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"Agárralo y tíralo al río": el turbio crimen planeado del KKK que destapó un espía del FBI
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"Agárralo y tíralo al río": el turbio crimen planeado del KKK que destapó un espía del FBI

Un confidente del FBI grabó la planificación de un asesinato del KKK contra un preso y el caso reveló que varios miembros de la organización ostentaban altos cargos en cárceles de Florida con poder sobre presos negros

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Verano de 2013 en el estado de Florida. Warren Williams cumplía condena en prisión por haber agredido a un policía y durante su estancia entre rejas se topó con el agente Thomas Driver, con quien no hizo muy buenas migas. Dos años después, apareció el cuerpo del preso en las proximidades del río St. Johns, en la ciudad de Palatka, y así se abrió un caso de asesinato cometido por una de las sociedades terroristas más temidas. La víctima era negra y sus asesinos eran supremacistas blancos, pero esta vez era diferente. La investigación del crimen no solo reveló la influencia del Ku Klux Klan (KKK) sobre los centros penitenciarios del estado y, por tanto, de sus presos, sino que gracias a la labor de infiltración de un informante, el FBI pudo destripar el funcionamiento interno de una célula del Klan.

En agosto de ese mismo año, la víctima, Williams, se enfrentó al agente Driver por el humo de un cigarrillo. Cuando un grupo de vigilantes, compañeros de este último, quiso separarlos, el preso tuvo que ser hospitalizado tras la fulminante intervención de los agentes. En medio de la paliza, Williams mordió a su contrincante, lo que provocó que Driver tuviera que hacerse pruebas contra el VIH y la hepatitis C. Dio negativo en ambas, pero no calmó su sed de venganza.

placeholder Miembros del Ku Klux Klan. (CC)
Miembros del Ku Klux Klan. (CC)

Lo que más tarde revelaría el FBI en una investigación lanzada por Associated Press es que Driver era más que un vigilante de prisiones y en sus ratos de ocio se reunía con sus hermanos del "klonklave" a escondidas. Entre ellos también se encontraban otros funcionarios, como Sarge Moran. Tal y como recoge AP, este veterano había sido sancionado varias veces por encontronazos violentos con algunos presos y, sin embargo, seguía ostentando un cargo de poder sobre los mismos.

"A seis pies bajo tierra"

Durante uno de los encuentros clandestinos del Klan, Moran y Driver le hicieron un valioso encargo a Joseph Moore: un asesinato a sangre fría contra Warren Williams. Sabían bien a quién le endosaban esa tarea —o eso creían—, puesto que estaban hablando con un veterano del Ejército estadounidense que presumía entre sus hermanos de la sociedad de pertenecer a un escuadrón "de élite" y no era la primera vez que se manchaba las manos. Lo que ellos no sabían es que el verdadero motivo por el que el veterano estaba ahí era por su papel como informante oficial del FBI.

Una foto y unos cuantos datos del preso fueron suficientes para pactar con el militar el final que deseaban: "A seis pies bajo tierra". El encargo había quedado pactado en 'petit comité' y no era algo que el resto de miembros debieran saber, pero todos los implicados en el plan parecían estar de acuerdo en que la mordida del reo al vigilante había sido, en realidad, un "intento de asesinato directo", como revelarían los testimonios y grabaciones que salieron a la luz posteriormente.

Unos meses después, Williams obtuvo la libertad condicional y pudo salir de prisión, con medidas, para volver a su casa de Palatka, junto a su madre. Hasta allí se desplazó el sicario Moore y Charles Newcomb, un exguardia de prisión que se apuntó a la misiva, para inspeccionar el vecindario de la víctima. Sin saberlo, Newcomb había tramado todo el plan con un exfrancotirador experimentado que trabajaba como confidente: desde cómo enterrarlo y facilitarle una coartada a Driver hasta cómo asaltarlo e inyectarle insulina para después arrojarlo al río.

"Si lo agarramos y lo llevamos hacia el río, necesitará una caña de pescar como si hubiera estado pescando, ¿verdad? Quiero que parezca realista", señaló entonces el exvigilante en una de las grabaciones recabadas. Mientras Newcomb, Moran y un infiltrado Moore planeaban el asesinato desde una camioneta repleta de micros, Williams se resguardaba a salvo y una dotación de agentes del FBI seguía los pasos del Klan, a la espera de poder detenerlos.

Warren Williams vive atemorizado por el hecho de que su perseguidor quede libre

Moore había estado en contacto con la agencia federal informándoles de todo cuando soltaban los miembros del KKK acerca del crimen contra el expreso y, ante la posibilidad de que los hermanos actuaran ese mismo día, se vieron obligados a proceder rápidamente para mantener al objetivo a salvo. Por eso, planearon con él la manera de echar por tierra el encargo de los supremacistas. Así, se fueron con Williams a casa de su madre para preparar la escena: rasgaron su ropa y le salpicaron de agua los pantalones, le tendieron en el suelo haciéndose el muerto y le sacaron una foto. Después, se lo llevaron a un lugar secreto y seguro.

Semanas más tarde, Moore se citó con Driver para mostrarle esa misma foto de un falso asesinado y recibió un "buen trabajo" de su parte. "¿Eso es lo que querías?", dijo el infiltrado en las grabaciones. A lo que el interpelado respondió entre risas: "Oh, sí". Poco después, tanto él como Newcomb y Moran fueron detenidos y posteriormente condenados a 12 años de prisión cada uno. El instigador del plan, por su parte, se declaró culpable de planificar un asesinato y saldrá este mismo año de la cárcel.

Gracias a la infiltración del confidente, el FBI pudo descubrir que varios miembros del KKK ostentan cargos de poder en el Departamento de Correcciones de la Florida (FDOC, por sus siglas en inglés), aunque, después de que se desvelara este entramado, la institución penitenciaria que gestiona otros centros de prisión optó por no investigar si hay más funcionarios que forman parte de la organización extremista. La familia de Warren Williams ha asegurado a AP que, aunque sigue con vida, vive atemorizado por el hecho de que Driver, su perseguidor, quede libre.

Verano de 2013 en el estado de Florida. Warren Williams cumplía condena en prisión por haber agredido a un policía y durante su estancia entre rejas se topó con el agente Thomas Driver, con quien no hizo muy buenas migas. Dos años después, apareció el cuerpo del preso en las proximidades del río St. Johns, en la ciudad de Palatka, y así se abrió un caso de asesinato cometido por una de las sociedades terroristas más temidas. La víctima era negra y sus asesinos eran supremacistas blancos, pero esta vez era diferente. La investigación del crimen no solo reveló la influencia del Ku Klux Klan (KKK) sobre los centros penitenciarios del estado y, por tanto, de sus presos, sino que gracias a la labor de infiltración de un informante, el FBI pudo destripar el funcionamiento interno de una célula del Klan.

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