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El 'annus horribilis' del Capitolio de EEUU continúa con otro policía muerto
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Regresa la violencia a la capital

El 'annus horribilis' del Capitolio de EEUU continúa con otro policía muerto

Noah Green estampó su coche azul contra dos agentes de policía que custodiaban la barricada norte del Capitolio de Estados Unidos y, tras blandir un cuchillo, resultó abatido

Foto: Miembros de la Guardia Nacional montan guardia frente al Capitolio. (Reuters)
Miembros de la Guardia Nacional montan guardia frente al Capitolio. (Reuters)

Poco después de la una del mediodía del viernes, Noah Green, joven afroamericano de 25 años y natural de Indiana, estampó su coche azul contra dos agentes de policía que custodiaban la barricada norte del Capitolio de Estados Unidos, en Washington DC. Green bajó del vehículo blandiendo un cuchillo y apuñaló a uno de los dos policías. Uno de ellos logró desenfundar su pistola y disparó a Green, que murió media hora después, cuando ya estaba ingresado en el hospital. Uno de los agentes, identificado como William “Billy” Evans, falleció de las heridas infligidas.

El móvil del atacante aún no ha sido aclarado. La Policía Metropolitana de Washington, que no conocía ni tenía fichado a Green, cree que el incidente no está “relacionado con el terrorismo”. Varios medios informaron de que Green se había reconocido, en su página de Facebook, como “seguidor de Farrakhan”, en referencia a Louis Farrakhan, líder del grupo Nación del Islam: una organización nacionalista negra, con sede en Chicago, que tuvo en Malcolm X a uno de sus más influyentes representantes en los años 60. La cuenta ha sido suspendida. La policía continúa investigando la actividad en internet de Green, que tenía vínculos personales con el estado vecino de Virginia. En ese momento no había ninguna alerta de amenaza.

El perímetro del Capitolio fue cerrado y los alrededores se llenaron inmediatamente de agentes de la Policía metropolitana, del FBI y de tropas de la Guardia Nacional. Una reminiscencia de la fuerte seguridad que ha caracterizado a Washington desde el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero. Varios uniformados improvisaron un funeral en honor a Evans e hicieron el saludo militar a su cuerpo a lo largo de la Avenida de la Constitución. Conteniendo las lágrimas, la jefa en funciones de la Policía del Capitolio, Yogananda D. Pittman, pidió a los conciudadanos que se acordaran de Evans en sus plegarias.

El ataque hace otra mella en el 'annus horribilis' de la Policía del Capitolio, ensombrecida por su actuación del 6 de enero, cuando no pudo evitar la entrada en el edificio de una turba de personas que se había creído las mentiras de Donald Trump sobre el supuesto fraude electoral. Aunque ese día hubo actuaciones de todo tipo, desde agentes que aparentemente se desentendieron a otros que fueron golpeados (140 heridos) o asesinados, como Brian Sicknick, o premiados con una Medalla de Oro del Congreso por su valentía, en el caso de Eugene Goodman las imágenes y testimonios dejaron una sensación poco halagüeña para el cuerpo.

Foto: Una imagen del asalto al Capitolio, el pasado 6 de enero. (Reuters)

La comisión formada para mejorar la seguridad del Congreso, liderada por el oficial retirado Russel Honoré, descubrió que los agentes del Capitolio andaban escasos de efectivos y de equipamiento. Les faltaban pinganillos para comunicarse por radio y materiales antidisturbios, como se puede ver en muchos de los vídeos del asalto. Tampoco tendrían el adiestramiento adecuado, ni la estrategia, ni la capacidad operativa para hacer frente a este tipo de desafíos.

“La USCP [Policía del Capitolio] no está preparada para seguir, evaluar, planificar en contra o responder a esta plétora de amenazadas debido a la significativa falta de capacidad, entrenamiento inadecuado, procesos inmaduros y una cultura operativa que no está liderada por la inteligencia”, dice el informe, cuya composición duró seis semanas y que fue presentado ante el Congreso a principios de marzo.

Honoré hizo las siguientes recomendaciones para mejorar la preparación y capacidad de la Policía parlamentaria: reforzar el cuerpo, que cuenta con unos 2.000 agentes, contratando a 854 policías; crear una unidad de acción rápida para situaciones como la del 6 de enero; robustecer las unidades antidisturbios; comprar más material y dar más autoridad al jefe del cuerpo, para que pueda pedir apoyo militar en caso necesario.

placeholder El vehículo del atacante. (EFE)
El vehículo del atacante. (EFE)

La del 6 de enero fue la primera vez en dos siglos que un grupo violento irrumpía en la casa de la democracia estadounidense. Los últimos en tirar abajo sus puertas habían sido los soldados ingleses durante la guerra de 1814. Una amenaza que permanece relativamente candente a la luz de un clima político tribalizado. Según Yogananda Pittman, las amenazas contra miembros del Congreso casi se han duplicado en 2021 con respecto al año pasado. Y eso que el total de amenazas había crecido ya un 117% entre 2017 y 2020.

El ataque ha sucedido en plena narrativa republicana de que la seguridad capitolina es excesiva. El líder de la minoría conservadora en el Senado, Mitch McConnell, dijo recientemente que la constante visión de vallas y efectivos armados en Washington le recordaba a su “última visita a Kabul en 2015”. Hace apenas una semana que las autoridades habían quitado una de las vallas de seguridad, coronada por alambre de espino. Dado que el Congreso se encontraba en un receso por las vacaciones de Pascua, los congresistas estaban ausentes y se han apresurado a mandar sus comunicados de condena en las redes sociales.

Foto: Capitolio de EEUU. (EFE)

El presidente de EEUU, Joe Biden, que se había marchado a la residencia de Camp David antes del incidente, declaró por escrito que él y la primera dama, Jill Biden, se habían sentido “con el corazón roto al conocer el ataque”. Biden ofreció sus condolencias a la familia del agente fallecido, agradeció la labor de la Policía capitolina y ordenó bajar a media asta las banderas de la Casa Blanca. Los cuatro líderes que suman las dos cámaras del Congreso, dos demócratas y dos republicanos, comunicaron igualmente su pésame y su lamento por lo ocurrido.

Las únicas personas que se encontraban en el edificio eran el personal administrativo o de los equipos de los congresistas; muchos de ellos se estaban vacunando contra el covid-19. Los soldados de la Guardia Nacional rodearon la zona portando sus escudos transparentes. Una hora y media después del ataque, la amenaza había sido considerada “neutralizada”. Al menos, por ahora.

Poco después de la una del mediodía del viernes, Noah Green, joven afroamericano de 25 años y natural de Indiana, estampó su coche azul contra dos agentes de policía que custodiaban la barricada norte del Capitolio de Estados Unidos, en Washington DC. Green bajó del vehículo blandiendo un cuchillo y apuñaló a uno de los dos policías. Uno de ellos logró desenfundar su pistola y disparó a Green, que murió media hora después, cuando ya estaba ingresado en el hospital. Uno de los agentes, identificado como William “Billy” Evans, falleció de las heridas infligidas.

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