parejas jóvenes a expandir sus familias", continúa.

La economía es, definitivamente, uno de los factores para decidir no ser madre. Un informe de 2019 arrojaba que una familia en Shanghái podría gastar cerca de 110.000 euros al año en su hijo desde su nacimiento hasta los 15 años. Algunas familias gastan hasta el 70% de sus ingresos en sus descendientes, por lo que algunos consideran que es mejor invertir todos sus recursos en un solo hijo. Paralemamente, las mujeres tienen que hacer frente a una discriminación laboral arraigada. Un artículo de The Economist señala que en muchas empresas preguntan a las futuras empleadas sobre sus planes de maternidad en las entrevistas de trabajo y hasta las obligan a firmar contratos en que se comprometen a no tener hijos durante varios años.

Además de terminar con el lastre cultural que ha provocado la política de un solo hijo, la promoción del aborto por parte del Gobierno como una forma de anticoncepción es otro de los femómenos que China quiere revertir. El Ejecutivo de Xi también ha puesto la mira en este factor y anunció que limitaría las razones "no médicas" que permiten la interrupción del embarazo, aunque no ofreció más detalles. En China, la tasa de aborto es de 28 por cada 1.000 mujeres, según estadísticas oficiales, mientras que en España es de 10,3 por cada 1.000 mujeres, arroja el Ministerio de Sanidad. Por otro lado, es probable que la tasa de nacimientos decrezca todavía más por el difícil escenario que ha dejado el covid, las consecuencias de las duras políticas de Xi durante tres años y el reciente aumento de contagios.

Medidas, por ahora, insuficientes

El Gobierno ha estado implementando políticas específicas destinadas a aumentar las tasas de natalidad y superar el reto demográfico, pero, por ahora, no han dado resultados. Bachulska sostiene que las medidas no se han tomado con la determinación necesario. Por ejemplo, la Comisión Nacional de Salud de China anunció que haría más accesibles los tratamientos de fertilidad. Sin embargo, los tratamientos de FIV aún no están disponibles para las mujeres solteras. Del mismo modo, el acceso a las instalaciones preescolares públicas varía según las regiones y los municipios, mientras que las guarderías privadas son cada vez más caras.

Foto: Varios niños practican taichi en el condado de Gu'an County, cerca de Pekín. (EFE)

Más allá de las políticas que pueda tomar el gigante asiático, los analistas apuntan a que la caída en picado de las cifras de natalidad en China muestra una tendencia irreversible. "No creo que haya un solo país que haya bajado tanto como China en términos de tasa de fertilidad y luego se haya recuperado", apuntó, por su parte, Philip O'Keefe, director del Aging Asia Research Hub, al medio estadounidense.

Los analistas concluyen que esta crisis es una prueba de que la economía debe depender de muchos indicadores más que la capacidad de mano de obra. "China no puede depender del dividendo demográfico como motor estructural del crecimiento económico", dijo Zhiwei Zhang, presidente y economista jefe de Pinpoint Asset Management, a The Financial Times. "El crecimiento económico tendrá que depender más del crecimiento de la productividad, que está impulsado por las políticas gubernamentales".

China ya está salpicada por un problema que en Europa y los países occidentales llevamos tiempo experimentando. La caída de la población y el envejecimiento han llegado a un punto crítico en el gigante asiático y, por primera vez en décadas, las muertes han superado al número de nacimientos. La Oficina Nacional de Estadística anunció una disminución de 850.000 personas en una población de 1.411 millones. El país no afrontaba cifras de tal magnitud desde el Gran Salto Adelante, cuando las medidas económicas, sociales y políticas implementadas en la era de Mao Zedong condujeron a una hambruna generalizada.

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