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Europa en Guerra | Día 147: ¿Capitular ante Rusia para frenar la crisis energética?
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Europa en Guerra | Día 147: ¿Capitular ante Rusia para frenar la crisis energética?

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A estas alturas a nadie se le escapa que el Kremlin está utilizando la energía, ante todo y sobre todo, como un arma, esgrimiendo la amenaza, más o menos explícita, de un corte como forma de subrayar la dependencia europea de Moscú, alimentada por dos décadas de corrupción estratégica en el continente. Pero Rusia no puede simplemente cerrar el grifo del gas: a diferencia del petróleo -que rápidamente ha encontrado compradores alternativos en India, China y otros países-, no es fácil encontrar otros clientes para el gas. Y si simplemente se recorta la producción, volver a recuperar los niveles anteriores en un futuro más favorable resulta complicado por razones técnicas.

Por este motivo, la estrategia rusa pasa por mantener la incertidumbre y un suministro limitado para que los precios sigan altos y, con ello, los desorbitados beneficios para las arcas rusas, tal y como explica nuestro compañero Lucas Proto en este artículo. Es muy probable que en las próximas horas o días el Nord Stream 1 vuelva a funcionar, pero a los niveles reducidos en los que ya operaba justo antes del parón técnico.

Porque además de las ganancias económicas, esto permite al régimen ruso mantener sobre Europa una presión que sabe altamente desestabilizadora. El propio presidente Putin lo explicó de forma clara durante su intervención en el Foro de San Petersburgo: “Los problemas sociales y económicos que empeoran en Europa acabarán por dividir sus sociedades” y “de forma inevitable llevarán al populismo” y a “un cambio en las elites a corto plazo”, aseguró. Esta presión tiene como propósito inmediato crear una situación en la que las elites europeas concluyan que la única solución viable es no solo revertir las sanciones, sino también autorizar la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2, construido pero nunca inaugurado como represalia por la invasión de Ucrania. Putin ya lo dejó caer este martes: "Tenemos otra ruta preparada: es el Nord Stream 2. Se puede poner en marcha", declaró el presidente ruso.

Pero además, existe un segundo objetivo de mucho mayor alcance: incitar a las poblaciones de la UE a que empujen a sus líderes a retirar su apoyo a una Ucrania que no podría resistir sin este respaldo económico y armamentístico. El Kremlin está convencido de que las sociedades occidentales son egoístas e interesadas, incapaces de sacrificarse, y con un poco de ayuda —incrementando de forma intencional no solo la escasez energética, sino también las dificultades alimentarias y la inmigración irregular—, terminarán por cansarse de la situación y exigirán que se normalice la situación con Rusia.

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