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Cuando Dios se equivoca: la derecha conservadora contra El Vaticano
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Cuando Dios se equivoca: la derecha conservadora contra El Vaticano

La reunión de Francisco I con Yolanda Díaz ha reabierto el odio de una gran parte de la derecha por El Vaticano, una historia de desencuentro mucho más larga de lo que parece

Foto: El papa conciliar Juan XXIII con el presidente de EEEU Eisenhower.
El papa conciliar Juan XXIII con el presidente de EEEU Eisenhower.

"El concilio y Pablo VI han dicho: 'Una misma fe puede llevar a compromisos diversos'". Entonces, ¿un católico puede lícitamente ser democristiano y otro puede ser lícitamente comunista? "Mi respuesta es sí: dos católicos pueden tener compromisos diversos, pero a condición de que en cada uno la fe sea la misa". Así se expresaba en 1978 sobre su predecesor Pablo VI, el olvidado Albino Luciani —Juan Pablo I— o el papa que apenas dirigió a la Iglesia católica 33 días.

Luciani eligió el nombre de Juan Pablo con mimo por los papas Juan XXIII y Pablo VI, quienes habían dado a luz el mayor acontecimiento de la historia moderna de la Iglesia católica: el concilio Vaticano II (1962-1965), que puso patas arriba la concepción conservadora de la Iglesia católica. Tras su repentina muerte, Wojtyla, elegido inmediatamente después, se nombró a sí mismo Juan Pablo II, lo que implicaba un mensaje de continuidad. No se interpretó así entre ciertos sectores.

¿Un católico puede lícitamente ser democristiano y otro puede ser lícitamente comunista?

Ahora, después de que Francisco I haya recibido a la ministra Yolanda Díaz han arreciado de nuevo las críticas de los conservadores en España —no es exclusivo de nuestro país— hacia el papa. Francisco I escenifica una batalla que comenzó en el XIX: la de una parte de la Iglesia enfrentada a la modernidad y que acabo de cristalizar en el concilio Vaticano II. Lo inició un progresista, Juan XXIII y lo terminó un conservador, Pablo VI. Francisco I, por otra parte, es en realidad bastante conservador. Sigan leyendo.

Herejes y evangelistas

Después del concilio llegarían los enfrentamientos en los últimos compases de la Guerra Fría, con el eje anticomunista de Juan Pablo II, la "amenaza" de la iglesia de Sudamérica y de los jesuitas con la Teología de la Liberación a finales de los 70 y principios de los 80. Un periodo convulso pero... ¿cuál no lo fue? Modernidad, conservadores, progresistas... en El Vaticano. Es fácil perderse si no se tiene cuidado. Aun así, la palabra "herejía" ha sobrevolado los cielos de los Estados Pontificios en el último siglo. En realidad siempre lo ha hecho, pero a Francisco I ahora no le ha temblado el pulso: "No temo un cisma". Le han tildado los conservadores de hereje a pesar de que es un papa que cree en el maligno no como símbolo o metáfora y que ha excomulgado a obispos por liberales de más.

placeholder El cardenal Wojtyla, a la derecha.
El cardenal Wojtyla, a la derecha.

La cuestión es que Francisco I sería la puntilla en la secuencia iniciada en 1962 por Angelo Roncalli: es jesuita, el primero en la historia en El Vaticano, y de Buenos Aires, es decir, lo que sería el espaldarazo definitivo a la "Iglesia de los pobres" preconizada por Roncalli, una vuelta a la pureza de los evangelios y de Cristo como él mismo teorizó. Pero Francisco es en realidad un seguidor de Pablo VI y Benedicto XVI, menos "progresistas" que Juan XXIII, lo que no ha evitado que la derecha conservadora le tache de "papa comunista", de enemigo prácticamente de la fe. De hereje. ¿Qué ha ocurrido entonces en los últimos dos siglos en El Vaticano, lo que va del Concilio I al II y después, para que una parte de sus fieles se aparten del papa? ¿Se puede equivocar Dios?

J. M. Laboa: "Se acusa al papa de política cuando en realidad se quiere decir sociedad"

"La verdadera cuestión no es la política" explica a El Confidencial Juan María Laboa (1939), sacerdote, teólogo e historiador, autor de 'El Concilio Vaticano II y Pablo VI' o 'Iglesia y religión en las constituciones españolas'. "En cualquier caso en España los conservadores cargaron contra Pío XII porque no era suficientemente franquista, contra Juan XIII porque se permitió siendo nuncio en París recibir a José Antonio Aguirre [lehendakari en el exilio del País Vasco], contra Pablo VI porque no apoyaba a Franco todo lo que le tenía que apoyar y ahora contra este papa, exactamente no se sabe muy por qué".

placeholder La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz y el papa Francisco. (EFE/Zipi)
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz y el papa Francisco. (EFE/Zipi)

Es el quid de la cuestión, ¿Francisco I hereje? "El fondo realmente es otro" —continúa el sacerdote guipuzcoano— "se habla de política cuando en realidad se quiere decir sociedad. Hay bastantes estudios serios que explican como desde que cae el comunismo en Rusia esa inquietud de defender al sistema de los comunistas, tanto en España como en EEUU, por ejemplo, cae al mismo tiempo que el interés por la doctrina social de la Iglesia porque parece que al desaparecer los comunistas deja de existir un problema social en el mundo. Con todo esto ahora se encuentran con un papa que lo que él dice se puede encontrar casi palabra por palabra en el Evangelio, que igual los que le atacan no han leído el Evangelio.

Díaz respondió a Teodoro García-Egea con un versículo del Nuevo Testamento

Laboa es muy firme: "No le atacan por motivos políticos sino por motivos sociales. Existe un catolicismo en el que son aparentemente muy religiosos sobre todo en cosas que no cuesta nada hacer como rezar a los santos y sin embargo el tema social pues no lo tragan. Así que no es nuevo, el catolicismo español es muy pío pero tiene un cierto hábito de atacar al Vaticano".

La huella de la Guerra Civil

Es precisamente lo que escenificó esta misma semana Yolanda Díaz cuando respondió a Teodoro García-Egea en el Congreso con un versículo del Nuevo Testamento, Mateo 19:23-30, que descolocó al dirigente del Partido Popular: "difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos". El oportunismo político de Yolanda Díaz no deja de ser doble cuando precisamente Francisco I y el legado del Concilio Vaticano II inciden en el concepto de la Iglesia como "hospital de Campaña", como soporte de los necesitados. Ciertamente no es fácil de olvidar para nadie, menos para los conservadores que los "antepasados" de Yolanda masacraron a los católicos en la retaguardia de la Guerra Civil, pero tampoco que algunos conservadores no acaban de entender qué es la Iglesia, especialmente después del concilio. No es desde luego el asidero espiritual para su concepción política.

Los "antepasados" de Yolanda masacraron a los católicos en la retaguardia de la Guerra Civil

Volvamos a las palabras de Luciani el papa más breve. ¿Comunista y católico? Sí, a pesar de la amenaza y la persecución de la iglesia en la Unión Soviética, Juan XXII, por ejemplo, mantuvo comunicación con Nikita Kruschev líder de la URSS durante la crisis de los misiles de Cuba y lo hizo porque la Iglesia, ya casi desde Pío XII (AÑOS), en principio uno de los papas "conservadores", había establecido ya en 1952 la libertad religiosa, es decir, la no injerencia de la Iglesia en los aspectos políticos y la absoluta en cuestión de dogmas y fe, claro.

placeholder Franco bajo palio.
Franco bajo palio.

Todo en realidad venía de un poco antes, concretamente desde mediados del XIX, cuando Gregorio XVI y Pío IX, admiten ya una tímida apertura en lo que concierne a separación de Iglesia y estado, facilitando la aconfesionalidad. Es complejo y fascinante: la Iglesia empezaba a desprenderse de una imbricación en la idea "política" del creyente.

'Mirari Vos'

Según Laboa: "A lo largo del siglo XIX, la jerarquía eclesiástica concedió una importancia determinante a las formulaciones y tratados, a la declaración de principios. Solemnes documentos eclesiásticos condenaron sin paliativos la separación de la Iglesia y del Estado, tales como las encíclicas 'Mirari Vos' de Gregorio XVI y el 'Syllabus' de Pío IX. Nos encontramos así con la obstinación por conseguir o mantener la confesionalidad del Estado que caracterizó las complicadas negociaciones de 1868, 1876. Sin embargo, en esos mismos años, las constituciones de Bélgica, Holanda o estados Unidos, demostraban que la clara separación no empañaba la completa libertad de culto, de asociación, de propaganda e, incluso en las dos primeras, se mantenía la activa colaboración y la ayuda económica".

Manuel Azaña expulsó en 1931 a la orden de los jesuitas, la segunda vez en la historia de España

En España tardaría, por tradición, mucho en arraigar ese concepto, mucho más aún a la luz de los acontecimientos posteriores cuando ya incluso antes de la Guerra Civil, en donde se produjo una clara persecución contra la Iglesia desde el bando republicano, el entonces presidente del Gobierno Manuel Azaña había expulsado a la orden de los jesuitas en 1931, la segunda vez en la historia de España después de la de Carlos III. Con la victoria del bando nacional, la España de Franco desde 1939 pretendió retomar esa Iglesia prelibertad religiosa en donde los conservadores estaban a gusto y por supuesto la eliminación de la constitución de la Segunda República, a pesar de que Pío XI y su secretario de estado Pacelli —futuro Pío XII— ordenaran entonces al episcopado español que hicieran actos de expreso acatamiento del régimen.

Réquiem por la Iglesia

Con Franco se pretendía volver a un estado confesional, pero las circunstancias y la realidad fueron tozudas incluso antes del concilio. El desparecido monje y teólogo Hilari Raguer lo deja bien claro en su obra 'Requiem por la Iglesia'. "En España el canto del cisne de la tesis fue el concordato del 25 de agosto de 1953 (...) Franco lo presentó a las cortes con un discurso triunfal que podían haber suscrito Constantino o Carlomagno. En El Vaticano veían plenamente reconocidas las tesis de la doctrina oficial de la Iglesia, tal y como se recogía en los manuales de Derecho público eclesiástico, sobre el Estado confesional católico, sus deberes para con la Iglesia y todos los derechos y privilegios que esta exigía. El régimen franquista, por su parte, recibía por fin el pleno reconocimiento vaticano en la forma más solemne y quedaba así legitimado ante los ciudadanos católicos. Los canónicos españoles exultaban".

Los conservadores católicos de EEUU manipularon para influir en Sudamérica

Pero en estas muy poco después llegó Juan XXIII y el anuncio del concilio. Franco quedó totalmente descolocado. El resultado de ese concilio fue otro y la pugna con El Vaticano se reabrió. A Pablo VI le montaron una manifestación los universitarios organizado por el propio ministerio de Educación, explica Laboa, "Social Orensí, Montini no". "Sin embargo así como el integrismo, la Santa Sede tuvo un rechazo de la extrema derecha en el XIX, incluso con Juan Pablo II, no digamos ya con Francisco I, que es por motivos sociales". Es otra de las rémoras de la larga historia del conflicto porque se tiende a colocar a Juan Pablo II como adalid de los conservadores por su apoyo a la administración Reagan. Todo el meollo de la iglesia sudamericana y los jesuitas, de donde procede Francisco I.

Análisis como el de Ana Ezcurra 'El Vaticano y la administración Reagan' lo dejan claro: hubo una manipulación por parte de los conservadores católicos desde EEUU para influir en Sudamérica en contra de las propuestas del concilio Vaticano II y el concepto de volver a los evangelios a la Iglesia de los pobres que tuvo su máxima expresión con la matanza de los jesuitas de la UCA en El Salvador, del padre Ellacuría y sus sacerdotes. Hubo tensión en la Iglesia Católica pero en realidad la Santa Sede no se apartó del concilio como no lo hace ahora Francisco I que por otra parte ha sido muy claro en contra del aborto, de los anticonceptivos y otras cuestiones, no precisamente liberales Francisco I es comunista, yo tampoco.

"El concilio y Pablo VI han dicho: 'Una misma fe puede llevar a compromisos diversos'". Entonces, ¿un católico puede lícitamente ser democristiano y otro puede ser lícitamente comunista? "Mi respuesta es sí: dos católicos pueden tener compromisos diversos, pero a condición de que en cada uno la fe sea la misa". Así se expresaba en 1978 sobre su predecesor Pablo VI, el olvidado Albino Luciani —Juan Pablo I— o el papa que apenas dirigió a la Iglesia católica 33 días.

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