Bruselas pide al resto de la UE que permita a Rumanía y Bulgaria entrar en Schengen

Han pasado 15 años desde que Bulgaria y Rumanía ingresaran en la Unión Europea, pero su membrería, a ojos de muchos de sus ciudadanos y de su clase política, todavía no es completa. Pertenecen a una especie de "segunda clase": los Estados miembros que no forman parte del espacio Schengen de libre circulación en contra de su voluntad, junto con Chipre. El otro país que no forma parte de esa zona, Irlanda, no tiene intención de ingresar. Ahora la Comisión Europea pide que el resto de socios pongan fin a esa excepción y que acepten a los dos socios del este.

"La espera ha sido larga, debería decir demasiado larga. Y las expectativas son altas, con razón, por parte de las autoridades y de los ciudadanos", ha explicado Ylva Johansson, comisaria de Interior. No se trata, ni mucho menos, de un hecho consumado. El asunto irá a la reunión de ministros de Interior que se celebra el próximo 8 de diciembre y allí algunos representantes contarán con presiones desde sus Estados miembros para bloquear el acceso a ambos países, al considerar que abrir sus fronteras al resto de la Unión podría generar un problema migratorio y de seguridad. Croacia, otro Estado miembro que tiene previsto ingresar en la zona Schengen el próximo 1 de enero de 2023, no cuenta con esas resistencias. La decisión se adopta por unanimidad.

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Europa Press

La Comisión Europea considera sin embargo que ambos países han hecho los progresos necesarios desde 2011 y que ya son eficaces en la gestión fronteriza, en cooperación con otros Estados miembros y también en la conexión con las bases de datos de Schengen. "Croacia, Rumanía y Bulgaria se han ganado nuestra confianza", explicaba el pasado 9 de noviembre Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea. "La UE debe hacer ahora también lo que le toca y simplemente decir una palabra: bienvenidos", añadió el griego hace unos días en el Parlamento Europeo. La Eurocámara ha presionado mucho al Ejecutivo comunitario para que diera este paso. En una resolución el pasado mes de octubre pidiendo "el final de la discriminación" hacia Bucarest y Sofia.

Sin embargo, la situación de la zona de libre circulación preocupa en la Comisión Europea. Schengen está sometido a una presión permanente desde la crisis migratoria de 2015 y volvió a estar contra las cuerdas durante la pandemia de coronavirus del 2020, cuando los Estados miembros cerraron de forma unilateral y descoordinada sus fronteras. Los daños a la zona Schengen son serios. Por ejemplo, Austria en ningún momento ha levantado del todo sus controles fronterizos desde 2015, y ahora Eslovenia teme que la apertura de fronteras con Croacia pueda hacer que el flujo migratorio de los Balcanes haga que los migrantes que quieran seguir avanzando hacia el norte y se encuentren con la frontera austriaca cerrada acaben quedándose en Eslovenia, por lo que hay un debate sobre la posibilidad del establecimiento de controles fronterizos.