Es noticia
Miles de asistentes y un inesperado invitado: sorpresas en la despedida del papa Benedicto XVI
  1. Mundo
Un funeral poco ortodoxo

Miles de asistentes y un inesperado invitado: sorpresas en la despedida del papa Benedicto XVI

El número de visitantes que han acudido a la capilla ardiente de Benedicto XVI, más de 65.000 personas en el primer día, ha superado con creces las expectativas del Vaticano

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, durante el segundo día de la capilla ardiente del papa Benedicto XVI. (Reuters/Kai Pfaffenbach)
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, durante el segundo día de la capilla ardiente del papa Benedicto XVI. (Reuters/Kai Pfaffenbach)

Mientras decenas de miles de fieles visitan por segundo día consecutivo la capilla ardiente del fallecido papa Benedicto XVI, sorprendiendo a las expectativas iniciales del Vaticano, la incógnita de qué jefes de Estado y líderes mundiales acudirán a su despedida final ha empezado a resolverse. A diferencia de lo que se suele hacer cuando mueren los papas y para respetar la voluntad de Joseph Ratzinger de unas exequias discretas, el Vaticano solo ha invitado oficialmente al funeral a Italia y Alemania, el país de nacimiento del pontífice emérito, al funeral del jueves. Los líderes y dignatarios que quieran acudir, lo harán a título personal. Una anomalía que ha dado espacio a las sorpresas.

La lista de los que quieren participar no ha parado de crecer en las últimas horas. De momento, desde España, también viajarán la reina Sofía —en representación de la Corona española—, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la embajadora española ante la Santa Sede, Isabel Celaá. En la lista también están incluidos el rey Felipe de Bélgica; el presidente de Polonia, Andrzej Duda; el presidente de Portugal, Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa; el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier; el presidente italiano, Sergio Mattarella; el presidente húngaro, Katalin Novak, y el gobernador de Baviera, Markus Söder. Por otra parte, este martes, llegó al Vaticano el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien viajó —junto a su esposa, Aniko Levai— especialmente desde su país para presentar sus respetos ante los restos mortales del fallecido líder católico.

Foto: Benedicto XVI: última hora de su funeral en directo (EFE/EPA/MASSIMO PERCOSSI)

Sin embargo, la presencia más llamativa está destinada a ser la del metropolita Antonji, quien en junio fue nombrado como ‘ministro de Exteriores’ del patriarca Cirilo. Este último es el jefe de la Iglesia ortodoxa rusa y ha llamado la atención por su ferviente apoyo a Vladímir Putin en la guerra de Ucrania, lo que ha dañado mucho su relación con el actual papa, Francisco.

Además de ello, católicos y ortodoxos también tuvieron altibajos durante el pontificado de Benedicto. Una gran crisis se desarrolló en 2007 cuando el Vaticano aprobó un documento en el que reafirmaba la posición del Vaticano de que todas las otras creencias cristianas, aparte del catolicismo, no eran iglesias de Jesucristo propiamente dichas. Unas ideas que confirmó también en 2011 cuando, durante una cumbre entre comunidades religiosas en Assisi (Italia), no incluyó la oración simultánea común que había sido impulsada por Juan Pablo II en el inicio de estos encuentros en 1986.

Aun así, está previsto que Antonji esté en Roma el jueves para los funerales de Benedicto, al que Cirilo ya calificó en estos días de "eminente teólogo" y defensor de los "valores tradicionales". "La autoridad incontestable de Benedicto XVI como eminente teólogo le permitió contribuir de manera significativa al desarrollo de la cooperación intercristiana, al testimonio de Cristo ante un mundo secularizado y a la defensa de los valores morales tradicionales", añadió el patriarca ruso. En paralelo, el líder grecocatólico ucraniano Sviatoslav Shevchuk, que se encuentra en el bando opuesto a los ortodoxos rusos en el conflicto ruso-ucraniano, también envió un saludo al fallecido Papa emérito.

Este jueves, el papa Francisco presidirá las exequias de otro papa. Se trata de una circunstancia inédita. La despedida del fallecido Benedicto XVI, que en vida fue considerado el Rottweiler de Dios, un inflexible conservador y un intelectual al que le costaba conectar con la gente, está sorprendiendo en estos días a Roma y al mundo por las novedades. Nadie sabe, por ejemplo, cuántos fieles pasarán a darle su último adiós hasta las 19:00 del miércoles, momento en el que la basílica de San Pedro se cerrará para su funeral del jueves. Ya nadie tampoco se atreve a apostar. Las cifras del lunes, primer día de la exposición pública del cuerpo, ya han superado con creces las previsiones.

El prefecto de Roma, Bruno Frattasi, había estimado que unas 35.000 personas pasarían por la capilla ardiente cada uno de los tres días en los que se ha previsto su apertura. Se desconoce cómo se llegó a esa cifra, pero la lógica quiere que la comparación fuera también con el carismático Juan Pablo II, el papa polaco muerto en 2005, que en vida congregaba a masas y cuya muerte transformó en su momento a Roma en una ciudad tomada por millones de peregrinos.

Es previsible Benedicto XVI no llegue a semejante resultado. Pero a las dos de la tarde del lunes ya 45.000 fieles habían desfilado el lunes ante la capilla ardiente del difunto alemán, lo que dejó claro que las previsiones habían sido superadas. Finalmente, a las siete de la tarde de ese mismo día, horario del cierre diario de su exposición ante el público, la cifra fue actualizada a 65.000, el doble de lo previsto, según comunicó el Cuerpo de la Gendarmería de la Ciudad del Vaticano. Otras tantas personas seguirán visitándole hasta mañana.

*Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí

La Iglesia, una institución que se originó hace 2.000 años, es evidentemente capaz de estas sorpresas. De hecho, Benedicto también aglutina muchas de las contradicciones de la Iglesia desde ese intento de modernización de la Iglesia que fue el Concilio Vaticano II hasta hoy. Su biografía lo destaca. Primero, Ratzinger fue uno de los jóvenes teólogos alemanes que integran esa corriente aperturista impulsada por Juan XXIII. Pero luego, ya siendo ministro de Juan Pablo II y luego papa, intentó frenar algunos de los efectos más rompedores de las tesis del Vaticano II, se obsesionó por la crítica al mundo secular y al relativismo —en una homilía previa al cónclave que lo eligió incluso llegó a apostar que el siguiente Papa sería un “pastor” alejado de la “dictadura del relativismo”— y formó parte del grupo que marginó a los teólogos más progresistas, como Leonardo Boff.

Aun así, Benedicto XVI también sorprendió. Después de dos décadas como prefecto (ministro) de la Congregación de la Doctrina de la Fe (la institución que vela sobre la doctrina católica) durante el papado de Juan Pablo II, un papa ante el cual a menudo Joseph Ratzinger tuvo que apechugar, Benedicto XVI fue el primer pontífice en pedir perdón por los abusos sexuales a manos de sacerdotes. De hecho, poco después de ser elegido, el fallecido papa situó el tema como una de sus prioridades. Ordenó colgar en la página web del Vaticano los documentos que se referían a la pederastia clerical, los obispos del mundo tuvieron que elaborar unos protocolos para la prevención de estos casos, se alejaron al menos dos docenas de obispos que habían encubierto y se instituyó una especie de tribunal-comisión para investigar y perseguir a los sospechosos de estos delitos.

De esta manera, el escándalo se destapó y, por supuesto, terminó por manchar el papado de Ratzinger, razón por la que muchos le criticaron. Tanto es así que el escándalo no se ha apagado hasta el día de hoy y también sigue salpicando al mismo Benedicto XVI, contra el cual se han producido nuevas críticas tras su fallecimiento por su gestión de estos casos.

Foto: El cuerpo de Benedicto XVI, en la basílica de San Pedro. (Reuters/Kai Pfaffenbach) Opinión

No es el único tema que aún suscita polémica. Prueba es la sentada de protesta organizada el próximo 14 de enero en Roma por parte de los familiares de Emanuela Orlandi. Como recordaba recientemente la serie Vatican Girl, Orlandi fue la hija de un funcionario vaticano y desapareció sin dejar rastro en junio de 1983, hace casi cuatro décadas, durante el papado de Juan Pablo II y cuando Ratzinger era ministro del difunto papa polaco.

De ahí la rabia de los familiares. “Sigo pensando que Ratzinger conoció esos hechos, ya que en esa época prácticamente era el brazo derecho de (el difunto papa polaco, Karol) Wojtyla”, dijo Pietro Orlandi, hermano de la joven, al explicar el porqué de la protesta convocada. Un enigma que, como la propia Iglesia, esconde muchos misterios.

Mientras decenas de miles de fieles visitan por segundo día consecutivo la capilla ardiente del fallecido papa Benedicto XVI, sorprendiendo a las expectativas iniciales del Vaticano, la incógnita de qué jefes de Estado y líderes mundiales acudirán a su despedida final ha empezado a resolverse. A diferencia de lo que se suele hacer cuando mueren los papas y para respetar la voluntad de Joseph Ratzinger de unas exequias discretas, el Vaticano solo ha invitado oficialmente al funeral a Italia y Alemania, el país de nacimiento del pontífice emérito, al funeral del jueves. Los líderes y dignatarios que quieran acudir, lo harán a título personal. Una anomalía que ha dado espacio a las sorpresas.

Papa Benedicto XVI Papa Francisco