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Mascarillas en la calle y vacunas obligatorias: Italia, la gran resignación contra el covid
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Mascarillas en la calle y vacunas obligatorias: Italia, la gran resignación contra el covid

Italia se erige sin complejos como uno de los países con medidas más restrictivas dentro de la UE gracias a la falta de oposición entre los gobernadores y el apoyo ciudadano. Incluso los negacionistas siguen las normas 'por si acaso'

Foto: La policía de Roma comprueba el pasaporte covid de los pasajeros de un autobús. (EFE/Fabio Frustaci)
La policía de Roma comprueba el pasaporte covid de los pasajeros de un autobús. (EFE/Fabio Frustaci)

Una larga fila espera a las 12 de la mañana en la oficina postal de Piazza Mazzini, en Roma. Las personas entran por turnos para evitar aglomeraciones pese a ser una sucursal de correos bastante grande, y la mayoría de la gente aguanta ordenada en una cola que llega hasta la calle en pleno invierno. De pronto, se abre la puerta y una mujer anuncia: “Lo siento, señores, vamos a cerrar. Acabamos de saber que hay que desinfectar toda la oficina porque ha habido una persona contagiada esta mañana aquí”. Solo un hombre mayor protesta algo por lo inútil de la larga espera y el resto, tranquilamente, se marcha con sus mascarillas y bufandas puestas por donde ha venido.

Italia va a contracorriente de todo lo que se suponía que pasaría aquí cuando empezó la pandemia. La Europa del Sur, esa parte del continente estereotipada por los noreuropeos donde se presumía que se preguntaba a los santos más que a los meteorólogos si iba a llover, abrieron la espita del virus en Europa. Desde entonces, los transalpinos se han convertido en un referente de acatar normas y aplicar recomendaciones de los virólogos como se esperaba que sucediera en Estocolmo y no en Roma.

Foto: Turistas en Sicilia durante la pandemia del covid-19. (EFE)

La “penúltima” de ellas fue la de imponer desde el pasado 16 de diciembre un test de antígenos negativo para poder entrar en el país a cualquier viajero. La medida —tomada antes que ningún socio comunitario y que provocó el enfado de Bruselas al tratarse de una decisión unilateral y no consensuada con los otros países miembros— estará en vigor, al menos, hasta el 31 de enero. También es obligatorio el uso de mascarillas en las calles, sin que haya habido un estallido social contra la medida. Además, desde el 10 de enero, hay que estar vacunado o haber pasado el covid para usar el transporte público, comer en un restaurante, alojarse en un hotel, acceder a un bautizo o boda o ir al bingo, entre otros escenarios.

En el caso del transporte, la mascarilla, además, debe ser la FFP2. Incluso, en una medida también innovadora en el ámbito UE, a partir del 15 de febrero será obligatoria la vacuna para los mayores de 50 años para todos los residentes en el país. Hay, se calcula, un 13% en esa franja de edad de no vacunados.

Negacionistas del 'por si acaso'

“Me pongo el trapo este en la boca, qué vamos a hacer. Voy a ver a mis suegros a Treviso y mejor asegurarse”, me dice Darío, un amigo romano, próximo al ámbito del negacionismo por ideología política, en el tren que el 24 de diciembre parte de la capital a Venecia. “Esto es una estupidez que no sirve de nada”, refunfuña mientras se coloca el “trapo” a media hasta. ¿Te has vacunado? “Sí, para evitar problemas”, explica.

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (Reuters/Remo Casilli)

Hay muchos casos como el de Darío. Son negacionistas del 'por si acaso' que, al final, acatan las recomendaciones. Es muy complicado entrar en Italia en un restaurante donde no pidan el pasaporte covid o ver por la calle a gente sin la mascarilla, más allá de los focos opositores y sus recurrentes manifestaciones que están bastante relacionados con la extrema derecha.

Y eso que pocos países han sido más restrictivos que los transalpinos en las medidas pandémicas. Sin embargo, pese a lo que diga la dictadura del ruido que obliga a destacar que hay 200 o 2.000 personas manifestándose en una plaza contra las medidas en una ciudad de tres millones de habitantes, las encuestas dicen que el apoyo al modelo preventivo es aún mayoritario.

Tanto es así que el virus ha provocado un imprevisible cambio electoral. El izquierdista Partido Democrático, que parecía herido de muerte en 2020, se ha mostrado consistentemente a favor de aplicar restricciones y, actualmente, se sitúa en las encuestas como la principal fuerza del país. Mientras tanto, la extrema derecha del controvertido Matteo Salvini y su Lega se ha ido despeñando por el tortuoso camino de una pandemia que ha dejado, por ahora, casi 140.000 fallecidos y que parece haber castigado políticamente sobre todo a los indecisos que han intentado navegar dos aguas al mismo tiempo.

Un sondeo reciente señala que el PD sería la primera fuerza política italiana con un 20,7% de intención de voto, por delante de la Lega, con un 20,1%

Visto en cifras. En enero de 2020, justo antes del inicio de la pandemia, un sondeo de TG7 daba a la Lega un 33,3% de intención de voto, por un 18,2 del Partido Democrático (PD), un 15,6 del Movimiento 5 Estrellas (M5S), un 10,9 de Fratelli d’Italia (FdI) y un 5,2% de la Forza Italia (FI) de Silvio Berlusconi. Dos años después y con la pandemia de por medio, la empresa Ipsos acaba de publicar un sondeo en el que el PD sería la primera fuerza política italiana con un 20,7% de intención de voto, por delante de la Lega, con un 20,1%. La formación extremista FdI, único partido que no forma parte del Gobierno Draghi y contrario a las medidas preventivas del covid, alcanza un 18,8% (el mayor aumento de intención de voto). El M5S se queda en un 16,4% y FI sube también a un 8,7%.

Sin complejos contra el virus

Eso dicen los sondeos. Lo que dicen los resultados —y que ningún analista político auguraba dos años atrás— es que en las últimas elecciones municipales italianas la izquierda ha barrido a la coalición conservadora en todas las grandes ciudades. Hay más factores que influyen en estas victorias, pero antes de la pandemia parecía arriesgado augurar que la capital, Roma, no tendría un claro triunfo conservador.

Parece haber influido ahí que dos de cada tres italianos, según una encuesta de Adnkronos, están a favor de la tercera dosis de la vacuna. Especialmente alto es el porcentaje en los mayores de 55 años, donde el apoyo a la medida es del 75%, mientras que entre los menores de 35 baja al 53%. Un porcentaje alto de respaldo en un tema que sigue abriendo noticieros y periódicos de forma constante tras casi 24 meses y que, destacan los medios, el lunes pasado dejó 227 nuevos fallecidos.

Foto: El primer ministro italiano Mario Draghi durante una rueda de prensa. (Reuters/Remo Casilli)

Ese renacer de la izquierda del PD liderando encuestas era un escenario impensable hace no tanto. En un país con un actual Gobierno multicolor donde están todas las formaciones políticas —menos la extrema derecha de Fratelli d'Italia—, pero que, en realidad, dirige un solo hombre, el tecnócrata Mario Draghi, parece que los italianos han premiado hasta ahora a los que más compromiso han mostrado con la lucha con el virus o los que se oponen abiertamente a él. No se ha castigado, según los sondeos, la imposición de molestas restricciones, sino la vaguedad y electoralismo.

Ahí hay que tener en cuenta un factor importante. Dentro del movimiento conservador, los principales barones regionales no solo no han secundado los flirteos de Salvini y algunos senadores con el negacionismo, sino que los han criticado abiertamente. Es decir, ni Draghi ni su predecesor, Giuseppe Conte, han tenido que enfrentarse a un solo Ejecutivo regional que haya desafiado sus decisiones. Personajes del peso de Luca Zaia, gobernador del Véneto y miembro de la Lega, no han tenido reparos en dejar clara su postura: “Todos los ingresados en los hospitales las últimas horas son no vacunados. Esta es la realidad”, dijo justo cuando el pasado verano Salvini hacía diversas manifestaciones que apuntaban a que a Lega se uniría a las tesis negacionistas del FdI.

Los medios interpretaron las palabras de Zaia como otro nuevo tirón de orejas del gobernador, bastante taxativo en su forma de afrontar la pandemia con leyes preventivas y cuya gestión sanitaria ha sido muy bien valorada. Eso lo ayudó a ganar las elecciones regionales de septiembre de 2020 con un abrumador 76% de los votos.

Foto: El líder de la Liga, Matteo Salvini. (Reuters)

Otros gobernadores conservadores como el de Liguria, Giovanni Totti, fueron más explícitos: “La mayoría de los votantes de centroderecha y de los italianos han visto, y con razón, la vacunación y el 'green pass' como una verdadera oportunidad para dejar atrás los dos horribles años que hemos vivido. La mayoría de los italianos confían en la ciencia y la medicina y en un Gobierno que ha impuesto esas medidas”.

Por ahora, todo ese amplio espectro de oposición en temas covid es campo abierto para los FdI de Giorgia Meloni. La líder romana sigue atacando al intocable Draghi en este campo. “Nos habían prometido que el Gobierno de los mejores marcaría una clara diferencia con su antecesor y que el 'green pass' garantizaría no volver a los cierres, pero no ha sido así. El Gobierno Draghi ha resultado ser nada más que otro Conte”, ha dicho la mujer que ha llevado a los sucesores del viejo fascismo a casi un 19% de intención de voto. Durante el otoño pasado, llegó incluso a liderar las encuestas.

Una larga fila espera a las 12 de la mañana en la oficina postal de Piazza Mazzini, en Roma. Las personas entran por turnos para evitar aglomeraciones pese a ser una sucursal de correos bastante grande, y la mayoría de la gente aguanta ordenada en una cola que llega hasta la calle en pleno invierno. De pronto, se abre la puerta y una mujer anuncia: “Lo siento, señores, vamos a cerrar. Acabamos de saber que hay que desinfectar toda la oficina porque ha habido una persona contagiada esta mañana aquí”. Solo un hombre mayor protesta algo por lo inútil de la larga espera y el resto, tranquilamente, se marcha con sus mascarillas y bufandas puestas por donde ha venido.

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