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El médico de los 100 hijos: el escándalo de las inseminaciones que traumatizó a Países Bajos
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El trauma que provocó "Spermadokter"

El médico de los 100 hijos: el escándalo de las inseminaciones que traumatizó a Países Bajos

Jan Karbaat es uno de los 10 médicos especialistas en fertilidad que donaron su propio esperma para inseminar a mujeres sin autorización de las futuras madres

Foto: Los niños concebidos con semen donado, Yonathan Heij y Merel-Lotte atienden a la prensa antes de conocer la decisión de los tribunales en el caso contra el médico Jan Karbaat. Remko De Waal / EFE
Los niños concebidos con semen donado, Yonathan Heij y Merel-Lotte atienden a la prensa antes de conocer la decisión de los tribunales en el caso contra el médico Jan Karbaat. Remko De Waal / EFE

Jan Karbaat es uno de los médicos más famosos de Holanda, pero no por salvar las vidas de sus pacientes. Es el nombre y el apellido más conocido detrás del escándalo que ha traumatizado a la sociedad de Países Bajos por tener 91 hijos confirmados por test de ADN. Este número es el oficial, pero podrían ser más. La historia de Karbaat no puede empezar sin remarcar que estaba orgulloso de sus genes y creía que era una persona "sana e inteligente", lo suficiente para dejar un buen "legado a la humanidad". Ese legado fue la inseminación a miles de mujeres de manera artificial y sin su consentimiento. Más de 6.000 se quedaron embarazadas en su clínica, aunque se desconoce cuántas de ellas fueron inseminadas con el esperma de Karbaat.

El ego de este médico ha traumatizado a muchas madres y se ha confirmado que mínimo 10 médicos especialistas en fertilidad han donado su propio esperma a mujeres sin su conocimiento y autorización. Algunos tienen decenas o hasta cientos de hijos esparcidos por Holanda y el resto del mundo. Coinciden en lavarse las manos y en considerar que sus gestos fueron obras de caridad, y no errores que han dejado una huella imborrable en tantas madres y que atemorizan a decenas de hijos. Ellos, los descendientes, tratan ahora de digerir el descubrimiento, en muchos casos reuniéndose con sus hermanastros en busca de apoyo.

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La prensa holandesa lo ha bautizado como "Spermadokter" (el médico del esperma) y es padre de al menos 81 hijos por donación de esperma en la década de los ochenta, según datos de septiembre de 2022. Tiene otros 10 hijos legítimos. Murió en abril de 2017, a los 89 años, justo en la semana en la que recibió una citación judicial para dar explicaciones por presunto abuso sexual y sobre su trabajo como especialista en fertilidad. Nunca tuvo ningún remordimiento por lo que hizo, incluso le había contado a uno de sus hijos legítimos que engendró "unos sesenta hijos" por inseminación en su clínica. Tampoco quiso cooperar con una prueba de ADN para que sus demás hijos pudieran esclarecer dudas sobre su paternidad, aunque la justicia le obligó a ello después de su muerte en 2017.

La carrera de Kaarbat en este campo comenzó en los setenta, después de que decidiera mudarse con su esposa y su hijo mayor a Surinam por trabajo. Dos mujeres se le acercaron con preguntas sobre inseminación artificial y él pidió a dos enfermeros que le donaran esperma. Así empezó todo. A partir de entonces, centró su investigación en la inseminación artificial con semen de donantes para parejas con problemas de fertilidad. Volvió a Holanda cinco años después, en 1979, como director de su propia clínica en Rotterdam, en la que recibió a miles de mujeres buscando su sueño de ser madres. La fecundación in vitro (FIV) todavía no existía —el primer bebé por FIV en Holanda nació en 1983—, así que la inseminación con esperma de donantes era la única forma de que las mujeres quedaran embarazadas de forma artificial.

En 1984, Kaarbat abrió una segunda clínica, que incluso suministraba semen a otras clínicas en Holanda y en el extranjero. A pesar del desastre de administración en su centro, el médico tenía un rendimiento superior al de otros especialistas en fertilidad. Karbaat tampoco era ginecólogo de profesión, pero eso no fue un impedimento para que realizara prácticas como la concepción de 200 niños con el semen de un hombre de ascendencia surinamesa y con síndrome de Asperger. A los padres se les afirmó que se trataba de un donante sano y de origen europeo. Por escándalos como este, que por desgracia no es el único, el médico holandés cerró su clínica. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Los testimonios de las madres que han salido a denunciar sus casos se refieren a sentimientos como "engaño", "rabia" y sensaciones de "escalofríos" y de "asco". Sobre todo arrepentimiento por haber ido a su clínica para ser inseminadas con espermas que, de saberlo, hubieran rechazado.

Cuando estalló el caso Karbaat, la pelota empezó a hacerse más grande. Casi 1.500 personas nacidas por donación de esperma han intentado, en 2021, encontrar información sobre su padre biológico. Se han descubierto al menos una decena de médicos especialistas en fertilidad en los últimos cinco años, según la fundación Niños por Donación. Esta organización ayuda a los niños nacidos a través de donación de esperma a encontrar a sus padres en las bases de datos comerciales de ADN.

Los otros nombres detrás del horror

A finales de 2020 salió a la luz que un ginecólogo, Jan Wildschut, engendró al menos 47 hijos entre 1980 y 1994 en un hospital de Zwolle, una ciudad de Países Bajos. Su perfil se parece al de Karbaat y una investigación externa reveló que era un hombre introvertido y excéntrico, pero también muy entregado a su especialización, por lo que veía sus actos más como una preocupación por cumplir el deseo de sus pacientes y no como una línea roja que, años después, causaría una angustia psicológica difícil de superar para las madres. Sin embargo, Wildschut, fallecido en 2009, fue más allá de Karbaat y también utilizó su propio semen o el de otros donantes en mujeres que querían quedarse embarazadas con semen de su propia pareja.

Jos Beek, fue otro de los médicos que engendró al menos 21 niños con su propio semen en un hospital de Leiden entre 1973 y 1986. Beek murió en 2019, pero el exginecólogo Henk Nagel sigue con vida. Desde un antiguo hospital en Den Bosch, provincia de Brabante Septentrional, usó su esperma entre 1977 y 1985, también sin consentimiento de las madres. En una entrevista reciente aseguró que lo hizo para "ayudar a sus pacientes" y que no tenía otra motivación más allá de eso. Nagel, que tiene ahora 83 años, lo hizo con "al menos cuatro mujeres", según admitió él mismo, pero aseguró que no abusó más de esta práctica por el riesgo de que sus descendientes puedan encontrarse algún día y mantener una relación.

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Henk Ruis, un ginecólogo de Brabante que acaba de cumplir los 71 años, engendró al menos tres hijos donando su propio esperma entre 1988 y 1992. En uno de los casos, la madre buscaba quedarse embarazada con el semen de su propia pareja. Ruis asegura que él no usó de forma consciente sus espermas con ella, que "las instalaciones de laboratorio eran muy primitivas" en ese momento y que seguramente "el semen del futuro padre se mezcló" con el suyo accidentalmente. Los espermas del ginecólogo se encontraban en el laboratorio para experimentos que buscaban mejorar los procedimientos de congelación, aseguró, y algo salió mal. El resultado es que esa mujer no llegó a tener hijos biológicos de su pareja, sino de Ruis.

¿Cómo fue posible algo así? En la segunda mitad del siglo pasado, la reproducción asistida apenas estaba despegando y la opinión pública sobre este campo de la ciencia estaba bastante dividida. Los primeros padres mantenían en total secreto los embarazos que eran resultado de inseminación artificial. No ayudaba la falta de leyes y procedimientos, y los médicos operaban muchas veces solos en la práctica, con ayuda quizás de una secretaria, pero sin prácticamente vigilancia de las autoridades, ni de otros colegas y hospitales. Parte del trabajo también se realizaba por la noche, fuera de los turnos regulares en los que trabajaban otros médicos. El descontrol era máximo.

Foto: EC Diseño.
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Incluso cuando en un momento dado la legislación empezó a reforzarse poco a poco y cada donante tenía un límite de seis hijos, a Jan Karbaat no le importó mucho. Veía su abuso como un gesto "por las madres". Los psicólogos tampoco encuentran una explicación única a este comportamiento, casi un fenómeno, y hablan de "delirios de grandeza" o "trastorno de personalidad narcisista" con los que se convencían de que reproducirse era la manera de dejar una buena descendencia al mundo. El escritor polaco Kamil Baluk, que escribió un libro sobre Karbaat, aseguró que el médico usó su semen porque estaba convencido de que era "de mejor calidad" y "más eficaz". Medía su éxito por el número de mujeres que se quedaban embarazadas en su clínica, sin importarle cómo se sentirían años después si se enteraban de que habían usado su esperma.

Jan Karbat, Jan Wildschut, Jos Beek, Henk Nagel, Henk Ruis... el contador sigue subiendo y muchos hijos aún no saben cómo digerir la noticia. Pero ¿podrían seguir ocurriendo estas prácticas hoy en día? Países Bajos modificó las leyes y no permite desde 2004 que la donación de esperma se lleve a cabo en total anonimato, y los donantes deben ser siempre rastreables si así lo desean en el futuro los hijos. Las nuevas normas también incluyen un paquete de reglas y protocolos para que la Inspección de Salud pueda supervisar de cerca a los donantes. Los hospitales son más estrictos y cada tubo con semen pasa por varias manos en los centros de fertilidad, se verifica varias veces, se etiqueta con un código de barras. Cada paso queda registrado y rastreable, por lo que es más complicado que se repita la misma historia traumática. Sin embargo, advierten los expertos, tampoco es imposible.

Jan Karbaat es uno de los médicos más famosos de Holanda, pero no por salvar las vidas de sus pacientes. Es el nombre y el apellido más conocido detrás del escándalo que ha traumatizado a la sociedad de Países Bajos por tener 91 hijos confirmados por test de ADN. Este número es el oficial, pero podrían ser más. La historia de Karbaat no puede empezar sin remarcar que estaba orgulloso de sus genes y creía que era una persona "sana e inteligente", lo suficiente para dejar un buen "legado a la humanidad". Ese legado fue la inseminación a miles de mujeres de manera artificial y sin su consentimiento. Más de 6.000 se quedaron embarazadas en su clínica, aunque se desconoce cuántas de ellas fueron inseminadas con el esperma de Karbaat.

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