Los líderes de la UE no logran seducir a África para contrarrestar la influencia china
Los Veintisiete han pasado los últimos dos días reunidos con los líderes de la Unión Africana para intentar dar con la tecla que aleje al continente vecino de la influencia de Pekín
Seducir a África. Esa era la misión de los jefes de Estado y de Gobierno europeos en la primera cumbre con los líderes de la Unión Africana (UA) por primera vez desde 2017. Estos últimos días la capital europea, en la que se ha celebrado el encuentro, ha sido un hervidero de eslóganes (“nuevo pacto con África”, “nueva alianza”), cifras poco creíbles y promesas bastante vacías. La diferencia respecto a hace dos décadas, cuando la Unión Africana se fundó en sustitución de la Organización para la Unidad Africana en 2002, es la presencia de Pekín.
Europa cree que tiene una posición más o menos sólida en África. Que es capaz de volver a atraerla sin demasiada dificultad. Pero no es así como se ve en el continente vecino, donde se mira a Estados Unidos y a China como los principales referentes. Por eso, en gran parte, hace algún tiempo que en Bruselas se convirtió en una de las prioridades de la diplomacia europea volver a estar en el radar de África.
Se organizó una cumbre para 2020 que tuvo que posponerse y que finalmente se ha celebrado esta semana. Pero incluso así, desplegando una enorme alfombra roja, encendiendo focos y poniendo esfuerzos en hacer sentir importantes a las delegaciones africanas, a ninguna de ellas se les escapaba que ni siquiera en esa situación sus homólogos europeos les tenían como primer pensamiento: todos miran de reojo hacia Ucrania. De hecho, los líderes de los Veintisiete celebraron una reunión previa a la cumbre con África para abordar la cuestión rusa.
Los líderes europeos necesitan seducir a África por dos razones fundamentales. Una primera es para alejarla de China, que tiene la capacidad y el músculo de lanzar sobre el continente una lluvia de millones en infraestructuras, consideradas por la UE como un señuelo para atar en corto a los países que aceptan sus proyectos, sea en los Balcanes o en África.
La segunda de las razones es por una cuestión de seguridad y de gestión migratoria. La Unión necesita tener buenas y fluidas relaciones con África porque depende en gran parte de la colaboración africana para cerrar rutas migratorias. Europa está dispuesta a dar manga ancha y a tolerar muchas cosas si eres efectivo en la gestión migratoria y cooperas en materia de seguridad. Lo sabe bien Al-Sisi. A pesar del duro régimen con el que controla Egipto, el dictador pisa algunas de las más mullidas alfombras rojas de Europa.
Cifras y vacunas
La primera de las preocupaciones solamente se puede arreglar con dinero. Por mucho que la UE intente mostrar al continente vecino que su modelo de cooperación es leal y comprometido con la estabilidad y la democracia en la región, lo cierto es que las prioridades africanas están en otro lugar y que a la hora de pensar en aliados, amigos y posibles apoyos, Europa no es lo primero que se les viene a la cabeza. Buena parte de la clave del futuro de la influencia europea en el continente depende del dinero.
Pero la Unión Europea no tiene el músculo de Pekín. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, prometió hace días inversiones por valor de 150.000 millones de euros en África, pero el Ejecutivo comunitario acostumbra a inflar las cifras, sumando fondos de distintos proyectos que ya estaban en marcha y aplicando multiplicadores opacos. Esa cifra es una nueva muestra de la “magia contable” de la Comisión, como se le denomina en la capital comunitaria.
Otra de las principales preocupaciones de las numerosas delegaciones africanas que estos días se han estado moviendo por Bruselas era la cuestión de las vacunas. Aunque desde la UA se buscaba conseguir que los líderes europeos se comprometieran a enviar más dosis a África, el comunicado final mantiene el compromiso que ya estaba: la Unión enviará 450 millones de dosis al continente vecino hasta la mitad de 2022.
Pero la relación con África tiene que cambiar en muchos puntos, y las costuras de la manera en la que muchos países europeos se comportan con los vecinos africanos se ha visto estos días. Los líderes de la UA no quieren regalos: quieren un proyecto. A la hora de hablar de donaciones de vacunas contra el coronavirus había pocas ganas de dar las gracias. “No es aceptable que África esté constantemente al final de la fila. Si bien apreciamos las donaciones, nunca son una forma sostenible de desarrollar fortalezas”, ha explicado Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, poco después de anunciarse un acuerdo en los márgenes de la cumbre.
La cuestión de las vacunas ha deteriorado muchos lazos, confianza y, en general, ha enrarecido el ambiente. Se habla de “apartheid” sanitario hacia África, donde la inmensa mayoría de la población todavía no ha recibido ninguna dosis. Al mismo tiempo, los socios europeos también tienen sus reservas. Estos días Francia ha anunciado su salida de Mali tras una serie de golpes de estado que han deteriorado mucho las relaciones entre París y Bamako, y que han complicado las misiones europeas en el Sahel para la lucha contra el terrorismo.
El resultado difícilmente puede considerarse satisfactorio. Los números que manejaban los líderes europeos no han convencido a sus vecinos sureños y el compromiso de la UE tampoco llegaba tan lejos como deseaban en la UA en materia de envío de vacunas. Para Europa seducir del todo a África ya no es una opción, se trata de alejarlos de China de manera urgente, de ofrecerles un horizonte claro. En este sentido, la cumbre no ha cumplido con lo que algunos consideraban que era una obligación.
Seducir a África. Esa era la misión de los jefes de Estado y de Gobierno europeos en la primera cumbre con los líderes de la Unión Africana (UA) por primera vez desde 2017. Estos últimos días la capital europea, en la que se ha celebrado el encuentro, ha sido un hervidero de eslóganes (“nuevo pacto con África”, “nueva alianza”), cifras poco creíbles y promesas bastante vacías. La diferencia respecto a hace dos décadas, cuando la Unión Africana se fundó en sustitución de la Organización para la Unidad Africana en 2002, es la presencia de Pekín.